Vengo de un limbo lejano en el espacio, donde la ruleta siempre gira y nunca se detiene. No conozco mi suerte, aunque apueste hasta la saciedad por la misma mente. Nunca combatí de frente, agazapado en los parapetos de las palabras, aprendí a esquivar los obuses que pasaban entre áreas y áreas de kilómetros. Daré el paso, libraré mi única batalla de verdad entre cuervos ansiosos por picotearme la cara y arrancarme la piel de mis manos.
Ya no podré escudarme en nada. Extenderé mis brazos y me mostraré ante ti, experto francotirador. No duraré ni un asalto si decides matarme, pues demasiado he visto ya aquí, desde mi escondite, como para seguir luchando en una derrota interminable.
Y no, no esperes rendición si no aprietas el gatillo, pues aunque la carne hieda, y el dolor consuma, y la metralla desgarre la piel, y la sangre se vierta, deseosa de escapar, yo seguiré caminando hasta donde brillan tus ojos.
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