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jueves, 31 de octubre de 2013

¿El traidor avisa?

¿Qué son las sorpresas? ¿Son sorpresas si tienen aviso? ¿O solo si son completamente inesperadas? ¿Se pueden dar pistas circunstanciales? ¿Y detalles? ¿Cuál es la mejor forma de dar una? ¿Es mejor tener todo el control de la sorpresa o dejar que se diluya en otras personas? ¿Y si en vez de un solo paso hay muchas partes que deben encajar como un puzzle?


  «Una vez cada cierto tiempo, una vez cada luna llena, la gente te sorprenderá y una vez cada cierto tiempo, la gente puede sorprenderte hasta tal punto que no te deje respirar»

Deeper

Caminamos sobre las líneas del tiempo, cuerdas que se entrelazaban sobre el espacio que separa una casa de otra. Éramos trapecistas que se encontraban en el medio, y no sabíamos donde ir, solo avanzábamos. Abajo solo vacío. ¿Qué ocurre? Viene un huracán y absorbe las ganas de avanzar, aletarga los sentidos, y el sueño domina los músculos, y, aún así, el descanso es efímero.
Los rasgos se marcan bajo sus ojos, y solo la risa rompe con el hielo que se ha formado abajo.

Se forma nieve, la cuerda cede, y caemos al frío suelo. De nada sirve nuestra ropa. Las dagas del viento se clavan desde todas direcciones, sin piedad, una y otra vez, atravesando incluso la cabeza. Nos levantamos, y juntamos nuestros cuerpos, quizá la forma más primitiva de obtener calor.

¿Qué son las palabras? Si aparecen barcos que se abordan el uno al otro, pero ninguno de los dos consigue conquistar el barco contrario. ¿Qué son las miradas? Si los cañones disparan y la madera de cada vehículo se vuelve inmune al plomo. ¿Qué es el roce? Si ambos están escorados y mantienen el rumbo intacto.

El tiempo volvió a cambiar de bando, como una balanza que nunca permanece estable, sino que oscila a ambos lados, insegura. Y quizá sea que todo se vuelve lo suficientemente inalcanzable como para expresarlo con palabras, pero lo que es cierto es que me ahogué en el oscuro océano de tus ojos.

http://youtu.be/06H_6oI4EK4
A veces no damos importancia a la influencia que podemos dar o recibir sobre otras personas. Por ejemplo, decimos: "Bueno, pues si no hubiera sido conmigo, te habría pasado con otra persona distinta". Pero esto no es así. Estoy seguro de que no hay ninguna persona igual a otra, por muy parecida y estandarizada que esté la sociedad, o la masa. Las emociones, las palabras, las estructuras de pensamiento no van a ser las mismas con una persona que con otra. Ni tampoco lo que hay aquí escrito. Si yo decidiera ahora volver a escribirlo todo, sin mirar, muy seguramente pondría cosas distintas, dejaría cosas sin poner o añadiría otras.

Lo que quiero decir es que, igual que no existe ningún momento igual a otro, tampoco existen dos personas iguales, junto con las consecuencias que eso conlleva. Somos únicos, pero tú, lo eres un poco más.

Northumbria

Volvió. Se acercó desde los árboles, pisando lentamente el musgo del bosque.  Esbozó una sonrisa y se quedó allí, mirándome, como un animal asustado que se ve reflejado en los ojos de un depredador. Llevaba un vestido blanco desarraigado, y el pelo se movía junto con el viento, desordenado, como varias madejas de hilo esparcidas al azar.

-¿Dónde has estado?-Alcancé a preguntar.
-He estado viajando.-Susurró.
-¿A qué lugares?
-Estuve en la Sima de la Libélula. Allí dentro, de noche, el viento hace un ruido potente, y martillea la cabeza, causando un dolor constante. Y, al mirar al fondo, aparecían luces cegadoras que anulaban los sentidos.
Cuando me marché de ahí, visité la Laguna Profunda. Una y otra vez sonaban cánticos desde el fondo del agua, tristes melodías que me hacían llorar. Pasaba las noches sin dormir bien, y las ojeras se cebaban en mí cuando podían. A veces conseguía calmarme con las hierbas medicinales que crecían alrededor, pero no eran lo eficaces que me hubieran gustado.

Silencio. Se extienden como un manto los gritos de la mudez. Hasta que se rompe.

- ¿Por qué volviste? ¿No te gustó el viaje?
- No hice el viaje por gusto. Me perdí. Los cuervos rompieron todas las señales que me llevaban hasta aquí. No sé cómo te he vuelto a encontrar.

Se acercó más a mí, y le cubrí con el brazo. Era una imagen, cuanto menos, curiosa. Yo iba ataviado con ropa de color negra, para camuflarme en la noche; mientras que ella iba de blanco, para hacer que el mundo suspirase por ella.

- Te he echado de menos todo este tiempo, ¿sabes? El bosque se vuelve un tétrico escenario cuando viajas en solitario, y ni siquiera los lobos que amansabas con tu mirada me dejaban el camino libre en las horas más duras.- Murmuré.

- Yo me sentía extraña, como si un enorme monstruo saliera de mis entrañas y devorase la alegría durante lapsus de tiempo considerables. ¿Cómo pudieron cortarse las cuerdas de cristal?-Suspiró.

Nos tumbamos en el musgo, bajo los árboles, y juntamos nuestras cabezas. Cerramos los ojos y, mientras caigo en las redes del sueño, no puedo evitar pensar que, si tengo vivencias del subconsciente, y las tengo con ella, entonces, todo no es más que un sueño dentro de otro. Pero, al fin y al cabo, sigue siendo una sensación real.

 "Nuestros cuerpos son los países de este mundo y no las fronteras que aparecen en los mapas con los nombres de hombres poderosos"



martes, 29 de octubre de 2013

Between the lines

Los ojos se me cierran mientras leo en la gran biblioteca perdida de Alejandría. Acaricio con mis dedos el papel, como si de su rostro se tratase. Señalo en uno de los mapas un lugar cualquiera donde me gustaría estar, porque automáticamente se transforma en su cuerpo. Comienzo a leer, y el color de la tinta me dibuja sus ojos. No sé por qué. Las palabras hablan de intrigas, guerras, épocas convulsas durante el medievo, expansión del cristianismo en occidente. Es posible que todo me parezca una guerra. Que ella sea Dios, y no otra cosa. Puede ser que haya terminado convirtiéndose en la protagonista de los libros. Desconozco si esto va a ser una cruzada donde mis labios libren una guerra santa con los suyos. Ignoro hasta qué punto las estrellas pueden revolverse y salirse de órbita para destruir cualquier mundo que haya creado en mi mente. Lo que sí sé es que ella ya conquistó cualquier fortaleza que pudiera tener anteriormente mi propio reino.

lunes, 28 de octubre de 2013

Manchas

Soy una mancha que camina por la ciudad. Las farolas encendidas flanquean el camino. El suelo está mojado. Llovió no hace mucho. Árboles peleándose por arrebatarle el lugar a las farolas. No hay coches, no hay motos. Nada en la carretera. Casas monótonas en el otro lado. El cielo es una mezcla heterogénea de colores azulados. Soy una mancha. Me expando por todos sitios, formo figuras, pero no se engañe, soy lo que soy. Voy al lado de una mujer llamada Helena, con una mascota que no recuerdo haber tenido. Un perro negro. Solo cabe ir hacia delante, bajo la luz de las farolas, aunque solo me fije en la que irradian sus ojos. ¿Dónde está? ¿Sigue ahí? Porque me muevo un poco y desaparece de mi vista. Y otra vez me difumino entre colores fríos y cálidos. Me muevo en los charcos. Me aferro a ella con fuerza: No quiero perderla. Pero solo soy una mancha... ¿Qué puede hacer una mancha sino expandirse y cambiarlo todo? ¿Qué puedo hacer sino dibujar con palabras lo que no puedo retratar en un lienzo?


domingo, 27 de octubre de 2013

Loneliness

Estoy en una habitación vacía. No hay muebles, ni adornos, ni lámparas, nada. Solo llega la luz natural a través de las ventanas y el tragaluz del techo. Todo está pintado de un color azul apagado, y mis pies tocan unas baldosas de mármol. Empiezo a hablar. Cuento lo que pasa durante el día. Cosas aprendidas. No hay nadie. Las palabras rebotan en la pared y vuelven a mi cabeza junto al eco. Un triste monólogo que, muy posiblemente, en otro tiempo y otro lugar, me hubiera dado igual. Pero hoy no. Las horas se han cambiado para dejar paso al invierno, ¿qué más da una hora más o una hora menos? Si le hablo al viento y ni siquiera me escucha. Si no estás, y las ciudades comienzan a arder, los puentes a resquebrajarse, y los barcos a hundirse. Eres caos cuando te marchas. Eres caos cuando llegas. Pero cuando te quedas, el caos deja de ser el trueno que rompe, y se vuelve la enfermedad que cura.


sábado, 26 de octubre de 2013

Pérdida de memoria

Volví a olvidarme de las cosas hoy. Neuronas que se chocan en la puerta, y que saben hacia dónde deben ir, pero no avanzan. No es que sean lentas, sino que se saturan. Información por todos sitios, sobreproducción. Solo pude recordar un trozo de una película, en el que un muchacho encuentra a una chica en mitad un montón de gente, en una plaza rodeada por un gran parque. Ninguno de los dos se buscaban realmente, pero, entre la multitud, decidieron compartir un trecho juntos. Él, hablador, disparaba una y otra vez palabras, preguntas que a veces obtenían una vaga respuesta. Ella, más callada, se dedicaba a pensar en la información que le llegaba. Se perdían en las calles, sin rumbo fijo, solo viendo pasar el tiempo como pasan los rayos en la tormenta. Entonces me di cuenta de que, por mucho que buscase en mi cabeza, no era la escena de una película, ni de una serie de televisión. Se trataba del primer día en que te encontré, aunque es posible que no lo haya recordado bien.



"Muéstrame un corazón que esté libre de necios sueños, y te enseñaré a un hombre feliz" El club de los poetas muertos.

viernes, 25 de octubre de 2013

La educación prohibida

Últimamente estamos viviendo en España grandes convulsiones respecto a la nueva ley educativa, la LOMCE. Se ha producido un fuerte rechazo desde todos los ámbitos a este modelo, pero también es cierto que el vigente tampoco es el adecuado. Entonces, uno no puede evitar hacerse preguntas. ¿Es la escuela un lugar donde adoctrinar al niño? ¿Tienen las preguntas una sola respuesta, dictada por el maestro? ¿Se nos enseña a pensar desde pequeños o solo a asimilar datos? ¿Hay alternativas a estos modelos estatales? Si es así, ¿Cuales son? ¿Qué garantías ofrecen? ¿Es necesaria la estandarización del conocimiento? ¿Y los exámenes? ¿Quién determina las pautas y el nivel en el cual soy inteligente o torpe?

Pues resulta que estas preguntas tienen respuesta si uno sabe buscar bien, y yo puedo intentar ayudaros a responderlas. Empezaremos con un vídeo sencillo, corto, de Ken Robinson, donde explica por qué la educación tal y como está planteada se ha vuelto obsoleta, y trata de establecer un cambio de paradigma.

http://youtu.be/E4KxFcvjyto

Y, como base, una película-documental, que da nombre a esta entrada. Se trata de un proyecto realizado en diversas escuelas no estatales, proyectos pedagógicos un tanto alejados de la generalidad del sistema, realizados de diferentes formas con planteamientos diferentes de la sociedad, donde hay diversidad de opiniones y de modelos, pero todos coinciden en una cosa: En la necesidad de enseñar, enseñar a pensar, no de adoctrinar.

Pueden obtener más información al respecto aquí, además de poder ver o descargar gratuitamente la película:

http://www.educacionprohibida.com/

  

jueves, 24 de octubre de 2013

Nothing

Hoy no tengo nada sobre lo que escribir. Las palabras se agolpan sobre un estrecho callejón y no saben cómo reaccionar. Se revuelven, se colocan, inconexas, como una oración sin sentido alguno. No fluye tinta por mis venas, solo litros de alcohol y la desesperación de perder los pasos ganados, el terreno conseguido. Porque se avanza muy lentamente, pero todo se pierde demasiado deprisa. Tampoco quiero una guerra de trincheras, donde uno desangra al otro sin avanzar, con tierras de nadie, muertas, en el horizonte. ¿Es el paraíso lo que busco? Descansar en su mirada puede ser algo maravilloso, pero tan incierto que no sabes cómo conectar las letras. ¿Qué hacer? ¿Qué decir? Ando a ciegas por el filo de un barranco, puedo caer o salvarme. O quedarme así. Y, quizá, lo único que necesito sea una señal, porque disparo hacia delante, y el proyectil no se instala en ningún sitio. Solo el vacío llena el espacio que me separa de ti. Y es tan grande, que a veces pienso en saltar solo para ver si vienes a rescatarme.

Lo dicho. No sabía qué poner, y no he puesto nada.

"¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si estás hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro."

Electricity

Soy una bombilla instalada en una gran lámpara. La corriente fluye, pero me fundí hace tiempo. No alumbro la vereda que se encuentra en mi radio de influencia. La gente evita pasar por mi camino cuando cae la noche. Es entonces que viene ella, y, una vez al día, alarga la mano hacia donde me encuentro. Me toca, me acaricia, y noto cómo empiezan a bullir en mí los electrones que hasta entonces habían sido bloqueados: el lugar se ilumina con mi luz. O tal vez no. Puede que sea su energía la que fluye a través del cristal, porque, cuando retira su mano para marcharse, todo vuelve a quedar sumido en la más completa oscuridad. Es por eso que, cuando la veo llegar, los filamentos tintinean, emocionados; el cristal se empieza a calentar, moderadamente, pues si no, se quemaría la mano.

Y, quizá, lo que más me preocupa, es que algún día deje de venir, porque entonces no me encendería hasta que no sintiese su tacto.

http://youtu.be/7F5xj1X7bec

«Vives con cosas que no puedes ver. No ves la electricidad ni las ondas de radio, pero las aceptas. "Confianza"».

martes, 22 de octubre de 2013

Raining

Llueve. Salgo fuera y las gotas de agua forman figuras, imágenes aleatorias, que se dibujan en los charcos, en el aire, o en el asfalto. El paraguas impide que tome contacto directo con los enviados de las nubes, y no sé qué hacer. Solo me muevo, camino, hasta llegar a un parque. Los asientos de piedra están empapados, y las siluetas se vuelven específicas. Una imagen femenina se dibuja, sentada, y el viento trae su voz. Solo se ven coches pasar en la calle de al lado, con sus faros encendidos, y los limpiaparabrisas moviéndose. El aire arrastra el agua a mis espaldas, pero sigo mirando hacia el mismo lugar. Todo sigue igual. La chica continúa ahí, moviendo sus labios. Una mujer de agua que me llama por mi nombre, y me arrastra hacia sus entrañas. Tiro el paraguas al suelo, y dejo que la lluvia me cubra. Da igual. Me fundiré con ella. Su voz se siente como la de una mitológica sirena, que atraían a los marineros con su canto hacia la perdición. Aunque siempre me decía que parecía la de una niña pequeña. Cuando me he acercado lo suficiente, acerco mis labios adonde estarían los suyos, y lo único que siento es la humedad. Ya no estaba allí. Nunca había estado ahí. O tal vez nunca se fue.



http://youtu.be/o2zf28T0LFU

"Si fuese lluvia, ¿podría conectar con el corazón de alguien, igual que la lluvia puede unir los eternamente separados tierra y cielo?"
¿Sabían ustedes que el cerebro asocia determinadas cosas con emociones? El ejemplo más común es una canción. "Nuestra canción", como dirían las parejas. Pero también existe con otros elementos, como un olor, un lugar, un animal determinado o una situación específica. Al final, se termina creando un torbellino de uniones que, si es algo que te marcó, o que simplemente sigue pugnando por estar en un resquicio de tu memoria; no podrás huir de él.


Y, si todo lo que acaba de leer es cierto, muy posiblemente haya pensado en algo, o en alguien. 



lunes, 21 de octubre de 2013

Conexiones

Imaginen un punto que se une a otro. Seguramente saldrá una línea recta haciendo de nexo entre ambos, ¿verdad? Ahora, aumenten mucho más la distancia. Pongan una barrera en un lugar cercano al punto inferior. Ya no están unidos, así que, en el sitio de corte, saquen otra línea que permita conectarlos. Vuelvan a poner otro obstáculo y hagan la misma operación, el espacio es infinito. Otra vez. Y una más. Así hasta que parezca que el trecho de línea está al lado del punto B. ¿Qué eran las líneas?, me preguntará. Pues son conexiones, y desplazamientos, físicos o mentales, en los que el punto A termina al lado del B a pesar de las barreras. Tanto es así, que deben estar juntos para poder evitarlas . Aunque, como habrá visto, queda todavía un espacio entre ambos, y ahí solo cabe la muralla que se pongan entre los dos.

Fear

El miedo es un señor con sombrero de copa que comienza a lanzar dardos de curare hacia el cuerpo y la mente. Hoy vino a visitarme. Llamó a la puerta, me saludó quitándose el sombrero, y estuvo conmigo todo el día. Me escondo en el bosque de mi mente, en los lugares más recónditos, donde el sol no puede observarme, donde cristalinos lagos brillan con la luz de sus ojos. Todo a mi alrededor es vegetación. Nada de malas hierbas, ni arbustos de espino, nada agresivo. Pero ni siquiera ahí estoy a salvo. Él me huele, con un olfato que eclipsa al canino más desarrollado. Avanza lento, sin prisas, como un confiado cazador que sabe que su presa nunca escapará. Y lo trastoca todo. Las flores mueren; el agua, se estanca y se enturbia; el aire, se vicia, tornándose una atmósfera casi irrespirable; aparecen zarzas y se transforma todo en una pesadilla. Él sonríe y extiende la mano a modo de saludo. Entonces echo a correr, no importa donde, mientras no lo vea a él. En mi huida, noto su mirada clavada en mi nuca, fría, calculadora, y observo que todo el paisaje ha cambiado. Nieve bajo mis pies, el aliento expira vapor debido al gélido ambiente, y todo se vuelve complejo. Un estado mental que nunca había visitado. Tal era el poder de aquel hombre.

Al poco tiempo me pudo el cansancio, y caí rendido al suelo. Cerré los ojos, y, cuando volví a abrirlos, mi captor se encontraba tumbado junto a mí, observándome. Se levantó y me extendió la mano. Esta vez la acepté, muy a mi pesar. Una vez en pie, le pregunté.

- ¿Por qué has vuelto?
- ¿Volver? Nunca quisiste que me fuera.

domingo, 20 de octubre de 2013

El sueño

Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?


Jorge Luis Borges.

sábado, 19 de octubre de 2013

Escape

- Sé que vendrás a salvarme montada en un caballo blanco, y que me llevarás a cualquier lugar en el que estar tranquilos.
- Eso no es posible. Ni siquiera tengo un caballo.- Contestó ella.
- Cierra los ojos.

Los cerró, y, el hombre, con una pluma en la mano, la desvistió hasta dejarla en ropa interior. Entonces comenzó a colocar palabras por todo su cuerpo, frases de tinta que eran absorbidas hacia el interior, y que iban construyendo escenarios en la aparente oscuridad que habitaba tras sus ojos.

Primero fue un cielo lleno de nubes, que amenazaba con llover; y un verde campo cubierto de niebla, que se extendía hasta el horizonte. Él estaba metido en una caja de cristal, mirando hacia ninguna parte, y ella en una habitación que formaba una agradable cárcel para sus sueños. Entonces apareció. Un caballo blanco que se movía entre la niebla y se paraba bajo la ventana de su cuarto. Ya no había nada que la retuviera allí. Montaría en aquel animal. De un salto se posó en sus lomos, y, acariciándole la cara, dejó que le marcase el camino. Empezó a llover. La humedad se impregnaba en su ropa, de forma que, al ser de color blanco, se veía su piel a través de ella, y se confundía con la niebla. Esta sensación de unión se incrementó cuando Manolo, el caballo (así lo llamaba su antiguo dueño), aumentó la velocidad. Ella sentía al viento golpear fuertemente su rostro, jugar con su empapado pelo, y mostrar una senda vedada para otras muchas personas. Llegaron bajo el árbol del Sueño, y allí la mujer desmontó del caballo y tocó la caja de cristal. Al instante, se convirtió en un montón de pedacitos, que pendieron del aire unas milésimas de segundo antes de caer al suelo, atraídas por la fuerza de la gravedad.

El hombre reaccionó, y, al darse la vuelta, murmuró, asombrado.
- He... Helena... ¿Qué haces aquí?
- He venido a buscarte. Nos iremos con Nerthus y dejaremos atrás ese árbol.

Su fundieron en un abrazo, y ambos montaron sobre el caballo, que tenía un nuevo nombre.

- Te lo agradezco, pero, ese árbol no es el único que existe. No puedo escapar de ellos, tienen vida propia, se mueven, y por la noche vienen a atraparme. Aunque es cierto que, mientras estoy contigo, no se atreven a acercarse. 

"La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido."- Jorge Luis Borges.

Mi caballo Cólera

La rabia es una mujer con la espada de Damocles que no tiene los ojos tapados, pero sí bloqueados los sentidos. Lleva la balanza que divide el bien y el mal según una concepción jurídica abstracta, y que, aunque la ejerce según la ley, desconoce sobre quién cargar la espada, y, una vez que da el golpe, el arma se vuelve una granada de humo, una gran bola que se expande y golpea a varios objetivos, a unos más que a otros, pero los aludidos sienten la afilada cuchilla golpeando sus entrañas. Pero, de forma curiosa, es la otra mano de esta mujer la que actúa como venda en los cuerpos de las personas que no debieron recibir el impacto.

"Si te enfadas, piensa en las consecuencias".- Confucio.

jueves, 17 de octubre de 2013

Cuentos para una enferma

Miro a la ventana y no encuentro nada. Nada ahí fuera que consiga motivarme. A veces pasan niños jugando y gritando, pero ese tiempo ya pasó para mí. Quisiera volar lejos de aquí. Vivir en Irlanda, o en algún lugar perdido, rodeada de árboles, en una casa de madera. Si es en el norte, quiero que los abetos me rodeen. O los pinos. Alzar la vista y ver pájaros volando. O copos de nieve cayendo. Y, a ser posible, tendría un caballo. Un hermoso caballo blanco, cuyo pelo ondearía al compás del viento, al unísono con el mío, mientras cabalgamos hacia el infinito. Y, al llegar a casa, alguien me esperaría y me diría: "Bienvenida a casa". Sin ataduras, sin polución, en libertad.

Encadené mi corazón a una máquina. Una pantalla fría que me colocaba palabras ante mis ojos. Sin rostro. Sin voz. Solo tinta electrónica que me hacía reir, sentirme bien, o enfadarme. Quizá las palabras que nunca pronuncié aparecen escritas en sangre. Y, a pesar de ser todo una aglutinación de palabras, consiguen hacerme sentir. Como si la luna actuase como una bombilla que cambia de color, del blanco al amarillo, y viceversa; pero que siempre está ahí.

Tanto es así que durante la noche iniciamos mil y una batallas contra el monstruo del sueño, hasta que resultamos derrotados, mano con mano, pluma con pluma, y, sin embargo, no llegamos a tocarnos. Que alguien me lo explique, porque yo no lo sé. ¿Cómo el frío puede quemar? 


"Tú sabes que ponerse a querer a alguien es una hazaña. Se necesita una energía, una generosidad, una ceguera... Hasta hay un momento, un principio mismo, en que es preciso saltar un precipicio; si uno reflexiona, no lo hace". Jean-Paul Sartre.

Lejos, más lejos.

Me encontraba mirándola fijamente, desde mi asiento. Ella levantó la cabeza, y dejó de leer el libro que tenía entre sus manos.

- ¿Qué haces?- Inquirió.
- Desplegar mis encantos. Todavía estoy en la primera fase.- Respondí.

Suspiró ruidosamente, y volvió a enfrascarse en la lectura. Fue entonces cuando sentí el tremendo golpe.

- ¡Eh! ¡Eh! Benjamin, despierta. ¿Estás bien?

Desperté. La vi a ella y recordé. El barco se había destrozado, y no sabía cómo. El mar nos arrastró a ambos a la orilla. Me incorporó un poco. Tenía la vista borrosa y no alcanzaba a ver mucho más allá de su rostro. Tosí. Al parar me sentía un poco mejor. Ya podía ver a mi alrededor. Aún estaba sobre la arena. El agua del mar lamía mis pies. Las botas estaban totalmente empapadas, y no digamos el resto de mi cuerpo. Mis gafas debí haberlas perdido en el barco, o puede que durante el naufragio.

Me levanté con ayuda de Helena. El mar estaba en calma, al menos hasta donde alcanzaba el horizonte. El sol se mostraba muy presente, acariciando con sus rayos la superficie de agua salada.

- ¿Qué ha pasado?
- ¿No lo recuerdas?- Bufó.
- No...
- Siempre estás igual. Se te olvida todo.
- No es momento para reprocharmelo, ¿no crees? Cuéntame. ¿Qué pasó?
- Un maelstrom. Absorbió el barco y lo escupió totalmente destrozado. Con nosotros dentro. Y, no sé como, pero llegamos hasta aquí. Tú te quedaste encallado más abajo y tuve que tirar de ti para que no te ahogases.
- ¿Viste a alguien más?
- No. Fue algo horrible. Quedaron solo astillas del barco. ¿Sabes lo que es eso? Tienes suerte de estar vivo. Tenemos suerte.
- Podríamos entrar en la selva, a ver si encontramos a alguien. O al menos algún sitio en el que quedarnos.
- De acuerdo. Pero no te separes mucho de mí.
- Vaya, no sabía que la fase dos hubiera tenido éxito.
- ¿La fase dos?
- La de mis encantos.
- Ni en esta situación dejas las bromas de lado.- Suspiró.

Entramos en la selva, que estaba a pocos pasos del mar. Todo estaba lleno de árboles, con una separación considerable entre ellos. sus hojas eran largas y un poco gruesas. El sol campaba a sus anchas allá adentro. Ya no se notaba tanto el olor a humedad del mar, y el viento no era tan fuerte, pues chocaba contra aquellas barreras naturales. Habían diversos arbustos y matorrales, cuyo color verde oscuro contrastaba con el verde claro y amarillento de la hierba que crecía a ras del suelo. Se veían insectos volando, como libélulas y mantis religiosas. En los árboles más interiores, se podían ver lianas colgando de ellos, y la apariencia cambiaba, pues tenían hojas más pequeñas, delgadas, y de un color más oscuro que las iniciales. Se escuchaba el canto de pájaros típicos del lugar, como los loros.

Nos detuvimos en un claro. Allí no había nada, salvo la hierba, que lo cubría todo. Fue entonces que apareció un viejo.

- Ey, Benjamin.- Me dijo.- ¿No es más bonito esto con flores?

Desapareció y todo se cubrió de flores. Rosas, amapolas, margaritas, tulipanes, camelias, orquídeas, lirios, iris, claveles, jazmines... Toda una explosión de colores y olores que aparecían de la nada. Por otra parte, pude distinguir varias mariposas de distintas especies; como la mariposa monarca, la tigre, la cebra; o simplemente mariposas comunes de diversos colores, destacando las azules, con un color más intenso que el resto. Todo aquello era un regalo para mí, pero estaba desconcertado, pues aquello había salido de la nada.

- ¿Tú también has visto al viejo?- Inquirí.
- ¿Qué viejo?
- El que había antes de que las flores apareciesen.
- ¿Te burlas de mí? Las flores llevan ahí desde que llegamos.
- ¿En serio?
- ¿Qué interés tengo yo en mentirte? Estoy diciendo la verdad. Seguro que sigues mal por el viaje. Un shock o algo. Vamos, ven.- Dijo, mientras me cogía de la mano.

Me metió entre las flores, y, mientras caminábamos, las mariposas volaban a nuestro alrededor. Y, de repente, los árboles de alrededor se notaban más cercanos entre ellos, y actuaban de parapeto contra el sol, pero el problema era que cada vez había menos luz allí.

Entonces, Helena se detuvo y, agarrándome de las manos, se tiró sobre las flores. Perdí el equilibrio y caí sobre ella. Nos quedamos mirándonos. Dos cuerpos mojados, que ardían cuanto más tiempo pasaban juntos. Íbamos a juntar nuestros labios cuando, de repente, todo se congeló. Todo excepto yo. Me levanté precipitadamente, confuso. Entonces vi al viejo.

- ¿Qué has hecho?- Pregunté.
- ¿Yo? Nada.
- ¿Por qué se ha parado todo?
- A lo mejor no quieres vivir solo de fantasías.
- ¿Qué quieres decir?
- Que estás cambiando tu interior.
- No lo entiendo. Para empezar... ¿Dónde estamos? ¿Quién eres?
- ¿No lo sabes? Estamos en uno de los mundos de tu mente. Y yo soy el constructor de mundos.
- ¿Quieres decir que todo esto no existe?
- Claro que existe. Todo lo que se crea tiene lugar en la realidad. Lo que ocurre es que solo se dará en la tuya.
- ¿Y por qué se ha detenido todo? Todavía no lo has explicado.
- Has venido aquí con frecuencia. Yo solo sigo tus órdenes. Tal vez sea que te has cansado de vivir en una realidad creada por ti. Y que quieras hacer una con tus propias manos, allá afuera.

martes, 15 de octubre de 2013

Ausencia

Es curioso ver cómo cosas que no estaban dentro del círculo de la normalidad, un buen día entran y se instalan, pero cuando deciden salir, aunque sea durante un corto período de tiempo, uno siente que algo se marcha de adentro. Y, si la conexión era intensa, comienza a darse una sensación de vacío, igual que un ciego que pierde a su guía, dando tumbos, sin rumbo fijo. No obstante, si aquello que se ha marchado, regresa, o, al menos, se acerca al círculo, notamos cambios relevantes. Se oprime el pecho, la adrenalina se desborda, y gran parte de ese terreno de nadie, vuelve a recuperar las pautas de un camino a seguir.

Decimos que el tiempo es unidireccional, pero, ¿y si no lo fuera? Imaginen un montón de líneas representando el tiempo, y, ahora, una escena aparte: Una persona rechazando a otra. La única dirección temporal nos dice que "A" es así, que no hay otra posibilidad alternativa en ese momento. Pero, ¿y si de forma paralela sí se está aceptando a esa persona, en la línea "B"?
Del mismo modo en que la eternidad no es infinita, sino que es una expansión enorme del tiempo (pero siempre tiene un final), la ausencia de emociones, o de personas que las provoquen, no es interminable, y siempre se encuentran formas de recuperación de las mismas, aunque sea utilizando los recuerdos.

http://youtu.be/aBp5uaqK_BE




lunes, 14 de octubre de 2013

Yo persigo una forma...

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.


Rubén Darío


A skin too few: The days of Nick Drake

Hoy quiero hablarles sobre un cantautor magnífico, aunque con una fama tan ínfima que no le hace justicia. Se trata de Nick Drake.

Nació en Birmania, en 1948, en el seno de una familia de clase acomodada, y a sus cuatro años compuso su primera canción. Conforme fue creciendo, creció su gusto por la música, y le gustaba sobre todo el folk y el rock. Pidió que le regalasen una guitarra, y fue practicando con ella, hasta el punto de crear melodías asombrosamente tristes.

Fue un gran atleta a los 13 años, y aprendió a tocar otros instrumentos, como el clarinete o el acordeón. Sin embargo, tenía baja autoestima, y evitaba el contacto físico con la gente, y, en especial, con las chicas. Muy posiblemente solo se declaró a una en su corta vida, y con resultados desastrosos. Para escapar de esta realidad frustrante, se refugia en su propio mundo, el de las canciones, lleno de pensamientos románticos.

Cuando va a Cambridge, su melancolía se dispara, y comienza a dejar de lado el atletismo para leer poesía francesa, fumar hachís, escuchar música y tocar con la guitarra.

Edita su primer álbum en 1968, Fives Leaves Left, de la mano de Joe Boyd, y un año después ya estaba a la venta. Era un álbum con sonidos barrocos, con bastante carga instrumental. A pesar de recibir muy buenas críticas, no se vendió bien.

En 1970 realizó su segundo disco, más alegre que el anterior, Bryter Later, aunque el escaso éxito de venta decepcionó a Nick, que tenía expectativas mayores.

Con el tiempo, y con la marcha de Joe Boyd de su vida como motivo poderoso, Nick se fue volviendo depresivo, y tuvo que acudir a un psiquiatra. Se medicaba, pero no era constante: Cuando se sentía mejor, dejaba de lado las pastillas, alegando que saldría él solo de aquello.
Solía sentarse en la silla durante horas, moviendo de forma nerviosa sus manos sobre las rodillas, mientras miraba fijamente la ventana o a sus zapatos.

Su amigo Paul Wheeler recuerda: «Estaba muy distante. Se fue alejando, y alejando, y alejando, hasta que simplemente desapareció»

Su último disco, fue Pink Moon (1971), lo hizo en poco tiempo, usando una voz susurrante, con pocos arreglos, y en una atmósfera de poesía, pesadumbre, tristeza, y una oleada de metáforas que encajaban con su estado de ánimo.

Tiempo después se marchó a casa de sus padres a vivir, y en 1974 escribió sus últimas 4 canciones. En el estudio, una vez terminadas las pistas instrumentales, Wood le dijo: «Estás teniendo problemas con las palabras». «Sí –replicó él–, no puedo pensar en palabras. No siento ninguna emoción respecto de nada. No quiero reír ni llorar. Estoy insensible, muerto por dentro».

El 25 de noviembre de ese mismo año, su madre, Molly, lo encontró muerto de madrugada, en la cama, debido a una sobredosis de Tryptizol (antidepresivo)

Se desconoce si fue un suicidio, pues no dejó ninguna nota. 

No obstante, si quieren conocer más su vida y sus canciones, hay un documental precioso, que puede verse en Youtube, y que lleva el título de la entrada. Sin más, les dejo con Nick Drake.

http://youtu.be/3BagOmL_Sv4

χάος

Nubes y nubes de palabras, torbellinos de agua que atraen todo tipo de emociones. Una mezcla tan potente que uno no sabe donde está, parado en medio del camino de mi mente, asustado, confuso, como un borracho tirado en un banco del parque.

No sé si andar hacia delante o volver atrás, no sé que objetos salvar de este enorme incendio, ni tampoco si esperar a los bomberos o coger yo mismo el extintor. Al final será la imaginación la que marque las pautas, la realidad se volverá algo ideal, y terminaré hundiéndome en el océano de mis propias ilusiones.

http://youtu.be/MHvT6lM3738

A light in the dark?

Cada vez que creí haber visto señales, estas eran erróneas, o, si las había, nunca supe interpretarlas. Imaginen a un reo en manos de los corsarios, en un barco situado en alta mar, con una venda alrededor de sus ojos, sobre una tabla que da al agua. Detrás, a sus espaldas, la espada afilada de un pirata le conmina a avanzar, pero el prisionero sabe que si sigue avanzando, morirá ahogado,o, peor aún, será alimento de los tiburones del Pacífico. Entonces el condenado no sabe hacia donde ir, porque da igual el camino que decida tomar: En ambos casos le espera la muerte.

Pues en parte, muchas situaciones de mi vida se asemejan a esto, donde yo soy un planeta que circula a toda velocidad, tanto, que se sale de órbita y se estrella contra el Sol.

http://youtu.be/2r3ChchO-fA

domingo, 13 de octubre de 2013

Time has told me...

Vuelo

Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo. 


Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje. 


Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido. 


Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave. 


Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya. 


Triste instrumento alegre de vestir: apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego. 


No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás.  El campo sigue desierto y mudo. 


Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de batirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento. 


Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.


Miguel Hernandez

http://youtu.be/kWFqvK9aXsg

El canto del fuego

Caía la noche, y el lugar estaba completamente a oscuras. Un camino lleno de farolas con las bombillas apagadas era mi referencia. Hacía viento, y junto con las hojas y las partículas de limo, también habían gotas de agua, pues había estado lloviendo hace poco. La luna se iba dibujando en el cielo, parcialmente, y la única estrella visible era la Polar. Los muros de las casas se antojaban grises, sin chispa; los árboles, solitarios, no ayudaban a alegrar la escena. La humedad se palpaba en el ambiente, y mis pupilas, dilatadas, ya se habían acostumbrado a la oscuridad imperante.

No había nadie por allí, y las pocas luces que se apreciaban venían desde los ventanales de las casas. Entonces vi a una chica sentada en un banco. Llevaba un antifaz de color azul apagado que le tapaba los ojos. Noté que estaba cantando, y me quedé allí, inmóvil, escuchando:

La luna camina
sola por Gran Vía,
y del cuello lleva
rayos de Sol.

Corre luna, corre,
que caen estrellas
de su ventana,
de sombra ahítas.

Dibujo círculos
en el suelo,
para así iluminar
contigo la ciudad.

Pero no soy 
como tú, luna, 
aunque sola
esté de viaje. 

Necesito andar
con una chispa,
que haga arder
mi corazón.

Y no sé por qué,
ese presente
ya me lo trae,
aquel que escucha.

No corras tú,
solitario muchacho,
pues el fuego
prenderá la calle.


Entonces la chica se levantó, y, lentamente, se acercó a mí. Colocó sus manos sobre mis mejillas, y, soplando delicadamente sobre mi rostro, murmuró: Bienvenido a mi extraño mundo.

Cuando quise darme cuenta me encontraba en un lugar con libros a mi alrededor, formando calles. Comencé a andar, y las calles se multiplicaban, formando un laberinto interminable. Cuando más perdido me encontraba, las luces se apagaron, y solo quedó un único camino marcado por una tenue luz. Empecé a seguirlo, fascinado, pues desconocía cómo podía darse aquel fenómeno. Al cabo de mucho rato andando, llegué a un lugar central, más amplio, en forma de círculo, y allí se encontraba la misma chica. Me acerqué a ella con la intención de preguntarle quién era, cuando, sin reacción alguna por mi parte, me abrazó y, en voz baja, me dijo:

- ¿Por qué has tardado tanto?

Antes de poder mediar palabra alguna, me mandó callar con un prolongado beso, que hizo que los libros que formaban aquel lugar se incendiaran. Las gotas de tinta se iban moviendo con voluntad propia, y, movidas en grandes cantidades, iban colocándose intencionadamente a nuestro alrededor, en el suelo. De tal modo que cualquiera que hubiera visto aquello desde el aire, habría visto dibujado un enorme cisne de perfil, de color negro, y, en otro color, el ojo del animal. En este caso, el color de nuestra piel, pues la ropa se había desvanecido en apenas unos segundos, y la única forma de que el desconocido aéreo no nos viese por completo, era uniendo nuestros cuerpos.



 

  

sábado, 12 de octubre de 2013

No sé cuando viene. Abre el portón, se cuela por la ventana, o hace un túnel bajo tierra. Y se instala en mi espacio sin yo percatarme de su presencia hasta que lo tengo frente a mis ojos. Dice que se llama Vacío, y por mucho que intento echarlo de casa, cuando llega es para quedarse hasta que quiere. Se mete en la sangre, inyectado en vena, y me cambia por completo.

Es entonces que, cuando estoy en la cama, aparece de abajo un caballero, que se enfrenta a aquel indeseado intruso, pero no logra nunca derrotarlo del todo, aunque al menos consigue que, durante un lapsus de tiempo, ese abominable ser vuelva a las fauces de la Tierra, a su hogar de las tinieblas.

Es entonces cuando me pregunto si mis escudos son ineficaces contra ciertas emociones, y, mientras me cuestiono esto, abandono el jarrón que sostengo sobre mis manos, y me tumbo junto con aquel número errante en la cama.

¿Soy o eres?

Soy el blanco
más oscuro,
residente del
imperio estelar,
regente de
tu otro lado.

Suenan disparos
distantes, lejos,
guerras frías y
muros berlinenses,
que son ajenos
a nosotros.

Eres más de hacer
estallar sonrisas,
que de lanzar
terribles torpedos.

Eres más de formar
burbujas unilaterales,
aún cuando todo al
rededor se desmorona.

No intentes dormirme,
esa magia no funciona,
quédate a mi lado
y tal vez me afecte.

No intentes controlar
el cauce de los ríos,
depende del caudal
y del nivel de mis aguas. 

Lo que sí puedes, 
es llenar de libros
esta biblioteca,
coloca tu firma
y te daré las letras.


No te salves


No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti.

viernes, 11 de octubre de 2013

Historia de una H que no quería ser muda


Mundos de sombras dominan las dos líneas de fuego, que hay entre tus manos y las mías. Esta vez fue rápido y cercano el lugar señalado. Una selva virgen donde la mosca tsé-tsé hace estragos a su paso. Pero estaba seguro, porque su halo me protegía de cualquier peligro. Nos sentamos junto a un río cercano, y, mientras hablabámos, ella observaba el paisaje. Miraba las combinaciones de colores, el vuelo de las hojas, el azul del cielo, o las briznas de hierba. Yo, en cambio, exploraba sus facciones. ¿Qué necesidad había de mirar alrededor? Sus dos dulces terrones de tierra azucarada ya hacían de espejo sobre la realidad. Pero, por mucho que quisiera penetrar dentro, una enorme caja acorazada se interponía entre mi cuerpo y su interior.

Quizá si hubiera tenido las manos de Lupin, habría podido entrar rápidamente, pero aquello me decía que debía ir con cuidado, con tacto, hasta conseguir abrirla. No me importaba el tiempo que estuviese allí, intentando dar con la combinación. Sabía que adentro había un botín muy valioso.

Esta vez el aire se reía a menudo, y mis manos tocaban los finos hilos de seda que brotaban de las raíces de la montaña, mientras la atrapaba entre mis brazos y me dejaba embriagar por su perfume. Y, a veces, dejaban de escucharse nuestras voces, era entonces cuando legiones enteras de segundos disparaban sobre nuestros cuerpos. Pero duraban tan poco que, a pesar de continuar oyendo nuestro silencio, se establecía una unión entre sus dos bases y las mías, mediante unas largas cuerdas que se enganchaban en el territorio del otro. 

Yo era un ratero de emociones que se había escapado con la hija de un aristócrata, y, mientras esperábamos el transporte que me llevaría de vuelta a casa, aparecieron los guardias para prenderme. Tras un intento de huida, decidí rendirme. Antes de que llegasen adonde me encontraba, arropé entre mis brazos a Helena, deseando estar en un espacio geográfico distinto, donde sus alas se desplieguen sin restricción alguna.

Los murciélagos son ciegos, y solo pueden evitar chocarse mandando ondas ultrasónicas, para determinar si hay obstáculos o no. Tal vez me siento como uno de ellos, solo que en vez de mandar ondas, envío palabras. Y solo tú puedes hacer que siga volando.
 
http://youtu.be/4jbwUDZLs3E

jueves, 10 de octubre de 2013

¡No me grites!

Las caprichosas nubes del sueño me envuelven, y entonces me convierto en un niño pequeño que juega en un parque de la ciudad. Me pongo a gritar mientras corro con los brazos extendidos, y, de repente, una niña que hay cerca de mí me dice que me calle. "No me grites", dice. Me detengo a unos palmos de ella.

- No te estaba gritando...- Musité.

Como no parecía convencida, le di un abrazo.

- Tonto.- Murmuró.

Me cogió de la mano y me llevó al tobogán. Pero al llegar al suelo ya no estaba en el parque, sino nadando en un estanque. Era el atardecer, y alrededor mía había nenúfares flotando. En la orilla, los juncos danzaban horizontalmente. No era muy grande el espacio, y el agua estaba algo fría. De mi mano seguía teniendo a aquella muchacha, pero me percaté de que ambos habíamos crecido. Tenía el pelo mojado, largo, y se le quedaba flotando sobre el agua. Me miraba sonriente, en silencio, como esperando a que hiciera algo. Nos quedamos así, largo rato, y fue entonces que ella se acercó y me acarició el pelo y los brazos. Empecé a sentir calor a pesar de la temperatura del estanque. Me acerqué al cabo de un rato, y, tras darle un beso en su húmeda mejilla, le mordisqueé dulcemente en el hombro. Fue entonces que me apartó y me dijo: "No me ciega la luz rápida del rayo, sino la pausada y tranquila respiración que exhalas en mi oído".



miércoles, 9 de octubre de 2013

Mensaje sin botella

Recuerdo un combate de sumo entre un hombre delgado, y otro enorme, bastante gordo. Los dos dentro de un círculo que delimita la victoria y la derrota. A veces me pongo a dar vueltas alrededor, hasta quedar mareado. Es entonces cuando echo las cuerdas alrededor, hasta formar un árbol en el centro.

Dibujo una ley en la arena del suelo: "Puedes cambiar de lugar, de estación, o de situación. Pero queda prohibido alejarse a más de un palmo de nuestras cabezas." Entonces lanzo al mar un ramo de flores, que es engullido por el agua, y llevado de viaje al otro lado del mar. Se queda esperando en la orilla, hasta que su destinataria las recoja y regrese de vuelta a casa.

martes, 8 de octubre de 2013

El cisne

Fue en una hora divina para el género humano.
El Cisne antes cantaba sólo para morir.
Cuando se oyó el acento del Cisne wagneriano
fue en medio de la aurora, y fue para revivir.


Sobre las tempestades del humano océano
se oyó el canto del Cisne; no se cesa de oír,
dominando el martillo del viejo Thor germano
o las trompas que cantan la espada de Argantir.


¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
del huevo azul de Leda brotó de gracia plena,
siendo de la Hermosura la princesa inmortal,


bajo tus blancas alas la nueva Poesía
concibe en una gloria de luz y de armonía
la Helena eterna y pura que encarna el ideal.


Rubén Darío.

Flores para el cementerio

Era un día nublado. El sol se escondía tras las nubes grisáceas, mientras que mis piernas se movían solas por las calles. No sabía hacia donde iba, ni qué haría a lo largo del trayecto. Después de un rato me salí a la periferia, y, a mi alrededor, habían zonas donde crecían flores muy diversas. Supe que debía coger, atrapar muchas entre mis manos, hasta hacer un ramo generoso.

Blanco, rojo, anaranjado, y rosáceo; esos eran los pigmentos que batallaban entre ellos para llamar la atención del ojo humano. Continué mi camino, en una carretera de sentido único, sin vehículos, yo solo. No lo sabía, pero estaba en dirección hacia el cementerio. Una verja enorme se alzaba flanqueada por un blanco muro que abrazaba el terreno de la muerte. Entré en el lugar, y, caminando sobre las piedras que marcaban el camino entre la hierba, iba observando el lugar sin dejar de andar. Los cipreses, alargados, gobernaban el lugar. Y, bajo su regio mandato, el viento se moderaba lo justo para acariciarlos y moverlos levemente.

Parecía que iba a llegar a mi destino, cuando vi a una chica con un vestido blanco, de espaldas, delante de una lápida. Al escucharme, se giró, y sonriendo, dijo:

- Te estaba esperando. ¿Eso es para mí?- Preguntó, muy contenta, señalando el ramo de flores.

Asentí con la cabeza, y al darle el ramo, posó sus labios sobre los míos, durante un par de segundos. Me cogió de la mano y salimos del cementerio.

Y, en la descripción de la tumba que acababa de dejar atrás, se leía: "Aquí yace Soledad".







lunes, 7 de octubre de 2013

Ni cara, ni cruz

 Me gusta pensar que la vida actúa como una justicia abstracta, que reparte de manera indistinta el dolor y la felicidad. Que intenta de alguna manera equilibrar la balanza que rige nuestras acciones. De alguna manera he encontrado el equilibrio, a lo largo de los años, montado en montañas rusas, escalando montañas nevadas y lanzándome con los esquíes hasta abajo. Pero normalmente no había una disputa, era como un bipartidismo, una alternancia de poderes entre las facciones de la alegría y el dolor, junto con otras emociones más potentes, que duraban menos.

Y lanzo la moneda al aire, una moneda en la que solo caben las caras de un diablo y un ángel, nada de cara o cruz, pues aunque no se pierde la aleatoriedad, sí que cambia el factor suerte. Entonces miras el resultado y sale tu cara. Seguro que sabes lo que ha salido, pero de todas formas, solo puedo decir que la línea comienza a ascender más rápido de lo esperado, y que esto, el único inconveniente que tiene es que, cuanto más alto suba, más fuerte será la caída. A menos que estés allí para recogerme.

Vidas cruzadas

Hoy, por un instante, las conexiones neuronales se esmeraron en dibujar relaciones entre dos mentes alejadas, que dibujaron una brecha durante mucho tiempo. No arde el fuego cuando ya se han consumido las cenizas, no para el tren cuando se ha perdido, y lo que sí queda es el pensamiento de lo que pudo ser y de lo que nunca ha sido.

Pero las cartas de la mano van cambiado, la baraja se modifica, y lo mismo te sale un as que te sale el joker. Y lo mismo te va bien con las dos, pero las reglas del juego no cambian, siempre se mueve la ruleta rusa. No queda nada como una simple anécdota, y, sin embargo, es como si una red interminable se moviera por toda la ciudad, y tú y yo cambiamos aleatoriamente de papel. El insecto y la araña, pero curiosamente, un insecto que ansía ser devorado, y una araña que, ya saciada, se niega a tomar esa vida voluntaria.



"Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Quién ha muerto en el? Leamos. ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!"- Mariano José de Larra.

http://youtu.be/wNI3ZOnq7Ro






domingo, 6 de octubre de 2013

El sonambulista en el tejado

Muros de cristal
sobre líneas de
veloces electrones.

Dos caras lejanas
que entrechocan
cálidas miradas.

Un devorador de
sueños sonríe,
junto al papel  
seco lleno de agua.

El bambú se difumina
entre días del mes,
y los pandas juegan
a ser estatuas de sal.

Debajo, un prado 
repleto del aroma
de miles de flores,
legiones de olores.

Al lado, colores
pintados al azar,
con tinta negra
y emociones.

Un cisne que habla
en varios idiomas,
hechiza la vista
y destroza armas.

Jung con entramos
en su hábil terreno,
y sin voz hablando  
el alma nos miramos.

Se difuminaba sola,
dominando el poder,
temida oscuridad
o ansiada claridad.

Y sin poderla tocar
la desnudaba,
y sin poderme tocar
sin ropa quedaba.

Y cuando ya las 
gotas de arena
se agolpaban
en el recipiente,
todo se desvaneció,
quedando unidos
por el hilo fino
de un rico vestido.

Y fue entonces
que solo dibujó
entre rayos de luz
una dulce historia:

"Da igual el trazado,
no importa el paisaje, 
ni el infinito viaje,
si lo vivo a tu lado."


 
Somos como un puzzle en el que, las piezas, esparcidas por todas partes, tienen reacciones diferentes. Poco a poco van encajando, como es habitual en este juego, y, sin embargo, los paisajes que se forman, suscitan emociones diferentes. En unos, más desnudos, se crea cierta tensión incómoda, a pesar de lo naturales que son. Otros, donde hay también personajes, disfrutando de una fiesta de disfraces, se crea un ambiente mental de misterio y atracción. Mientras que si aparece un fondo verde, con árboles, y, si es bosque mejor, el corazón se desboca y aparecen de la nada melodías hermosas.

Es posible que no viva en un castillo, ni que sepa montar a caballo, ni que sepa usar una espada, ni que tenga una corona, tal vez ni siquiera tengo algo que no sea construir cosas de la nada, en espacios que no pertenecen a esta dimensión, y que nunca podré tocar. Pero lo que sí tengo, es la certeza de que, a pesar de todo lo que pueda representar, tú seguirás gobernando la noche con tus alas extendidas, y todo aquel que te vea, te señalará con el dedo y dirá en voz baja: Ya lo he visto todo.

http://youtu.be/q27Mfsv9tPk

sábado, 5 de octubre de 2013

Hacia donde me llevan tus ojos no lo sé, pero me llevan.

¿Han pensado alguna vez en la linealidad del tiempo? Nosotros decidimos qué hacer, qué decisiones tomar, pero al tiempo que hacemos eso, hay infinidad de caminos que posiblemente se cierren. Esto es porque solo hay una dimensión temporal. Cuando quemamos un leño de madera, no puede volver a ser el mismo. Ni cuando muere alguien podemos hacer que regrese a la vida. Podemos simplemente no hacer elecciones y quedarnos en el mismo sitio, pero entonces apenas avanzaría nada.

¿Qué nos hace tomar una decisión u otra? Lo más bonito sería pensar que las elecciones se hacen de forma racional, meditando cada una de ellas, y estudiando los posibles efectos. Pero esto no es así, muchas de ellas son espontáneas, aunque sean poco relevantes, y otras llevan la venda de las emociones. De todos modos, da igual la índole, cualquiera puede llevarnos al fracaso, al éxito, o a un terreno de nadie.

La ruta que tomamos, no sabemos adonde nos lleva, pero puedo asegurar, que la hierba sobre la que piso en estos momentos, es la más verde y fresca que he pisado en mucho tiempo. Y la persona que se incorporó a este lado hace poco, es una de las más agradables compañías que se puedan tener en todas las hileras inagotables de opciones que se abren a mi alrededor. 

Hazlo rápido

Desde que somos pequeños nos vemos bombardeados por todos lados con un elemento muy natural, y que, sin embargo, se vuelve horriblemente artificial: el sexo.
(Me refiero a las personas cercanas a mi generación, con una edad alrededor de los veinte para abajo; obviamente la gente más mayor no vivió esto de la misma forma, ya fuera por mentalidad, falta de medios o censura)

Y es que es normal, a todos nos gusta ver a una mujer de órdago, con un buen par de tetas y ligerita de ropa; o, en la otra vertiente, a un hombre sin camiseta, músculos desarrollados, tableta de chocolate; anunciando una colonia o un perfume.

Pero hay un problema con esto, y es que, dejando de lado la aburrida y somnolienta estereotipación, se vende mucho y mal esto del sexo. El ejemplo firme y machacante lo vemos en las películas. Imaginen: Un par de actores se gustan en la trama, y comienzan a desnudarse. Se quitan la ropa a lo bestia, con prisas, como deseando terminar. Besos veloces, agitados, sin pausa. A lo sumo, y siendo generosos, la escena dura lo que un eyaculador precoz. Todo se reduce a algo muy funcional, sin chispa. Y sí, claro que existe ese tipo de acto sexual, como que es el que nos ponen en los morros una y otra vez. Pero la gente olvida que existe otro, muy distinto.

Volvamos a la misma escena. Y, ahora, en vez de acelerar los movimientos, los haremos pausados, relajados. Los protagonistas empiezan a besarse, lentamente. Se acarician bajo la ropa, escuchan el latido del corazón, se funden, se sienten. Se palpan los labios, los ojos, el pelo, todo, como si de una misión de reconocimiento se tratase. Y, posteriormente, se quitan la ropa el uno al otro, ahora un poco más rápidos, sonriendo, y sin cesar de jugar. Se tocan los pechos, se los rozan con la lengua, y, si se tercia, succionan como un bebé hambriento o con pocas ganas de comer, ya según vean.
El coito se realiza primero lentamente, con penetraciones que tantean a la pareja, y, después, combinándose con la temperatura de la habitación, comienzan a aumentar la velocidad, gradualmente, como el caudal del río en días de lluvia.

Y, me podéis decir que para esto, mejor ponemos una porno, pero es que, ya que se ponen escenas de sexo explícito, estas se pueden hacer de otra manera. Y, por otra parte, la industria del porno se reduce a a una función muy concreta, y nunca se ven las películas enteras (exceptuando, tal vez, maravillas que se salen de la superficialidad absoluta, como Instinto Básico o Eyes Wide Shut) por lo que, sin entrar en mayores discusiones, quedan excluídas del análisis que concierne al cine del ámbito general.  


viernes, 4 de octubre de 2013

Into the wild

Cambiaré un poco el rumbo y aprovecharé para recomendaros una película que, a pesar de haberla descubierto al tiempo que me destriparon el final, me dejó marcado y ha pasado a ser una de esas películas que por mucho que veas, no te cansas de verla.

Consta de una plantilla de actores excelente, con Emile Hirsch a la cabeza, y un trabajo de fotografía impresionante, que cautiva desde el principio, pues gran parte de la acción se dará en plena naturaleza, en la Alaska inhóspita y salvaje, apenas tocada por la mano del hombre.
Por otro lado, las experiencias que vive el protagonista en el transcurso de la película son, cuanto menos, interesantes, ya que conoce a un buen número de personas que formarán parte de su viaje y de las cuales nos quedarán buenas sensaciones.

Sin olvidar tampoco la BSO, realizada por Eddie Vedder. A los amantes del grunge les sonará el nombre, y es que se trata del vocalista de la banda Pearl Jam. Unas canciones que sirven de perfectos engranajes con las situaciones en las que aparecen.

No dejemos de lado el hecho de que, aunque en algunos aspectos pueda ser algo idealista, la película está basada en hechos reales, pues cuenta la vida de Christopher Johnson McCandless, usando como guía el diario del muchacho.

Para terminar, dejaré el tráiler, un par de frases de la película, y una de las canciones.

http://youtu.be/uWjRDbzK99w

 
"He vivido muchas cosas, y creo que ahora se lo que se necesita para ser feliz. Una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil a otras personas con las que resulta fácil hacer el bien, y que no están acostumbradas a que las ayuden, haría un trabajo que sea de algún provecho, y luego descansaría. La naturaleza, libros, música, el amor al prójimo... Esa es mi idea de la felicidad. Y para.., culminar todo lo anterior, que usted fuera mía... ¿Qué más puede desear el corazón de un hombre?"

"La felicidad solo es real cuando es compartida"

http://youtu.be/xNaaQDrUfwc

La pianista

Un fantasma comienza a tocar las teclas de un piano. El fantasma llora, y el instrumento desafina cuando cae una lágrima sobre la cubierta. Lejos de sonar mal, desgarra el alma ver la escalofriante escena.
Fuera, en la calle, hace un espléndido sol, las risas de los niños jugando se propagan por todos sitios, las cigarras dan su recital, monótono, pero agradable. Hasta el viento se las ingenia para ser suave y fresco, en consonancia con los demás elementos.

Pero allí dentro el ambiente era oscuro, nublado. Los muñecos de peluche que se encontraban en la cama comenzaron a moverse al sentir la voz de aquella dama conjuntarse con las notas del piano. Trepaban sobre sus hombros y secaban las gotas de agua que resbalaban sobre las mejillas de la mujer.

Entonces la melodía cambió, y el piano dejó de desentonar. Lentamente, parsimoniosamente, la atmósfera se vuelve menos lúgubre, y el timbre triste que emanaba de su garganta comienza a animarse. No cesa de llorar, es cierto, pero ahora es de felicidad. Mientras que fuera las nubes lo van llenando todo de oscuridad, dentro de la habitación va luciendo el sol.

Y es que, las palabras que aquella alma destrozada dibujaba en el aire, terminaron por transformar a los muñecos en una persona de carne y hueso, de modo que, cuando volvieron a secarle las lágrimas, no sintió el contacto blando del peluche, sino la calidez de unas manos que parecían decirle, mientras la abrazaban por detrás: Si vas a llevar una máscara, ponte la misma que yo, para que nuestros ojos sean los mismos al mirarnos, cristales transparentes donde para el resto solo hay interpretaciones opacas.

http://youtu.be/WxsRjv5EU9o

Nuevas hojas

Bolas de algodón
cruzan Ivalice,
frías y húmedas
sobre el paredón.

¿Quién es el reo?
Murmura el viento.
¿Quién el verdugo?
Susurra el pueblo.

Ante el pelotón
de fusilamiento se
haya la firme Nada, 
pena capital por
vivir por cuatro años
en el mismo lugar.

El sucio estanque
de feos patos,
los tristes campos
de cizaña sembrados.

Los grises bosques
de fuego quemados,
los olvidados prados
de bellas rosas cortados.  
 
Apretó el gatillo
el capitán Alegría,
llenando de luz
la sombra del día.

Y fue justo entonces
cuando aguas verdes
y patos feos mueren.

Y fue justo entonces
que dibujó sonrisas
en el lugar donde las
lágrimas tenían prisas.


"Hay placer en los bosques sin senderos, hay éxtasis en una costa solitaria. Está la soledad donde nadie se inmiscuye, por el océano profundo y la música con su rugido: No amo menos al hombre pero si más a la naturaleza."-Lord Byron.

jueves, 3 de octubre de 2013

¿Dentro?

Al principio fue como una hormiga pequeña que se quedaba enredada en la tela de una hambrienta araña. La hormiga pugna por escapar de aquella prisión pegajosa, mientras ve acercarse a aquel monstruo que, en cuanto pueda, le drenará la vida.

Luego fue como si un ejército de termitas empezaran a invadir las calles. Seres temibles, que provocan pavor solo con ver su color rojo. Ahora son ellas las depredadoras. Dan igual los obstáculos. Llega la caballería. Y es que ella construyó a su alrededor un muro protegido con alambre de espino, donde solo tenían cabida los finales felices. Enormes campos de minas impedían la entrada de finales truculentos, tristes o desagradables. No podían entrar. La vida era demasiado dura como para dinamitarla con aún más dureza. No importaba lo que había antes del fin. Las balas le laceraban el corazón con la misma fuerza.

Entonces dejó que atravesara la aduana un completo desconocido, o casi. No tenía conocimiento sobre lo que aquella persona podría hacer dentro de su protegido mundo. Ella quería volar, toda vestida de blanco, rumbo a una isla desierta, junto a una persona de ensueño. Pero el misterioso personaje se mostraba, aparentemente, bajo una careta de payaso, dispuesto a hacer mil y una locura. Rompía sus esquemas, trastocaba su mundo y dejaba un reguero de sombras en el futuro donde se suponía que habría luz, pero confiaba en que ese tiempo posterior no sería sino más claro de lo que era su presente. Aquel hombre ya tenía en sus manos el detonador. De él dependía destrozar las pocas barreras que quedaban, o, por el contrario, volarla a ella en mil pedazos.

http://youtu.be/Y3qseZJOkeI

La hermana Susana se hace puritana

Padre Manuel: He oído hablar de su prestigiosa Orden, y solo he podido tener buenas sensaciones acerca de los relatos que a mis oídos llegaban. Quería decirle que yo también quiero formar parte de su comunidad de fieles devotos, y participar en las actividades, que, me dicen, allí se hacen.

Me encantaría entregar mi cuerpo por completo a Cristo, y mostrarme con entera desnudez ante su penetrante y seductora mirada. Necesito sentir adentro la dureza de su fe, ver cuán larga puede mostrarse en el camino del placer cristiano. Que me inunde toda con su blanca luz, con ese resplandor cegador que, como un chorro de bendiciones, baña todo el cuerpo, de arriba abajo.
Y, por supuesto, sentir en mi paladar el sabor de su carne, tal y como Él dijo; "Tomad y comed, pues este es mi cuerpo." Y, ya en pleno éxtasis religioso, probar algo de su líquido interior, haciendo uso de sus ya conocidas palabras; "Tomad y bebed, pues esta es mi sangre".
Adoraría sentir cómo se endurecen mis castos pechos mientras son tocados por su fuego fraternal, que susurra en mi oído que estaré en el campo de las fieles ovejas, junto a mi Pastor, que nos ordeñaría a todas para librarnos de los pensamientos impuros del malvado Mefistóteles.

Es por todo esto, Su Eminencia, y por muchos más deseos humildes y puritanos, por los que desearía que me aceptase en su Orden. Un piadoso saludo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Sorpresas

Fantasías que bailan con la esperanza a un baile de cojos, con música para sordos, y luces para ciegos. Se trata de una danza cuidadosa, donde el camino se traza lentamente, y se palpan los barrotes de las celdas. No sabes lo que hay tras las murallas hasta que no las atraviesas, y es por eso que los murmullos del agua dejaron paso a un eco estruendoso, en el que dos voces querían tocarse, y finalmente se fundieron en una sola. Una mano que se aferra a la otra, titubeante, hasta que ve la sonrisa en el rostro de la portadora, y es entonces cuando sabe que no importa si la mano se suelta: Ella estará ahí para impedir que caiga al vacío.

http://youtu.be/6Wg_JpVHkio

Miradas

Me pierdo en las miradas. Distantes, lejanas y ajenas miradas. O tal vez, cálidas, cercanas y conocidas. Me agrada caer en esos pozos de brea, que prenden con solo acercar una tea encendida. ¿Qué más da si ardo en ellos? Me quedo estupefacto observando los fuegos artificiales en esos charcos espejeantes; silban y estallan en miles de colores, dibujando diversas formas, desde abstracciones a formas animales, como cisnes o hámsters muy bien delimitados.

Y es cierto que no me dejan conexión directa, que se vuelven esquivas y cuesta mantenerlas, pero tal vez sea eso lo hace que, al establecer contacto, la felicidad estalle en una nube oscura de chispas.

La historia

Cuando era pequeña, tenía un amigo que me contaba historias. Y una de ellas me impactó por lo que os relataré ahora después, cuando cuente la historia:
Érase una vez un mundo habitado solo por números y letras, donde todos ellos, al igual que los humanos, hablaban, caminaban, tenían manos, ojos, y pies. Un día, la S llegó pronto a casa, y vio cómo a la letra L le estaba golpeando el número 3. No cesaba de golpear a la letra, implacable, con furia. La letra S salió corriendo de su casa, llorando, hasta que no pudo más con su aliento.

Desde aquel momento supe que siempre odiaría los números. Me encerré en los libros, en las palabras que, como la letra S, se sentían golpeadas y maltratadas. El abismo que se abrió entre los números y yo fue tal, que incluso me molestaba verlos.

Más tarde supe que en realidad aquella historia que me contaba, era lo que él vivía en su casa todas las semanas, y la letra S era Susana, su madre. El número 3 era su padre, y le puso ese número porque cuando iba bebido, creía que la mujer le ponía los cuernos. El tres representaba a la tercera persona, ficticia, que su padre inventaba.

martes, 1 de octubre de 2013

El viaje

Son largas las escaleras que llevan al templo de Tenochtitlán, y al llegar a la cima me pierdo entre tantas ofrendas y habitaciones desconocidas. Doy vueltas sin rumbo fijo, viendo a algunos fieles, hasta quedarme solo. El viento soplaba en un término medio que se agradecía bastante, teniendo en cuenta que no iba muy abrigado. Un techo de nubes blancas cubría y tapaba al cielo. Fue fijándome en estos detalles cuando apareció ella, de la nada, la diosa Itzel, mientras en los alrededores no había alma humana alguna.

Al acercarse a mí, la fragancia de miles de flores rodearon mi cuerpo, y, como buenos mensajeros, penetraron en cerebro a través de las fosas, llenándome de placer y alegría. Parecía algo fuera de lugar. De entre todas las personas, la diosa aparecía ante mí. No solo eso, me sonreía de forma sincera, como si ya la conociera de antes, de otro mundo lejano, abstracto, y perdido en el espacio.

Se acercó a mí, y caminando a mi vera, comenzó a hablar. No sabía en qué idioma hablaba, y aunque lo entendiese, solo tenía sentidos para su rostro, para la sinuosa silueta de su hechizante cuerpo, pues me parecía estar viviendo algo irreal, imposible. Me miraba de vez en cuando, y se encontraba mis ojos fijos en los de ella, tanto era así que me limitaba a seguir sus pasos. Ya podría haberse lanzado al vacío por un precipicio que me hubiera lanzado en pos de ella sin dudarlo.

Durante mi estancia a su lado, iban apareciendo demonios que rugían y que escupían humo por la boca, pero al verla a ella, se detenían y nos dejaban pasar. Llegamos a una gran extensión de terreno, cubierto de verdes hierbas, y árboles que pugnaban por superarles en color. Allí habían duendecillos de los bosques correteando por doquier, y armando mucho ruido. Me llevó a una zona desierta, donde se podían ver cascadas de agua, y pequeños caminos formados por árboles. Entonces habló en mi idioma natal.

- Cómo son de curiosas las cosas, hasta lo que parece inmutable cambia en un descuido.

Entonces volvimos al lugar inicial, y, con un movimiento de manos hizo aparecer unas hojas enormes sobre las que podíamos sentarnos.

- Ese estanque seco que ahí ves, antaño tenía el agua cristalina, y ahora no es más que refugio de los ghouls, que vienen a molestar enseñando sus partes íntimas a los viajeros.

Me preguntó sobre mi viaje y qué me había llevado allí, cosa que me sorprendió, pues yo había ido allí a rendirle tributo.
Empezó a hacer frío, así que ella hizo aparecer un abrigo sobre su cuerpo, y yo solo pude mitigarlo acercándome y juntando mi piel con la suya. Era cálida al contacto y ardía en deseos de acercarme más, pero desconocía sus intenciones, de modo que volví a mi posición inicial y continué hablando con ella. Observaba todos sus movimientos; la posición del cuerpo, la velocidad de sus labios, el brillo de sus ojos, la duración de una risa.

El tiempo pasó como un trueno en la lejanía, rápido, fugaz, y haciéndose notar. El barco que debía llevarme de vuelta a casa zarparía en pocos momentos. Yo quería quedarme en aquel lugar con Itzel, envuelto en una burbuja como estaba. Ella me acompañó en el camino de vuelta, dejando atrás el templo, protegiéndome en todo momento por el camino. Ella me guiaba por senderos seguros, alejados de monstruos, y su voz me envolvía en un etéreo sueño que llevaba de cabeza a un más allá imaginario.

Llegamos al fin a puerto, y, dado que el barco no estaba anclado, tuve miedo de haberlo perdido y de haberme quedado en tierra. Aún así, Itzal se encontraba conmigo en todo momento, brindándome su grata compañía. Era curioso, pues ella no podía alejarse del templo, aquel era su hogar, y no podía venir conmigo en mi viaje de regreso. Fue al ver llegar el barco cuando de veras dudé entre embarcarme o quedarme allí. Me fundí en un profundo abrazo con la diosa, y, besándonos en las mejillas, parecíamos decir: "No sé cómo de rápida debe de ser la batalla, ni qué tipo de armas lanzar, solo sé que cuando me disparas, todo lo demás me da igual."

Y, una vez montado en el transporte, desde la ventana de mi camarote se veía el mar, pero yo en los cristales solo podía retratar sus facciones, y nada más.

http://youtu.be/h_5DK_9YxbA