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jueves, 22 de octubre de 2015

La musa

El silencio se desborda en el dique, con palabras que apuntalan la gravedad. Una venda en mis ojos, eso es lo que veo. Acaso las balas me golpean cuando no van dirigidas a mí. Tal vez el sonido se propaga en otra dirección y yo lo capto.

No soy un eje como tú, eso es cierto, tras de mí sólo gira el tiempo, lento e implacable. Busqué refugio en los lugares más inciertos, así de seguro puedo llegar a ser. ¿Qué hay en tu cabeza? ¿Hay disponible una estancia para mí o solamente el sonido de mi irritante timbre?

Locura, locura en las palmas de mis manos. Nunca el deseo tan lejano en la cercanía. ¿Qué puedo esperar? Máscaras más hermosas se han visto, disfraces más elegantes se han dispuesto. Sólo doy un regalo que no será devuelto, una ilusión jamás proyectada en mis pupilas.

La ruleta rusa ríe y me señala. "Tú", "tú", "tú" como única compañía. Otra hiel sabrá amarga; otras manos, ásperas; otras sonrisas, muecas; olvida la dicha que te den otros cuerpos, ninguno es el que buscas; quédate con la alegría, la impronta, nada más. Sólo lo que nunca alcanzas será tu culmen, el temblor del gozo, más, descártalo, pues sólo te saludará su alma.

"Será tu musa", susurra, "una musa que te rehuye y te observa, que participa aún con un rastro de temor; una musa que te rehace mientras buscas hacer algo con ella. Nada más cristalino que lo imposible".

Y ahí está, una M que me desgrana, aún cuando otras letras buscan entrar; la M que crea y cuyos ecos llegan a mis dedos, dibujando algo que quizá sólo ella y yo comprendemos, porque nada es casual y toda construcción tiene un por qué.

Y ahí está, conociendo lo que le muestro, y mostrando lo que quiere que conozca. Nada más.

miércoles, 1 de abril de 2015

El asesinato

Aquel día la ciudad parecía dormir por completo. Eran las cuatro de la mañana, y el único movimiento era el de los semáforos que marcaban el paso del inexistente tranvía. Se podía pasar por la carretera sin temor alguno, aún con el peatón de color rojo mirándote con enfado.

Es como si me estuviesen dando una llave con la que abrir el alma de esas calles, donde las luces hacían de las sombras todo un imperio que controlaban cada rincón. Fue entonces cuando lo vi. Allí, tumbado en el suelo, había un hombre. Borbotones de sangre por la boca, las manos en el tórax, aguantando a duras penas la marea roja que inundaba el asfalto.

Me quedé allí, paralizado, sin saber qué hacer. Decidí entonces acercarme, aguantando las ganas de vomitar, y soportando el olor que desprendía.

- ¿Qué ha pasado? ¿Quién le ha hecho esto? - Acerté a preguntar.

Su voz, apenas audible, acertó a decir tres palabras. Solo tres.

- Ya es... está aquí.
- ¿Quién está aquí? ¿Señor?

Demasiado tarde ya. Ya no respiraba. Le puse un pequeño espejo que llevaba conmigo en la cara, y nada. No quise tocar el cuerpo por razones obvias. De nada servía llamar a la ambulancia, así que fuí a una cabina pública y dejé recado de aquello. Yo no debía ser visto. No debía ser interrogado.

Con paso ligero me marché de allí, con el ruido de mis pisadas haciéndose ensordecedor. Es increíble lo que puede llegar a agudizarse el oído cuando lo que te rodea es un silencio mortal. Estaba alerta, ante cualquier movimiento que pudiese pertubar la aparente calma.

Fue ahí cuando apareció. Iba andando, tranquilo, un traseúnte despreocupado, que no llamaría la atención si no fuese la hora que era, y si no hubiese un cadáver dos calles más arriba. No podía ver bien su rostro. ¿Sabéis esa sensación que produce el alcohol en exceso que te difuculta la visión? Bueno, pues a mí no me hace falta probar ni gota. Quitándome las gafas ya me pasa. Y yo en ese momento no las llevaba. Se me cayeron en algún momento, y no sé cuando.

Eso explica que solo viese una sonrisa esbozándose en la lejanía. Eso justifica que saliese por patas, subiendo unas escaleras que habían cerca y que atajaban a un parque que quedaba más arriba. Pero era inútil. No escuchaba más pisadas que las mías. Ningún jadeo más que el que producía mi boca. El sudor, frío, a pesar de lo calurosa que era la noche, contrastaba con lo abrasados que sentía los pies.

Me giré un momento, y allí estaba esa persona. Siguiéndome el paso de forma perfecta. Se mantenía a la distancia suficiente como para darme esperanzas de huir, pero al mismo tiempo, la necesaria para atraparme si él quisiera.

- No tiene sentido que corras. No podrás huir. Solo he venido a devolverte algo.

Me detuve, curioso y escéptico a la vez. Preparado para defenderme como fuese necesario si la situación lo requería.

Se acercó, y, a pocos pasos de mí, me entregó un paquetito. Lo abrí allí, mientras el chico, sin dejar de sonreir, me miraba, expectante.

Dentro del paquete había, para mi sorpresa y asco, un cuchillo ensangrentado, y mis gafas, algo estropeadas y manchadas de sangre.

- ¿Por qué...? ¿Por qué me das esto a mí?
- ¿Cómo que por qué? Es tuyo. Te lo dejaste allí. - Respondió el chico, divertido.
- No lo entiendo. Yo cuando llegué ya había sucedido todo.
- Pues claro que sí. Lo que no sé es por qué volviste sobre tus pasos. Eso fue imprudente.
- Pero... El hombre dijo que "ya estaba aquí", refiriéndose a alguien.
- ¿Y qué esperas de una persona que va a morir? Se refería a su muerte. Que ya había llegado.
- No puede ser... ¿Quién eres tú?
- Me contrataste por si sucedía algo mientras realizabas el trabajo. Ya me imagino por qué. No pareces recordar bien las cosas, ¿eh? Anda, vámonos a deshacernos de eso antes de que la policía nos vea.


Para Andrea.


Palabras clave: Traseúnte, escalera, y suelo.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El hombre extraño

La fuente de las almas ya no funciona, alguien la ha cortado. Entre las tuberías del infierno debe haber una avería, y todas salen por el mismo lado, sin poder acudir a su cita con la eternidad del dolor. Pero, ¿quién ha podido hacer eso? Veamos...

Hay un hombre riéndose al fondo, con un parche en el ojo, y un semblante que da miedo. Si le preguntas te dirá que no sabe nada, que solo es uno más entre miles, cuando en realidad guarda en su bolsillo algo que es más fuerte que nuestro poder sobre el inframundo.

Nadie puede detenerlo, a pesar de las múltiples órdenes de captura que hay contra él, tanto por parte del cielo, como del infierno. Es una persona peligrosa, y un gran enemigo. Camina y trabaja solo, y quiere subvertir el mundo irracional que hemos creado para los humanos.

Unos dicen que es un monstruo, otros que es un fantasma anterior a todo cuanto existe. Pero solo yo sé qué es. Simplemente es un humano, que, cuando alguien quiere atraparlo, saca una libreta de su bolsillo, y comienza a escribir. Entonces suceden muchas cosas. Aquí, en el inframundo, nosotros carecemos de imaginación, porque nos está prohibida desde nuestro nacimiento, por orden de los entes que dominan nuestras vidas. Aunque no para él. 
Así pues, empiezan a salir objetos de la nada, animales, personas hermosas, o, simplemente una profunda niebla que te impide perseguirlo. Puede obtener cualquier cosa de ahí, y eso nos molesta, y mucho. Porque nosotros también queremos y no podemos.

Nos hace dudar de la supremacía de las matemáticas y de la armonía de lo existente. No hay tal cosa. El que no podamos cogerle nos muestra de una forma irritante que el caos impera junto con el orden, inseparables. Y empiezo a creer que realmente va a transformar todo, porque, ¿quién no quiere hacer aparecer lo que sueña?

Solo hay un problema, que es el que me contó antes de irse, y es que, los muros de la realidad hacen que aquello que nos muestra ante nuestros ojos, solo es posible leyendo la hoja de la libreta que deja caer, del mismo modo en que esta voz no resonaría en tu cabeza si no estuvieras leyendo esto.

Aquel hombre, sin nosotros, no sería nada. Nosotros, con aquel hombre, lo somos todo.

Para María.

Palabras clave: Imaginación, irracional, matemáticas.

martes, 24 de febrero de 2015

Prisioneros

El ritmo del mundo sigue igual. Hormigas entran y salen, y trenes rugen en las pintadas del asfalto. El cerebro se embota y no sabe arrastrar arena a la playa. ¿Cómo de largo es el horizonte? Destrozo los cristales de los aparejos que rezan: "Romper solo en caso de desesperanza", y el cielo se cubre de rojo. ¿Cómo de largo es el día? Las almas de los herejes se consumieron entre gritos de angustia, y la espada me empuja hacia ellos. Fuerte coraza que cubre los golpes, pero deja pasar las dagas de la mente. Directas hacia los ojos, las fauces de la incertidumbre desgarraron mi garganta. ¿Cómo de largo es un minuto? Me quedé ahí, prisionero de una mano invisible que guía pero no señala, un mapa del revés, las estrellas que rozan las manos, y las laceran con el frío más ardiente. Palabras, palabras. Una noria que sube y baja, no sé qué ocurre. Un hilo, una mano, y arenas movedizas abajo. Si quieres, estira. Si quieres, empuja.

http://youtu.be/qdzvC0XxoMY

sábado, 30 de noviembre de 2013

Mi sueño

Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.

Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.

¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.

Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron...

Paul Verlaine

domingo, 17 de noviembre de 2013

Dolls

Una habitación llena de muñecas con apariencia frágil, con unos ojos dibujados de forma macabra, y la sensación de estar siendo observado desde todos los puntos posibles. Un espejo al fondo, donde no puedo verme con claridad, ya que las iluminación es débil y difusa en toda la sala.

-No deberías pasar mucho tiempo aquí. Las muñecas están huecas, y terminamos convirtiéndonos en lo que nos rodea.-Dijo una voz a mis espaldas.

Me di la vuelta, y vi que las sombras le tapaban el rostro.

-¿A qué te refieres?-Pregunté.
-Míralas. No tienen brillo en sus ojos. Son armazones de madera, pintados al gusto del creador. No puedes venir aquí y salir inmune a todo este ambiente. Ellas devorarán tu alma y te irán convirtiendo en parte de esta habitación, de este lugar.
-Pero... Si acabo de llegar.
-Lo sé. Pero ya has estado aquí más veces. Y al final, terminarás viéndote en ellas. Cara a cara con la soledad.





 

domingo, 10 de noviembre de 2013

Interpretar

Bailamos en una extraña sala de muñecas, con una música desconocida que nadie recuerda ya. Los cantantes perdieron sus voces, solo se escucha el suave sonido de los instrumentos. Cierto es que no sé bailar, aunque mis manos se adhieren a las tuyas como un fino guante de seda, y entonces, las líneas de la mano que forman una M, terminan por formar tu rostro. Se torna a una tinta invisible que no se nota, que no se siente, pero que se escucha. Forma la letra que falta de la canción, y se mete adentro, y corre entre ríos de sangre, paralizando el corazón cada vez que llega al castillo rojo. No entiendo de qué va la canción, pero me toca el alma, me dices que interprete pero sigo sin comprender, y solo puedo decir la base de lo que hay, determinar el sentimiento más básico, y no parece haber en esta ocasión otra cosa que no sea un fuerte caudal que lleva tus coloridas aguas por toda mi cabeza.

sábado, 9 de noviembre de 2013

El desconocido

La noche nace en espejos de luto.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.

La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.

Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.

Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.

Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.

Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.

Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.


Octavio Paz.

lunes, 14 de octubre de 2013

Yo persigo una forma...

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.


Rubén Darío


viernes, 4 de octubre de 2013

La pianista

Un fantasma comienza a tocar las teclas de un piano. El fantasma llora, y el instrumento desafina cuando cae una lágrima sobre la cubierta. Lejos de sonar mal, desgarra el alma ver la escalofriante escena.
Fuera, en la calle, hace un espléndido sol, las risas de los niños jugando se propagan por todos sitios, las cigarras dan su recital, monótono, pero agradable. Hasta el viento se las ingenia para ser suave y fresco, en consonancia con los demás elementos.

Pero allí dentro el ambiente era oscuro, nublado. Los muñecos de peluche que se encontraban en la cama comenzaron a moverse al sentir la voz de aquella dama conjuntarse con las notas del piano. Trepaban sobre sus hombros y secaban las gotas de agua que resbalaban sobre las mejillas de la mujer.

Entonces la melodía cambió, y el piano dejó de desentonar. Lentamente, parsimoniosamente, la atmósfera se vuelve menos lúgubre, y el timbre triste que emanaba de su garganta comienza a animarse. No cesa de llorar, es cierto, pero ahora es de felicidad. Mientras que fuera las nubes lo van llenando todo de oscuridad, dentro de la habitación va luciendo el sol.

Y es que, las palabras que aquella alma destrozada dibujaba en el aire, terminaron por transformar a los muñecos en una persona de carne y hueso, de modo que, cuando volvieron a secarle las lágrimas, no sintió el contacto blando del peluche, sino la calidez de unas manos que parecían decirle, mientras la abrazaban por detrás: Si vas a llevar una máscara, ponte la misma que yo, para que nuestros ojos sean los mismos al mirarnos, cristales transparentes donde para el resto solo hay interpretaciones opacas.

http://youtu.be/WxsRjv5EU9o

sábado, 28 de septiembre de 2013

Moonlight

No me gusta observar retratos de personas. Por cálida que sea la pintura, su mirada es fría, penetrante, incómoda. Nunca fueron vestidos con el alma, y, al mirarlos, pienso que mi reflejo es el que muestran sus ojos, una persona gélida, vidriosa. Rehuyo de las miradas, igual que un cervatillo huye de su presa. Mis ojos son las puertas a mi mundo interior, y no doy ese acceso a todo aquel que se le antoje.

De algún modo pienso que soy como la Luna; lejana y distante con aquellos que están fuera de mi órbita, pero con las estrellas que forman parte de mi camino, me vuelvo tal y como soy, aunque a veces muestro solo un lado, otras medio, y, muy raramente me muestro por completo. Es ahí, en esa última fase, donde realmente mi luz no viene del Sol, sino de mi propia felicidad, y es entonces cuando aquellos que me ven en la lejanía, vislumbran mi verdadera belleza.

http://youtu.be/-hH1zutgUGk

jueves, 19 de septiembre de 2013

Llamando a la puerta

- ¿Qué esperas encontrar aquí? ¿Por qué has venido?- Preguntó el guardián.
- No lo sé... Las palabras de este enorme lugar me atrajeron con una fuerza que no podía reprimir. Me cogieron de la mano y me trajeron aquí. Supongo que lo que busco es un lugar donde cobijar mi mente, un sitio donde poder sentirme abrazado frente a todos los peligros de ahí afuera.
- Podrás atravesar la puerta de entrada, pero no el resto. Te quedarás en el rellano.
El guardia se apartó y dejó que entrase dentro del inmenso castillo.
Allí, había otra puerta custodiada, pero no por un hombre, sino por una bestia.
- ¿Qué buscas aquí? El acceso está vedado para aquellos que vagan errantes por este mundo.
- Aún lo desconozco... El agradable cantar que despedían las notas de este rincón del universo me hicieron venir aquí casi de forma inconsciente. Creo que lo que busco es poder escuchar esas melodías, y dejar que invadan mi cabeza y mi alma.
- Podrás pasar, pero solo se te dejará entrar a las habitaciones secundarias.


 Continué avanzando, y, tal como me había dicho el último centinela, solo podía entrar a habitaciones pequeñas y sin mucha complejidad. Hasta que llegué a otra puerta, esta guardada por dos gigantes, al final de una enorme sala de baile, coronada por una enorme lámpara. Al llegar allí, surgieron los improvistos de antaño.
- ¿Quién eres? ¿Qué deseas de este lugar? El camino está cerrado para aquellos que buscan lo que no les pertenece.
- Mi nombre... Poco importa. Pero, a decir verdad, no sé por qué he llegado aquí. Imagino que fueron los agradables paisajes y las hermosas flores que crecían por este lugar, todo ese colorido y esa explosión de armonías visuales deben ser las que me han traído de cabeza a este magnífico edificio.
- De acuerdo, pasa.- Respondieron mientras me dejaban paso.

Entré en una habitación plenamente iluminada, y allí había una chica, con un libro cerrado en sus manos. Al notar mi presencia, alzó la mirada.
- ¿Qué haces aquí? ¿Qué esperas encontrar en este rincón del mundo?
- Cuando llegué a este palacio no lo sabía muy bien. Al principio creía que era por las palabras, luego, que era por el sonido que emanaba, después opiné que sería por lo que había visto. Pero ahora que he llegado hasta aquí, puedo decir casi con toda seguridad que no vine por nada de eso. Entré en este palacio porque quise formar parte de ese libro que guardas entre tus manos, porque este mundo no es otro que el de tu mente, y yo no quiero ser un intruso, sino parte de estas habitaciones, y parte de esas hojas. ¿Me dejas pasar?


http://youtu.be/J9IYkgstMEM

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Himno de la Comunidad de Madrid

Hoy voy a poner un himno que me gusta mucho, no por el sentimiento que pueda tener hacia la comunidad en sí, sino por el significado que esconden sus letras.

Se trata de un poema cargado de ironías y de sátiras que los políticos que lo encargaron en su momento no supieron ver, cosa que no sorprende, pero que aún así no es nada desdeñable este logro. No es otro que el himno de la comunidad de Madrid, y fue compuesto por Agustín García Calvo, un poeta ácrata bastante avispado, véanlo, si no, ustedes:

Yo estaba en el medio:
giraban las otras en corro,
y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
ya se hacen Estado los pueblos,
Y aquí de vacío girando
sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una:
no voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
autónomo, entero!
Mire el sujeto
las vueltas que da el mundo
para estarse quieto.


Yo tengo mi cuerpo:
un triángulo roto en el mapa
por ley o decreto
entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
provincia de toda provincia,
flor del desierto.
Somosierra me guarda del Norte y

Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
se llevan el resto.
Y a costa de esto,
yo soy el Ente Autónomo último,
el puro y sincero.
Viva mi dueño,
que, sólo por ser algo,
¡soy madrileño!


Y en medio del medio,
Capital de la esencia y potencia,
garajes, museos,
estadios, semáforos, bancos,
y vivan los muertos:
¡Madrid, Metrópoli, ideal
del Dios del Progreso!
Lo que pasa por ahí, todo pasa
en mí, y por eso
funcionarios en mí y proletarios
y números, almas y masas
caen por su peso;
y yo soy todos y nadie,
político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
que por algo se dice:
De Madrid, al cielo.


http://youtu.be/ZlTYo78Y4vE

viernes, 13 de septiembre de 2013

Parnaso

Hay niebla en las 
calles del Parnaso, 
no se ve el Big Ben,
ni la Diosa Cibeles.

Cae lluvia como
misiles de morteros,
y no se siente nada,
y no se moja nada.

Vuelan almas
perdidas y olvidadas,
motas de polvo
pasto de las eras.

Sentado en el banco
junto a Napoleón,
viendo pasar su barco,
vacío como una ilusión.

Desconozco la muerte,
esto solo es la mente,
vanos pensamientos
que vienen y se marchan.

Igual que Dios creamos
mundos de la nada,
en una vida misteriosa
sin saber de donde viene,
ni hacia dónde se va.

Y lo único que queda
son las cálidas pecas
en tu rostro, nada más.

http://youtu.be/vzB19amNuD0