Hoy soy un libro con las palabras desordenadas, imposible de leer. La quiromancia más extraña, dormida en los posos de la brea que despiden mis ojos. Una bacanal confusa, adormecida, con los ánimos sin pulso alguno. Soy la antorcha que oscurece tu sonrisa de satisfacción. Una mano muerta que se desliza por el suave vaivén del aire, resistente a dejar de funcionar, cuando ya no queda nada por lo que moverse.
Hoy soy aún más un planeta hueco, que se sale de su órbita y se estrella contra la luna. Un montón de líneas difusas, con trazos de idas y retornos, irregulares compases cuyas bifurcaciones pierden la alegría. Un buscador chiflado que se pierde en el desierto de tus astros para nunca salir, muerto de hambre y sed, y ningún tesoro en sus manos.
Soy melancolía, una bruma espesa que sacude los cimientos de todo en lo que alguna vez creí. El hacha que termina de talar el solitario árbol milenario, cuyas raíces controlaban todo el bosque. La esperanza moribunda que rasca con sus uñas la puerta de lo inalcanzable, mientras jadea y escupe cuajerones de sangre.
No hay nada al otro lado, nada a lo que aferrarse, nada que voltee el rumbo de los barcos a la deriva.
Por eso hoy, más que nunca, puedo decir que, al hablar, el eco me responde.
https://youtu.be/2sNSA09euT8
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