Las horas pasan lentas, aletargadas, bajo estas tristes paredes, donde la vida se escapa. ¿Qué hacer cuando el problema está en tu propia cabeza? Un estado bipolar físicamente irritante, que viene cuando piensas que se ha ido.
Y no, no me gustan sus visitas, porque me recuerdan lo poco que dura la ilusión. Una vela bajo un vaso de cristal, ¿cómo quieren que no me apague? Si cuando me da el aire, vuelven a ahogarme. Algún día voy a tirar todo por la ventana, y me darán igual los destrozos. Una rabia dormida, que quema el pecho, y empuja cualquier otra cosa. Es gracioso que sea contra algo que vive conmigo, ¿verdad?
Hay cosas con las que no quieres estar, pero que forman parte de ti. Piezas defectuosas que desearíamos arreglar, que entorpecen el rumbo normal del barco en el que vamos. Ojalá existiera eso. Algo que nos permitiese cambiar lo que no queremos, ¿verdad? Quitar esas espinas que rodean tu cuello, esas alambradas que la gente le pone a tu alegría.
No nos engañemos, las taras, y lo que nos pone la tómbola injusta de la sociedad, debemos soportalo nosotros. Aprender a ver al enemigo en el espejo, y evitar que gane, nuestra carga. Porque, en el momento en que la sonrisa sea la que él quiere, habremos perdido.
Para Noelia. Ánimo, y no lo dejes.
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