No caigas ni desfallezcas,
aunque tu cruz esté
toda pintada de rojo,
aunque tus ojos vean
alfileres formando suelo.
No dejes que el fantasma
de las páginas pasadas
imprima su rostro en el tuyo.
Que el aguijón del pesar
se quiebre contra tu piel,
no cambies de forma, no,
sigue siendo diamante.
¿Cómo puedes pensar
siquiera en apagarte,
si eres la luz que mueve
la pluma del indeciso?
Toma, cógela si quieres,
una mano que no está,
una sonrisa que no se ve,
el rayo que no cesa.
Ya lo sé, lo malo de soplar
sobre las cenizas es
que recuerdas el olor,
que recuerdas el fuego.
Pero no te entregues al agujero
negro del vacío, quiere devorarte
pero no es el único, seguro,
hay más piezas en el tablero.
No sueltes el escudo aunque
se quiebre tu espada,
a veces los procesos no pueden
ir todo lo rápido que debieran.
Toma, cógelo si quieres,
un abrazo que no toca,
una mirada que no atraviesa,
el beso que nunca te di.
Pero no te quedes atrapada,
los cementerios de barcos
ya tienen muchos efectivos,
y tú eres el mar en calma.
Y tú no lo sabes, pero vendrá
el día en que alces la vista
al cielo y descubras que
ya estaba despejado.
Hasta entonces, te digo,
aunque la sal cubra el espejo,
aunque el tiempo cercene,
dispara tu risa y haz al dolor
que se ahogue y truene.
Para la M que me refugia en Bukowski
Bienvenido a un mundo tan abstracto como lo que pasa por mi cabeza. Literatura rompecabezas que significa cualquier cosa menos la que es. O puede que veas la realidad.

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domingo, 13 de diciembre de 2015
martes, 8 de diciembre de 2015
La línea del horizonte
- No esperaba que vinieses. Es agradable verte más a menudo.
- Quizá necesitaba hablar. Todo esto... No logro entenderlo.
- ¿Por qué?
- No sé... Es increíble. Literalmente. A veces pienso que no saldremos de este círculo. Que tarde o temprano se romperá y que estamos destinados a que no cambie nada. Tú te marcharás a otro bosque y yo seguiré con mi vida.
Pausa.
- Y... En ocasiones recuerdo la ceniza, los viejos árboles que aún existen en terrenos yermos. Troncos desnudos, sin hojas. Formando parte del bosque, de mí. Yo avanzo, cambio las cosas de lugar. Le doy prioridad a mi trabajo. Cuando uno trabaja no puede pensar, ¿sabes? Entonces vienes tú, con todo el viento en contra, y te quedas. Quizá en vano. Pero intentas hacer un camino, a pesar de todo. Y yo me pregunto, ¿esto se quedará siempre así? ¿Habrá algo que cambie? ¿Será a mejor o a peor?
- Nada permanece inmutable. Ni tampoco hay nada destinado. Las cosas las cambiamos nosotros, aunque sólo sea mover una gota en el océano. Vendrán cosas que no sabes, actos que no esperas. Y, créeme, si el camino vale la pena, y te aporta cosas, la meta no importa tanto, aunque sea deseable. El fin, el objetivo, está para eso, para andar, avanzar, detrás de eso. Si nos quedásemos sólo pensando en la meta... ¿Dónde quedaría lo demás? Por eso me quedo. Y creo que pronto sabrás mejor el por qué.
https://youtu.be/xmWrsqX56zY
- Quizá necesitaba hablar. Todo esto... No logro entenderlo.
- ¿Por qué?
- No sé... Es increíble. Literalmente. A veces pienso que no saldremos de este círculo. Que tarde o temprano se romperá y que estamos destinados a que no cambie nada. Tú te marcharás a otro bosque y yo seguiré con mi vida.
Pausa.
- Y... En ocasiones recuerdo la ceniza, los viejos árboles que aún existen en terrenos yermos. Troncos desnudos, sin hojas. Formando parte del bosque, de mí. Yo avanzo, cambio las cosas de lugar. Le doy prioridad a mi trabajo. Cuando uno trabaja no puede pensar, ¿sabes? Entonces vienes tú, con todo el viento en contra, y te quedas. Quizá en vano. Pero intentas hacer un camino, a pesar de todo. Y yo me pregunto, ¿esto se quedará siempre así? ¿Habrá algo que cambie? ¿Será a mejor o a peor?
- Nada permanece inmutable. Ni tampoco hay nada destinado. Las cosas las cambiamos nosotros, aunque sólo sea mover una gota en el océano. Vendrán cosas que no sabes, actos que no esperas. Y, créeme, si el camino vale la pena, y te aporta cosas, la meta no importa tanto, aunque sea deseable. El fin, el objetivo, está para eso, para andar, avanzar, detrás de eso. Si nos quedásemos sólo pensando en la meta... ¿Dónde quedaría lo demás? Por eso me quedo. Y creo que pronto sabrás mejor el por qué.
https://youtu.be/xmWrsqX56zY
domingo, 6 de diciembre de 2015
Paso a paso
- ¡Ey!, ¿cómo vas? Te esperaba.
- ¿Me esperabas?
- Sí. Después de este tiempo más o menos he podido saber cuando sueles venir.
- No sé si alegrarme por la atención o si salir corriendo.
- Prefiero que sea lo primero.- Se sonrió el muchacho.
- Veo que estás más animado. ¿Por qué?
- He estado pensando. Y, por una vez, no ha salido algo negativo.
- Cuéntame.
- He llegado a la conclusión de que, aunque no lo digas, lo que digo, lo que hago, influye de alguna manera en ti. ¿No es cierto?
- ¿Y ahora te das cuenta?
- No estaba muy seguro. Supongo que entiendes mis dudas. Sé que actuar como una montaña rusa no ayuda a nadie, pero es con lo que he tenido que lidiar. Y ahora, no es que las certezas hayan cambiado, sin embargo, de algún modo me animo. Es muy curioso, ¿sabes? Que, sabiendo dónde está mi línea, y sin poder cruzarla, puedas trastocarmelo todo.
- Yo no trastoco nada. Es tu cabeza. Yo no me meto ahí y decido hacer de ella un laberinto.
- Sí, vale, tú no lo haces conscientemente. No obstante, sí formas parte de todo. Tanto es así que si tuviera que irme, una gran parte de mí se desgarraría por el camino.
- No te obligo a venir. Ya lo sabes. Puedes marcharte si lo consideras necesario. Notaría la ausencia, no voy a negar eso, pero el problema es que no se pueden reducir las cosas a un "estás conmigo o contra mí". El riesgo es enorme. ¿Qué haría si de repente todo lo que me rodea se convirtiese en cenizas? Si te dejo entrar, tú tendrías ese poder. Y ya hay una parte que está arrasada.
- Lo sé. Es por eso que, incluso con los pocos medios de que dispongo, seguiré intentado entrar. Palmo a palmo. Flor a flor. Y si al final no consigo llegar al centro, si ni siquiera logro tocarte, podré irme sin remordimiento alguno. Con la certeza de que el camino que he recorrido sin conseguir el objetivo, ha sido más hermoso incluso que el que otros pisotearon sin saber que entraban en los jardines mejor dispuestos que nunca vi. Y las murallas que ellos encontraron bajas y sin alambre tendrán la huella de mi sangre. Y si al menos consigo eso, podré irme; ligera la carga, deshecho el interior.
- ¿Qué piensas hacer?
- Pronto lo sabrás.
https://youtu.be/xDtcTn5gb1I
- ¿Me esperabas?
- Sí. Después de este tiempo más o menos he podido saber cuando sueles venir.
- No sé si alegrarme por la atención o si salir corriendo.
- Prefiero que sea lo primero.- Se sonrió el muchacho.
- Veo que estás más animado. ¿Por qué?
- He estado pensando. Y, por una vez, no ha salido algo negativo.
- Cuéntame.
- He llegado a la conclusión de que, aunque no lo digas, lo que digo, lo que hago, influye de alguna manera en ti. ¿No es cierto?
- ¿Y ahora te das cuenta?
- No estaba muy seguro. Supongo que entiendes mis dudas. Sé que actuar como una montaña rusa no ayuda a nadie, pero es con lo que he tenido que lidiar. Y ahora, no es que las certezas hayan cambiado, sin embargo, de algún modo me animo. Es muy curioso, ¿sabes? Que, sabiendo dónde está mi línea, y sin poder cruzarla, puedas trastocarmelo todo.
- Yo no trastoco nada. Es tu cabeza. Yo no me meto ahí y decido hacer de ella un laberinto.
- Sí, vale, tú no lo haces conscientemente. No obstante, sí formas parte de todo. Tanto es así que si tuviera que irme, una gran parte de mí se desgarraría por el camino.
- No te obligo a venir. Ya lo sabes. Puedes marcharte si lo consideras necesario. Notaría la ausencia, no voy a negar eso, pero el problema es que no se pueden reducir las cosas a un "estás conmigo o contra mí". El riesgo es enorme. ¿Qué haría si de repente todo lo que me rodea se convirtiese en cenizas? Si te dejo entrar, tú tendrías ese poder. Y ya hay una parte que está arrasada.
- Lo sé. Es por eso que, incluso con los pocos medios de que dispongo, seguiré intentado entrar. Palmo a palmo. Flor a flor. Y si al final no consigo llegar al centro, si ni siquiera logro tocarte, podré irme sin remordimiento alguno. Con la certeza de que el camino que he recorrido sin conseguir el objetivo, ha sido más hermoso incluso que el que otros pisotearon sin saber que entraban en los jardines mejor dispuestos que nunca vi. Y las murallas que ellos encontraron bajas y sin alambre tendrán la huella de mi sangre. Y si al menos consigo eso, podré irme; ligera la carga, deshecho el interior.
- ¿Qué piensas hacer?
- Pronto lo sabrás.
https://youtu.be/xDtcTn5gb1I
jueves, 8 de octubre de 2015
Laberintos
- ¿Qué le ha pasado al bosque?
- ¿Y tú me lo preguntas? Yo sólo puedo tener una sospecha. Mira en tu interior.
- ¿Qué dirías tú que es?
- Dudas de tus pasos, un poco solo. Porque en realidad te has fijado una meta. La lucha que venías librando se termina, porque arden las cenizas y se esparce sobre el suelo un olor distinto al que yo notaba. Nada de sal. Nada de esa humedad caliente. Dejas atrás un centro oscuro, tapado por las ramas de los árboles. Ya los espejismos del terror se desvanecen y se esconde el miedo bajo la maleza. Lo que era difícil lo has hecho sencillo al final, con un poder que todos querrían tener.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque echo un vistazo a la zona que me está vedada, y observo que hay un laberinto. Y, sin embargo, puedo ver el centro del bosque. Por la simple razón de que tú, para salir de él, has quemado los setos. Nada más fácil que una línea recta para escapar.
- Pero... ¿Cómo?
- A eso yo no puedo responder.
- ¿Por qué?
- Yo no sufro esos cambios. Sigo viendo los espejismos y maravillándome con ellos. Tú eres el centro de mi laberinto, y, a la vez, la salida. Este bosque, tu laberinto, todo lo que yo observo, no es más que un enorme corredor intrincado del que nunca podré salir, ni siquiera cuando ya no vengas a hablar conmigo de esta forma.
- ¿Y tú me lo preguntas? Yo sólo puedo tener una sospecha. Mira en tu interior.
- ¿Qué dirías tú que es?
- Dudas de tus pasos, un poco solo. Porque en realidad te has fijado una meta. La lucha que venías librando se termina, porque arden las cenizas y se esparce sobre el suelo un olor distinto al que yo notaba. Nada de sal. Nada de esa humedad caliente. Dejas atrás un centro oscuro, tapado por las ramas de los árboles. Ya los espejismos del terror se desvanecen y se esconde el miedo bajo la maleza. Lo que era difícil lo has hecho sencillo al final, con un poder que todos querrían tener.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque echo un vistazo a la zona que me está vedada, y observo que hay un laberinto. Y, sin embargo, puedo ver el centro del bosque. Por la simple razón de que tú, para salir de él, has quemado los setos. Nada más fácil que una línea recta para escapar.
- Pero... ¿Cómo?
- A eso yo no puedo responder.
- ¿Por qué?
- Yo no sufro esos cambios. Sigo viendo los espejismos y maravillándome con ellos. Tú eres el centro de mi laberinto, y, a la vez, la salida. Este bosque, tu laberinto, todo lo que yo observo, no es más que un enorme corredor intrincado del que nunca podré salir, ni siquiera cuando ya no vengas a hablar conmigo de esta forma.
sábado, 3 de octubre de 2015
El río
- Hoy has llegado antes que yo. Es extraño. Suelo verte cuando ya no se distinguen las piedras del camino.
- Puede ser que tuviese más tiempo hoy.
- Bien. Me parece bien. Eso nos deja un rato más extenso, espero.
- Tal vez. ¿Sabes? Hoy he visto que el bosque estaba distinto. Como que... No, seguro que son figuraciones mías. Vamos, siéntate. Siempre me lo dices y hoy te quedas de pie.
Me siento a su lado, y decido no preguntarle a qué se refiere. Porque yo también lo he notado. El cambio.
- He estado reflexionando, ¿sabes? Y es posible que sea cierto lo que me dijiste. Que el pasado se me queda pegado como una mancha. Un rastro oscuro que tapa toda la luz que puedas ver. Y, quizá por eso, me extraña y me aterra el que sigas viniendo. Vi una película en la que decían que el pasado sólo son historias que nos contamos a nosotros mismos. Y podría decir que coincido. Pero tú, de alguna manera, rompes con esa máxima.
- ¿Por qué?
- Porque sigues aquí.
- Pero entonces no soy el pasado. Ni tú tampoco. ¿Quieres saber lo que es el pasado? Acompáñame.
Le extendí la mano, y, cogiéndola tras un momento de duda, me siguió a través del bosque. Llegamos a un lugar donde había dispuesto un montón de hojarasca con ramitas secas, al lado de un río de aguas tranquilas.
- Espera un momento.
Me acerqué al montón de leña y le prendí fuego. Unas llamas vivaces devoraron las hojas marrones y las ramitas. Me volví hacia ella.
- ¿Ves ese fuego? Eso es el pasado. Y todo aquello que produce el pasado, que deja rastro de él, son las cenizas que dejarán las hojas. Este fuego se apagará. Y, dime, ¿qué esperas rescatar de lo que quede? Tal vez un comportamiento razonable. Nada más. No se puede más.
- Pero, ¿y el amor?, ¿qué hay del amor? ¿Acaso no está?
- Claro que sí. Pero no ahí. Lo has tenido justo al lado.
- ¿Te refieres al río?
- Exacto. El amor no arde. Porque no tiene un único curso. No puede pertenecer al pasado porque el pasado sólo tiene una razón de ser. El amor, en cambio, es voluble. Puede secarse el río, es cierto. Y también puede llegar a un punto en el que no cese de ir por el mismo trayecto. Pero eso no es obligatorio, ni tampoco se da necesariamente.
- ¿Y cómo puede de profundo ser el amor?
- ¿Te gustaría comprobarlo?
- Sí.
- Yo no te lo aconsejo.
- ¿Por qué?
- Verás, dijiste al llegar que habías notado cambios, ¿no es así? La razón es, que hoy el bosque me percibe a mí. Todo lo que ves tiene un reflejo en mi interior.
- Comprendo... Pero, ¿qué tiene que ver eso?
- Es muy sencillo. Si entras en el río para comprobar cómo de profundo puede ser el amor, entonces...
Silencio.
- ¿Entonces, qué?
- Morirías ahogada.
https://youtu.be/lD0IlFhSI7Y
- Puede ser que tuviese más tiempo hoy.
- Bien. Me parece bien. Eso nos deja un rato más extenso, espero.
- Tal vez. ¿Sabes? Hoy he visto que el bosque estaba distinto. Como que... No, seguro que son figuraciones mías. Vamos, siéntate. Siempre me lo dices y hoy te quedas de pie.
Me siento a su lado, y decido no preguntarle a qué se refiere. Porque yo también lo he notado. El cambio.
- He estado reflexionando, ¿sabes? Y es posible que sea cierto lo que me dijiste. Que el pasado se me queda pegado como una mancha. Un rastro oscuro que tapa toda la luz que puedas ver. Y, quizá por eso, me extraña y me aterra el que sigas viniendo. Vi una película en la que decían que el pasado sólo son historias que nos contamos a nosotros mismos. Y podría decir que coincido. Pero tú, de alguna manera, rompes con esa máxima.
- ¿Por qué?
- Porque sigues aquí.
- Pero entonces no soy el pasado. Ni tú tampoco. ¿Quieres saber lo que es el pasado? Acompáñame.
Le extendí la mano, y, cogiéndola tras un momento de duda, me siguió a través del bosque. Llegamos a un lugar donde había dispuesto un montón de hojarasca con ramitas secas, al lado de un río de aguas tranquilas.
- Espera un momento.
Me acerqué al montón de leña y le prendí fuego. Unas llamas vivaces devoraron las hojas marrones y las ramitas. Me volví hacia ella.
- ¿Ves ese fuego? Eso es el pasado. Y todo aquello que produce el pasado, que deja rastro de él, son las cenizas que dejarán las hojas. Este fuego se apagará. Y, dime, ¿qué esperas rescatar de lo que quede? Tal vez un comportamiento razonable. Nada más. No se puede más.
- Pero, ¿y el amor?, ¿qué hay del amor? ¿Acaso no está?
- Claro que sí. Pero no ahí. Lo has tenido justo al lado.
- ¿Te refieres al río?
- Exacto. El amor no arde. Porque no tiene un único curso. No puede pertenecer al pasado porque el pasado sólo tiene una razón de ser. El amor, en cambio, es voluble. Puede secarse el río, es cierto. Y también puede llegar a un punto en el que no cese de ir por el mismo trayecto. Pero eso no es obligatorio, ni tampoco se da necesariamente.
- ¿Y cómo puede de profundo ser el amor?
- ¿Te gustaría comprobarlo?
- Sí.
- Yo no te lo aconsejo.
- ¿Por qué?
- Verás, dijiste al llegar que habías notado cambios, ¿no es así? La razón es, que hoy el bosque me percibe a mí. Todo lo que ves tiene un reflejo en mi interior.
- Comprendo... Pero, ¿qué tiene que ver eso?
- Es muy sencillo. Si entras en el río para comprobar cómo de profundo puede ser el amor, entonces...
Silencio.
- ¿Entonces, qué?
- Morirías ahogada.
https://youtu.be/lD0IlFhSI7Y
lunes, 23 de marzo de 2015
Dolor de garganta
En el fondo de la caverna roja un insecto golpea sobre la frágil pared. Nada consigue matarlo, y por las demás salidas solo se vierte sangre. La voz sale cambiada, débil, no se propaga como debería porque es retenida por afiladas cuchillas en su intento por subir hacia arriba, en el centro de la cueva.
Tampoco pudieron salvar mi hogar los consejos de una paladín de los colores, haciendo mezclas agridulces con sus idas y venidas. Me quedo aquí, sentado, mientras observo los muebles arder, tomándome una taza de café, frío, que desgarre las aberturas. No espero a ningún bombero, porque nada puede salvar ninguna cosa buena de las cenizas. Quizá, al fondo, un dibujo aún por empezar, donde solo la mitad de mí se consume y la otra se sube a la barca del olvido.
Tampoco pudieron salvar mi hogar los consejos de una paladín de los colores, haciendo mezclas agridulces con sus idas y venidas. Me quedo aquí, sentado, mientras observo los muebles arder, tomándome una taza de café, frío, que desgarre las aberturas. No espero a ningún bombero, porque nada puede salvar ninguna cosa buena de las cenizas. Quizá, al fondo, un dibujo aún por empezar, donde solo la mitad de mí se consume y la otra se sube a la barca del olvido.
miércoles, 18 de marzo de 2015
Dos copas, por favor
La taberna El Paso estaba como siempre. Luces deprimentes, tapadas por el humo de los cigarrillos. Porque sí, se podía fumar en El Paso, aunque yo soy un talibán del tabaco, bien cierto es. Pero no importa, lo que interesa es lo que ocurrió allí dentro.
La gente se apiñaba en grupos, en la barra, o en la mesa del billar. Allí había de todo. Clientes habituales, macarras de paso, o ingenuos visitantes que desconocían la fama del lugar que pisaban. Si me preguntas a mí, soy como el hijo de este sitio. No tanto, pero casi. Afuera las cosas cambian, pero ahí todo es igual, y eso en parte me gusta. No se nota el paso del tiempo, no te sientes viejo, y los recuerdos te asaltan según el tipo de bebida que te de el camarero, Bill. Todas despiertan cosas, agradables o endiabladamente demoledoras.
Da igual lo lleno que esté el local, siempre tengo libre mi sitio habitual. Un día, un gallito insoportable se sentó ahí, y lo echaron a ostias. No es que a mí me guste la violencia, pero él se lo buscó. Le lanzó el contenido de su vaso a Ladd, el cabecilla de una banda callejera de aquí, que había intercedido por mí. No creo que ese muchacho vuelva, pero más o menos os haréis a la idea de que, aquí, no importa lo que ocurra fuera, todos somos una piña. Un mundo dentro de otro. Es gracioso, ¿no creeis?
- ¿Qué tal todo, Joe? - Me saluda Bill.
- Bien. Ya lo sabes.
- Por supuesto, por supuesto. - Se ríe.
- ¿Qué tienes hoy para mí, viejo zorro?
- Pues hoy me ha llegado una bebida muy extraña, y bastante buena, por cierto. Te regalaré un trago por ser tú.
Bill saca una botella sin seña alguna, blanca, y coge un vaso un echa un par de chorros.
- Toma. Pruébala y me dices.
Cojo el vaso y me bebo el contenido de un trago. La sensación es increíble. No sabría deciros a qué sabe, si lo probáseis lo entenderíais. El estómago se comprime, y el corazón se acelera. La sien en mi cabeza se vuelve loca, y alrededor mía las cosas carecen de importancia. No hay nada igual, os lo juro. Después de esto, cualquier cosa que pruebe me sabrá a tierra y cenizas. Puro veneno. La emoción bombardea los campos de sal y el cuerpo tiembla, sacudido por las sensaciones. La franja de visión se estrecha, y el deseo fluye a flor de piel. Esto se queda grabado, y no hay manera de quitarlo de aquí dentro. Os lo aseguro.
- Esto es increíble Bill. Ponme dos copas de esa mierda, por favor. - Le suplico, sudoroso y jadeante.
- Claro, amigo, como ordenes.
Rellena el vaso que me he bebido, y, cuando he dado buena cuenta de él, vuelve a llenarlo. Tenía el poder de hacer cualquier cosa. Mi cuerpo me pedía acción. Romper cosas, lanzarme a por alguien. Algo. Pero me contuve.
- ¿Cómo decías que se llamaba esa bebida, Bill?
- No te dije el nombre. El que me la vendió dice que se llama "Amor".
- Amor, ¿eh? ¿Y es cara?
- ¿La botella? No. El hombre prácticamente me la dió. Se le veía feliz de desquitarse de ella.
- ¿Por qué? Es todo un manjar.
- Me dijo que, si la bebida no funciona bien, causa efectos secundarios terribles. Heridas muy profundas, dice.
- Pero a mí me ha funcionado bien, ¿no?
¿No?
https://youtu.be/v30RadD_aiI
La gente se apiñaba en grupos, en la barra, o en la mesa del billar. Allí había de todo. Clientes habituales, macarras de paso, o ingenuos visitantes que desconocían la fama del lugar que pisaban. Si me preguntas a mí, soy como el hijo de este sitio. No tanto, pero casi. Afuera las cosas cambian, pero ahí todo es igual, y eso en parte me gusta. No se nota el paso del tiempo, no te sientes viejo, y los recuerdos te asaltan según el tipo de bebida que te de el camarero, Bill. Todas despiertan cosas, agradables o endiabladamente demoledoras.
Da igual lo lleno que esté el local, siempre tengo libre mi sitio habitual. Un día, un gallito insoportable se sentó ahí, y lo echaron a ostias. No es que a mí me guste la violencia, pero él se lo buscó. Le lanzó el contenido de su vaso a Ladd, el cabecilla de una banda callejera de aquí, que había intercedido por mí. No creo que ese muchacho vuelva, pero más o menos os haréis a la idea de que, aquí, no importa lo que ocurra fuera, todos somos una piña. Un mundo dentro de otro. Es gracioso, ¿no creeis?
- ¿Qué tal todo, Joe? - Me saluda Bill.
- Bien. Ya lo sabes.
- Por supuesto, por supuesto. - Se ríe.
- ¿Qué tienes hoy para mí, viejo zorro?
- Pues hoy me ha llegado una bebida muy extraña, y bastante buena, por cierto. Te regalaré un trago por ser tú.
Bill saca una botella sin seña alguna, blanca, y coge un vaso un echa un par de chorros.
- Toma. Pruébala y me dices.
Cojo el vaso y me bebo el contenido de un trago. La sensación es increíble. No sabría deciros a qué sabe, si lo probáseis lo entenderíais. El estómago se comprime, y el corazón se acelera. La sien en mi cabeza se vuelve loca, y alrededor mía las cosas carecen de importancia. No hay nada igual, os lo juro. Después de esto, cualquier cosa que pruebe me sabrá a tierra y cenizas. Puro veneno. La emoción bombardea los campos de sal y el cuerpo tiembla, sacudido por las sensaciones. La franja de visión se estrecha, y el deseo fluye a flor de piel. Esto se queda grabado, y no hay manera de quitarlo de aquí dentro. Os lo aseguro.
- Esto es increíble Bill. Ponme dos copas de esa mierda, por favor. - Le suplico, sudoroso y jadeante.
- Claro, amigo, como ordenes.
Rellena el vaso que me he bebido, y, cuando he dado buena cuenta de él, vuelve a llenarlo. Tenía el poder de hacer cualquier cosa. Mi cuerpo me pedía acción. Romper cosas, lanzarme a por alguien. Algo. Pero me contuve.
- ¿Cómo decías que se llamaba esa bebida, Bill?
- No te dije el nombre. El que me la vendió dice que se llama "Amor".
- Amor, ¿eh? ¿Y es cara?
- ¿La botella? No. El hombre prácticamente me la dió. Se le veía feliz de desquitarse de ella.
- ¿Por qué? Es todo un manjar.
- Me dijo que, si la bebida no funciona bien, causa efectos secundarios terribles. Heridas muy profundas, dice.
- Pero a mí me ha funcionado bien, ¿no?
¿No?
https://youtu.be/v30RadD_aiI
miércoles, 18 de febrero de 2015
Fantasmas
Vamos a cerrar los ojos, y a imaginar que no tengo pies de gigante. Que las flechas no cercenaron ninguna zona de mi cuerpo. Nunca caí, y todas mis empresas tuvieron éxito. Y jamás, jamás se apagó el brillo en mis ojos, porque en ningún momento el cuchillo del dolor fue dirigido hacia mí. Tampoco me arrepentí nunca de nada, porque todas mis decisiones eran correctas; ningún error, ningún error.
Siempre lo olvidé todo, nada que recordar, solo hojas muertas tras de mí, veneno en mis huesos, cenizas en mi boca, y un cigarrillo sin apagar en la mano.
Vamos a cerrar los ojos, y a imaginar que los fantasmas no existen.
Siempre lo olvidé todo, nada que recordar, solo hojas muertas tras de mí, veneno en mis huesos, cenizas en mi boca, y un cigarrillo sin apagar en la mano.
Vamos a cerrar los ojos, y a imaginar que los fantasmas no existen.
martes, 10 de febrero de 2015
Gigantes
Dos gigantes se balancean de lianas negras, arriba, abajo, y hacen retumbar el mundo con sus tambores. Las tierras de alrededor, desoladas. Nadie para hacerles frente. Ellos juegan, alegres, con sus juguetes, sin nada que los detenga. Nunca antes el mundo apareció tan vacío. Ya no hay niños jugando, polvo en el viento. Ceniza. Nada verde, tierras yermas en el cielo. Y cuando los gigantes se aburran, se golpearán entre ellos, a menos, claro, que en realidad no puedan tocarse.
Ubicación:
23170 La Guardia, Jaén, España
sábado, 21 de diciembre de 2013
Out
Es cierto que te sales de la composición, el cuadro en la pared, y tú no deberías estar ahí, pero yo tampoco. ¿Qué hacemos en medio de jardines de cenizas? Con la escarcha danzando a nuestro alrededor, y sintiendo las palabras como dagas de hielo. No, no perteneces a ese lugar. Fuera. Me marcharé contigo. Y por el camino cantaremos canciones que hablen de las llamas que prenden de los faroles. Y pisaremos los charcos mientras vemos diluirse en ellos la luna llena, danzando igual que una bailarina de madera sobre el rompeolas de la playa.
Te mostraré cosas que antes habían permanecido encerradas, y las alarmas de los cinco sentidos saltarán en mil pedazos, y tal vez entonces salgan los lobos aullando en el bosque de tus ojos...
http://youtu.be/3GqTzn7Hi3U
Te mostraré cosas que antes habían permanecido encerradas, y las alarmas de los cinco sentidos saltarán en mil pedazos, y tal vez entonces salgan los lobos aullando en el bosque de tus ojos...
http://youtu.be/3GqTzn7Hi3U
Ubicación:
23170 La Guardia, Jaén, España
domingo, 8 de diciembre de 2013
Entrar
Coloco una mano llena de tinta negra sobre un papel en blanco, y se muestran las líneas de la mano, formando una M imprecisa rodeada de trazos más desdibujados.
Y tal vez nosotros solo seamos sombras de todo, ¿no han tenido alguna vez coincidencias extrañas con algún tema? A mí últimamente me sucede mucho, y veo zepelines volar sobre mi cabeza. Sé que difícilmente subiré a uno, pero lo ves ahí, solo para ti. Y unos labios ajenos limpian la sal que se acumula en los míos. Y, cuando me quiero dar cuenta me encuentro con que estoy bailando con ella al son del Luz de Luna, y las mariposas vuelan alrededor de una sala llena de libros y tragaluces. No sabes en qué lado estás, y tocas la piel compañera, acaricias el rostro, preparado para que se deshaga en miles de partículas de cenizas, o que sean mariposas formando la silueta humana de tus fantasías.
Es al notar que no desaparece cuando parece todo aún más irreal, como sacado de una historia de ensueño, en la que no hay principio ni final, y las cosas que aparecen son como habías deseado siempre que serían, con variaciones, con matices, sí, pero se forma delante de tus ojos. Y los muros que hay alrededor estallan en mil pedazos, lanzando ladrillos y polvo al viento, pero ninguno te alcanza: Has conseguido entrar.
http://youtu.be/OqKHJ9dZnvY
Y tal vez nosotros solo seamos sombras de todo, ¿no han tenido alguna vez coincidencias extrañas con algún tema? A mí últimamente me sucede mucho, y veo zepelines volar sobre mi cabeza. Sé que difícilmente subiré a uno, pero lo ves ahí, solo para ti. Y unos labios ajenos limpian la sal que se acumula en los míos. Y, cuando me quiero dar cuenta me encuentro con que estoy bailando con ella al son del Luz de Luna, y las mariposas vuelan alrededor de una sala llena de libros y tragaluces. No sabes en qué lado estás, y tocas la piel compañera, acaricias el rostro, preparado para que se deshaga en miles de partículas de cenizas, o que sean mariposas formando la silueta humana de tus fantasías.
Es al notar que no desaparece cuando parece todo aún más irreal, como sacado de una historia de ensueño, en la que no hay principio ni final, y las cosas que aparecen son como habías deseado siempre que serían, con variaciones, con matices, sí, pero se forma delante de tus ojos. Y los muros que hay alrededor estallan en mil pedazos, lanzando ladrillos y polvo al viento, pero ninguno te alcanza: Has conseguido entrar.
http://youtu.be/OqKHJ9dZnvY
lunes, 25 de noviembre de 2013
Death
La muerte no es un esqueleto con túnica y capucha de color negro, portando una guadaña. Es la sorpresa y la certidumbre. La sonrisa extraña de una persona llena de vida a la que se le cortan los hilos que le sujetaban al resto de títeres. Es un día que se antoja normal y de repente se trastoca, como 'clic' en un interruptor. Un caos en las oficinas de la rutina. Una flor que se marchita en las salas de la sonrisa.
Aumentan los caudales de agua salada en los ríos, se desbordan, como un ejército de personas desconocidas entre sí que van a saludarse, y se dirigen al mismo lugar. Cenizas y sombras. Te arrancan de tu alrededor ramas del árbol al que estás acostumbrado ver, y el paisaje se trastoca. Es algo natural: Sabes que pasa. Que debe pasar. Pero, aún así, nunca piensas que te vaya a tocar a ti. Que la muerte es un mensajero que pulula por tu alrededor, y que tú no recibes sus cartas.
Aumentan los caudales de agua salada en los ríos, se desbordan, como un ejército de personas desconocidas entre sí que van a saludarse, y se dirigen al mismo lugar. Cenizas y sombras. Te arrancan de tu alrededor ramas del árbol al que estás acostumbrado ver, y el paisaje se trastoca. Es algo natural: Sabes que pasa. Que debe pasar. Pero, aún así, nunca piensas que te vaya a tocar a ti. Que la muerte es un mensajero que pulula por tu alrededor, y que tú no recibes sus cartas.
sábado, 9 de noviembre de 2013
El desconocido
La noche nace en espejos de luto.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.
La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.
Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Octavio Paz.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.
La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.
Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Octavio Paz.
lunes, 7 de octubre de 2013
Vidas cruzadas
Hoy, por un instante, las conexiones neuronales se esmeraron en dibujar relaciones entre dos mentes alejadas, que dibujaron una brecha durante mucho tiempo. No arde el fuego cuando ya se han consumido las cenizas, no para el tren cuando se ha perdido, y lo que sí queda es el pensamiento de lo que pudo ser y de lo que nunca ha sido.
Pero las cartas de la mano van cambiado, la baraja se modifica, y lo mismo te sale un as que te sale el joker. Y lo mismo te va bien con las dos, pero las reglas del juego no cambian, siempre se mueve la ruleta rusa. No queda nada como una simple anécdota, y, sin embargo, es como si una red interminable se moviera por toda la ciudad, y tú y yo cambiamos aleatoriamente de papel. El insecto y la araña, pero curiosamente, un insecto que ansía ser devorado, y una araña que, ya saciada, se niega a tomar esa vida voluntaria.
"Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Quién ha muerto en el? Leamos. ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!"- Mariano José de Larra.
http://youtu.be/wNI3ZOnq7Ro
Pero las cartas de la mano van cambiado, la baraja se modifica, y lo mismo te sale un as que te sale el joker. Y lo mismo te va bien con las dos, pero las reglas del juego no cambian, siempre se mueve la ruleta rusa. No queda nada como una simple anécdota, y, sin embargo, es como si una red interminable se moviera por toda la ciudad, y tú y yo cambiamos aleatoriamente de papel. El insecto y la araña, pero curiosamente, un insecto que ansía ser devorado, y una araña que, ya saciada, se niega a tomar esa vida voluntaria.
"Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Quién ha muerto en el? Leamos. ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!"- Mariano José de Larra.
http://youtu.be/wNI3ZOnq7Ro
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