Tú, grasa andante,
albóndiga gigante
cuyos fofos pies
arman terremotos.
Me acaricias con
gruesas morcillas,
saliva corriendo
por tu barbilla.
Ven, ven aquí,
deja que toque
tu nido de escalopendras
oscuras y finas.
Ven, ven aquí,
cántame con
tu ahogada voz
unas rancheras.
No importa que tardes,
yo te espero:
Diez minutos en tren,
cuarenta en el velero.
Y es que es lo que hay,
si te tropiezas
le digo adiós al herrete,
que con tus planchas
me fundes, rico tranchette.
Y así te quiero yo,
hermosa, bien alimentá,
que para ver palos
tengo la ciudad.
Para María, o Eme, como le gusta a ella.
Palabras clave en poesía: Escalopendra, albondiga y herrete.
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