Ya tenía las maletas listas. El papel de la invitación sobre la mesa, con un billete de ida hacia un destino desconocido. La calle, nevada, me hacía temblar de frío, a pesar de llevar puesto un abrigo, guantes, gorro, y una bufanda tejida a mano que me envió ella junto con la carta. Fue una agradable sorpresa, porque las únicas misivas que recibo son de propaganda electoral, un arte denostado esto de la correspondencia por correo.
Mi único problema lo encontré en la estación, pues, justo cuando iba a subir al tren, alguien se chocó conmigo y las cosas volaron. Muy peliculero todo, sí, pero os aseguro que a mí no me apetecía nada esa escena. Iba muy justo de tiempo, y el tren se marchó mientras recogía las cosas. Ni cinco minutos se esperó. No supe si enfadarme o resignarme.
- ¿Estás bien? - Una tímida voz femenina, envuelta en el vaho caluroso de su aliento, me preguntaba.
- Sí, sí, no te preocupes. ¿Y tú? - Respondí, amagando una sonrisa.
Ella asintió. Llevaba la cara envuelta en un pasamontañas, y solo se le veía el pelo negro, largo, que caía sobre sus hombros. Ojos color azabache que cortaban la respiración.
Una vez recuperadas las cosas, fuí a ver al revisor. No me percaté de que aquella mujer se había quedado en el mismo sitio, mirándo mis movimientos desde atrás.
- Disculpe, ¿podría cambiar este billete? He perdido el tren.
- Umm, a ver... ¡Oh!, lo siento, pero este tren... Solo salía hoy. No podré cambiartelo.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que ya no volverá. No podrá montarse ahí, amigo mío. Lo lamento.
- Pero... - Balbuceé.
Entonces la chica me cogió de la mano y me sacó de allí.
- Ese tren que has perdido... ¿Era muy importante para ti?
- Bueno, sí, se podría decir que sí.
- Entonces, quiero pedirte disculpas, te daré este cuaderno como compensación. Es importante para mí.
Dicho esto, me besó en la mejilla y se marchó corriendo. Desconcertado por el giro de los acontecimientos, decidí abrir lo que me había dado. Y, en la primera página rezaba:
"Has perdido algo que no volverá, pero al chocarte conmigo, en el futuro recordarás que los trenes realmente importantes siempre vuelven, y que los raíles del momento te llevarán de vuelta a mí, aunque no sepamos siquiera quiénes somos".
Para Irene.
Palabras clave: Tren, cuaderno y bufanda.
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