Vivo entre extensiones interminables de lodo, cubriendome hasta la cabeza todo el rato; tragando barro y acostumbrándome al sabor. ¿No querías arte? Pues aquí tienes de sobra, en el pudridero del mundo. Tal vez no es el que buscabas, ¿verdad? Porque a todos les gusta ver campos de flores en los que revolcarse hasta donde alcanza la vista humana. Pero me temo que aquí no encontrarás eso. Da media vuelta, y vuelve por donde has venido. No creo que te apetezca ver estos páramos, ¿o sí? El ser humano es extraño. Se recrea en el dolor, se funde a las palabras ajenas como si fuesen su propia piel.
Tal vez no sea el único que camina con peso hasta el cuello, de hecho, dudo que sea así. Tal vez la perfecta nebulosa de sueños que lucía en nuestra mente se haya apagado. Planetas basura, de los que nadie quiere, alrededor de la órbita que toma un nuevo rumbo, hacia donde le lleve la inercia. Y sí, lo reconozco, tú eres una estrella perdida en mitad de este lugar. No perteneces aquí, debes irte antes de que mi oscuridad te absorba por completo y te haga vagar conmigo sobre la espesa tierra mojada.
No digo que no me gustaría, pues tendría alguien con quien cantar por el camino. Da igual el qué, nunca fuí buen cantante, pero tengo pulmones para rato. ¿Qué me dices? ¿Cantamos en acústico con la guitarra de mis pesadillas? ¿Corremos hacia el horizonte esperando salir de aquí algún día? Si es así, no digas nada luego.
Yo ya te he avisado.
Para María.
Palabras clave: Arte, nebulosa y acústico.
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