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sábado, 2 de enero de 2016

Viajes

Cogeré un coche esta noche, y me marcharé a las horas pasadas. Muchas caras aparecerán, y me recordarán momentos amargos, tragos difíciles de pasar. Sobre la mesa, podrán platos repletos de errores y una sonrisa burlona que dispare justo en el pecho.

Pero no importa, somos lo que hemos hecho de nosotros mismos. Tiraré la primera piedra si hay que reconocer la imperfección, el límite insano de la equivocación.

Alguien cercano me dijo que lamentaba haber hecho muchas cosas, que si pudiera volver atrás las cambiaría. Tuve que decirle que si él era así, se debía a todas sus acciones. Incluidas esas. Y que seguramente el haber sido así, provocaba que ahora fuese distinto.

Y, ¿saben qué? Terminó aceptándolo. No hay vuelta atrás. Sólo tratar de ser mejores con el paso del tiempo.

https://youtu.be/_OnP2MGyuis

lunes, 2 de noviembre de 2015

Para nadie

La aurora no aparece,
me acostumbré
a la noche del destructor,
unas manos que rompen
todo lo que construyen.

No conservo el eco,
nada susurra ya,
habré olvidado la dicha
en el tercer barranco;
allí donde arrojo
lo que nunca hago. 

No quiero ser ni
permanecer, diluir 
todas las huellas,
pues mi impronta
es señal de ruina.

Aquellos que no ven
las barreras, ¡cuidado!,
entrar es la muerte;
salir, la memoria.

Si buscas, encontrarás
imperios de pesadilla,
sueños de cartón
y la furia del solitario.

No todos ven la puerta,
inocentes que observan
la ventana de sus vidas;
esto no es un juego,
aunque se acabe la partida.

Si sobrevives al horror,
haré para ti un residuo,
hecho de tiempo y gloria,
forjado con sangre y calor.

Y si los cristales rajan
la piel que hay en tu cara,
dejaré que te lo lleves,
pues nada hay que perdure más.

No es el fuego, no, ni el agua;
ni el temblor de las piernas,
ni los gritos del placer, no,
lo que te llevarás es el recuerdo.  

https://youtu.be/YjkyalaqrSo 

lunes, 12 de octubre de 2015

Estrellas

- ¿Por qué te quedas aquí por la noche?

- Me gusta ver las estrellas que se ven desde este lugar. De allí adonde vengo no puedo verlas.

Ambos están sentados. Es noche cerrada. Sólo se ven estrellas en el cielo.

- ¿Y por qué te gustan?

- Antes creía que me gustaban por ser bonitas. Pero hay algo más. Levanta un brazo, todo lo alto que puedas. ¿A que no puedes siquiera soñar con tocarlas? Un espectáculo tan bello, una luz tan profunda, fuera del alcance. Quizá sea eso lo que me atrae. Lo imposible que parece llegar hasta ellas. A veces me gustaría ser aire, ¿sabes? Para tocar aquello que no puedo acariciar, para sentir todo aquello que no puedo sublimar.

- Parece bonito, pero a la vez aterrador. Pensar que es algo que no puedes conseguir por mucho que lo intentes...

- En cierto modo tienes razón. Yo una vez vi dos estrellas que pasaron muy cerca de mí, y, a pesar de la cercanía, sólo era posible soñar con ellas. Nada más.

- ¿Qué estrellas eran esas?

- Me están mirando ahora mismo.

https://youtu.be/oE4XWJj_KHU

jueves, 10 de septiembre de 2015

Los lobos

- ¡Ey, hola! Has vuelto. ¿Cuanto ha pasado? Quince días, ¿no? Eso sí, has llegado con ganas de hablar. Y eso me gusta. Veo que también has traído dos animales contigo. Lobos. Muy bonitos cuando no están hambrientos, ¿no crees? Pero ven, no te quedes ahí, de pie.

La figura se desplaza y se sitúa al lado. Los lobos, al fondo, se quedan expectantes. Uno es de color negro con ojos verdes, el otro, blanco con ojos azul intenso. Deben ser del mismo tiempo, pues la altura y complexión que tienen son similares. Son jóvenes. Casi es de noche, por lo que sus ojos despiden un brillo hermoso.

- Bueno, ¿cómo van las cosas? Ya estás de vuelta al trabajo, ¿no es cierto? Y después, "finito". Ya me contarás donde conseguiste los lobos. Ahora que has venido, me preguntaba si... Es una duda que tengo, y es que, tú dices cosas, hablas, pero, ¿algo de eso me lo dices a mí? A mí me gusta pensar que sí, que por alguna razón vienes de vez en cuando a sentarte aquí. Aunque en realidad tengo mis dudas. Y no afirmo nada. Es mejor así. ¿No?

Silencio. Los lobos ya no están quietos. Están uno frente al otro y se gruñen, enseñando los dientes. La noche se cierra.

- Tus lobos no tienen buen humor hoy, ¿eh? A ver si se les va a escapar un bocado. Que yo le tengo mucho aprecio a mis brazos.

- No te harán nada.- Murmuró.

- ¿No? Bueno es saberlo. ¿Cuando volverás? Te eché de menos, ¿sabes? Venía aquí cada día y echaba un vistazo, por si te veía aparecer. Sin resultado. Hasta hoy. Aunque debes encontrar extraño eso, ¿verdad? Al fin y al cabo soy yo el que se pone a hablarte. Tú apenas hablas. Conmigo. Con el bosque sí. El río cambia cuando vienes. Y el viento. Lo cambias todo.

- Yo no cambio nada. Las cosas cambian.

- Umm... Las cosas cambian debido a ti. Sin ti permanecen igual. No importa cómo lo quieras definir.

Se escuchan dentelladas y aullidos escalofriantes. Los lobos se pelean. Se muerden en las orejas, se dan zarpazos en la cara, se revuelcan en el suelo.

- Traje piruletas. No sé si te gustan, pero quise traerlas. Ten.

- ¿Por qué haces esto? - Cogió la piruleta y la abrió.

- ¿El qué?

- Todo esto. Lo de venir aquí. Lo de hablarme. Darme esto. - Se metió la piruleta en la boca.

-  ¿Y por qué no habría de hacerlo?

Un gemido lastimero interrumpe la escena. Uno de los animales va ganando. No se distingue bien quién, debido a la sangre y a la oscuridad del lugar.

- Yo también he estado pensado... Cuando vienes aquí, y me hablas, ¿me hablas a mí o hablas contigo mismo? ¿Me dices a mí las cosas o te las repites para ti?

- Quizá las dos opciones son ciertas. Pero piensa que si no vinieses nada de esto se habría dicho.

Una ráfaga de sangre empapa a los interlocutores. Solo queda un lobo, que aulla, victorioso. El muchacho se gira para ver qué lobo es el que ha muerto.

- ¡Mira! Ha matado al lobo que tenía los ojos...

- Lo sé. No hace falta que me gire. Sé quién ha ganado. Lo que no sé es si tienes algo que ver en eso. 

viernes, 21 de agosto de 2015

El sueño



En el campo
de los sueños
me dormiré,
esperando.

Rozarán mis
dedos rotos
las palabras
nunca dichas.

Crecerán flores
a mi alrededor,
y adentro brotarán
semillas huecas.

Una enredadera
fuera de control,
perdida en la inmensidad
de las dudas.

No me despiertes,
no, que el dolor
es una cuchilla
alumbrando la noche.

martes, 18 de agosto de 2015

El abismo

- ¡Eh! ¿Sabes lo que ha pasado? ¿Por qué estamos solo nosotros dos aquí?
- No lo sé. ¿Sabes tú por qué se ha abierto la tierra haciendo una brecha insalvable entre nosotros?
- Ni idea. Ya he estado más veces aquí. Pero siempre estaba yo solo. Sé quién eres. Te he visto en algunas ocasiones desde aquí. Estabas allí, más abajo. Cuando encendías la luz de tu ventana, entonces te observaba.
- ¿Eso hacías? ¿Y por qué no bajabas? Eso asusta, ¿sabes?
- Lo desconozco. Supongo que no quería molestarte. En realidad soy inofensivo. Tampoco entiendo por qué ahora que estás frente a mí, no podemos cruzar al otro lado.

Silencio. Es noche cerrada, y el frío inunda el valle. Una brisa gélida, un aullido mortal.

- Yo a veces también te veía, ¿sabes? Me preguntaba qué hacías allí arriba, tan solo, en lo alto de la colina. Ahora ya lo entiendo. Solo un poco.
- Eso sí me sorprende. No creía que te fijases siquiera en mí. Dime, ¿por qué has subido hoy?
- Me apetecía ver las estrellas. Allí abajo no se ven, ¿sabes?
- Eso es porque no te has mirado al espejo.
- ¿Qué? ¿Qué quieres decir?
- Nada. ¿Aún no se te ocurre por qué estamos así?

Pausa. Los dos empiezan a sentir frío. No se ve la luna, pero las estrellas invaden el firmamento.

- No estoy segura. Quizá sea porque el miedo ha controlado el valle, ¿no crees? Ni siquiera debería estar hablando contigo. Esto no está bien, no. No debo. No sé por qué sigues aquí. Ya tendrías que haberte ido. ¿Por qué te has quedado? - Musitó, con los ojos húmedos.

- Ya me acuerdo. Creo que fueron mis ganas por bajar lo que abrió las entrañas de la tierra. ¿Dices que fue el miedo? Puede ser también... No recordaba muchas cosas después del choque. Yo... Yo no puedo irme. Aunque no pueda tocarte, o hablarte. Demasiado bonito me parece ya el que estés ahí manteniendo unas palabras conmigo.

- No te entiendo. No te entiendo. No es normal. Esto no es normal, no... Si ni siquiera sabes cómo soy... Quizá esto que se ha formado es para que reflexiones y cambies de parecer. Sí, puede ser eso. Tomar distancia arreglará esta locura que has creado.

- ¿No piensas que es un poco contradictorio? Tú siempre has estado abajo, y yo aquí, en la colina. ¿Qué distancia? ¿Acaso suponen una diferencia unos metros más? Siempre hemos estado así. Sin tocar las yemas de los dedos de la otra persona. Seguramente sea mi culpa, no lo niego, pero este abismo no puede cambiar nada. Acaso apuntale la soledad y apague estrellas del cielo. Nada más. No silenciará tu voz. No apagará tus ojos.- Contestó, con un deje de tristeza en la mirada.

https://youtu.be/O0HQ6-Czb3U




martes, 21 de julio de 2015

Cicatrices

- ¿Y ésta? ¿Donde te la hiciste?

Ella no pudo evitar escuchar la conversación que se daba a pocos pasos. Era la noche del Windest End, y había ido al bosque cercano para ver el espectáculo de las luciérnagas. Se había colocado en un árbol caído, en un lugar apartado, pero claro, al ir mucha gente, era inevitable el escenario.

- Ah, esa fue durante el asalto a la fortaleza de Lemer. La flecha me pasó rozando, por poco no la diño.
- Tienes mucha suerte. Estás todo lleno de señales y estás vivo, aquí, hablando con nosotros. Brindo por eso.

Se escuchó el tintineo de unas jarras. Con seguridad se trataría de cerveza.

- Dicen que el ejército de los grises se aproxima. ¿Qué opináis de eso?
- Que vengan, que vengan. ¿Qué son unas heridas más?
- Te envidio, con todo lo que has pasado y sigues con ganas de pelear. Eres muy fuerte.
- Bueno, bueno, no te preocupes, algún día llegarás a parecerte a mí, si dejas de estar escuchimizao'.
- Qué humilde eres.

Risas.

Ya no pudo aguantar más. Se levantó del tronco y se acercó a los desconocidos.

- No sabéis de lo que habláis. Dejad de decir payasadas. - Dijo la mujer.
- ¿Y quién eres tú para decirnos de qué tenemos que hablar? ¿Acaso además de fisgona tienes que dar órdenes? - Preguntó uno.
- ¿De qué se supone que no hemos de hablar, moza? - Inquirió el de las cicatrices.
- De lo fuerte que eres. De lo mal que lo has pasado. Porque no tienes ni idea.
- 'Amos, ande', pero si ni siquiera tienes cicatriz alguna. Tú sí que no sabes nada.
- Eso, lárgate, que ni pinchas ni cortas aquí.

Las lágrimas aparecieron tímidamente en la cara. Se dió la vuelta y se alejó. En el fondo sabía que no tenía que haberse acercado. Entró al bosque, y, ante el espectáculo de las luciérnagas, sus negros ojos, todavía húmedos, relumbraron en la oscuridad. Entonces murmuró:

- Que vosotros no las veáis no quiere decir que no las tenga. Y acaso sean peores que el roce de una flecha. Las cicatrices que se guardan adentro.


https://youtu.be/2iknSyuTwZ0?list=PLHGgUQ3I6mwArWFKRikzbbU2VGldjcEaW




martes, 24 de marzo de 2015

Ni tan santos, ni tan inocentes

- ¡Jesús! ¿Cómo ha podido pasar esto? - Preguntó Otilio, el policía.

Otilio, un agente de la ley, con barriga cervecera y gafas de sol, siempre ha tenido una vida agradable en el pueblo. Lo máximo que había hecho; incautar la marihuana de los jóvenes para luego pimplársela él, o dar vueltas con el 4x4, que se vea que hace algo. Y ahora se encuentra con dos cadáveres, allí, ante sus narices. En el parque La Victoria.

- Pepe, dame el informe, y un pañuelo, que no aguanto este tufo y se me revuelve el estómago.

Pepe, compañero de Otilio, era más bien poca cosa, delgado, bigotillo cuidado, y algo más serio que su homólogo.
 
- Pues son Don Caci, y su subalterno, el Que. Tienen heridas cortantes graves, ambos, en la zona de la garganta, haciendo una oscilación de izquierda a derecha.
- En cristiano, Pepe.
- Que les han rajao' el cuello, vamos.
- ¡Qué horror! ¿No hay ningún testigo?
- Sí, sí lo hay. No ha querido dar su nombre, y solo cooperará si protegemos su identidad.
- ¿Qué tonterías son esas? Anda, llévame a verlo, que este pestazo se me va a pegar en la ropa, y luego mi mujer me mata.

Y así, Pepe y Otilio, que bien podrían recordar a personajes de tebeos a los lectores de más edad, se fueron a la comisaría, instalada a las afueras del pueblo, donde les aguardaba el importante testigo.

Las oficinas, relucientes, apenas habían sido usadas para algo que no fuera jugar a las cartas y echarse unas cervezas. Qué dura y aburrida es la vida del policía en el pueblo, que no pasa nunca nada. Aunque para ver lo de hoy, mejor que siguiese así.

- Bueno, pues ahí está la persona de la que te hablé. Se ha puesto una máscara y no quiere quitársela. Que si se la quitamos no nos cuenta nada, dice.
El desconocido estaba sentado, y ambos policías optaron por sentarse enfrente.
- Pero "amos" a ver hombre, ¿cómo va a hacer eso? Si no quiere contarnos las cosas, al cuartelillo, y verás como canta, ¿verdad Otilio? Pero bueno, tengo curiosidad, así que dejaremos eso para después. Cuéntanos lo que viste ayer. - Ordenó Pepe.
- Lo haré, pero después de esto, no haré más declaraciones.

Era una voz ronca, algo débil, la que emitía ese murmullo, pero tenía algo que incitaba a aceptar lo que dijese.

- Era la noche del clásico de fútbol, osease, anoche. Yo iba camino de casa, cuando vi a unos muchachos armar jaleo en el parque de La Victoria. Uno de ellos se había llevado una tablet de esas modernas y estaban poniendo el partido. Habían bastantes botellas de alcohol por el suelo, y los muchachos estaban poniéndose finos, pero al parecer molestaban con el ruido a los vecinos.
Entonces vi aparecer a Caci, el alcalde, con el Que, y se acercaron adonde estaba la chavalada.
- ¿No podéis dejar de hacer ruido? Estáis molestando a los vecinos. - Dijo Caci.
- ¿Y a nosotros qué más nos da, viejo? Te van a seguir votando, los tienes puestos a dedo en el ayuntamiento y les das vales de comida. - Se rió uno de los allí presentes.
- Cuidado con lo que dices, amigo, no sabes quién soy. Marchaos ahora mismo o llamaré a la policía.
- Oye, viejo, relájate, estamos intentando ver el partido, de buen rollo. Tómate unos tragos y vete con tu mujer.

Más carcajadas. Fue entonces cuando el Que cogió una de las botellas, y la tiró al suelo. Se hizo añicos. Entonces la atmósfera cambió. Ya no había risas.

- Esa botella ha costado dinero, ¿sabes? Espero que la puedas pagar.
- No tiene que pagaros nada, os lo habéis ganado. Dad gracias a que se queda ahí. - Intervino el alcalde.
- ¿Ah, sí? ¿Y qué más podría ocurrir?
- Pues, por ejemplo, ¡esto! - Exclamó, mientras le daba una patada a otra botella.

Aquello terminó por caldear los ánimos. Los muchachos agarraron a los dos hombres, que forcejeaban.

- ¡¿Cómo os atrevéis?! ¿No sabéis quién soy? Esto os costará muy caro.
- Claro que lo sabemos. Te crees que eres intocable por tener a medio pueblo en el bolsillo, pero aquí no tienes nada que hacer, despídete, Caci. - Le espetó uno, mientras le acariciaba ferozmente el cuello con la navaja.

Después le llegó el turno al Que. Dejaron los cuerpos allí tirados, cogieron las botellas que quedaban, y se marcharon de allí, antes de que se terminase el tiempo del descanso. Entonces yo llamé a Otilio, y él acordonó la zona.


Y hasta aquí las aventuras de Pepe y Otilio. Como es una interpretación muy libre de Los Santos Inocentes, dejaré algunas notas a pie de página y reflexiones.

En general supongo que habréis identificado quién es quién en el paralelismo, si habéis leído la novela, o visto la película. Yo entraré a hablar del que sería Azarías. Aquí, en este relato corto, ese papel lo interpretan los jóvenes del botellón, y la Milana bonita, evidentemente, es el alcohol y el fútbol, aunque se podrían introducir más elementos.

Ahora bien, Azarías, y toda la gente de aquel entonces, tenían una excusa. El primero tenía problemas mentales, y los familiares eran analfabetos, o bien tenían poca cultura, así que seremos buenos, y no nos vamos a enfadar con ellos por ser así. Ahora bien, nosotros no tenemos excusa. Tal vez, los abuelos, y en parte los padres, pero los jóvenes, no tienen ninguna. El cielo está abierto para nosotros. La cultura es más accesible que nunca, existen los medios para acceder a ella de forma gratuita, y quien no la adquiere es porque no quiere. Habrá excepciones, claro, pero en general, se rechaza. Yo he visto a gente pedirme que les resuma una obra de teatro, porque no había cojon** de que abriesen un libro. Y lo peor es, vanagloriarse de eso. Nos estamos dilapidando nosotros solos. Y el castigo lo vemos día a día, es decir, ha cambiado todo, pero las estructuras sociales, y ese analfabetismo cultural, siguen igual. Sabemos leer, sí, ¿pero para qué? Si en el fondo somos como Azarías.

Y para que esto no os suene demoledor, dejo una situación hipotética. Imaginen que hoy mismo se prohíbe el fútbol. Que se corta todo tipo de vínculo con él. Se armaría una buena, ¿verdad? Pues bien, ¿creeis que si lo que se prohibiesen fueran los libros, se armaría el mismo revuelo?

A petición de Nuria.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Amistad

Hoy no es un buen día. Todo está nublado, dentro y fuera. Ni siquiera llueve, no. Ni siquiera eso. Quizá sea porque no sé qué hacer para que los hilos de la suerte vuelvan a mis dedos. Los cortaste tú, con una sola mirada. No era una mirada mala, solo era la que no quería ver. Todo es injusto, ¿verdad? Pero no te culpo. No es algo extraño. Solo que, eso puede conmigo.

He construido con mis manos mundos que ni siquiera sabía que existían, solo para ti. Y podría hacer más, si quisieras. No sabes cuántos segundos murieron en la batalla de las horas únicamente para poder acariciar con los dedos las alambradas de tu alma. He acariciado el cielo de tu piel desde el infierno, sin saber qué paso dar para evitar más muertes, rodeado de cloro y gas mostaza, y como máscara protectora, el eco de tu voz viajando a través de la desolación. Conseguí para ti la flor escondida en la ciudad de la metralla, escondida tras barro y metal, bajo un casco de ilusiones.

Yo, que he recorrido kilómetros y kilómetros en lugares únicos, que he viajado bajo el peligro de lo estático, y como única guía, la locura.
Yo, que lo único que quería era embriagarme de tu aliento durante toda la noche, embarcados sobre rayos de erizos.

Y ahora te veo, levantas bandera blanca, y te conviertes en mi amiga. Y quieres paz, cuando yo llevo todo un ejército dedicado a la guerra. Me colocas en la frontera, cuando yo quiero la anexión.
Y es que la neutralidad es extraña. Sobre todo cuando me ofreces una tregua que yo nunca podré ganar.

La del silencio.

Para Marta.



Palabras clave: Amistad, infierno, flor.

martes, 3 de marzo de 2015

Recuerdos

No sé qué le llevó a Martin llevar a cabo aquella acción, yo aún no puedo darme cuenta de nada, aunque lo vi todo, aquel día, en el bosque. Pero si se lo contase a alguien seguramente me hubieran tildado de loco, y el que hoy les escribe para intentar quitar tinieblas del extraño caso acontecido en el Glad Forest hace veinte años, seguramente estaría en el centro de salud mental.

Verán, Martin era un joven maestro de escuela, en aquel agujero en medio de la nada que era mi pueblo. No estaba en medio de la nada, es cierto, porque la ciudad estaba cerca. Pero las mentalidades eran demasiado conservadoras, como suele darse en estos lugares. Yo era un muchacho que aún tenía todo por descubrir, y la fascinación que sentía por mi maestro, me hizo seguirlo a través del bosque. No lograba entender cómo alguien como él, que sabía seis idiomas, y era muy inteligente, hubiera acabado en un sitio como este, cuando seguramente en otros lugares estaría mejor.

El caso es, que aquel día Martin estaba extraño. Caminaba con dificultad, con pesar, y llevaba una mochilita a la espalda. Anduvimos largo rato, y, en el centro del bosque, se detuvo. Había un tronco enorme de un viejo pino que había sido cortado al estar enfermo, y ahí se sentó mi maestro. Abrió la mochila, y sacó un trozo de queso y algo de pan. Debo decir que me dió hambre, pues era ya tarde, y quedaba poco sol en el cielo. Y yo, que era un poco miedica por aquel entonces, dudaba sobre si salir, o quedarme así. Ahora me alegro de haberme quedado escondido, pues lo que voy a revelar, sin duda se os antojará terrorífico.

Una vez hubo terminado de comer, Martin cogió de la mochila un escalpelo, y una foto, en la que aparecía una chica. No sabía quién era, ni nunca lo sabré, porque no supe más que aquello. Entonces, comienza a cantar. No conozco el idioma, pues yo no tenía ni idea de lo que decía. Lo único que sabía era que estaba impregnada de melancolía y de dolor. Era noche cerrada, y yo estaba paralizado de miedo, pues no me esperaba una escena así.

Cuanto más cantaba, más desgarrada era la canción, llegando a incluso a llorar. Yo me aguantaba como podía. Entonces, empezaron a llegar luciérnagas, pues no lejos de allí había un lago donde solían ir. Lo curioso era que todas iban hacia él, y se posaban en su cuerpo. Una vez terminada la canción, cogió el escalpelo, y, con determinación, se rajó el cuello. Rápido. Limpio.

Las luciérnagas se fueron todas, como si aquello fuese un horrible crímen en el estado de la naturaleza. Todas, excepto una. Se quedó en el cuello, llenándose de sangre, y su luz fue haciéndose cada vez más y más intensa, de un rojo increíble, hasta el punto en que pensé que podía llegar a estallar en cualquier momento. Fue entonces cuando llegó lo peor. La luciérnaga se dirigió hacia mí, lenta, pero inexorable, y se posó en mis labios. Ya pueden imaginarme. Ojos abiertos de par en par, a punto de llorar y gritar, conmocionado por lo que acababa de ver. Un espectáculo poco digno de ver, un espectador inoportuno.
Y fue cuando lo escuché. La voz, la maldita voz de Martin. Parecía provenir directamente de aquella luciérnaga endiablada.

- Escucha bien, Aluccard, la lucha que no lleva a nada acaba en derrota, nunca pelees por aquello que no aprecia tu esfuerzo, no te marques un solo camino, porque si se corta, no sabes adonde ir. No seas como yo Aluccard, o las libélulas devorarán tu alma.

Para Nana

Palabras clave: Libélula, escalpelo, políglota.

sábado, 28 de febrero de 2015

Experimentos

Ayer no pude dormir. Las pastillas no hacen efecto, y los sonidos de la noche se suceden como en una película de terror. Me salí de la cama y me monté en las nubes del otoño. Caí dentro de la niebla, donde las cosas se burlan de ti, y te dibujan paisajes extraños. Tanto es así que me ví a pocos pasos de mí, llorando. No sé cómo pude arreglármelas para no salir corriendo y ver qué era todo aquello.

- ¿Qué ocurre? - Le pregunté.
- Oh, eres tú. Qué sorpresa.- Respondió, sarcásticamente.
- ¿Qué te ocurre?
- ¿Acaso no lo sabes? ¿No sabes lo que es andar por caminos llenos de trampas y horrores? Siempre que trato de hacer lo que quiero, alguien se burla de mí, y me dice que eso no, que me está vedado. Y que lo andado no puedo deshacerlo. Que un solo error se paga con mil días de penitencia, aunque desees no haberlo hecho.
Las estrellas amigo mío, las estrellas. Quieren que nos choquemos mientras intentamos alcanzarlas.

Algo se desató dentro de mí. Acababan de tocar una caja que estaba guardada, fuera del alcance; y aquella persona, igual a mí, estaba allí, abriéndola y esparciendo el contenido a mis pies.
La niebla me sofoca, y las lágrimas se empujan unas a otras por salir. No puedo apagar el interruptor.

- Adonde... ¿Adonde estamos? - Inquirí, jadeante.
- ¿Esto? Es el mundo del espejo.

Para Goli. 

Palabras clave: Soledad, arrepentimiento y hechos consumados.

lunes, 9 de febrero de 2015

Luciérnagas

Me asomo a la ventana y observo a una niña intentando coger luciernagas, es plena noche, y está todo lleno de ellas. La niña, de unos cinco años, ríe y salta, pero no consigue atrapar ninguna, siempre se le zafa su objetivo, y, aún así, sigue intentándolo. No pierde la ilusión de conseguir uno de esos seres luminosos. Se cae, traga barro, y continúa. A pesar de que no puede alcanzarla.

Entonces aparece un hombre, y le coge la luciérnaga a la muchacha con una red, y se la da.

- Aquí tienes, pequeña.

La niña, horrorizada, se aparta del hombre.

- No la quiero.
- ¿No estabas intentando coger una?
- Sí. Pero eso que has hecho no me sirve para nada. Quiero coger la luciérnaga porque me cuesta, no porque sea bonita. Quiero obtenerla porque está fuera de mi alcance, y si tú me la das tan fácilmente, no me sirve para nada.


lunes, 14 de julio de 2014

I'm come back

Estuve corriendo sobre campos de minas, parapetado bajo trincheras y con el brazo manchado de rojas heridas de bala, enemigo de un solo ojo. Noches en vela queriendo vencer a mi rival más temido en aquellos días de ardiente escarcha, un opositor que quería desgarrar mis entrañas de una forma tan dulce que yo mismo quería probar aquello. Una estúpida sonrisa enfrente de mi rostro, en el lugar donde se difumina la muerte con la vida, como un cuadro de Da Vinci, hasta que ya no pude más, y cerré los ojos. Me venció el sueño y yo he vuelto. Ya no estamos en guerra, bendita tregua temporal.

sábado, 25 de enero de 2014

Warm

Dos marionetas guiadas por los hilos de sus propios corazones se reunieron bajo la sombra de un viejo árbol que guardaba la entrada a las entrañas de la tierra. Ellas se movían al son del viento, sin interrupciones, hasta que entrada la tarde, montones de insectos aéreos llenaron con su aleteo el lugar. El día se encontraba frío y con un cielo despejado donde el sol se negaba a mostrar su lado más cálido. Oscuro pero claro.

Los muñecos se mueven de sus posiciones, y se dirigen al interior del bosque, a las zonas más oscuras, donde solo los pájaros aparecen de vez en cuando, en el transcurso de su vuelo. Allí, los hilos que portaban se entrelazaron una y otra vez, y la frágil madera empezaba a prenderse con la fricción de los mismos. Era un fuego que quemaba, que inflamaba el pecho, pero que no se expandía más allá de los participantes de aquella transformación. Montones de hormigas corretearon alrededor de los cuerpos, igual que las ondas que crea una piedra al ser lanzada al agua. La tierra, caliente, se levanta, partícula a partícula, con cada suspiro que se escucha en el eco.

Las brumas de la noche cubren los ojos, igual que persianas bajadas para evitar la luz en la habitación, y rayos que llenan el cuerpo estallan en millones de diminutos electrones, que se confunden con el agua que despide la madera de los ardientes muñecos, y, mientras todo ocurre, los trenes viajan transportando curvas en los labios.

http://youtu.be/AQ-iU33vJQU

miércoles, 22 de enero de 2014

Danzar

He visto cosas que hacen vibrar los cristales inertes de un bar de mala muerte, como praderas envueltas en llamas en el país del agua. Y es que llevar cuchillos en el traje de baile puede ser una mala idea, pero habrá que defenderse por lo que pueda venir. Si te sujeto bien fuerte no pongas el arma en mi garganta por un paso cambiado, la música se transforma, y el compás se vuelve lento o acelerado conforme avanza la noche. Son las notas que fluyen de los instrumentos las que marcan el ritmo, y las melodías siguen siendo hermosas.

Coge entre tus manos ese objeto cortante y conviértelo en un montón de mariposas que revoloteen a nuestro alrededor en esta fría noche de invierno. No estamos en ninguna trinchera que no sea la de tus ojos observando los míos. Continuar la danza no debería ser más difícil que observar la luna llena frente a nuestros ojos. La música seguirá sonando.

https://www.youtube.com/watch?v=Gx-OTFOq0-Y

domingo, 5 de enero de 2014

Slowly

Vamos a quedarnos despiertos, mirándonos el uno al otro. No se cerrarán los ojos, la marea negra del sueño no puede alcanzarnos cuando estamos volando sobre las nubes. Nos tumbaremos sobre una cama de agua y comeremos flan, chocolate o mermelada, sintiendo la piel del otro dentro de las fauces del sabor. No importa si somos parte de la degustación, el corazón se acelera como sucesivos rayos en una hilera de cielo, y los mordiscos se suceden, parsimoniosos, sobre temblores de éxtasis.


Se unirán dos meteoros de fuego en mitad del universo estrellado, y recorrerán terremotos de punta a punta, mientras las flores de los cerezos se abren kilómetros más abajo. Pasaron huracanes y se llevaron las malas hierbas, trayendo consigo un verano helado de nubes que tiñen las alturas, escondiendo al sol del ojo humano.


Pasaremos la mano sobre campos de flores en la arena de la playa, caminando junto a las conchas que nacen en los rompeolas, al tiempo que la noche cae sobre nuestras cabezas. Se mojarán nuestros pies junto a dos serpientes rojas que jugarán hasta que tengan que separar sus cabezas para ver el amanecer junto con el rocío que desprenderán las flores con los primeros rayos de sol.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Camina bella, como la noche

Camina bella, como la noche
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan
Y hablan de días vividos con felicidad.
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón con inocente amor!

Lord Byron 

martes, 24 de diciembre de 2013

And I'm yours

Cuando llegué al bosque de las Ánimas habían cambiado bastantes cosas. Los árboles, desnudos y delgados, dejaban un ambiente triste y desolador. Me senté allí, encima de una seta gigante, y miraba cómo el reloj de arena iba cayendo grano a grano sobre el viento. Y entonces la vi, hablándome desde dos direcciones distintas, pues su voz se propaga por el viento igual que el polen de las hermosas florecillas que habitan en Northumbria.

Había conseguido llevar el paquete a su destinataria, y decidimos ir a un lugar seguro para poder ver el contenido. Avanzamos por el bosque, y los elfos que antaño moraban en sus casas árbol habían abandonado sus hogares, seguramente por la inestabilidad del tiempo. Tuvimos que cambiar de ruta para poder quedarnos en un lugar donde los ojos del mal no pudieran acecharnos. Se veían a los animales correr entre los caminos, apresurados, como si algo maligno se acercase, aunque luego se vería que todo ello no eran más que fábulas.

Llegamos a una pequeña aldea, llamada Baolimco, donde pudimos parar en una posada. Nos sirvieron té hecho con las distintas hierbas del bosque, y adquirían una tonalidad naranja, y un sabor distinto al que estaba acostumbrado, pero aún así, estaba bueno.
Entregué a aquella muchacha la correspondencia, y, aunque ya la había visto otras veces, y estábamos conectados por el hilo de los ancestros, se sentía como la primera vez. Pero no porque no la conociese, sino porque las emociones eran las mismas del primer día, incluso más intensas, igual que un río siendo desbordado por sus afluentes. Y echaba anclas en sus ojos, y el color del fuego movía su cuerpo cuando comenzaba a descifrar las palabras élficas de la misiva. El ejército de la Risa, y la marca de Alegría tomaron aquel lugar, pasando a carcajadas a todo el mundo. Y, cuando yo pude verme en ella con total claridad, los vasos se desbordaron junto al calor de las llamas.

La sangre ya no transportaba glóbulos rojos o blancos, sino una gran dosis de droga que la proporcionaba ella sin que yo tuviera que ingerir, fumar o inyectarme nada. Se sentía como una explosión de colores en mitad del oscuro firmamento. Y acariciar la proa con las velas del barco inicia una ligera brisa de sensaciones en la piel.

A la hora de marcharnos, seguimos el viaje por senderos oscuros, pero protegiéndonos entre ambos en todo momento. Los cuervos volaban por doquier, y ella los espantaba con el brillo de sus alas, aunque los enemigos más poderosos, como los troll, tenían un efecto negativo en ella. Cuando nos tuvimos que separar, el reloj de arena casi se había consumido, y yo me aferré a ella, como si así, en esos segundos, pudiera evitar que el reloj siguiese su curso, y continuar así para siempre.

Al alejarse, comenzó una carrera por mi vida, en la que su olor corporal me acompañaba en el viaje. Ella decía que me aceleraba, y era cierto, yo seguí corriendo hasta que las únicas fuerzas que tenía eran las de poder volver a verla en otra ocasión, cuando la guillotina de las horas no pendiese de un hilo en mi cabeza. Y, mientras me alejaba en la enormidad de la noche, las plumas que llevaba conmigo me decían que no solo el comesueños podía ejercer su poder en el subconsciente, sino que su sola presencia derribaba cualquier otra posibilidad de sueño.
http://youtu.be/q9ayN39xmsI

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Today

Hoy un globo de cemento se hundía en el fondo del mar, mientras un pájaro carpintero intentaba abrirse paso picoteando entre los pequeños huecos. El sonido de las olas se escuchaba con fuerza, y el pájaro conseguía respirar bajo el agua, como si quisiera golpear por siempre el cemento.

Las voces de siempre se apagaron y solo se escuchaban extraños murmullos, como si de otras personas se tratasen. Un halo de inseguridad y desgana cubren los sentidos, igual que un espectro que lo absorbe todo y te deja sin nada más que un pensamiento aterrador. Los golpes destrozan la madera, y la sangre cae de los nudillos de un muñeco hecho con trapo. La enormidad me hace pequeño, y el eco reverbera en las profundidades de la noche. ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es la felicidad? Se repite como un chiste de mal gusto pronunciado por un bromista de segunda.

Y nadie responde, porque las sombras no tienen boca, solo muecas, y las tinieblas no necesitan hablar para decirte lo que debes saber. Es entonces cuando cristales de sal crecen en mitad de la nada, y, entre ráfagas de agua, descubres que la felicidad no es un estado de ánimo, sino un cisne de color negro volando alrededor.

viernes, 13 de diciembre de 2013


Los números se volvieron caóticos, en un espacio de embriaguez, donde las gráficas mostraban líneas que salían disparadas. La que mostraba el hastío alcanzaba cotas cada vez mayores, y, sin embargo, al caer la noche descendía velozmente, como si nada hubiese ocurrido. Tal vez sea eso lo que haya descolocado a los números, que se dan golpes en la pared intentando saber qué ha ocurrido.
Y es posible que no haya explicación, pero, sin embargo, sucede. Y habría que mirar cómo la gráfica de la alegría y del nivel de endorfinas se sale del nivel superior y continúa por el exterior del proyecto. No obstante, aún pueden alterarse los resultados, y no precisamente para que se use la situación inversa.