Hay muchas cosas que cambian con el tiempo. Se degradan. Situaciones que no pensabas que llegaran a existir nunca, aparecen ante tus ojos. Eso de tener a alguien en una escala más o menos salvable, y que, de repente, merezca ser situado en lo más hondo de la moral.
Y, aunque eso te choque, te alegras de no formar parte de ese mundo. Da igual lo que se diga o lo que se piense en el exterior. La certidumbre de que, aunque todo a tu alrededor retrocede mientras tú avanzas, a pesar de que quieran arrastrarte, y que te mantengas firme, eso, no tiene precio.
Da igual el castigo social que se te imponga, la recompensa personal que obtienes por no haberte dignado siquiera a pisar el escalafón más denigrante, es mucho más sabrosa, que cualquier golpe que pueda ser lanzado desde la ignorancia.
Así que, si tú que lees esto, y no eres uno más de esos clones que pululan por ahí, y que parecen hechos a medida para no pensar, entonces, te animo a seguir siendo tú mismo. Si no te vuelves uno de ellos, te has ganado mi respeto.
Y si lo eres, pues nada, recoge tu personalidad, que se te ha caído al suelo.
Bienvenido a un mundo tan abstracto como lo que pasa por mi cabeza. Literatura rompecabezas que significa cualquier cosa menos la que es. O puede que veas la realidad.
martes, 31 de marzo de 2015
lunes, 30 de marzo de 2015
IV Concurso de Microrrelatos “Fuego, aire, agua, tierra”
He sido seleccionado en este concuros, que organiza Letras con Arte. Podéis comprar el libro
donde aparece el microrrelato aquí http://letrasconarte.es.tl/***VENTA-DE-LIBROS-IMPRESOS.htm junto con el de los demás seleccionados.
domingo, 29 de marzo de 2015
Crear y destruir
Yo no quería saber nada de Laura. Corté toda conexión con ella y me embarqué en un viaje a través de los pasadizos que me quedaban por recorrer.
Lo cierto es que no encontraba nada, porque yo nunca apuntalé un solo muro en las calles del tiempo. Una persona descuidada, sobre cuyas espaldas recaía el sujetar los débiles lazos que rodeaban el cuello. Ninguna cosa que tocasen mis manos se volvía sólida, solamente se resquebrajaba y terminaba por desaparecer, igual que lo hacía yo en mis silencios.
Tenía miedo de empezar cualquier cosa. Las náuseas burbujean desde el fondo, y todo rostro que aparece a cada esquina es un enemigo del que hay que huir. Es curioso que, los mismos dedos que crean, puedan destruir tan salvajemente. Por eso no cuidé los cimientos de las casas donde me dejaban entrar. Por eso pinté narraciones escuetas donde podría poner algo más.
Y, quizá, y solamente quizá, encuentre la felicidad bajo la capa del valiente. Bajo la coraza de quien se atreva a sostener mis manos sin temor a que todo el edificio se convierta en un miserable cascote.
Para Fátima.
Palabras clave: Laura, viaje, felicidad
Lo cierto es que no encontraba nada, porque yo nunca apuntalé un solo muro en las calles del tiempo. Una persona descuidada, sobre cuyas espaldas recaía el sujetar los débiles lazos que rodeaban el cuello. Ninguna cosa que tocasen mis manos se volvía sólida, solamente se resquebrajaba y terminaba por desaparecer, igual que lo hacía yo en mis silencios.
Tenía miedo de empezar cualquier cosa. Las náuseas burbujean desde el fondo, y todo rostro que aparece a cada esquina es un enemigo del que hay que huir. Es curioso que, los mismos dedos que crean, puedan destruir tan salvajemente. Por eso no cuidé los cimientos de las casas donde me dejaban entrar. Por eso pinté narraciones escuetas donde podría poner algo más.
Y, quizá, y solamente quizá, encuentre la felicidad bajo la capa del valiente. Bajo la coraza de quien se atreva a sostener mis manos sin temor a que todo el edificio se convierta en un miserable cascote.
Para Fátima.
Palabras clave: Laura, viaje, felicidad
Nuevos horizontes
Los viejos fantasmas nunca se fueron, permanecieron ahí, emitiendo una débil musiquilla, inútil pero constante, hasta el día en que yo volviera la vista atrás y decidiera echar una mirada de reojo.
Caras conocidas, solo una gota de conocimiento resbala por sus rostros, y, aún así, se giran y me observan, con la curiosidad del que abre una caja envuelta en papel de regalo. Porque es que soy una incógnita en el horizonte, donde solo los rumores y las especulaciones pueden escribir mi vida y mis aventuras.
No cambiarán muchas cosas. Yo seguiré siendo el mismo, tan voluble, y tan aferrado a permanecer a la vez. Una breve sombra de lo que alguna vez fuí, fuertes las raíces sobre mis pies. Estar, y no estar.
El murmullo que emiten las olas. Insignificante, tranquilo, y persistente. Persiguiendo a un público dormido.
Caras conocidas, solo una gota de conocimiento resbala por sus rostros, y, aún así, se giran y me observan, con la curiosidad del que abre una caja envuelta en papel de regalo. Porque es que soy una incógnita en el horizonte, donde solo los rumores y las especulaciones pueden escribir mi vida y mis aventuras.
No cambiarán muchas cosas. Yo seguiré siendo el mismo, tan voluble, y tan aferrado a permanecer a la vez. Una breve sombra de lo que alguna vez fuí, fuertes las raíces sobre mis pies. Estar, y no estar.
El murmullo que emiten las olas. Insignificante, tranquilo, y persistente. Persiguiendo a un público dormido.
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sábado, 28 de marzo de 2015
Papá, ven, siéntate, hoy voy a hablarte de las drogas
Puede parecer una tontería, pero no lo es. A día de hoy sabe más el muchacho de 14 años sobre drogas que el padre. No porque sea un estudioso sobre el tema, sino porque ya las catado. Ya no se limita al alcohol y a los cigarrillos. No voy a entrar en temas moralistas sobre lo que es malo y lo que no, aunque yo repudie la droga o el tabaco. Lo que sí entra a reflexión, es, la edad a la que se empieza a tener contacto con eso. Porque es que hay gente con 18 años, que tiene la misma complejidad mental que el mecanismo de un bastón. Y si ya con 14, 15, o 16 te metes mierd*, las posibilidades de salir de esas cosas en un futuro se reducen bastante. Y repito, me da igual lo que cada uno haga consigo mismo mientras no perjudique al resto, aunque seáis poco originales y recurráis a ello para haceros los guays, de verdad.
Pero estaréis de acuerdo conmigo en que hay unas fases en la vida, no sé, me parece muy pronto que a esa edad ya nos introduzcamos en ese mundo con tal de querer ser "mayores", aunque a lo mejor a mí me lo parece así porque yo con esa edad lo más parecido a querer ser mayor que tenía, era ver películas salidas de tono.
Creo que hay un momento para cada cosa, y cosas para cada momento, valga la redundancia. Y no, no eres mayor por meterte una raya, igual que no lo eres al no hacerlo. Aunque lo mismo si no te la metes, la cabeza sí la tienes un poco más lúcida. Digo yo.
El problema de fondo, es, también, que no sabes lo que lleva eso. Dentro de lo que cabe, el alcohol, el tabaco o la marihuana, son más respetuosos, pero el polvillo o la droga de diseño que catas no sabes lo que contiene. La cocaína se corta y se le meten otras cosas, aunque pura sea ya de por sí un batiburrillo de basura y gasolina. ¿Cómo no te va a dar el colocón? ¿Cómo no te va a dejar tonto perdido?
Hay cosas que nunca entenderé y otras que preferería no saber, y ser un perfecto idiota. Muchas veces me gustaría, de verdad. No tener que bajar a las cloacas del mundo, que no se alejan de la calle que cruza tu casa, me encantaría. No comprendo las cosas que pasan, y se escapan a mi control, tal vez sea yo el que esté mal de la cabeza y por eso me quedo cuajado con lo que voy viendo cada día, no sé.
Es cierto que la vida es hermosa, hasta que te cuenta sus secretos. Un saludo y gracias por aguantar mis pataletas. Abajo del todo me despido con mis drogas, de las que ya no podré salir nunca, y que me hacen ver todo tipo de mundos y de personas. Buenos días.
"La coca la consume quien ahora está sentado a tu lado en el tren y la ha tomado para despertarse esta mañana, o el conductor que está al volante del autobús que te lleva a casa porque quiere hacer horas extra sin sentir calambres en las cervicales. Consume coca quien está más próximo a ti." - Roberto Saviano. (Extracto introducción de su libro Cero cero cero".)
https://youtu.be/Ssf_0IcRzU0
Pero estaréis de acuerdo conmigo en que hay unas fases en la vida, no sé, me parece muy pronto que a esa edad ya nos introduzcamos en ese mundo con tal de querer ser "mayores", aunque a lo mejor a mí me lo parece así porque yo con esa edad lo más parecido a querer ser mayor que tenía, era ver películas salidas de tono.
Creo que hay un momento para cada cosa, y cosas para cada momento, valga la redundancia. Y no, no eres mayor por meterte una raya, igual que no lo eres al no hacerlo. Aunque lo mismo si no te la metes, la cabeza sí la tienes un poco más lúcida. Digo yo.
El problema de fondo, es, también, que no sabes lo que lleva eso. Dentro de lo que cabe, el alcohol, el tabaco o la marihuana, son más respetuosos, pero el polvillo o la droga de diseño que catas no sabes lo que contiene. La cocaína se corta y se le meten otras cosas, aunque pura sea ya de por sí un batiburrillo de basura y gasolina. ¿Cómo no te va a dar el colocón? ¿Cómo no te va a dejar tonto perdido?
Hay cosas que nunca entenderé y otras que preferería no saber, y ser un perfecto idiota. Muchas veces me gustaría, de verdad. No tener que bajar a las cloacas del mundo, que no se alejan de la calle que cruza tu casa, me encantaría. No comprendo las cosas que pasan, y se escapan a mi control, tal vez sea yo el que esté mal de la cabeza y por eso me quedo cuajado con lo que voy viendo cada día, no sé.
Es cierto que la vida es hermosa, hasta que te cuenta sus secretos. Un saludo y gracias por aguantar mis pataletas. Abajo del todo me despido con mis drogas, de las que ya no podré salir nunca, y que me hacen ver todo tipo de mundos y de personas. Buenos días.
"La coca la consume quien ahora está sentado a tu lado en el tren y la ha tomado para despertarse esta mañana, o el conductor que está al volante del autobús que te lleva a casa porque quiere hacer horas extra sin sentir calambres en las cervicales. Consume coca quien está más próximo a ti." - Roberto Saviano. (Extracto introducción de su libro Cero cero cero".)
https://youtu.be/Ssf_0IcRzU0
viernes, 27 de marzo de 2015
En picado
Me olvidé de respirar, no sabía cómo seguir, si todo carece de importancia y la vida se reduce a un compás lastimero y rutinario. Pocas cosas en el horizonte, solo un globo que se eleva para ver si salva algún trozo de cordura.
No sentir nada en absoluto es una sensación horrible, que te abre en canal y pinta de rojo todo cuanto te rodea. No, no es un puñetazo, ni tan siquiera una herida que escuece. Es la indiferencia, contemplar con pasividad cómo todo pasa y no montarte en la barca del tiempo. No cambias nada porque no estás en contacto con nadie, igual que una feminista aislada que cumple con todas las revoluciones mentales marcadas, pero que no las expande más allá de su habitación.
Una mota de polvo en las gafas del presente, cuyo único propósito es seguir existiendo cuando todo lo demás ya ha desaparecido. Una araña vieja y asustada sujeta a un último hilo cuando toda su red ya ha sido destruída por el palo de un niño travieso.
Un suspiro, la toalla perdida, y las letras como último colchón.
Para Sally
Palabras clave: Rojo, globo y feminismo.
No sentir nada en absoluto es una sensación horrible, que te abre en canal y pinta de rojo todo cuanto te rodea. No, no es un puñetazo, ni tan siquiera una herida que escuece. Es la indiferencia, contemplar con pasividad cómo todo pasa y no montarte en la barca del tiempo. No cambias nada porque no estás en contacto con nadie, igual que una feminista aislada que cumple con todas las revoluciones mentales marcadas, pero que no las expande más allá de su habitación.
Una mota de polvo en las gafas del presente, cuyo único propósito es seguir existiendo cuando todo lo demás ya ha desaparecido. Una araña vieja y asustada sujeta a un último hilo cuando toda su red ya ha sido destruída por el palo de un niño travieso.
Un suspiro, la toalla perdida, y las letras como último colchón.
Para Sally
Palabras clave: Rojo, globo y feminismo.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Algún día
Un tambor golpea fuertemente en las cercanías. Su retumbar no me deja en paz, y cada vez que intento dormir aparecen sueños de guerra y peleas de bandas callejeras, que destrozan mis oídos.
Pero es el silencio que le precede lo que más miedo me da, cuando todo a tu alrededor no es más que una mueca que te saluda, en soledad. Perdí la cuenta de todo lo que os debo, ya me la volveréis a pasar, cuando os atreváis a entrar en el circo de las mariposas. Perdimos la capacidad de volar, y nos quedamos sobre los restos de una flor muerta, deseando que una ráfaga de aire entre y traiga algún retazo de vida, una madeja de ilusiones, quizá.
No os preocupéis, algún día será diferente. Algún día volverá a brillar la sonrisa sobre el bosque de la nostalgia.
https://www.youtube.com/watch?v=LqI78S14Wgg
Pero es el silencio que le precede lo que más miedo me da, cuando todo a tu alrededor no es más que una mueca que te saluda, en soledad. Perdí la cuenta de todo lo que os debo, ya me la volveréis a pasar, cuando os atreváis a entrar en el circo de las mariposas. Perdimos la capacidad de volar, y nos quedamos sobre los restos de una flor muerta, deseando que una ráfaga de aire entre y traiga algún retazo de vida, una madeja de ilusiones, quizá.
No os preocupéis, algún día será diferente. Algún día volverá a brillar la sonrisa sobre el bosque de la nostalgia.
https://www.youtube.com/watch?v=LqI78S14Wgg
I Certamen de Microrrelatos de Amor
Bueno, he quedado como finalista en este certamen, que organiza Letras como Espada, y podéis comprar el libro aquí, por si os interesa leer el microrrelato que presenté y los de los demás participantes:
http://www.letrascomoespada.com/libreria/compras/microrrelatos/amor_no_correspondido/amor_no_correspondido.html
http://www.letrascomoespada.com/libreria/compras/microrrelatos/amor_no_correspondido/amor_no_correspondido.html
martes, 24 de marzo de 2015
Ni tan santos, ni tan inocentes
- ¡Jesús! ¿Cómo ha podido pasar esto? - Preguntó Otilio, el policía.
Otilio, un agente de la ley, con barriga cervecera y gafas de sol, siempre ha tenido una vida agradable en el pueblo. Lo máximo que había hecho; incautar la marihuana de los jóvenes para luego pimplársela él, o dar vueltas con el 4x4, que se vea que hace algo. Y ahora se encuentra con dos cadáveres, allí, ante sus narices. En el parque La Victoria.
- Pepe, dame el informe, y un pañuelo, que no aguanto este tufo y se me revuelve el estómago.
Pepe, compañero de Otilio, era más bien poca cosa, delgado, bigotillo cuidado, y algo más serio que su homólogo.
- Pues son Don Caci, y su subalterno, el Que. Tienen heridas cortantes graves, ambos, en la zona de la garganta, haciendo una oscilación de izquierda a derecha.
- En cristiano, Pepe.
- Que les han rajao' el cuello, vamos.
- ¡Qué horror! ¿No hay ningún testigo?
- Sí, sí lo hay. No ha querido dar su nombre, y solo cooperará si protegemos su identidad.
- ¿Qué tonterías son esas? Anda, llévame a verlo, que este pestazo se me va a pegar en la ropa, y luego mi mujer me mata.
Y así, Pepe y Otilio, que bien podrían recordar a personajes de tebeos a los lectores de más edad, se fueron a la comisaría, instalada a las afueras del pueblo, donde les aguardaba el importante testigo.
Las oficinas, relucientes, apenas habían sido usadas para algo que no fuera jugar a las cartas y echarse unas cervezas. Qué dura y aburrida es la vida del policía en el pueblo, que no pasa nunca nada. Aunque para ver lo de hoy, mejor que siguiese así.
- Bueno, pues ahí está la persona de la que te hablé. Se ha puesto una máscara y no quiere quitársela. Que si se la quitamos no nos cuenta nada, dice.
El desconocido estaba sentado, y ambos policías optaron por sentarse enfrente.
- Pero "amos" a ver hombre, ¿cómo va a hacer eso? Si no quiere contarnos las cosas, al cuartelillo, y verás como canta, ¿verdad Otilio? Pero bueno, tengo curiosidad, así que dejaremos eso para después. Cuéntanos lo que viste ayer. - Ordenó Pepe.
- Lo haré, pero después de esto, no haré más declaraciones.
Era una voz ronca, algo débil, la que emitía ese murmullo, pero tenía algo que incitaba a aceptar lo que dijese.
- Era la noche del clásico de fútbol, osease, anoche. Yo iba camino de casa, cuando vi a unos muchachos armar jaleo en el parque de La Victoria. Uno de ellos se había llevado una tablet de esas modernas y estaban poniendo el partido. Habían bastantes botellas de alcohol por el suelo, y los muchachos estaban poniéndose finos, pero al parecer molestaban con el ruido a los vecinos.
Entonces vi aparecer a Caci, el alcalde, con el Que, y se acercaron adonde estaba la chavalada.
- ¿No podéis dejar de hacer ruido? Estáis molestando a los vecinos. - Dijo Caci.
- ¿Y a nosotros qué más nos da, viejo? Te van a seguir votando, los tienes puestos a dedo en el ayuntamiento y les das vales de comida. - Se rió uno de los allí presentes.
- Cuidado con lo que dices, amigo, no sabes quién soy. Marchaos ahora mismo o llamaré a la policía.
- Oye, viejo, relájate, estamos intentando ver el partido, de buen rollo. Tómate unos tragos y vete con tu mujer.
Más carcajadas. Fue entonces cuando el Que cogió una de las botellas, y la tiró al suelo. Se hizo añicos. Entonces la atmósfera cambió. Ya no había risas.
- Esa botella ha costado dinero, ¿sabes? Espero que la puedas pagar.
- No tiene que pagaros nada, os lo habéis ganado. Dad gracias a que se queda ahí. - Intervino el alcalde.
- ¿Ah, sí? ¿Y qué más podría ocurrir?
- Pues, por ejemplo, ¡esto! - Exclamó, mientras le daba una patada a otra botella.
Aquello terminó por caldear los ánimos. Los muchachos agarraron a los dos hombres, que forcejeaban.
- ¡¿Cómo os atrevéis?! ¿No sabéis quién soy? Esto os costará muy caro.
- Claro que lo sabemos. Te crees que eres intocable por tener a medio pueblo en el bolsillo, pero aquí no tienes nada que hacer, despídete, Caci. - Le espetó uno, mientras le acariciaba ferozmente el cuello con la navaja.
Después le llegó el turno al Que. Dejaron los cuerpos allí tirados, cogieron las botellas que quedaban, y se marcharon de allí, antes de que se terminase el tiempo del descanso. Entonces yo llamé a Otilio, y él acordonó la zona.
Y hasta aquí las aventuras de Pepe y Otilio. Como es una interpretación muy libre de Los Santos Inocentes, dejaré algunas notas a pie de página y reflexiones.
En general supongo que habréis identificado quién es quién en el paralelismo, si habéis leído la novela, o visto la película. Yo entraré a hablar del que sería Azarías. Aquí, en este relato corto, ese papel lo interpretan los jóvenes del botellón, y la Milana bonita, evidentemente, es el alcohol y el fútbol, aunque se podrían introducir más elementos.
Ahora bien, Azarías, y toda la gente de aquel entonces, tenían una excusa. El primero tenía problemas mentales, y los familiares eran analfabetos, o bien tenían poca cultura, así que seremos buenos, y no nos vamos a enfadar con ellos por ser así. Ahora bien, nosotros no tenemos excusa. Tal vez, los abuelos, y en parte los padres, pero los jóvenes, no tienen ninguna. El cielo está abierto para nosotros. La cultura es más accesible que nunca, existen los medios para acceder a ella de forma gratuita, y quien no la adquiere es porque no quiere. Habrá excepciones, claro, pero en general, se rechaza. Yo he visto a gente pedirme que les resuma una obra de teatro, porque no había cojon** de que abriesen un libro. Y lo peor es, vanagloriarse de eso. Nos estamos dilapidando nosotros solos. Y el castigo lo vemos día a día, es decir, ha cambiado todo, pero las estructuras sociales, y ese analfabetismo cultural, siguen igual. Sabemos leer, sí, ¿pero para qué? Si en el fondo somos como Azarías.
Y para que esto no os suene demoledor, dejo una situación hipotética. Imaginen que hoy mismo se prohíbe el fútbol. Que se corta todo tipo de vínculo con él. Se armaría una buena, ¿verdad? Pues bien, ¿creeis que si lo que se prohibiesen fueran los libros, se armaría el mismo revuelo?
A petición de Nuria.
Otilio, un agente de la ley, con barriga cervecera y gafas de sol, siempre ha tenido una vida agradable en el pueblo. Lo máximo que había hecho; incautar la marihuana de los jóvenes para luego pimplársela él, o dar vueltas con el 4x4, que se vea que hace algo. Y ahora se encuentra con dos cadáveres, allí, ante sus narices. En el parque La Victoria.
- Pepe, dame el informe, y un pañuelo, que no aguanto este tufo y se me revuelve el estómago.
Pepe, compañero de Otilio, era más bien poca cosa, delgado, bigotillo cuidado, y algo más serio que su homólogo.
- Pues son Don Caci, y su subalterno, el Que. Tienen heridas cortantes graves, ambos, en la zona de la garganta, haciendo una oscilación de izquierda a derecha.
- En cristiano, Pepe.
- Que les han rajao' el cuello, vamos.
- ¡Qué horror! ¿No hay ningún testigo?
- Sí, sí lo hay. No ha querido dar su nombre, y solo cooperará si protegemos su identidad.
- ¿Qué tonterías son esas? Anda, llévame a verlo, que este pestazo se me va a pegar en la ropa, y luego mi mujer me mata.
Y así, Pepe y Otilio, que bien podrían recordar a personajes de tebeos a los lectores de más edad, se fueron a la comisaría, instalada a las afueras del pueblo, donde les aguardaba el importante testigo.
Las oficinas, relucientes, apenas habían sido usadas para algo que no fuera jugar a las cartas y echarse unas cervezas. Qué dura y aburrida es la vida del policía en el pueblo, que no pasa nunca nada. Aunque para ver lo de hoy, mejor que siguiese así.
- Bueno, pues ahí está la persona de la que te hablé. Se ha puesto una máscara y no quiere quitársela. Que si se la quitamos no nos cuenta nada, dice.
El desconocido estaba sentado, y ambos policías optaron por sentarse enfrente.
- Pero "amos" a ver hombre, ¿cómo va a hacer eso? Si no quiere contarnos las cosas, al cuartelillo, y verás como canta, ¿verdad Otilio? Pero bueno, tengo curiosidad, así que dejaremos eso para después. Cuéntanos lo que viste ayer. - Ordenó Pepe.
- Lo haré, pero después de esto, no haré más declaraciones.
Era una voz ronca, algo débil, la que emitía ese murmullo, pero tenía algo que incitaba a aceptar lo que dijese.
- Era la noche del clásico de fútbol, osease, anoche. Yo iba camino de casa, cuando vi a unos muchachos armar jaleo en el parque de La Victoria. Uno de ellos se había llevado una tablet de esas modernas y estaban poniendo el partido. Habían bastantes botellas de alcohol por el suelo, y los muchachos estaban poniéndose finos, pero al parecer molestaban con el ruido a los vecinos.
Entonces vi aparecer a Caci, el alcalde, con el Que, y se acercaron adonde estaba la chavalada.
- ¿No podéis dejar de hacer ruido? Estáis molestando a los vecinos. - Dijo Caci.
- ¿Y a nosotros qué más nos da, viejo? Te van a seguir votando, los tienes puestos a dedo en el ayuntamiento y les das vales de comida. - Se rió uno de los allí presentes.
- Cuidado con lo que dices, amigo, no sabes quién soy. Marchaos ahora mismo o llamaré a la policía.
- Oye, viejo, relájate, estamos intentando ver el partido, de buen rollo. Tómate unos tragos y vete con tu mujer.
Más carcajadas. Fue entonces cuando el Que cogió una de las botellas, y la tiró al suelo. Se hizo añicos. Entonces la atmósfera cambió. Ya no había risas.
- Esa botella ha costado dinero, ¿sabes? Espero que la puedas pagar.
- No tiene que pagaros nada, os lo habéis ganado. Dad gracias a que se queda ahí. - Intervino el alcalde.
- ¿Ah, sí? ¿Y qué más podría ocurrir?
- Pues, por ejemplo, ¡esto! - Exclamó, mientras le daba una patada a otra botella.
Aquello terminó por caldear los ánimos. Los muchachos agarraron a los dos hombres, que forcejeaban.
- ¡¿Cómo os atrevéis?! ¿No sabéis quién soy? Esto os costará muy caro.
- Claro que lo sabemos. Te crees que eres intocable por tener a medio pueblo en el bolsillo, pero aquí no tienes nada que hacer, despídete, Caci. - Le espetó uno, mientras le acariciaba ferozmente el cuello con la navaja.
Después le llegó el turno al Que. Dejaron los cuerpos allí tirados, cogieron las botellas que quedaban, y se marcharon de allí, antes de que se terminase el tiempo del descanso. Entonces yo llamé a Otilio, y él acordonó la zona.
Y hasta aquí las aventuras de Pepe y Otilio. Como es una interpretación muy libre de Los Santos Inocentes, dejaré algunas notas a pie de página y reflexiones.
En general supongo que habréis identificado quién es quién en el paralelismo, si habéis leído la novela, o visto la película. Yo entraré a hablar del que sería Azarías. Aquí, en este relato corto, ese papel lo interpretan los jóvenes del botellón, y la Milana bonita, evidentemente, es el alcohol y el fútbol, aunque se podrían introducir más elementos.
Ahora bien, Azarías, y toda la gente de aquel entonces, tenían una excusa. El primero tenía problemas mentales, y los familiares eran analfabetos, o bien tenían poca cultura, así que seremos buenos, y no nos vamos a enfadar con ellos por ser así. Ahora bien, nosotros no tenemos excusa. Tal vez, los abuelos, y en parte los padres, pero los jóvenes, no tienen ninguna. El cielo está abierto para nosotros. La cultura es más accesible que nunca, existen los medios para acceder a ella de forma gratuita, y quien no la adquiere es porque no quiere. Habrá excepciones, claro, pero en general, se rechaza. Yo he visto a gente pedirme que les resuma una obra de teatro, porque no había cojon** de que abriesen un libro. Y lo peor es, vanagloriarse de eso. Nos estamos dilapidando nosotros solos. Y el castigo lo vemos día a día, es decir, ha cambiado todo, pero las estructuras sociales, y ese analfabetismo cultural, siguen igual. Sabemos leer, sí, ¿pero para qué? Si en el fondo somos como Azarías.
Y para que esto no os suene demoledor, dejo una situación hipotética. Imaginen que hoy mismo se prohíbe el fútbol. Que se corta todo tipo de vínculo con él. Se armaría una buena, ¿verdad? Pues bien, ¿creeis que si lo que se prohibiesen fueran los libros, se armaría el mismo revuelo?
A petición de Nuria.
lunes, 23 de marzo de 2015
Dolor de garganta
En el fondo de la caverna roja un insecto golpea sobre la frágil pared. Nada consigue matarlo, y por las demás salidas solo se vierte sangre. La voz sale cambiada, débil, no se propaga como debería porque es retenida por afiladas cuchillas en su intento por subir hacia arriba, en el centro de la cueva.
Tampoco pudieron salvar mi hogar los consejos de una paladín de los colores, haciendo mezclas agridulces con sus idas y venidas. Me quedo aquí, sentado, mientras observo los muebles arder, tomándome una taza de café, frío, que desgarre las aberturas. No espero a ningún bombero, porque nada puede salvar ninguna cosa buena de las cenizas. Quizá, al fondo, un dibujo aún por empezar, donde solo la mitad de mí se consume y la otra se sube a la barca del olvido.
Tampoco pudieron salvar mi hogar los consejos de una paladín de los colores, haciendo mezclas agridulces con sus idas y venidas. Me quedo aquí, sentado, mientras observo los muebles arder, tomándome una taza de café, frío, que desgarre las aberturas. No espero a ningún bombero, porque nada puede salvar ninguna cosa buena de las cenizas. Quizá, al fondo, un dibujo aún por empezar, donde solo la mitad de mí se consume y la otra se sube a la barca del olvido.
domingo, 22 de marzo de 2015
No quieres...
No quieres saber lo que se esconde detrás de las palabras que dibujan la tarde, y es normal. No quieres conocer ni tampoco pringarte las manos con algo que te es ajeno, aunque estés metida de lleno. ¿Cómo puede ser que quieran manchar sonrisas? ¿Cómo es posible que quieran amurallar el gozo? No, claro que no, por eso no pisas los charcos aunque te lleguen por el cuello.
Seguirás diciendo lo hermosa que es la paz que hemos construido, ese cuento infantil mal escrito, mientras las balas te rozan la cara. Ninguna moraleja al final, ningún consejo, porque, ¿qué enseñanza puede dar algo que nunca está mal?
No importa, ¿verdad? Que tu propia mentira fagocite la verdad. Y qué más da, que todo explote, si para ti nada cambiará.
Seguirás diciendo lo hermosa que es la paz que hemos construido, ese cuento infantil mal escrito, mientras las balas te rozan la cara. Ninguna moraleja al final, ningún consejo, porque, ¿qué enseñanza puede dar algo que nunca está mal?
No importa, ¿verdad? Que tu propia mentira fagocite la verdad. Y qué más da, que todo explote, si para ti nada cambiará.
sábado, 21 de marzo de 2015
Luchas internas
Las horas pasan lentas, aletargadas, bajo estas tristes paredes, donde la vida se escapa. ¿Qué hacer cuando el problema está en tu propia cabeza? Un estado bipolar físicamente irritante, que viene cuando piensas que se ha ido.
Y no, no me gustan sus visitas, porque me recuerdan lo poco que dura la ilusión. Una vela bajo un vaso de cristal, ¿cómo quieren que no me apague? Si cuando me da el aire, vuelven a ahogarme. Algún día voy a tirar todo por la ventana, y me darán igual los destrozos. Una rabia dormida, que quema el pecho, y empuja cualquier otra cosa. Es gracioso que sea contra algo que vive conmigo, ¿verdad?
Hay cosas con las que no quieres estar, pero que forman parte de ti. Piezas defectuosas que desearíamos arreglar, que entorpecen el rumbo normal del barco en el que vamos. Ojalá existiera eso. Algo que nos permitiese cambiar lo que no queremos, ¿verdad? Quitar esas espinas que rodean tu cuello, esas alambradas que la gente le pone a tu alegría.
No nos engañemos, las taras, y lo que nos pone la tómbola injusta de la sociedad, debemos soportalo nosotros. Aprender a ver al enemigo en el espejo, y evitar que gane, nuestra carga. Porque, en el momento en que la sonrisa sea la que él quiere, habremos perdido.
Para Noelia. Ánimo, y no lo dejes.
Y no, no me gustan sus visitas, porque me recuerdan lo poco que dura la ilusión. Una vela bajo un vaso de cristal, ¿cómo quieren que no me apague? Si cuando me da el aire, vuelven a ahogarme. Algún día voy a tirar todo por la ventana, y me darán igual los destrozos. Una rabia dormida, que quema el pecho, y empuja cualquier otra cosa. Es gracioso que sea contra algo que vive conmigo, ¿verdad?
Hay cosas con las que no quieres estar, pero que forman parte de ti. Piezas defectuosas que desearíamos arreglar, que entorpecen el rumbo normal del barco en el que vamos. Ojalá existiera eso. Algo que nos permitiese cambiar lo que no queremos, ¿verdad? Quitar esas espinas que rodean tu cuello, esas alambradas que la gente le pone a tu alegría.
No nos engañemos, las taras, y lo que nos pone la tómbola injusta de la sociedad, debemos soportalo nosotros. Aprender a ver al enemigo en el espejo, y evitar que gane, nuestra carga. Porque, en el momento en que la sonrisa sea la que él quiere, habremos perdido.
Para Noelia. Ánimo, y no lo dejes.
viernes, 20 de marzo de 2015
De haikus primaverales (y primerizos)
Cierra la puerta,
el cielo gris destruye
mis labios curvos.
/
Vaho infernal,
frente a la ventana
canta la lluvia.
/
Camino solo,
me acompaña tu frío
en las baldosas.
el cielo gris destruye
mis labios curvos.
/
Vaho infernal,
frente a la ventana
canta la lluvia.
/
Camino solo,
me acompaña tu frío
en las baldosas.
El tren de ida
Ya tenía las maletas listas. El papel de la invitación sobre la mesa, con un billete de ida hacia un destino desconocido. La calle, nevada, me hacía temblar de frío, a pesar de llevar puesto un abrigo, guantes, gorro, y una bufanda tejida a mano que me envió ella junto con la carta. Fue una agradable sorpresa, porque las únicas misivas que recibo son de propaganda electoral, un arte denostado esto de la correspondencia por correo.
Mi único problema lo encontré en la estación, pues, justo cuando iba a subir al tren, alguien se chocó conmigo y las cosas volaron. Muy peliculero todo, sí, pero os aseguro que a mí no me apetecía nada esa escena. Iba muy justo de tiempo, y el tren se marchó mientras recogía las cosas. Ni cinco minutos se esperó. No supe si enfadarme o resignarme.
- ¿Estás bien? - Una tímida voz femenina, envuelta en el vaho caluroso de su aliento, me preguntaba.
- Sí, sí, no te preocupes. ¿Y tú? - Respondí, amagando una sonrisa.
Ella asintió. Llevaba la cara envuelta en un pasamontañas, y solo se le veía el pelo negro, largo, que caía sobre sus hombros. Ojos color azabache que cortaban la respiración.
Una vez recuperadas las cosas, fuí a ver al revisor. No me percaté de que aquella mujer se había quedado en el mismo sitio, mirándo mis movimientos desde atrás.
- Disculpe, ¿podría cambiar este billete? He perdido el tren.
- Umm, a ver... ¡Oh!, lo siento, pero este tren... Solo salía hoy. No podré cambiartelo.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que ya no volverá. No podrá montarse ahí, amigo mío. Lo lamento.
- Pero... - Balbuceé.
Entonces la chica me cogió de la mano y me sacó de allí.
- Ese tren que has perdido... ¿Era muy importante para ti?
- Bueno, sí, se podría decir que sí.
- Entonces, quiero pedirte disculpas, te daré este cuaderno como compensación. Es importante para mí.
Dicho esto, me besó en la mejilla y se marchó corriendo. Desconcertado por el giro de los acontecimientos, decidí abrir lo que me había dado. Y, en la primera página rezaba:
"Has perdido algo que no volverá, pero al chocarte conmigo, en el futuro recordarás que los trenes realmente importantes siempre vuelven, y que los raíles del momento te llevarán de vuelta a mí, aunque no sepamos siquiera quiénes somos".
Para Irene.
Palabras clave: Tren, cuaderno y bufanda.
Mi único problema lo encontré en la estación, pues, justo cuando iba a subir al tren, alguien se chocó conmigo y las cosas volaron. Muy peliculero todo, sí, pero os aseguro que a mí no me apetecía nada esa escena. Iba muy justo de tiempo, y el tren se marchó mientras recogía las cosas. Ni cinco minutos se esperó. No supe si enfadarme o resignarme.
- ¿Estás bien? - Una tímida voz femenina, envuelta en el vaho caluroso de su aliento, me preguntaba.
- Sí, sí, no te preocupes. ¿Y tú? - Respondí, amagando una sonrisa.
Ella asintió. Llevaba la cara envuelta en un pasamontañas, y solo se le veía el pelo negro, largo, que caía sobre sus hombros. Ojos color azabache que cortaban la respiración.
Una vez recuperadas las cosas, fuí a ver al revisor. No me percaté de que aquella mujer se había quedado en el mismo sitio, mirándo mis movimientos desde atrás.
- Disculpe, ¿podría cambiar este billete? He perdido el tren.
- Umm, a ver... ¡Oh!, lo siento, pero este tren... Solo salía hoy. No podré cambiartelo.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que ya no volverá. No podrá montarse ahí, amigo mío. Lo lamento.
- Pero... - Balbuceé.
Entonces la chica me cogió de la mano y me sacó de allí.
- Ese tren que has perdido... ¿Era muy importante para ti?
- Bueno, sí, se podría decir que sí.
- Entonces, quiero pedirte disculpas, te daré este cuaderno como compensación. Es importante para mí.
Dicho esto, me besó en la mejilla y se marchó corriendo. Desconcertado por el giro de los acontecimientos, decidí abrir lo que me había dado. Y, en la primera página rezaba:
"Has perdido algo que no volverá, pero al chocarte conmigo, en el futuro recordarás que los trenes realmente importantes siempre vuelven, y que los raíles del momento te llevarán de vuelta a mí, aunque no sepamos siquiera quiénes somos".
Para Irene.
Palabras clave: Tren, cuaderno y bufanda.
jueves, 19 de marzo de 2015
No hay peor forma
Las flechas del cielo laceran la tarde, calles regadas con los litros de la vida, pero no de la mía. Me quedé sin nada aquí, solo la tinta recorre los intrincados pasillos del corazón, negra, como la visión del horizonte. Una sima entre lo que soy y lo que alguna vez deseé. Las burbujas reventaron y me quedé impregnado del olor putrefacto del que estaban hechas, un fuerte tufo a ingenuidad, y a ilusión traicionera, tal es la magnitud del crímen.
No hay peor forma de matar a alguien que mirándolo, pasivamente, mientras asiste a su propia destrucción, y, a las palabras que lance, responderle con un silencio ensordecedor, y una chispa escondida de ilusión.
No hay peor forma de matar a alguien que dándole la mano mientras le clavas el puñal.
No hay peor forma de matar a alguien que mirándolo, pasivamente, mientras asiste a su propia destrucción, y, a las palabras que lance, responderle con un silencio ensordecedor, y una chispa escondida de ilusión.
No hay peor forma de matar a alguien que dándole la mano mientras le clavas el puñal.
miércoles, 18 de marzo de 2015
El hombre extraño
La fuente de las almas ya no funciona, alguien la ha cortado. Entre las tuberías del infierno debe haber una avería, y todas salen por el mismo lado, sin poder acudir a su cita con la eternidad del dolor. Pero, ¿quién ha podido hacer eso? Veamos...
Hay un hombre riéndose al fondo, con un parche en el ojo, y un semblante que da miedo. Si le preguntas te dirá que no sabe nada, que solo es uno más entre miles, cuando en realidad guarda en su bolsillo algo que es más fuerte que nuestro poder sobre el inframundo.
Nadie puede detenerlo, a pesar de las múltiples órdenes de captura que hay contra él, tanto por parte del cielo, como del infierno. Es una persona peligrosa, y un gran enemigo. Camina y trabaja solo, y quiere subvertir el mundo irracional que hemos creado para los humanos.
Unos dicen que es un monstruo, otros que es un fantasma anterior a todo cuanto existe. Pero solo yo sé qué es. Simplemente es un humano, que, cuando alguien quiere atraparlo, saca una libreta de su bolsillo, y comienza a escribir. Entonces suceden muchas cosas. Aquí, en el inframundo, nosotros carecemos de imaginación, porque nos está prohibida desde nuestro nacimiento, por orden de los entes que dominan nuestras vidas. Aunque no para él.
Así pues, empiezan a salir objetos de la nada, animales, personas hermosas, o, simplemente una profunda niebla que te impide perseguirlo. Puede obtener cualquier cosa de ahí, y eso nos molesta, y mucho. Porque nosotros también queremos y no podemos.
Nos hace dudar de la supremacía de las matemáticas y de la armonía de lo existente. No hay tal cosa. El que no podamos cogerle nos muestra de una forma irritante que el caos impera junto con el orden, inseparables. Y empiezo a creer que realmente va a transformar todo, porque, ¿quién no quiere hacer aparecer lo que sueña?
Solo hay un problema, que es el que me contó antes de irse, y es que, los muros de la realidad hacen que aquello que nos muestra ante nuestros ojos, solo es posible leyendo la hoja de la libreta que deja caer, del mismo modo en que esta voz no resonaría en tu cabeza si no estuvieras leyendo esto.
Aquel hombre, sin nosotros, no sería nada. Nosotros, con aquel hombre, lo somos todo.
Para María.
Palabras clave: Imaginación, irracional, matemáticas.
Hay un hombre riéndose al fondo, con un parche en el ojo, y un semblante que da miedo. Si le preguntas te dirá que no sabe nada, que solo es uno más entre miles, cuando en realidad guarda en su bolsillo algo que es más fuerte que nuestro poder sobre el inframundo.
Nadie puede detenerlo, a pesar de las múltiples órdenes de captura que hay contra él, tanto por parte del cielo, como del infierno. Es una persona peligrosa, y un gran enemigo. Camina y trabaja solo, y quiere subvertir el mundo irracional que hemos creado para los humanos.
Unos dicen que es un monstruo, otros que es un fantasma anterior a todo cuanto existe. Pero solo yo sé qué es. Simplemente es un humano, que, cuando alguien quiere atraparlo, saca una libreta de su bolsillo, y comienza a escribir. Entonces suceden muchas cosas. Aquí, en el inframundo, nosotros carecemos de imaginación, porque nos está prohibida desde nuestro nacimiento, por orden de los entes que dominan nuestras vidas. Aunque no para él.
Así pues, empiezan a salir objetos de la nada, animales, personas hermosas, o, simplemente una profunda niebla que te impide perseguirlo. Puede obtener cualquier cosa de ahí, y eso nos molesta, y mucho. Porque nosotros también queremos y no podemos.
Nos hace dudar de la supremacía de las matemáticas y de la armonía de lo existente. No hay tal cosa. El que no podamos cogerle nos muestra de una forma irritante que el caos impera junto con el orden, inseparables. Y empiezo a creer que realmente va a transformar todo, porque, ¿quién no quiere hacer aparecer lo que sueña?
Solo hay un problema, que es el que me contó antes de irse, y es que, los muros de la realidad hacen que aquello que nos muestra ante nuestros ojos, solo es posible leyendo la hoja de la libreta que deja caer, del mismo modo en que esta voz no resonaría en tu cabeza si no estuvieras leyendo esto.
Aquel hombre, sin nosotros, no sería nada. Nosotros, con aquel hombre, lo somos todo.
Para María.
Palabras clave: Imaginación, irracional, matemáticas.
Dos copas, por favor
La taberna El Paso estaba como siempre. Luces deprimentes, tapadas por el humo de los cigarrillos. Porque sí, se podía fumar en El Paso, aunque yo soy un talibán del tabaco, bien cierto es. Pero no importa, lo que interesa es lo que ocurrió allí dentro.
La gente se apiñaba en grupos, en la barra, o en la mesa del billar. Allí había de todo. Clientes habituales, macarras de paso, o ingenuos visitantes que desconocían la fama del lugar que pisaban. Si me preguntas a mí, soy como el hijo de este sitio. No tanto, pero casi. Afuera las cosas cambian, pero ahí todo es igual, y eso en parte me gusta. No se nota el paso del tiempo, no te sientes viejo, y los recuerdos te asaltan según el tipo de bebida que te de el camarero, Bill. Todas despiertan cosas, agradables o endiabladamente demoledoras.
Da igual lo lleno que esté el local, siempre tengo libre mi sitio habitual. Un día, un gallito insoportable se sentó ahí, y lo echaron a ostias. No es que a mí me guste la violencia, pero él se lo buscó. Le lanzó el contenido de su vaso a Ladd, el cabecilla de una banda callejera de aquí, que había intercedido por mí. No creo que ese muchacho vuelva, pero más o menos os haréis a la idea de que, aquí, no importa lo que ocurra fuera, todos somos una piña. Un mundo dentro de otro. Es gracioso, ¿no creeis?
- ¿Qué tal todo, Joe? - Me saluda Bill.
- Bien. Ya lo sabes.
- Por supuesto, por supuesto. - Se ríe.
- ¿Qué tienes hoy para mí, viejo zorro?
- Pues hoy me ha llegado una bebida muy extraña, y bastante buena, por cierto. Te regalaré un trago por ser tú.
Bill saca una botella sin seña alguna, blanca, y coge un vaso un echa un par de chorros.
- Toma. Pruébala y me dices.
Cojo el vaso y me bebo el contenido de un trago. La sensación es increíble. No sabría deciros a qué sabe, si lo probáseis lo entenderíais. El estómago se comprime, y el corazón se acelera. La sien en mi cabeza se vuelve loca, y alrededor mía las cosas carecen de importancia. No hay nada igual, os lo juro. Después de esto, cualquier cosa que pruebe me sabrá a tierra y cenizas. Puro veneno. La emoción bombardea los campos de sal y el cuerpo tiembla, sacudido por las sensaciones. La franja de visión se estrecha, y el deseo fluye a flor de piel. Esto se queda grabado, y no hay manera de quitarlo de aquí dentro. Os lo aseguro.
- Esto es increíble Bill. Ponme dos copas de esa mierda, por favor. - Le suplico, sudoroso y jadeante.
- Claro, amigo, como ordenes.
Rellena el vaso que me he bebido, y, cuando he dado buena cuenta de él, vuelve a llenarlo. Tenía el poder de hacer cualquier cosa. Mi cuerpo me pedía acción. Romper cosas, lanzarme a por alguien. Algo. Pero me contuve.
- ¿Cómo decías que se llamaba esa bebida, Bill?
- No te dije el nombre. El que me la vendió dice que se llama "Amor".
- Amor, ¿eh? ¿Y es cara?
- ¿La botella? No. El hombre prácticamente me la dió. Se le veía feliz de desquitarse de ella.
- ¿Por qué? Es todo un manjar.
- Me dijo que, si la bebida no funciona bien, causa efectos secundarios terribles. Heridas muy profundas, dice.
- Pero a mí me ha funcionado bien, ¿no?
¿No?
https://youtu.be/v30RadD_aiI
La gente se apiñaba en grupos, en la barra, o en la mesa del billar. Allí había de todo. Clientes habituales, macarras de paso, o ingenuos visitantes que desconocían la fama del lugar que pisaban. Si me preguntas a mí, soy como el hijo de este sitio. No tanto, pero casi. Afuera las cosas cambian, pero ahí todo es igual, y eso en parte me gusta. No se nota el paso del tiempo, no te sientes viejo, y los recuerdos te asaltan según el tipo de bebida que te de el camarero, Bill. Todas despiertan cosas, agradables o endiabladamente demoledoras.
Da igual lo lleno que esté el local, siempre tengo libre mi sitio habitual. Un día, un gallito insoportable se sentó ahí, y lo echaron a ostias. No es que a mí me guste la violencia, pero él se lo buscó. Le lanzó el contenido de su vaso a Ladd, el cabecilla de una banda callejera de aquí, que había intercedido por mí. No creo que ese muchacho vuelva, pero más o menos os haréis a la idea de que, aquí, no importa lo que ocurra fuera, todos somos una piña. Un mundo dentro de otro. Es gracioso, ¿no creeis?
- ¿Qué tal todo, Joe? - Me saluda Bill.
- Bien. Ya lo sabes.
- Por supuesto, por supuesto. - Se ríe.
- ¿Qué tienes hoy para mí, viejo zorro?
- Pues hoy me ha llegado una bebida muy extraña, y bastante buena, por cierto. Te regalaré un trago por ser tú.
Bill saca una botella sin seña alguna, blanca, y coge un vaso un echa un par de chorros.
- Toma. Pruébala y me dices.
Cojo el vaso y me bebo el contenido de un trago. La sensación es increíble. No sabría deciros a qué sabe, si lo probáseis lo entenderíais. El estómago se comprime, y el corazón se acelera. La sien en mi cabeza se vuelve loca, y alrededor mía las cosas carecen de importancia. No hay nada igual, os lo juro. Después de esto, cualquier cosa que pruebe me sabrá a tierra y cenizas. Puro veneno. La emoción bombardea los campos de sal y el cuerpo tiembla, sacudido por las sensaciones. La franja de visión se estrecha, y el deseo fluye a flor de piel. Esto se queda grabado, y no hay manera de quitarlo de aquí dentro. Os lo aseguro.
- Esto es increíble Bill. Ponme dos copas de esa mierda, por favor. - Le suplico, sudoroso y jadeante.
- Claro, amigo, como ordenes.
Rellena el vaso que me he bebido, y, cuando he dado buena cuenta de él, vuelve a llenarlo. Tenía el poder de hacer cualquier cosa. Mi cuerpo me pedía acción. Romper cosas, lanzarme a por alguien. Algo. Pero me contuve.
- ¿Cómo decías que se llamaba esa bebida, Bill?
- No te dije el nombre. El que me la vendió dice que se llama "Amor".
- Amor, ¿eh? ¿Y es cara?
- ¿La botella? No. El hombre prácticamente me la dió. Se le veía feliz de desquitarse de ella.
- ¿Por qué? Es todo un manjar.
- Me dijo que, si la bebida no funciona bien, causa efectos secundarios terribles. Heridas muy profundas, dice.
- Pero a mí me ha funcionado bien, ¿no?
¿No?
https://youtu.be/v30RadD_aiI
martes, 17 de marzo de 2015
Soy
Hoy soy un libro con las palabras desordenadas, imposible de leer. La quiromancia más extraña, dormida en los posos de la brea que despiden mis ojos. Una bacanal confusa, adormecida, con los ánimos sin pulso alguno. Soy la antorcha que oscurece tu sonrisa de satisfacción. Una mano muerta que se desliza por el suave vaivén del aire, resistente a dejar de funcionar, cuando ya no queda nada por lo que moverse.
Hoy soy aún más un planeta hueco, que se sale de su órbita y se estrella contra la luna. Un montón de líneas difusas, con trazos de idas y retornos, irregulares compases cuyas bifurcaciones pierden la alegría. Un buscador chiflado que se pierde en el desierto de tus astros para nunca salir, muerto de hambre y sed, y ningún tesoro en sus manos.
Soy melancolía, una bruma espesa que sacude los cimientos de todo en lo que alguna vez creí. El hacha que termina de talar el solitario árbol milenario, cuyas raíces controlaban todo el bosque. La esperanza moribunda que rasca con sus uñas la puerta de lo inalcanzable, mientras jadea y escupe cuajerones de sangre.
No hay nada al otro lado, nada a lo que aferrarse, nada que voltee el rumbo de los barcos a la deriva.
Por eso hoy, más que nunca, puedo decir que, al hablar, el eco me responde.
https://youtu.be/2sNSA09euT8
Hoy soy aún más un planeta hueco, que se sale de su órbita y se estrella contra la luna. Un montón de líneas difusas, con trazos de idas y retornos, irregulares compases cuyas bifurcaciones pierden la alegría. Un buscador chiflado que se pierde en el desierto de tus astros para nunca salir, muerto de hambre y sed, y ningún tesoro en sus manos.
Soy melancolía, una bruma espesa que sacude los cimientos de todo en lo que alguna vez creí. El hacha que termina de talar el solitario árbol milenario, cuyas raíces controlaban todo el bosque. La esperanza moribunda que rasca con sus uñas la puerta de lo inalcanzable, mientras jadea y escupe cuajerones de sangre.
No hay nada al otro lado, nada a lo que aferrarse, nada que voltee el rumbo de los barcos a la deriva.
Por eso hoy, más que nunca, puedo decir que, al hablar, el eco me responde.
https://youtu.be/2sNSA09euT8
lunes, 16 de marzo de 2015
No me pidas ayuda
Puedes lanzar
tus redes,
nunca alcanzarás
lo que buscas.
Crees encontrar
eternos tesoros,
pero abres siempre
el baúl vacío.
Apartas con tu
puño de hierro
las señales
de lo que quieres.
Caminas a ciegas,
la noche en tus ojos,
y el alcohol no
es el elixir de la vida.
Te lanzo cuerdas
al fondo del hoyo,
y tus cuchillos
alumbran la oscuridad.
Te tiendo puentes
en tu isla solitaria,
y el fuego
refleja las estrellas.
Te tiendo la mano
frente a los monstruos,
y la hierba enrojece,
pura laceración.
Cuando pero la
ansiedad domine,
cuando el eco
controle tus calles,
cuando tus reinos
de arena caigan,
entonces, entonces
no me pidas nada.
No me pidas ayuda,
no me pidas nada,
porque te salvaré.
Para Candela.
Palabras clave en poesía: Ansiedad, noche y vacío.
tus redes,
nunca alcanzarás
lo que buscas.
Crees encontrar
eternos tesoros,
pero abres siempre
el baúl vacío.
Apartas con tu
puño de hierro
las señales
de lo que quieres.
Caminas a ciegas,
la noche en tus ojos,
y el alcohol no
es el elixir de la vida.
Te lanzo cuerdas
al fondo del hoyo,
y tus cuchillos
alumbran la oscuridad.
Te tiendo puentes
en tu isla solitaria,
y el fuego
refleja las estrellas.
Te tiendo la mano
frente a los monstruos,
y la hierba enrojece,
pura laceración.
Cuando pero la
ansiedad domine,
cuando el eco
controle tus calles,
cuando tus reinos
de arena caigan,
entonces, entonces
no me pidas nada.
No me pidas ayuda,
no me pidas nada,
porque te salvaré.
Para Candela.
Palabras clave en poesía: Ansiedad, noche y vacío.
domingo, 15 de marzo de 2015
En la bodega
Un barco se acerca. Lleva las bodegas cargadas de un virus antiguo y poderoso, pero desconozco el efecto que tendrá en mí. Ignoro sus efectos, y posiblemente sean letales, pero el contenido que va adentro lleva mi nombre.
El efecto puede ser devastador, y no sé siquiera por qué me arriesgo, pudiendo huir y dejar atrás a los fantasmas. Otra costa, manos seguras, y la certeza de que el mar me devolverá las sonrisas, y no incertidumbre. Ninguna tormenta, ningún naufragio, y la única sombra, la de las palmeras sobre mi cabeza. No sé por qué me empeño en hacer flores con la arena, en abrir cajas que no deben revelarse. Quiero hacer de este erial un lugar lleno de mariposas, y llenar la tierra muerta con ilusiones que puedan brotar.
Pero yo no puedo hacerlo solo, no puedo. Así que cuidado con lo que viene en ese barco, porque si es la bruma de otro tiempo pasado, donde ya no tiene cabida el presente, entonces, puedes ahogarme ya en esas aguas putrefactas que cubren la orilla de la psique.
Si no es así, entonces, podré decir, que valió la pena. Podré decir, que has salvado el día.
https://www.youtube.com/watch?v=ZoK63Bk7pgw
El efecto puede ser devastador, y no sé siquiera por qué me arriesgo, pudiendo huir y dejar atrás a los fantasmas. Otra costa, manos seguras, y la certeza de que el mar me devolverá las sonrisas, y no incertidumbre. Ninguna tormenta, ningún naufragio, y la única sombra, la de las palmeras sobre mi cabeza. No sé por qué me empeño en hacer flores con la arena, en abrir cajas que no deben revelarse. Quiero hacer de este erial un lugar lleno de mariposas, y llenar la tierra muerta con ilusiones que puedan brotar.
Pero yo no puedo hacerlo solo, no puedo. Así que cuidado con lo que viene en ese barco, porque si es la bruma de otro tiempo pasado, donde ya no tiene cabida el presente, entonces, puedes ahogarme ya en esas aguas putrefactas que cubren la orilla de la psique.
Si no es así, entonces, podré decir, que valió la pena. Podré decir, que has salvado el día.
https://www.youtube.com/watch?v=ZoK63Bk7pgw
sábado, 14 de marzo de 2015
Da igual
En la diana de mis ojos apagados te entretienes en lanzarme dardos. Da igual, ya no me sirven. Quédatelos si quieres, juega con ellos hasta desangrarlos, nunca se saldrán de sus órbitas. Los perdí cuando me jugué contigo mis manos. No debí hacerlo, bien cierto es. Ahora no puedo controlar nada. Todo aquí adentro es tuyo, pues es con mis dedos con lo único que consigo expandir mi mundo.
Da igual, te los has ganado. No pude evitar apostar que, al contacto con mis dedos, tu piel se levantaría con la brisa del norte. Qué equivocado estaba. Ni siquiera un suspiro, solo quietud, esperanzas muertas. Cuervos llevándose las pocas emociones brillantes que aún guardaba. Da igual, ahora no sé lo que soy. Espero que puedas manejar mi cuerpo con tus hilos color burdeos. No sé si la niebla se despejará, ni si tú harás algo más que mirarme desde tu trono de lo desconocido.
No importa, aunque no la veas, te gusta el olor dulzón de la sangre. Aunque no sepas que se derrama, e insistas en llenarme las maletas de esperanzas. Pesan demasiado, y no creo poder cargarlas, aún así, mis manos son tuyas, y llevaré cualquier cosa. Pero luego no me hagas abrirlas para tirar el contenido por el suelo.
Porque eso, querida, eso no me da igual.
Para María del Mar.
Palabras clave: Dardos, cuervos, maletas.
Da igual, te los has ganado. No pude evitar apostar que, al contacto con mis dedos, tu piel se levantaría con la brisa del norte. Qué equivocado estaba. Ni siquiera un suspiro, solo quietud, esperanzas muertas. Cuervos llevándose las pocas emociones brillantes que aún guardaba. Da igual, ahora no sé lo que soy. Espero que puedas manejar mi cuerpo con tus hilos color burdeos. No sé si la niebla se despejará, ni si tú harás algo más que mirarme desde tu trono de lo desconocido.
No importa, aunque no la veas, te gusta el olor dulzón de la sangre. Aunque no sepas que se derrama, e insistas en llenarme las maletas de esperanzas. Pesan demasiado, y no creo poder cargarlas, aún así, mis manos son tuyas, y llevaré cualquier cosa. Pero luego no me hagas abrirlas para tirar el contenido por el suelo.
Porque eso, querida, eso no me da igual.
Para María del Mar.
Palabras clave: Dardos, cuervos, maletas.
viernes, 13 de marzo de 2015
El desahucio
Escucho las risas afuera, rumores sordos de la calle. No sé qué hacer. El Parkinson domina mis manos, y no me gusta el sabor de la atmósfera.
Un vaso de agua en la mesa, con la pastilla lista. "No sabe mal, un regusto a almendras, y listos". Eso fue lo que dijo, y se marchó. Que se joda. No pienso tomarme eso, antes se lo doy a los peces.
Me sostengo como puedo con la garrota y me tomo las medicinas. No hacen mucho, pero da igual. Me aclaran la mente. Excepto cuando veo a Naranjito por la tele. O a cualquier otro. La bilis me sube por la garganta y me dan ganas de darles a ellos el cianuro. Que se jodan. No me voy a ir. Antes muerto. ¿Adónde voy a ir? Apenas puedo andar, y no puedo hacer nada con las manos. Y, aunque pudiera, no tengo fuerzas ya. Soy un inútil, pero se supone que me he ganado esto. El estar aquí sin hacer nada, sentado, leyendo a Schopenhauer aunque se me canse la vista, y cada vez la tenga peor. No pienso dejar que me echen. Esta es mi casa. Se les llena la boca diciendo mentiras, y mientras tengan ahítos sus bolsillos, les da igual lo demás.
Las lágrimas me arrasan la cara. No sé qué puedo hacer. La carta en la mesa. En dos horas la policía estará en la casa. Que me perdonen por esto. Cojo la cápsula de ácido y me la meto en la boca. Bebo agua. Me siento en la silla. Abro el libro, y leo: "Nuestro mundo civilizado no es más que una mascarada donde se encuentran caballeros, curas, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos, pero no son lo que representan, sino solo la máscara, bajo la cual, por regla general, se esconden especuladores de dinero".
Espasmos, sacudidas, temblores, y, al fin, la calma. El libro cae al suelo. La televisión puesta. Una hora para la irrupción del caos.
Que se jodan.
Para Juanra.
Palabras clave: Ácido cianhídrico, Schopenhauer, Naranjito.
Un vaso de agua en la mesa, con la pastilla lista. "No sabe mal, un regusto a almendras, y listos". Eso fue lo que dijo, y se marchó. Que se joda. No pienso tomarme eso, antes se lo doy a los peces.
Me sostengo como puedo con la garrota y me tomo las medicinas. No hacen mucho, pero da igual. Me aclaran la mente. Excepto cuando veo a Naranjito por la tele. O a cualquier otro. La bilis me sube por la garganta y me dan ganas de darles a ellos el cianuro. Que se jodan. No me voy a ir. Antes muerto. ¿Adónde voy a ir? Apenas puedo andar, y no puedo hacer nada con las manos. Y, aunque pudiera, no tengo fuerzas ya. Soy un inútil, pero se supone que me he ganado esto. El estar aquí sin hacer nada, sentado, leyendo a Schopenhauer aunque se me canse la vista, y cada vez la tenga peor. No pienso dejar que me echen. Esta es mi casa. Se les llena la boca diciendo mentiras, y mientras tengan ahítos sus bolsillos, les da igual lo demás.
Las lágrimas me arrasan la cara. No sé qué puedo hacer. La carta en la mesa. En dos horas la policía estará en la casa. Que me perdonen por esto. Cojo la cápsula de ácido y me la meto en la boca. Bebo agua. Me siento en la silla. Abro el libro, y leo: "Nuestro mundo civilizado no es más que una mascarada donde se encuentran caballeros, curas, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos, pero no son lo que representan, sino solo la máscara, bajo la cual, por regla general, se esconden especuladores de dinero".
Espasmos, sacudidas, temblores, y, al fin, la calma. El libro cae al suelo. La televisión puesta. Una hora para la irrupción del caos.
Que se jodan.
Para Juanra.
Palabras clave: Ácido cianhídrico, Schopenhauer, Naranjito.
jueves, 12 de marzo de 2015
Las sombras de la ciudad
El espectro de la ciudad es un árbol con ramificaciones extrañas, perturbadoras. Un murmullo de oscuridad corroe los callejones y las alcantarillas exteriores. Figuras grises, no hay matiz, no hay conocimiento sobre el tamaño del monstruo o de la cuchilla. Da igual que quieras protegerte el cuello, si no tienes cuidado, el farolillo rojo te atraerá hacia la misma puerta de las tinieblas.
Las sombras de la ciudad están ahí, aunque no puedas verlas, aunque no quieras verlas. Tú eres parte de ellas, en mayor o menor medida. De ti depende que te absorban o luchar contra ellas. Es cierto que no sabes cuales son, pero de algún modo, se distinguen de lo demás porque rompen con lo que esperabas. Seguridad, armonía, olvida eso. Si no puedes ver la brecha en las pisadas del asfalto es que realmente ya te ha devorado la ciudad.
Las sombras de la ciudad están ahí, aunque no puedas verlas, aunque no quieras verlas. Tú eres parte de ellas, en mayor o menor medida. De ti depende que te absorban o luchar contra ellas. Es cierto que no sabes cuales son, pero de algún modo, se distinguen de lo demás porque rompen con lo que esperabas. Seguridad, armonía, olvida eso. Si no puedes ver la brecha en las pisadas del asfalto es que realmente ya te ha devorado la ciudad.
miércoles, 11 de marzo de 2015
Prisiones
Sigo encerrado en mi propia prisión, bebiendo del agua que cae de las goteras del techo. No cuidé esto y estuve demasiado tiempo viendo el paisaje del exterior. Me encantaba observar los prados verdes y llenos de vida que veía a través de los barrotes, tanto, que, cuando me fijo un poco, todo está hecho un desastre.
No es que no lo estuviera antes, es solo que ahora se nota mucho más. Como si acabase de despertar y se me hubiese aclarado la mente. Hasta ahora no me había dado cuenta de lo pesadas que son mis propias cadenas. Ahora no sé cómo salir de aquí. Privado de libertad, sin poder elegir el camino que se abría ante mis ojos, la suerte echada. Me olvidé incluso de dormir, y ahí está el catre de hierro, los brazos de la soledad como almohada, y tu nombre en las pintadas navajeras de la pared.
¿Cómo ser feliz cuando todo se trueca a lo que siempre habías temido en el fondo? Siempre se aferra el loco al último rayo de esperanza, hasta que el martillo de la realidad golpea fuerte sobre el yunque de la cordura, y todo alrededor se torna de color rojo.
Hoy ya no quiero ver lo que se extiende más allá de mi ventana. Hoy cierro la portezuela de madera y me sumo en la oscuridad de la habitación. Que descanse en paz el último halo de ilusión, sobre la tumba de las palabras equivocadas y los actos erróneos.
Para Inés.
Palabras clave: Privado, cadenas y feliz.
No es que no lo estuviera antes, es solo que ahora se nota mucho más. Como si acabase de despertar y se me hubiese aclarado la mente. Hasta ahora no me había dado cuenta de lo pesadas que son mis propias cadenas. Ahora no sé cómo salir de aquí. Privado de libertad, sin poder elegir el camino que se abría ante mis ojos, la suerte echada. Me olvidé incluso de dormir, y ahí está el catre de hierro, los brazos de la soledad como almohada, y tu nombre en las pintadas navajeras de la pared.
¿Cómo ser feliz cuando todo se trueca a lo que siempre habías temido en el fondo? Siempre se aferra el loco al último rayo de esperanza, hasta que el martillo de la realidad golpea fuerte sobre el yunque de la cordura, y todo alrededor se torna de color rojo.
Hoy ya no quiero ver lo que se extiende más allá de mi ventana. Hoy cierro la portezuela de madera y me sumo en la oscuridad de la habitación. Que descanse en paz el último halo de ilusión, sobre la tumba de las palabras equivocadas y los actos erróneos.
Para Inés.
Palabras clave: Privado, cadenas y feliz.
La chimenea de hielo
He estado encendiendo la chimenea del hielo con los fósforos de tus miradas. Me recuerdan a un lobo. Frías, penetrantes, un taladro mudo reventando puertas y ventanas. Tú también puedes acercarte, caluroso viajero, ven. Olvida ese ruidoso ventilador que corta en pedazos el silencio y la quietud de la habitación.
Ponte aquí, extiende tus manos y deja que la escarcha penetre en tus huesos, que se congele poco a poco tu corazón, hasta que ya no quede alrededor más que un mundo verdadero y pleno, lleno de aventuras salvajes. El calor del amor ensucia tu dentadura y la deja verde y amarillenta, llena de grietas. Deja que la lumbre helada limpie esas imperfecciones, y te otorgue la ansiada belleza sobrenatural que habita en el fondo de las cuevas de los polos.
Ven, ven aquí viajero. Seguro que estás cansado de vagar entre silutas que aparecen y se van, entre falsas ilusiones y espejismos destruídos. Deja que tus pies se enfríen, hasta que pierdan la sensibilidad que nos hace perder la cabeza persiguiendo cosas imposibles. Ven, pues quiero compartir contigo lo que es darlo todo, a cambio de nada.
Quiero compartir contigo lo que es actuar en caliente, y enfriarte cuando ya es tarde. Por eso, no te preocupes. Mantendré esta chimenea activa, y la alimentaré con las ramas de la desazón y la desesperanza. No te preocupes. Seguirá fría cuando vuelvas.
Para María Romero.
Palabras clave: Compartir, dentadura y ventilador.
Ponte aquí, extiende tus manos y deja que la escarcha penetre en tus huesos, que se congele poco a poco tu corazón, hasta que ya no quede alrededor más que un mundo verdadero y pleno, lleno de aventuras salvajes. El calor del amor ensucia tu dentadura y la deja verde y amarillenta, llena de grietas. Deja que la lumbre helada limpie esas imperfecciones, y te otorgue la ansiada belleza sobrenatural que habita en el fondo de las cuevas de los polos.
Ven, ven aquí viajero. Seguro que estás cansado de vagar entre silutas que aparecen y se van, entre falsas ilusiones y espejismos destruídos. Deja que tus pies se enfríen, hasta que pierdan la sensibilidad que nos hace perder la cabeza persiguiendo cosas imposibles. Ven, pues quiero compartir contigo lo que es darlo todo, a cambio de nada.
Quiero compartir contigo lo que es actuar en caliente, y enfriarte cuando ya es tarde. Por eso, no te preocupes. Mantendré esta chimenea activa, y la alimentaré con las ramas de la desazón y la desesperanza. No te preocupes. Seguirá fría cuando vuelvas.
Para María Romero.
Palabras clave: Compartir, dentadura y ventilador.
martes, 10 de marzo de 2015
La última batalla
Vengo de un limbo lejano en el espacio, donde la ruleta siempre gira y nunca se detiene. No conozco mi suerte, aunque apueste hasta la saciedad por la misma mente. Nunca combatí de frente, agazapado en los parapetos de las palabras, aprendí a esquivar los obuses que pasaban entre áreas y áreas de kilómetros. Daré el paso, libraré mi única batalla de verdad entre cuervos ansiosos por picotearme la cara y arrancarme la piel de mis manos.
Ya no podré escudarme en nada. Extenderé mis brazos y me mostraré ante ti, experto francotirador. No duraré ni un asalto si decides matarme, pues demasiado he visto ya aquí, desde mi escondite, como para seguir luchando en una derrota interminable.
Y no, no esperes rendición si no aprietas el gatillo, pues aunque la carne hieda, y el dolor consuma, y la metralla desgarre la piel, y la sangre se vierta, deseosa de escapar, yo seguiré caminando hasta donde brillan tus ojos.
Ya no podré escudarme en nada. Extenderé mis brazos y me mostraré ante ti, experto francotirador. No duraré ni un asalto si decides matarme, pues demasiado he visto ya aquí, desde mi escondite, como para seguir luchando en una derrota interminable.
Y no, no esperes rendición si no aprietas el gatillo, pues aunque la carne hieda, y el dolor consuma, y la metralla desgarre la piel, y la sangre se vierta, deseosa de escapar, yo seguiré caminando hasta donde brillan tus ojos.
lunes, 9 de marzo de 2015
Acidez
No hay peor idea que la de quedarse viendo el ritmo de la vida pasar. Hay gente que se queda metida en una caverna. Las cosas evolucionan a su alrededor, y, sin embargo, se aferran a un pasado muerto, a unas respuestas que permanecen iguales cuando las preguntas ya no son las mismas.
He probado muchas cosas, incluso los dulces placeres prohibidos por un pulmón enfermo y ennegrecido que respira por nosotros. He tenido un fantasma rondando por mi cabeza desde hace años, y nunca se marcha. Silencioso, nunca dice nada, pero su presencia se escucha desde lo más profundo del Cocito. Las ramas con las que puedo cubrirte están enfermas y devoradas por la verticilosis que habita en lo más recóndito de mis emociones.
Puede que todo sea igual que un limón partido por la mitad. Que las cosas te hagan cerrar los ojos, que te salten lágrimas por la acidez de lo que te devora, y que, sin embargo, te guste el sabor, aunque se te queden los labios arrugados y la cara desencajada. Pero, oye, si no lo pruebas, no podrás disfrutar lo demás.
Si me preguntas a mí, prefiero mezclar la acidez del limón, con el dulzor de tus labios. Aunque, quizá sea todo al contrario.
Para Martina.
Palabras clave: Dulce, limón e idea.
He probado muchas cosas, incluso los dulces placeres prohibidos por un pulmón enfermo y ennegrecido que respira por nosotros. He tenido un fantasma rondando por mi cabeza desde hace años, y nunca se marcha. Silencioso, nunca dice nada, pero su presencia se escucha desde lo más profundo del Cocito. Las ramas con las que puedo cubrirte están enfermas y devoradas por la verticilosis que habita en lo más recóndito de mis emociones.
Puede que todo sea igual que un limón partido por la mitad. Que las cosas te hagan cerrar los ojos, que te salten lágrimas por la acidez de lo que te devora, y que, sin embargo, te guste el sabor, aunque se te queden los labios arrugados y la cara desencajada. Pero, oye, si no lo pruebas, no podrás disfrutar lo demás.
Si me preguntas a mí, prefiero mezclar la acidez del limón, con el dulzor de tus labios. Aunque, quizá sea todo al contrario.
Para Martina.
Palabras clave: Dulce, limón e idea.
Yo ya te he avisado
Vivo entre extensiones interminables de lodo, cubriendome hasta la cabeza todo el rato; tragando barro y acostumbrándome al sabor. ¿No querías arte? Pues aquí tienes de sobra, en el pudridero del mundo. Tal vez no es el que buscabas, ¿verdad? Porque a todos les gusta ver campos de flores en los que revolcarse hasta donde alcanza la vista humana. Pero me temo que aquí no encontrarás eso. Da media vuelta, y vuelve por donde has venido. No creo que te apetezca ver estos páramos, ¿o sí? El ser humano es extraño. Se recrea en el dolor, se funde a las palabras ajenas como si fuesen su propia piel.
Tal vez no sea el único que camina con peso hasta el cuello, de hecho, dudo que sea así. Tal vez la perfecta nebulosa de sueños que lucía en nuestra mente se haya apagado. Planetas basura, de los que nadie quiere, alrededor de la órbita que toma un nuevo rumbo, hacia donde le lleve la inercia. Y sí, lo reconozco, tú eres una estrella perdida en mitad de este lugar. No perteneces aquí, debes irte antes de que mi oscuridad te absorba por completo y te haga vagar conmigo sobre la espesa tierra mojada.
No digo que no me gustaría, pues tendría alguien con quien cantar por el camino. Da igual el qué, nunca fuí buen cantante, pero tengo pulmones para rato. ¿Qué me dices? ¿Cantamos en acústico con la guitarra de mis pesadillas? ¿Corremos hacia el horizonte esperando salir de aquí algún día? Si es así, no digas nada luego.
Yo ya te he avisado.
Para María.
Palabras clave: Arte, nebulosa y acústico.
Tal vez no sea el único que camina con peso hasta el cuello, de hecho, dudo que sea así. Tal vez la perfecta nebulosa de sueños que lucía en nuestra mente se haya apagado. Planetas basura, de los que nadie quiere, alrededor de la órbita que toma un nuevo rumbo, hacia donde le lleve la inercia. Y sí, lo reconozco, tú eres una estrella perdida en mitad de este lugar. No perteneces aquí, debes irte antes de que mi oscuridad te absorba por completo y te haga vagar conmigo sobre la espesa tierra mojada.
No digo que no me gustaría, pues tendría alguien con quien cantar por el camino. Da igual el qué, nunca fuí buen cantante, pero tengo pulmones para rato. ¿Qué me dices? ¿Cantamos en acústico con la guitarra de mis pesadillas? ¿Corremos hacia el horizonte esperando salir de aquí algún día? Si es así, no digas nada luego.
Yo ya te he avisado.
Para María.
Palabras clave: Arte, nebulosa y acústico.
domingo, 8 de marzo de 2015
Siempre
Volví a los
vertederos grises,
me enterré
bajo la basura.
Me salté la
hora del descanso
para poder
seguir soñando.
Esos trastos que
ves por ahí
son mis soldados.
Esas cosas que
nadie quiere
son mis manos
y mis pensamientos.
Pero aún sigue
la esperanza
creyendo poder
reparar el caos.
Hay más humanidad
en los vidrios rotos
que en los corazones
de la gente.
Hay más calor
en las viejas cenizas
que en las sonrisas
de la falsedad.
Pero no importa,
siempre hay algo
que nos anima a
querer romper ventanas.
Siempre hay algo,
por efímero que sea,
que alegra el día,
que ilumina la noche.
Para Malena.
Palabras clave en poesía: Humanidad, esperanza y alegría.
vertederos grises,
me enterré
bajo la basura.
Me salté la
hora del descanso
para poder
seguir soñando.
Esos trastos que
ves por ahí
son mis soldados.
Esas cosas que
nadie quiere
son mis manos
y mis pensamientos.
Pero aún sigue
la esperanza
creyendo poder
reparar el caos.
Hay más humanidad
en los vidrios rotos
que en los corazones
de la gente.
Hay más calor
en las viejas cenizas
que en las sonrisas
de la falsedad.
Pero no importa,
siempre hay algo
que nos anima a
querer romper ventanas.
Siempre hay algo,
por efímero que sea,
que alegra el día,
que ilumina la noche.
Para Malena.
Palabras clave en poesía: Humanidad, esperanza y alegría.
sábado, 7 de marzo de 2015
La mariposa
La mariposa que
venció al verano
nunca regresó.
Alzó sus alas,
y se despidió
de mis manos.
Y me tumbo aquí,
abrazado fuerte
contra el miedo.
Y me tumbo aquí,
mirando pasar
pétalos de amor.
Todo cambia menos
mi cabeza mirando
el lugar por donde
se marchó volando.
Y sostengo entre
mis temblorosas manos
las flores que hay en mí.
Se deshacen, qué le vamos
a hacer,
las consumió el fuego
del azar.
Negro es el color y la actitud,
complicidad contigo,
complicidad sin mí.
¿Donde me fuí?,
¿donde estarás?,
palabras que no sé
ya contestar.
No pude volar contigo,
ya lo ves, no pude
alcanzar el sol.
No pude volar contigo,
ya lo ves, no pude
escapar de mí.
Para Tere.
Palabras clave en poesía: Complicidad, miedo, mariposa.
venció al verano
nunca regresó.
Alzó sus alas,
y se despidió
de mis manos.
Y me tumbo aquí,
abrazado fuerte
contra el miedo.
Y me tumbo aquí,
mirando pasar
pétalos de amor.
Todo cambia menos
mi cabeza mirando
el lugar por donde
se marchó volando.
Y sostengo entre
mis temblorosas manos
las flores que hay en mí.
Se deshacen, qué le vamos
a hacer,
las consumió el fuego
del azar.
Negro es el color y la actitud,
complicidad contigo,
complicidad sin mí.
¿Donde me fuí?,
¿donde estarás?,
palabras que no sé
ya contestar.
No pude volar contigo,
ya lo ves, no pude
alcanzar el sol.
No pude volar contigo,
ya lo ves, no pude
escapar de mí.
Para Tere.
Palabras clave en poesía: Complicidad, miedo, mariposa.
viernes, 6 de marzo de 2015
Bailar
Ya está todo listo. Con las flores que me regalaste he sembrado todo un campo de minas. Ya está todo listo, solo falta el pistoletazo de salida. Tú, en un lado, y yo, al otro. Frente a frente. ¿Qué es eso que destellea en tus ojos? ¿Será el reflejo de los míos? Me encanta, me encanta. Este es mi mundo, y nadie puede matarme, nada puede tocarme, y aún así, vamos a bailar.
Ven, quiero ver cómo le abrazas a la locura, aquí, en tierra de nadie, un cuchillo en la boca y una rosa en la mano, ¿acaso son cortantes tus besos?
Da igual la sangre si tus labios son dulces, ¿no crees cariño?
Cogí tus cartas y las lancé a la hoguera de la desesperación. Deberías haberlas visto arder. Pero eso no es nada comparado con tu cuerpo, ¿verdad, amor? Te mueves haciendo ruido, no eres silenciosa, y esos gritos de guerra tuyos llaman la atención de cualquier tirador enemigo. No los quiero alrededor, esto es entre tú y yo.
Te mostraré qué tengo yo entre mis manos. Mira, qué sorpresa. Son las ganas de agarrarte y cambiar de baile. Te rajaré la ropa con ese cuchillo, ya lo verás, nada más que barro en nuestros cuerpo, sobre las heridas rojas y las viejas cicatrices.
¿Que por qué no te pido eso? Pues porque los dos sabemos que a lo que más nos gusta jugar es a esto. A la danza del orgullo.
Para María B.
Palabras clave: Amor, orgullo, locura.
Ven, quiero ver cómo le abrazas a la locura, aquí, en tierra de nadie, un cuchillo en la boca y una rosa en la mano, ¿acaso son cortantes tus besos?
Da igual la sangre si tus labios son dulces, ¿no crees cariño?
Cogí tus cartas y las lancé a la hoguera de la desesperación. Deberías haberlas visto arder. Pero eso no es nada comparado con tu cuerpo, ¿verdad, amor? Te mueves haciendo ruido, no eres silenciosa, y esos gritos de guerra tuyos llaman la atención de cualquier tirador enemigo. No los quiero alrededor, esto es entre tú y yo.
Te mostraré qué tengo yo entre mis manos. Mira, qué sorpresa. Son las ganas de agarrarte y cambiar de baile. Te rajaré la ropa con ese cuchillo, ya lo verás, nada más que barro en nuestros cuerpo, sobre las heridas rojas y las viejas cicatrices.
¿Que por qué no te pido eso? Pues porque los dos sabemos que a lo que más nos gusta jugar es a esto. A la danza del orgullo.
Para María B.
Palabras clave: Amor, orgullo, locura.
Dos lugares distintos
Toco el piano usando mis manos ensangrentadas. Me desgarré la piel, pudo conmigo la termitera del interior. No cesaba de mandar sacudidas eléctricas por todas partes. Ningún bálsamo, ningún poder que pueda cubrir el dolor de acariciar con la carne. Ningún escudo, por frágil que sea. No es la lepra, no. Es mi cabeza. Cuchilladas de carnicero, destrozando lo que la mente no puede depurar. Debilidad, notas amargas. Una línea del frente que abarca kilómetros de distancia entre la locura y el delirio, donde las ideas más peligrosas fueron liberadas de sus cárceles censuradoras. Una nueva era empieza, donde el poder de la mente domina todos los combates y todas las batallas frente a la debilidad de lo carnal.
No es que tus armas no sean poderosas, es que las mías no se ven. Y, ¿qué puedes hacer tú contra lo que te derrota desde las sombras? ¿Cómo parar la maquinaria de lo invisible? Da igual que dispares, no podrás detener una explosión nuclear en tu cabeza.
No es que tus armas no sean poderosas, es que las mías no se ven. Y, ¿qué puedes hacer tú contra lo que te derrota desde las sombras? ¿Cómo parar la maquinaria de lo invisible? Da igual que dispares, no podrás detener una explosión nuclear en tu cabeza.
jueves, 5 de marzo de 2015
A mi querida enemiga
Tú, grasa andante,
albóndiga gigante
cuyos fofos pies
arman terremotos.
Me acaricias con
gruesas morcillas,
saliva corriendo
por tu barbilla.
Ven, ven aquí,
deja que toque
tu nido de escalopendras
oscuras y finas.
Ven, ven aquí,
cántame con
tu ahogada voz
unas rancheras.
No importa que tardes,
yo te espero:
Diez minutos en tren,
cuarenta en el velero.
Y es que es lo que hay,
si te tropiezas
le digo adiós al herrete,
que con tus planchas
me fundes, rico tranchette.
Y así te quiero yo,
hermosa, bien alimentá,
que para ver palos
tengo la ciudad.
Para María, o Eme, como le gusta a ella.
Palabras clave en poesía: Escalopendra, albondiga y herrete.
albóndiga gigante
cuyos fofos pies
arman terremotos.
Me acaricias con
gruesas morcillas,
saliva corriendo
por tu barbilla.
Ven, ven aquí,
deja que toque
tu nido de escalopendras
oscuras y finas.
Ven, ven aquí,
cántame con
tu ahogada voz
unas rancheras.
No importa que tardes,
yo te espero:
Diez minutos en tren,
cuarenta en el velero.
Y es que es lo que hay,
si te tropiezas
le digo adiós al herrete,
que con tus planchas
me fundes, rico tranchette.
Y así te quiero yo,
hermosa, bien alimentá,
que para ver palos
tengo la ciudad.
Para María, o Eme, como le gusta a ella.
Palabras clave en poesía: Escalopendra, albondiga y herrete.
miércoles, 4 de marzo de 2015
Amistad
Hoy no es un buen día. Todo está nublado, dentro y fuera. Ni siquiera llueve, no. Ni siquiera eso. Quizá sea porque no sé qué hacer para que los hilos de la suerte vuelvan a mis dedos. Los cortaste tú, con una sola mirada. No era una mirada mala, solo era la que no quería ver. Todo es injusto, ¿verdad? Pero no te culpo. No es algo extraño. Solo que, eso puede conmigo.
He construido con mis manos mundos que ni siquiera sabía que existían, solo para ti. Y podría hacer más, si quisieras. No sabes cuántos segundos murieron en la batalla de las horas únicamente para poder acariciar con los dedos las alambradas de tu alma. He acariciado el cielo de tu piel desde el infierno, sin saber qué paso dar para evitar más muertes, rodeado de cloro y gas mostaza, y como máscara protectora, el eco de tu voz viajando a través de la desolación. Conseguí para ti la flor escondida en la ciudad de la metralla, escondida tras barro y metal, bajo un casco de ilusiones.
Yo, que he recorrido kilómetros y kilómetros en lugares únicos, que he viajado bajo el peligro de lo estático, y como única guía, la locura.
Yo, que lo único que quería era embriagarme de tu aliento durante toda la noche, embarcados sobre rayos de erizos.
Y ahora te veo, levantas bandera blanca, y te conviertes en mi amiga. Y quieres paz, cuando yo llevo todo un ejército dedicado a la guerra. Me colocas en la frontera, cuando yo quiero la anexión.
Y es que la neutralidad es extraña. Sobre todo cuando me ofreces una tregua que yo nunca podré ganar.
La del silencio.
Para Marta.
Palabras clave: Amistad, infierno, flor.
He construido con mis manos mundos que ni siquiera sabía que existían, solo para ti. Y podría hacer más, si quisieras. No sabes cuántos segundos murieron en la batalla de las horas únicamente para poder acariciar con los dedos las alambradas de tu alma. He acariciado el cielo de tu piel desde el infierno, sin saber qué paso dar para evitar más muertes, rodeado de cloro y gas mostaza, y como máscara protectora, el eco de tu voz viajando a través de la desolación. Conseguí para ti la flor escondida en la ciudad de la metralla, escondida tras barro y metal, bajo un casco de ilusiones.
Yo, que he recorrido kilómetros y kilómetros en lugares únicos, que he viajado bajo el peligro de lo estático, y como única guía, la locura.
Yo, que lo único que quería era embriagarme de tu aliento durante toda la noche, embarcados sobre rayos de erizos.
Y ahora te veo, levantas bandera blanca, y te conviertes en mi amiga. Y quieres paz, cuando yo llevo todo un ejército dedicado a la guerra. Me colocas en la frontera, cuando yo quiero la anexión.
Y es que la neutralidad es extraña. Sobre todo cuando me ofreces una tregua que yo nunca podré ganar.
La del silencio.
Para Marta.
Palabras clave: Amistad, infierno, flor.
Varoufakis y su legendaria Burberry
No sé si la conocerán, pero la UCE (Unificación de Cantantes Expulsados) es el lugar adonde van aquellos artistas cuyo temperamento y acciones los eximen de ejercer su profesión en las tabernas de barrio, verbenas de feria, y demás lugares donde exhibirse por dos duros. Pues bien, la leyenda de la organización es bien conocida por sus integrantes.
Esta sostiene que el famoso rockero de tugurios, Varoufakis, consiguió destruir el inmobiliario de 150 bares alrededor de la región. ¿Cómo lo hacía? Pues verán, parece ser que poseía una guitarra legendaria, llamada Burberry, que hacía enloquecer a la gente con sus maléficas notas. Esto hacía que cuando el concierto hubiese acabado, todo estuviese patas arriba, con los asistentes totalmente ebrios, y con unas cuantas magulladuras de más.
Y aquí es donde entra en acción nuestro protagonista, Francisco, apellidado Frutos, aspirante a ser el think tank de la UCE, el órdago de la institución, el laurel en la cabeza de sus compañeros. La repera, vamos. Tenía un historial intachable de destrozos, juergas y borracheras, adonde iba la liaba.
- Oye Paco, ¿tú cómo haces para ser tan guay?
- ¿Yo? Bueno, solo siendo cómo soy.
Y es que Paco era mucho Paco, pues ya llevaba 10 años al frente de la UCE, y no había quien le bajase del trono del rock. Siempre se ponía la música que él quería, cosa que los más heterodoxos veían con malos ojos, pues ellos querían escuchar de vez en cuando algo de Paramore, o cosillas así, no siempre a los Guns, o The Cure. Que es que ya tenían pesadillas con ellos, de tanto escuchar siempre lo mismo.
Pero a Paco no había quien le tosiera. El que fuese pillado escuchando las moñadas del OK Computer, patada en el culo. Aunque no lo parezca, Paco quería recuperar la guitarra legendaria, para usarla en sus conciertos, pero no lograba dar con ella, así que terminó hartándose, y dejó paso a su mano derecha, más flexible, que permitía más variedad musical.
Y hasta aquí, la breve historia de Francisco, un incansable luchador del rock, que se retiró sin poder conseguir su sueño de ser una leyenda.
Para Pablo.
Palabras clave: Varoufakis, Francisco Frutos (Paco para los amigos), UCE (Interpretación de las siglas libre por no haber concreción)
Esta sostiene que el famoso rockero de tugurios, Varoufakis, consiguió destruir el inmobiliario de 150 bares alrededor de la región. ¿Cómo lo hacía? Pues verán, parece ser que poseía una guitarra legendaria, llamada Burberry, que hacía enloquecer a la gente con sus maléficas notas. Esto hacía que cuando el concierto hubiese acabado, todo estuviese patas arriba, con los asistentes totalmente ebrios, y con unas cuantas magulladuras de más.
Y aquí es donde entra en acción nuestro protagonista, Francisco, apellidado Frutos, aspirante a ser el think tank de la UCE, el órdago de la institución, el laurel en la cabeza de sus compañeros. La repera, vamos. Tenía un historial intachable de destrozos, juergas y borracheras, adonde iba la liaba.
- Oye Paco, ¿tú cómo haces para ser tan guay?
- ¿Yo? Bueno, solo siendo cómo soy.
Y es que Paco era mucho Paco, pues ya llevaba 10 años al frente de la UCE, y no había quien le bajase del trono del rock. Siempre se ponía la música que él quería, cosa que los más heterodoxos veían con malos ojos, pues ellos querían escuchar de vez en cuando algo de Paramore, o cosillas así, no siempre a los Guns, o The Cure. Que es que ya tenían pesadillas con ellos, de tanto escuchar siempre lo mismo.
Pero a Paco no había quien le tosiera. El que fuese pillado escuchando las moñadas del OK Computer, patada en el culo. Aunque no lo parezca, Paco quería recuperar la guitarra legendaria, para usarla en sus conciertos, pero no lograba dar con ella, así que terminó hartándose, y dejó paso a su mano derecha, más flexible, que permitía más variedad musical.
Y hasta aquí, la breve historia de Francisco, un incansable luchador del rock, que se retiró sin poder conseguir su sueño de ser una leyenda.
Para Pablo.
Palabras clave: Varoufakis, Francisco Frutos (Paco para los amigos), UCE (Interpretación de las siglas libre por no haber concreción)
Etiquetas:
locura,
música,
pesadillas,
Sueño
martes, 3 de marzo de 2015
Recuerdos
No sé qué le llevó a Martin llevar a cabo aquella acción, yo aún no puedo darme cuenta de nada, aunque lo vi todo, aquel día, en el bosque. Pero si se lo contase a alguien seguramente me hubieran tildado de loco, y el que hoy les escribe para intentar quitar tinieblas del extraño caso acontecido en el Glad Forest hace veinte años, seguramente estaría en el centro de salud mental.
Verán, Martin era un joven maestro de escuela, en aquel agujero en medio de la nada que era mi pueblo. No estaba en medio de la nada, es cierto, porque la ciudad estaba cerca. Pero las mentalidades eran demasiado conservadoras, como suele darse en estos lugares. Yo era un muchacho que aún tenía todo por descubrir, y la fascinación que sentía por mi maestro, me hizo seguirlo a través del bosque. No lograba entender cómo alguien como él, que sabía seis idiomas, y era muy inteligente, hubiera acabado en un sitio como este, cuando seguramente en otros lugares estaría mejor.
El caso es, que aquel día Martin estaba extraño. Caminaba con dificultad, con pesar, y llevaba una mochilita a la espalda. Anduvimos largo rato, y, en el centro del bosque, se detuvo. Había un tronco enorme de un viejo pino que había sido cortado al estar enfermo, y ahí se sentó mi maestro. Abrió la mochila, y sacó un trozo de queso y algo de pan. Debo decir que me dió hambre, pues era ya tarde, y quedaba poco sol en el cielo. Y yo, que era un poco miedica por aquel entonces, dudaba sobre si salir, o quedarme así. Ahora me alegro de haberme quedado escondido, pues lo que voy a revelar, sin duda se os antojará terrorífico.
Una vez hubo terminado de comer, Martin cogió de la mochila un escalpelo, y una foto, en la que aparecía una chica. No sabía quién era, ni nunca lo sabré, porque no supe más que aquello. Entonces, comienza a cantar. No conozco el idioma, pues yo no tenía ni idea de lo que decía. Lo único que sabía era que estaba impregnada de melancolía y de dolor. Era noche cerrada, y yo estaba paralizado de miedo, pues no me esperaba una escena así.
Cuanto más cantaba, más desgarrada era la canción, llegando a incluso a llorar. Yo me aguantaba como podía. Entonces, empezaron a llegar luciérnagas, pues no lejos de allí había un lago donde solían ir. Lo curioso era que todas iban hacia él, y se posaban en su cuerpo. Una vez terminada la canción, cogió el escalpelo, y, con determinación, se rajó el cuello. Rápido. Limpio.
Las luciérnagas se fueron todas, como si aquello fuese un horrible crímen en el estado de la naturaleza. Todas, excepto una. Se quedó en el cuello, llenándose de sangre, y su luz fue haciéndose cada vez más y más intensa, de un rojo increíble, hasta el punto en que pensé que podía llegar a estallar en cualquier momento. Fue entonces cuando llegó lo peor. La luciérnaga se dirigió hacia mí, lenta, pero inexorable, y se posó en mis labios. Ya pueden imaginarme. Ojos abiertos de par en par, a punto de llorar y gritar, conmocionado por lo que acababa de ver. Un espectáculo poco digno de ver, un espectador inoportuno.
Y fue cuando lo escuché. La voz, la maldita voz de Martin. Parecía provenir directamente de aquella luciérnaga endiablada.
- Escucha bien, Aluccard, la lucha que no lleva a nada acaba en derrota, nunca pelees por aquello que no aprecia tu esfuerzo, no te marques un solo camino, porque si se corta, no sabes adonde ir. No seas como yo Aluccard, o las libélulas devorarán tu alma.
Para Nana
Palabras clave: Libélula, escalpelo, políglota.
Verán, Martin era un joven maestro de escuela, en aquel agujero en medio de la nada que era mi pueblo. No estaba en medio de la nada, es cierto, porque la ciudad estaba cerca. Pero las mentalidades eran demasiado conservadoras, como suele darse en estos lugares. Yo era un muchacho que aún tenía todo por descubrir, y la fascinación que sentía por mi maestro, me hizo seguirlo a través del bosque. No lograba entender cómo alguien como él, que sabía seis idiomas, y era muy inteligente, hubiera acabado en un sitio como este, cuando seguramente en otros lugares estaría mejor.
El caso es, que aquel día Martin estaba extraño. Caminaba con dificultad, con pesar, y llevaba una mochilita a la espalda. Anduvimos largo rato, y, en el centro del bosque, se detuvo. Había un tronco enorme de un viejo pino que había sido cortado al estar enfermo, y ahí se sentó mi maestro. Abrió la mochila, y sacó un trozo de queso y algo de pan. Debo decir que me dió hambre, pues era ya tarde, y quedaba poco sol en el cielo. Y yo, que era un poco miedica por aquel entonces, dudaba sobre si salir, o quedarme así. Ahora me alegro de haberme quedado escondido, pues lo que voy a revelar, sin duda se os antojará terrorífico.
Una vez hubo terminado de comer, Martin cogió de la mochila un escalpelo, y una foto, en la que aparecía una chica. No sabía quién era, ni nunca lo sabré, porque no supe más que aquello. Entonces, comienza a cantar. No conozco el idioma, pues yo no tenía ni idea de lo que decía. Lo único que sabía era que estaba impregnada de melancolía y de dolor. Era noche cerrada, y yo estaba paralizado de miedo, pues no me esperaba una escena así.
Cuanto más cantaba, más desgarrada era la canción, llegando a incluso a llorar. Yo me aguantaba como podía. Entonces, empezaron a llegar luciérnagas, pues no lejos de allí había un lago donde solían ir. Lo curioso era que todas iban hacia él, y se posaban en su cuerpo. Una vez terminada la canción, cogió el escalpelo, y, con determinación, se rajó el cuello. Rápido. Limpio.
Las luciérnagas se fueron todas, como si aquello fuese un horrible crímen en el estado de la naturaleza. Todas, excepto una. Se quedó en el cuello, llenándose de sangre, y su luz fue haciéndose cada vez más y más intensa, de un rojo increíble, hasta el punto en que pensé que podía llegar a estallar en cualquier momento. Fue entonces cuando llegó lo peor. La luciérnaga se dirigió hacia mí, lenta, pero inexorable, y se posó en mis labios. Ya pueden imaginarme. Ojos abiertos de par en par, a punto de llorar y gritar, conmocionado por lo que acababa de ver. Un espectáculo poco digno de ver, un espectador inoportuno.
Y fue cuando lo escuché. La voz, la maldita voz de Martin. Parecía provenir directamente de aquella luciérnaga endiablada.
- Escucha bien, Aluccard, la lucha que no lleva a nada acaba en derrota, nunca pelees por aquello que no aprecia tu esfuerzo, no te marques un solo camino, porque si se corta, no sabes adonde ir. No seas como yo Aluccard, o las libélulas devorarán tu alma.
Para Nana
Palabras clave: Libélula, escalpelo, políglota.
lunes, 2 de marzo de 2015
Sonrisas
Un pájaro carpintero ha hecho un nido sobre hilos negros, buscando comida y picoteando a un solo gusano. El zepelín se estrella, no puede más. El oxígeno prendió la llama. Un salto, luego otro. No sé adonde caigo, pero no hay nada más aquí. La tierra no se puede comer, pero no está mal una vez te acostumbras a probarla. Ya lo ves, el silencio puede destrozar los tímpanos y la energía. Todo alrededor tiembla, y recibe tus balas sin decir nada, sin rechistar. Se comprende. O quizá no, y entonces se vuelve un bucle en el que la bicicleta gira pero no avanza. Nada claro en el brillo de las espadas. Solo impotencia, la de ser un gigante con pies de barro, donde los ecos del vacío se expanden más poderosos que nunca.
Perdí la mitad de mi cara en la guerra de las cenizas, y la máscara, la mascara es lo que dibuja una sonrisa completa libre del horror.
Perdí la mitad de mi cara en la guerra de las cenizas, y la máscara, la mascara es lo que dibuja una sonrisa completa libre del horror.
En Versión Original
Me quedo mirando el cielo desde el porche, mientras el último cigarrillo de la tarde me consume. Todo pasa igual que una película muda en blanco y negro. No hay sonido, no hay gritos, ni ruido. Solo los gestos torpes de quien pretende manejar universos que no le corresponden. Un vulgar intruso en el territorio de sombras ya desvanecidas por el miedo y el espacio. No se escuchan los golpes, ni los gemidos, solo un sordo rumor que el viento se lleva. De fondo, la voz de Joan Baez no cesa de repetir una y otra vez una frase, igual que si un disco rallado se hubiese apropiado de mi cabeza: "And there you stayed, temporarily lost at sea".
Miles de mariposas frente a mi puerta, exigiendo paz, pidiendo flores, ¿qué puedo daros yo, si soy la marioneta de esta nueva era? ¿Qué castigo podéis exigirme si aplasté la vida entre las palmas de mis manos? Fuera, fuera de aquí. Los palos venenosos de mis pulmones romperán vuestras alas. Fuera, fuera de aquí. Los monstruos no mostramos nuestro verdadero rostro.
https://www.youtube.com/watch?v=1ST9TZBb9v8
Para María
Palabras clave: Folk, años 60, cine clásico.
Miles de mariposas frente a mi puerta, exigiendo paz, pidiendo flores, ¿qué puedo daros yo, si soy la marioneta de esta nueva era? ¿Qué castigo podéis exigirme si aplasté la vida entre las palmas de mis manos? Fuera, fuera de aquí. Los palos venenosos de mis pulmones romperán vuestras alas. Fuera, fuera de aquí. Los monstruos no mostramos nuestro verdadero rostro.
https://www.youtube.com/watch?v=1ST9TZBb9v8
Para María
Palabras clave: Folk, años 60, cine clásico.
domingo, 1 de marzo de 2015
Aclaraciones
Bueno, antes de nada agradecer a los que leen esto y me animan a seguir escribiendo. Quería informaros de que a partir de ahora el blog tendrá dos partes. Por un lado, las entradas de siempre, donde escribo sobre mí, o sobre lo que se me antoja, y otra parte, que es donde aparecen las dedicatorias. Esas entradas son un elemento nuevo que intentaré mantener en el tiempo, y que espero que salgan bien. Son escritos en los que alguien me da los elementos que quiere que salgan, y yo me las tengo que arreglar para exponerlo. Seguramente haré una de estas entradas a diario, quizá dos, según esté de tiempo. Por supuesto, si alguien quiere participar, puede decirlo, y le atenderé con gusto.
También mencionar que, aunque hayan cambios, la marca personal y la esencia del blog, no se perderán, puesto que al fin y al cabo soy yo quién escribe las cosas, aunque hayan temas distintos a los habituales. Ya veremos cómo resulta. Muchas gracias a todos por estar ahí, un abrazo.
También mencionar que, aunque hayan cambios, la marca personal y la esencia del blog, no se perderán, puesto que al fin y al cabo soy yo quién escribe las cosas, aunque hayan temas distintos a los habituales. Ya veremos cómo resulta. Muchas gracias a todos por estar ahí, un abrazo.
La abogada
- ¿Cómo le fue ayer el día señorita N? ¿Siguió mis consejos?
- Bueno... Intenté hacerlo, pero no tuvieron efecto. Volví a romper cosas. Me han abierto un expediente. Suspendida de empleo y sueldo durante un mes.
- ¡Pero eso es terrible! ¿Qué ocurrió?
- Ya le conté que nos habían puesto por parejas para realizar el seguimiento del juicio a la farmaceutica Kronos, ¿no? Pues, mi compañero y yo, somos dos caras de la misma moneda. Él cruz, y yo cara. Es la persona más insensible que me he encontrado en todos los años que llevo ejerciendo la abogacía. Solo piensa en el beneficio, y le da igual todo lo demás. Y eso choca completamente conmigo.
- Por eso le dije que intentase abstraerse, pensar en otra cosa, e intentar llevarse bien con él a pesar de sus diferencias. Son compañeros de trabajo. Lo personal debe apartarse.
- Lo sé, lo sé, pero... Lo que ocurrió ayer pudo conmigo.
Respiro hondo, y comienzo a narrar lo sucedido.
- Verás, paralelamente al juicio pendiente, estuvimos estudiando el resultado de otro procedimiento con la farmacéutica Shini-GMI, quién comercializó un medicamento que provocaba focomelia a los bebés, pues se usaba para calmar las náuseas en período de embarazo. El caso es, que este resultó favorable para la farmacéutica en España, y, aunque es uno de muchos casos, mi compañero expresó abiertamente que era normal esto, pues no había negligencia alguna por parte de la farmacéutica. Que todo era, responsabilidad de quien compró el medicamento sin informarse bien de sus posibles efectos.
Me detuve un poco, frenética como estaba, con la ansiedad dominando el pecho, y la música de la intranquilidad retumbando en mi cabeza.
- Fue ahí, cuando, ajena a cualquier control de mi cuerpo, comencé a derribar cosas. La mesa, por los suelos. Las sillas, lanzadas contra los armarios. Las tazas del café, hechas añicos, con el líquido corriendo sobre pavimentos de papel y oscuridad. Me sujetaron los compañeros. Algo me había invadido. Dormido como estaba, aquellas palabras despertaban el monstruo que descansaba en mi interior.
Me detuve. Estaba sudando. Revivirlo todo no me hacía ningún bien. sobre todo cuando volvía atrás.
- Comprendo... Pero, no debería tomarse así las cosas señorita N, trae problemas, como ya has visto. No dejes que la sensibilidad controle tu cabeza. Tienes que mantenerte firme. Ten, te recetaré unas nuevas pastillas, ven a verme mañana, cuando estés más calmada.
- Está bien. - Suspiré, contenta de que aquello acabase.
Lo que no sabía la psicóloga, es que el hermanito de N murió por una malformación en la cabeza, que conforme iba creciendo, le iba aplastando el cerebro. Quizá el juzgar, y el hablar sin conocer realmente lo que hay detrás sea lo que crea locos donde no los hay, y cuerdos donde solo hay locura.
Para Nuria.
Palabras clave: Indómita, temperamental, sensible.
- Bueno... Intenté hacerlo, pero no tuvieron efecto. Volví a romper cosas. Me han abierto un expediente. Suspendida de empleo y sueldo durante un mes.
- ¡Pero eso es terrible! ¿Qué ocurrió?
- Ya le conté que nos habían puesto por parejas para realizar el seguimiento del juicio a la farmaceutica Kronos, ¿no? Pues, mi compañero y yo, somos dos caras de la misma moneda. Él cruz, y yo cara. Es la persona más insensible que me he encontrado en todos los años que llevo ejerciendo la abogacía. Solo piensa en el beneficio, y le da igual todo lo demás. Y eso choca completamente conmigo.
- Por eso le dije que intentase abstraerse, pensar en otra cosa, e intentar llevarse bien con él a pesar de sus diferencias. Son compañeros de trabajo. Lo personal debe apartarse.
- Lo sé, lo sé, pero... Lo que ocurrió ayer pudo conmigo.
Respiro hondo, y comienzo a narrar lo sucedido.
- Verás, paralelamente al juicio pendiente, estuvimos estudiando el resultado de otro procedimiento con la farmacéutica Shini-GMI, quién comercializó un medicamento que provocaba focomelia a los bebés, pues se usaba para calmar las náuseas en período de embarazo. El caso es, que este resultó favorable para la farmacéutica en España, y, aunque es uno de muchos casos, mi compañero expresó abiertamente que era normal esto, pues no había negligencia alguna por parte de la farmacéutica. Que todo era, responsabilidad de quien compró el medicamento sin informarse bien de sus posibles efectos.
Me detuve un poco, frenética como estaba, con la ansiedad dominando el pecho, y la música de la intranquilidad retumbando en mi cabeza.
- Fue ahí, cuando, ajena a cualquier control de mi cuerpo, comencé a derribar cosas. La mesa, por los suelos. Las sillas, lanzadas contra los armarios. Las tazas del café, hechas añicos, con el líquido corriendo sobre pavimentos de papel y oscuridad. Me sujetaron los compañeros. Algo me había invadido. Dormido como estaba, aquellas palabras despertaban el monstruo que descansaba en mi interior.
Me detuve. Estaba sudando. Revivirlo todo no me hacía ningún bien. sobre todo cuando volvía atrás.
- Comprendo... Pero, no debería tomarse así las cosas señorita N, trae problemas, como ya has visto. No dejes que la sensibilidad controle tu cabeza. Tienes que mantenerte firme. Ten, te recetaré unas nuevas pastillas, ven a verme mañana, cuando estés más calmada.
- Está bien. - Suspiré, contenta de que aquello acabase.
Lo que no sabía la psicóloga, es que el hermanito de N murió por una malformación en la cabeza, que conforme iba creciendo, le iba aplastando el cerebro. Quizá el juzgar, y el hablar sin conocer realmente lo que hay detrás sea lo que crea locos donde no los hay, y cuerdos donde solo hay locura.
Para Nuria.
Palabras clave: Indómita, temperamental, sensible.
Dimensiones
Me he perdido en el desierto. El camello se escapó mientras dormía, rompiendo la cuerda, y ahora me he quedado sin nada. Solo veo a mi alrededor oceános de fuego y arena, muerte. Los buitres ya danzan sobre mi cabeza, y sé muy bien lo que eso significa. No puedo seguir más. Me siento en el suelo. Cuando vine por primera vez me resultaba abrasador, ya me he acostumbrado. Cierro los ojos, y me desvanezco.
Despierto tirado en la nieve, muerto de frío. Me quedo quieto, estupefacto, y cojo un poco. ¿Nieve? ¿Aquí?
Y no solo nieve, también árboles. Y tres niños jugando. Me incorporo un poco y me acerco a ellos. Me observan con desconfianza, y es normal, pues mi aspecto debe ser lamentable.
- Hola niños. ¿Qué hacéis? - Les sonrío.
Una niña, más confiada que los otros, responde.
- Un muñeco de nieve. ¿Verdad que se parece a un minion? Le hemos puesto unas gafas que Juan tenía de sobra.
Acto seguido el otro niño, imagino que Juan, le conmina a callarse.
- Chisst, no le digas nada, ¿y si es un hombre malo? ¿Qué quiere? - Me pregunta, desafiante.
- No seas así, Juan, no parece malo. -Responde el otro niño.
- Pero Lorenzo... Es extraño que venga así como así, sin conocernos. ¿Tú qué opinas María? - Inquiere Juan.
- Pues, que lo puede decidir Jiuma.
- Buena idea. - Aprueban.
- ¿Jiuma?
- Es el espíritu del bosque. Suele jugar con nosotros. Te llevaremos ante él para ver si de verdad eres o no un hombre malo.
- De acuerdo.
Vaya con los niños. Si fuesen todos así no habría nunca secuestros. Parecen policías. De todos modos, no sé nada de este sitio. ¿Han dicho espíritu del bosque? Espero que sea una broma y me lleven ante un adulto, para ver qué ocurre.
Los niños me llevan hacia el interior de lo que parece un bosque de abetos, y allí me encuentro a Jiuma.
- ¿¡Un oso panda!? Vámonos de aquí niños. Esto es peligroso.
- ¿Pero qué dices? Es Jiuma, y es muy simpático. ¿Verdad? - Dice María.
Entonces el oso se da la vuelta. Tiene una cara amistosa, como si estuviese sonriendo.
- Pues claro que sí. Solo con quienes se lo merecen.
Eso ha sido extraño. No solo porque pueda hablar, sino porque tiene voz de chica.
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has podido entrar? - Inquiere, asustado.
- Eso me gustaría a mí saber. ¿Dónde estoy?
El panda se relaja un poco, y me observa fijamente, analizándome.
- Está bien. No pareces un enemigo. Estás en la décima dimensión de los sueños. Para que lo entiendas, diré que has estado buscando algo, pero que no has podido alcanzarlo. No suele venir nadie aquí. Solo los niños.
- ¿Y cómo salgo de aquí? ¿Por qué solo vienen los niños?
- Verás, dudo que puedas salir de aquí, al menos yo no lo sé cómo se hace. Eso está en uno mismo. Y, los niños son los que vienen aquí porque son ellos los que siempre persiguen cosas que no pueden obtener. Es extraño ver a alguien así entre los adultos.
Ahora lo entendía todo. Resignación, aceptación. Conocer cuál es tu lugar. Todo eso mata la búsqueda de metas que se antojan imposibles. No sabía cómo sentirme al encontrarme allí, con el espíritu de un niño y el cuerpo de un adulto. ¿Me quedaría ahí por siempre? ¿Volvería al desierto? Solo el tiempo lo dirá.
Para Concha.
Palabras clave: Minion, copo de nieve, panda.
Despierto tirado en la nieve, muerto de frío. Me quedo quieto, estupefacto, y cojo un poco. ¿Nieve? ¿Aquí?
Y no solo nieve, también árboles. Y tres niños jugando. Me incorporo un poco y me acerco a ellos. Me observan con desconfianza, y es normal, pues mi aspecto debe ser lamentable.
- Hola niños. ¿Qué hacéis? - Les sonrío.
Una niña, más confiada que los otros, responde.
- Un muñeco de nieve. ¿Verdad que se parece a un minion? Le hemos puesto unas gafas que Juan tenía de sobra.
Acto seguido el otro niño, imagino que Juan, le conmina a callarse.
- Chisst, no le digas nada, ¿y si es un hombre malo? ¿Qué quiere? - Me pregunta, desafiante.
- No seas así, Juan, no parece malo. -Responde el otro niño.
- Pero Lorenzo... Es extraño que venga así como así, sin conocernos. ¿Tú qué opinas María? - Inquiere Juan.
- Pues, que lo puede decidir Jiuma.
- Buena idea. - Aprueban.
- ¿Jiuma?
- Es el espíritu del bosque. Suele jugar con nosotros. Te llevaremos ante él para ver si de verdad eres o no un hombre malo.
- De acuerdo.
Vaya con los niños. Si fuesen todos así no habría nunca secuestros. Parecen policías. De todos modos, no sé nada de este sitio. ¿Han dicho espíritu del bosque? Espero que sea una broma y me lleven ante un adulto, para ver qué ocurre.
Los niños me llevan hacia el interior de lo que parece un bosque de abetos, y allí me encuentro a Jiuma.
- ¿¡Un oso panda!? Vámonos de aquí niños. Esto es peligroso.
- ¿Pero qué dices? Es Jiuma, y es muy simpático. ¿Verdad? - Dice María.
Entonces el oso se da la vuelta. Tiene una cara amistosa, como si estuviese sonriendo.
- Pues claro que sí. Solo con quienes se lo merecen.
Eso ha sido extraño. No solo porque pueda hablar, sino porque tiene voz de chica.
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has podido entrar? - Inquiere, asustado.
- Eso me gustaría a mí saber. ¿Dónde estoy?
El panda se relaja un poco, y me observa fijamente, analizándome.
- Está bien. No pareces un enemigo. Estás en la décima dimensión de los sueños. Para que lo entiendas, diré que has estado buscando algo, pero que no has podido alcanzarlo. No suele venir nadie aquí. Solo los niños.
- ¿Y cómo salgo de aquí? ¿Por qué solo vienen los niños?
- Verás, dudo que puedas salir de aquí, al menos yo no lo sé cómo se hace. Eso está en uno mismo. Y, los niños son los que vienen aquí porque son ellos los que siempre persiguen cosas que no pueden obtener. Es extraño ver a alguien así entre los adultos.
Ahora lo entendía todo. Resignación, aceptación. Conocer cuál es tu lugar. Todo eso mata la búsqueda de metas que se antojan imposibles. No sabía cómo sentirme al encontrarme allí, con el espíritu de un niño y el cuerpo de un adulto. ¿Me quedaría ahí por siempre? ¿Volvería al desierto? Solo el tiempo lo dirá.
Para Concha.
Palabras clave: Minion, copo de nieve, panda.
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