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lunes, 1 de octubre de 2018

El posible espejo

Tú te miras
y él te mira,
o quizá tú lo miras,
y él se ve en ti.

Un mundo al revés,
Uróboros sin morderse,
los entrantes y salientes,
la pantalla del aire.

Hay un resplandor
que no es el tuyo,
un asesino que corta
todas las extremidades.

He visto un surco
precioso y él no,
una enredadera oscura
escalando en la nieve.

Podría tocar la seda,
el pelaje de un conejo,
una estrella fugaz,
o el dulzor de un libro.

Y tocar lo que enseña
él sería mucho mejor,
el frío pasando por
cada parte del erizo.

Tú crees que así
enseñas quien eres
sin enseñarlo,
matando sin la mirada.

Lo que él no sabe es
que si lo mirases,
y él te mirase también
tal y como sois,
todo se uniría
en mil pedazos.

Y tal vez nunca lo sabrás.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Regalos

Quise regalarte
un castillo escocés
porque eres inmensa,
pero no soy ningún noble.

Quise regalarte 
un palacio perdido
porque eres un lujo,
pero no soy ningún rey.

Quise regalarte
la luna y sus estrellas
porque brillas igual,
pero no soy un Dios.

Quise regalarte
los ríos y los bosques
y perderme en ti
y tú en ellos,
pero no soy la Madre.

Quise regalarte 
una vida eterna, y
que enamorases al mundo,
pero no soy el demonio.

Quise regalarte
tantas cosas, tantos besos,
tantas olas, tantas dichas,
pero no soy omnipotente.

Por eso te regalo esto,
lo que significas para mí,
lo que creas sin saberlo,
porque, al menos, soy yo.

Y tú estás aquí. 

martes, 25 de septiembre de 2018

Transiciones

Hoy puedo ver las
estrellas desde casa,
mientras el viento
del norte trae tu voz.

Te deslizas entre
mis ojos, sigilosa,
y llevas contigo el brillo
que no surca el cielo.

Me desato y me adentro,
hay palabras que
una vez dichas no tienen
retroceso alguno.

Y yo miro a la muerte
de frente, acobardado,
y me pregunto si
esta guerra la firmamos.

Ahora todo es una chispa,
una mota de polvo,
pero sé que arderán almenas,
que se moverán las fichas.

Pero antes de que empiecen
las balas a volar,
debes saber que eres fuego,
magia que salva el mundo.

No creo en el destino,
pero creo en ti, en tu risa, 
en tu voz cambiante
y tus danzas mortales.

Ya lo ves, me siento
en la oscuridad, bajo el frío,
y es en ti en quien pienso
cuando brotan las emociones.

Eres la sombra que crece,
el árbol que madura,
la flor que asombra
y la alegría que embarga.

Eres la tinta en mis venas.

viernes, 17 de agosto de 2018

Revelaciones

Te he visto brillar
cuando creías que
no había ya luz, que
se apagaba el mundo.

Has hablado conmigo
día tras día, cada hora,
sin siquiera saber mi nombre,
tras la sombra del pájaro.

Y tal vez seré el olvido,
y tú quedarás difuminada
con el vuelo de Cronos,
con la marca del silencio.

Y tal vez descubras que
tu belleza hace callar
al tiempo que invade,
ya te entregarán mil pendones.

Quisiera poder abrir
la veda que lleva a tus olas,
escuchar el timbre que
en tu interior resuena.

Quisiera poder mirar
en tu dirección y no
ver un espejo que devuelve
la misma soledad infinita.

Podrías ser, para mí, dos cosas:
un desierto enorme con
un oasis lánguido,
o los valles olvidados
del Parnaso.

jueves, 16 de agosto de 2018

Amanece

Amanece, sobre el 
mismo cielo, sobre el
tupido velo del árbol
y tu cara dormida.

Sé que no estás,
pero te busco entre
el mar de gente,
entre rostros interrogantes.

Nadie diría que hay belleza
en encontrar cicatrices,
en observar las sombras
de dioses olvidados.

Tal vez quería encontrarte
y nunca supe que
podría ver brillar tantas
bolas de gas ante mí.

Y me acerco, y extiendo
la mano hacia arriba,
queriendo, quizá, acariciar
la luz que transmites.

Y sé que no estás, pero 
me gusta buscarte,
saborear lo que encuentro,
empaparme en tu magia.

Amanece, sobre bailes
que nunca se hicieron,
sobre tus olas que me
arrastran y nunca me
han de soltar.

martes, 14 de agosto de 2018

Otro escenario

Te vi entre olas de palabras,
retahílas muertas,
sensaciones preparadas,
fuiste el rayo en la calma.

Cogiste un saco de la nada
y te llevaste el aire,
yo ya no sabía si tú bailabas
o eras la canción que sonaba.

Te observé despeinarte,
lanzar al aire mil sensaciones,
y dejarte llevar por el mundo
a ninguna parte conocida.

Sumas y sigues, igual
que una huella eterna,
igual que una flecha
que golpea sin descanso.

Te veo entre las notas,
entre la arena de la playa,
entre los sueños que nunca tuve
y en cada gota que de la fuente emana.

Y tú, ¿llegarás a verme?,
¿bailarás conmigo aquello 
que nunca supimos
siquiera probar?

¿Quién sueña?

¿Somos nosotros quienes
soñamos, o alguien más
nos sueña?

Creemos ver pasar
las luces en un destello,
años que se apagan
y muertes que embellecen.

Un parpadeo, un segundo,
no disfrutamos lo
pequeños que somos,
el trazo simple del dibujo.

Yo me guardo tu sonrisa,
el cruce de miradas,
las pocas palabras lanzadas
y cada gesto agradable,

Quizá aprecio en exceso
y la rueda gira sin notarse,
pero entendí que lo grandilocuente
se forma con granos de tiempo.

Sé que alguien nos sueña
y nosotros andamos
sobre mundos inciertos,
sobre escenarios desiertos.

Si quieres ábreme, bebe
de mí como de la fuente,
si quieres ábrete, verás que
se hacen imperios en horas.

Dime quién soy, y te contaré
quién eres, qué esconde tu velo,
dime qué hay, y te revelaré
qué color esconden tus ojos.

Sé que nos sueñan, así como
a estas palabras, que no
me pertenecen ni lo harán ,
pues son a ti debidas.

https://youtu.be/0yW7w8F2TVA


sábado, 28 de julio de 2018

Eclipse

Puede ser que hoy
la viese, o quizá no.

Me dijeron que era
de color rojo,
con brumas oscuras,
con brillos alternantes.

Me dijeron que con
el paso del tiempo
se hacía pequeña,
se desvanecía sin fin.

No sólo me dijeron,
también me enseñaron
el instante que ya no está,
el momento que muere.

Y yo miro la neblina,
el manto nocturno,
la sangre que brota
y el surco vacío.

Y yo miro las luces,
los ríos de colores,
y pienso que es la 
luna quien me habla.

Y pienso que es una estrella
aunque ella no lo sepa,
y quizá crea su fuego
apagado y extinto.

Pero yo la miro, sin verla,
porque no está delante,
y pienso que no es fugaz,
pero que concede deseos.

Qué suerte la mía
por haberla encontrado.

viernes, 27 de julio de 2018

El baile

Te conocí en
el desierto, 
eras el agua fresca,
un espejismo prohibido.

Entendiste que
si estiras del hilo correcto
la ropa se desgarra,
lo oculto de descubre.

O quizá no lo supiste
pero entraste al momento,
como si tuvieses las
llaves que creía perdidas.

Desconocía el significado
de las danzas, la emoción
del baile y sus compases,
la ligereza del cuerpo.

No desconocía la belleza,
ni la sonrisa que se
desparramaba como agua
del cántaro sobre el pecho.

Habían más miradas,
sonaban otras voces,
pero tú eras el sol
rodeada de estrellas.

Yo no sé aún quién soy,
aunque sepa que si
tus pies bailan con los míos,
no los detendré jamás.

Yo no sé aún quién eres,
aunque sepa que si
tus lazos se enredan con los míos,
no querré deshacerlos jamás. 

https://youtu.be/yPRAX4gtIe4

viernes, 20 de julio de 2018

Sueños

Había recibido una invitación para poder asistir a la I Convención Internacional de Baile que se celebraba en Londres. Era un espectáculo que se realizaba en Trafalgar Square, y el número de personas que podían asistir era muy limitado, por lo que me sentía muy afortunado al haber obtenido un regalo de esa clase.

La función empezaba al ocaso, y aquel día recuerdo que las tonalidades rojo ocre manchaban un cielo que usualmente estaba nublado. Al fondo, focos apagados aguardaban a ser encendidos cuando se fuese por completo el sol. Empezó a sonar la música, con notas vibrantes, lentas, y entonces la vi. No necesitaba que las luces se posase sobre ella: Su forma de moverse era la luz misma. Llevaba un vestido largo que llegaba hasta las espinillas, de un color gris sucio, y una media corona de cristal reluciente se posaba sobre su cabeza.

Nadie hablaba. Nadie se movía. Todos habíamos caído presas de la hipnosis del movimiento, del compás de la música con sus piernas. Creo que ni siquiera bailaba, éramos nosotros quienes nos movíamos en la quietud, quienes deslizábamos las manos y repicábamos el suelo al ritmo de la pieza musical. Sé que estaba sentado pero me sentía muy lejos de allí, como si mi cuerpo no me perteneciese en absoluto. De alguna manera, durante aquellos minutos eternos, yo era de la danza, de las notas, de su figura.

Entonces todo comenzó a ir más rápido. Ya no había lentitud, era una explosión, un frenesí. Se encendieron los focos y una oleada de bailarines se unieron a aquella mujer. Ya no me sentía aletargado: Mis sentidos ahora estaban excitados, quería moverme, unirme a las personas del escenario. Quería que la chica del principio cogiese mis manos y me llevase por la tabla de madera hasta que mis piernas no pudiesen aguantar de la emoción.   

El público parecía compartir mis emociones. Se palpaba en el ambiente un cambio, como si la plaza entera fuese un eco que se extiende por todas partes. Cuando se detuvo el baile rompimos a aplaudir, pero en el fondo sé que nos sentíamos insatisfechos. Había conseguido vivir un momento que se hacía eterno y efímero a la vez. Mis ojos buscaron a la persona que había brillado con más fuerza desde el inicio, pero no pude verla.

Aún hoy me pregunto si realmente la vi, o si lo que yo viví en aquella plaza no fue más que el reflejo de lo que deseaba sentir.

https://youtu.be/dn4sCGi0E6Q

lunes, 16 de julio de 2018

Cuestión de perspectiva

No sé cuántos ojos 
me miraban,
momentos congelados 
y niños que posaban,
me observaba un bebé
con ternura,
otro caía de rodillas
alzando los brazos.

Tenía las manos llenas
de nudos, hebras doradas
iluminaban el alba
en días que fueron 
antaño oscuros.

Era bambú de viento,
surcos sobre nieve
con las picaduras de
la noche más hermosa,
no puedo forzar sonrisas.

Un lecho que no me pertenece,
un cuadrado dividido
entre el blanco y el negro,
soy trozos cambiantes.

Un par de figuras rezan
a aquello que el público
no podrá ver nunca,
dibujos inimaginables.

Vine aquí por el azar,
y no supe entender
que cada palabra que 
rodeaba mi desnudez
había sido por mí hecha.

Los libros me leían a mí,
y cada muerte era mía,
cada lágrima había sido
por mí derramada.

Un amor roto o triunfante,
una amistad perdida o encontrada,
reinos que caían y se alzaban,
el calor en el pecho.

Yo era todo eso, y al mismo tiempo, 
para otros ojos, para otras miradas,
era sólo una mujer en un cuarto 
cuya espalda sin ropa era fotografiada. 

https://youtu.be/Ad4T-j_bOVc 

No lo sabes

Tú no sabes cómo quema la pólvora, ni te han empujado cuando decían estar agarrándote. No te han dado alas para después mancharlas de brea a mil metros de altura, ni te dejaron la marca del asesino en el pecho. Desconoces la sensación de descubrir que el agua de la que bebías con ganas en realidad estaba salada y sólo deshidrataba más. Ver que las luces que te rodeaban eran sólo fuegos fatuos en medio de cenagales. El mejor sabor del mundo navegando por tu boca se vuelve amargo y ni siquiera hubo oportunidad de cambiarlo.

Tú no sabes que un minuto basta para destrozar días, meses y años. Que el mismo aire que te da el oxígeno te deja sin él, y que los granos del reloj de arena caen mucho más despacio. Ni siquiera sabes lo que es ser ciego pudiendo ver, ni que te devuelvan la visión usando más de un puñal. Que da igual lo que siembres, un tornado lo puede arrancar en un momento, mientras que otras personas se llevan grandes cosechas de la misma nada. Balanzas descompensadas, dobles varas de medir y la ausencia de una ley natural de la reciprocidad, eso es lo que domina. Y es que no sabes lo que es dar todo y recibir lo contrario.

¿O sí lo sabes y en realidad estas palabras te pertenecen a ti?


https://youtu.be/Sd52NSV6rbY  

viernes, 6 de julio de 2018

Miradas

Te he visto 
a traves de rendijas,
a través de una 
hebra en la madera.

Había un tablero
lleno de peones, 
tú en una silla y enfrente
el temido espejo.

Había un muro, 
ya erosionado por 
las miles de gotas
que lo desbordaron.

Había un monstruo
cuya figura se movía
entre dos líneas marcadas,
una sonrisa inquietante.

Había una probeta 
con las horas derramándose
sobre cientos de libros,
sobre historias olvidadas.

Había un laberinto
y tú estabas en el centro,
a veces perderse no
parece tan malo.

No sé qué más veré,
ni si estas palabras serán
las últimas que me den
tus brisas del sur.

Tal vez el lugar desde
donde escribo ya no existe,
ni lo hacen ya los años
que han pasado por ti. 

Lo que sí quedará 
es el sordo murmullo
de una felicitación
que se desvanecerá con el viento. 

https://youtu.be/ruQsv709MA0 

Feliz cumpleaños Alicia :)

 
 

miércoles, 4 de julio de 2018

La voz dormida

Nunca pensé que
escucharía la hipnosis,
ni que las notas
arroparían el mundo.

Vi la inocencia rasgar
más de un velo, romper
más de una coraza
que se pretendía inmortal.

Para lo que unos es
un momento ya olvidado
se convierte en un
rayo que lo llena todo.

Todo tal vez no esté lleno,
ni de ti, ni de mí,
pero sí fuiste la eternidad
en apenas cinco minutos.

No sé si tu casa está
realmente pintada,
pero debes saber que yo
ya llevo tus colores.

No sé siquiera cuáles son
o cómo llegaron aquí,
pero son cálidos como
los días en que te vi.

Y quizá nunca sabrás quién soy,
y quizá nunca sabré quién eres,
porque nos movemos en
otras aguas, en otras direcciones.

Pero recuerda que hasta
el gesto más simple 
puede ser una ola cargada
que calma y enciende.

No es cierto que sólo quien
ama vuela, yo he atravesado
las nubes con tus letras,
las galaxias con tu melodía.

Tal vez la poesía no es 
de quien la escribe,
sino de quien, como tú,
la transmite como el fuego.  

jueves, 21 de junio de 2018

Ahora sé que nunca volveré

Algo vino y me abrió en dos. Igual que quien se da una ducha, voy desprendiéndome de lo que me mantenía vivo. Dicen que hay que saber soltar, y, no sé si lo estoy haciendo bien, pero me baño en la indiferencia varias horas al día. Al principio resultaba doloroso (aún lo es), y, sin embargo, es liberador. Cortar lazos, matar emociones. Hacerse a la idea de que el único en la nube era yo y que sólo armaba tormentas con mis actos.

Tengo en mis manos la pistola y disfruto ajusticiándome. Apenas quedarán supervivientes después de esta masacre. La sangre me resbala sobre una sonrisa incansable: cada martillazo en el tambor sabe que di todo lo que me dejaron ofrecer. Sé que esto acaba con una era, y lo que viene es tan extraño como estable. Una pared, una cabeza que asiente y escucha. El olvido y el entierro de ideas y construcciones.

Ya no vibra mi cuerpo con su voz, los puentes que arden lo hacen para siempre. No me importa ser una línea paralela, la caja de resonancia, el reflejo de lo que quise y hoy no deseo. Ya no voy tras estela alguna, ni pediré nada. He sabido ver que mi valor es el de una canica de barro. No quiero sembrar más en eriales, daré en proporción a lo que viertan sobre mí.

Quién sabe, es posible que hasta disfrute con esto. Creí que nunca podría quitarme las cadenas, y sentirlas caer, notar que puedo coger un martillo y empezar a romper todo lo que no existía es una sensación maravillosa a la par que horrible. He empezado a deshacerme de lo que soy, sin olvidarme de los pasos que he dado, de los dardos que he lanzado.

Como diría Fito Cabrales, ahora sé que nunca volveré.


https://youtu.be/ajIiEnKtxlQ

lunes, 18 de junio de 2018

She run

El día más feliz de todos también puede ser el más triste. La balanza tarda poco en ejercer el equilibrio y los imperios de arena caen de un soplido. Es cierto que vivimos estos años yendo y viniendo, como si nada, pero jamás los ríos fueron tan profundos ni los lazos tan estrechos. Se desata el nudo de dos barcas en medio de ninguna parte. Quizá se ha cortado. O tal vez la leyenda es cierta y la lejanía sólo es el pago por comprobar si lo eterno dura un segundo o no. Se quiebra y se rompe lo que alguna vez creí, y me dirijo a un viaje que no sé lo que traerá. Me quedo con la sensación de marchitar todo lo que toco y de no intentar nada más, encerrarme bajo trece candados y que me desgaste el tiempo hasta que no quede nada.

Tengo claro que no volveré a ser el mismo.


lunes, 11 de junio de 2018

Caos

Se acumulan los objetos,
aquí y allá se desparraman
todas las ideas que 
alguna vez tuve.

Arrugas en el alma
y la sensación de vivir
frente a un puente
que se derrumba cuando
intento cruzarlo.

En aquellos que puedo,
lo que veo es un rostro
que me observa
y yo lo observo también.

Nos separa un abismo 
franqueable, y, sin embargo,
nunca querré pisarlo
por miedo a que mis pies caigan
en el más absoluto vacío. 

He dado mi ser y he luchado por
envoltorios dorados,
por carcasas vacías,
cegada por los rayos del sol.

Entre mis manos tengo
dos cuerdas rojas que
se entrelazan y se cubren, 
pero evitaré que se haga
el más mínimo nudo. 

Existen muchas líneas,
y siempre son iguales,
blancas y negras,
negras y blancas,
cruzando mi piel,
atravesando mi cabeza.

No sé qué palos usar, 
ni cómo vislumbrar
una nueva dirección,
como si todo lo que empieza
estuviese destinado
a perecer,
como si las emociones que
en mí enfocan
tuviesen ya fecha de caducidad.

Tuve que decirle al dealer
que para qué quiero
una mano tan buena
si los jugadores 
hacen trampas,
que de qué me sirve 
apostar si ya sé el resultado.

Él rió, volvió a reir, y me dijo:
Nadie dijo que esta mesa
fuera para ti.

Y ahora me quedo con 
la frustración y la duda
de no saber si tras
el puente que no cruzaré
está la mesa en la que, al fin,
podría ganar. 

https://youtu.be/TtIdUgdQvAo 

jueves, 7 de junio de 2018

Fracturas

Olvidé que era una mota de polvo en tierra de gigantes. Sí, aunque parezca extraño había borrado de mi mente lo frío que es el acero, la fuerza de lo invisible. Me ahogo en ríos que no puedo pisar y el agua me cruza la cara. ¿Qué haces cuando el enemigo a vencer está dentro de ti? ¿Cómo se aniquilan los monstruos a los que les devuelves la mirada? Persigo el mismo rayo de Luna que Bécquer y no puedo remediarlo.

Las manos tiemblan, los ecos gimen, y una sonrisa que me parte en dos revolotea en mi cabeza. Luchar por algo que nunca podrás conseguir es una empresa estúpida, y yo no suelo ser muy lúcido. Me quedo al lado del volcán, paseo junto al tornado y acaricio leones hambrientos en una jaula.

Estoy varado en medio del camino y me paro en un rincón, asustado. Me aterra el futuro, me atenaza el presente. Vi su cara hoy y, mientras se detenía el tiempo, entendí que jamás estaría con esa persona. Supe que sus pies quieren viajar por otras constelaciones, y que sus manos acariciarán otras estrellas. En realidad siempre fui consciente, pero vivía en otra realidad. ¿Has visto alguna vez un campo devastado? La sensación es parecida. Un hombre con una azada en medio de los zarzales.

Un juguete usado del que alguien se cansará y reemplazará por otro. Un círculo que siempre empieza, con distintas personas, de la misma manera. Quiero encerrarme en lo más profundo del Cocito, pero no puedo, me amarran en la superficie las raíces de las emociones. Observar que otros con un chasquido de dedos pueden conseguir lo que yo no pude en años es una oleada de impotencia que emerge como un magma ardiente. 

Dime, ¿se acaba alguna vez la agonía? ¿Cómo se destruye toda la inseguridad que mana de los mares, de los bosques y las finas partículas del polen? Rompí los espejos, cerré los ojos en los reflejos de los charcos y miré alrededor. Estaba solo. La gente hablaba y yo devolvía el saludo. Asentía con la cabeza. Seguía el juego de la pelota, ayudaba y sonreía. Seguía riendo. Incluso algún resquicio de alegría me acariciaba de vez en cuando. Pero nada era igual.

Yo ya no sabía quién era.

https://youtu.be/PY2gqS1Lyu0
 




martes, 5 de junio de 2018

Fuegos invisibles

Dicen que soy una bomba a punto de estallar, nitroglicerina en movimiento y un reguero de pólvora que alcanza más allá de la vista. Puede que tengan razón, y que algo en mí se libera y estalla. Pero te diré una cosa. No soy yo quien enciende la mecha.

Y, una vez la enciendes, me las arreglo para que cada explosión sea de colores. Salgan una, dos o tres salvas, de mí saldrán disparadas miles de formas, cientos de luces. Me quedaré mirando y me daré cuenta de que, para lo que unos quema, para otros ilumina, no sólo la vista, sino también la vida. He descubierto que mi humo puede ahogar al tiempo que otras personas sólo quieren vivir respirándolo.

Puedo ser fuego pero nunca prendo si no intentas siquiera crear una chispa en mí. Es cierto que cuando más brillo es en la oscuridad, pero hay quien me ve incluso a la luz del día, cuando nadie quiere mirar, ni siquiera cuando se escuchan los petardazos.

Es cierto que, lo mismo que aparece todo, se desvanece al poco rato. Pero cada disparo, cada instante, se queda grabado en la retina. Y lo que permanecen son hebras. Miles de hebras que caen en cascada y forman hilos. Algunos, negros, están destinados a arder. Otros, apenas entretejidos, no se sabe qué será de ellos. Quedarán los robustos, los que saben de qué va esta historia. Y, quizá, en la distancia, exista uno de color rojo.

Y, si no prende esa chispa, todo el cielo permanecerá en penumbra.

lunes, 4 de junio de 2018

El vals de la marioneta

Era una marioneta a la que los hilos habían apretado fuerte. Un paso titubeante, la expectación del público y una banda sonora que retumbaba en la madera. Una danza se dibujaba y encajaba con la música, rígida, encorsetada. Un golpe seco tras otro.

El titiritero levanta una pierna, tumba el cuerpo o desliza su creación por el suelo. De repente, un movimiento inesperado. Nadie lo notó porque nadie veía las cuerdas, la mano, pero en mi interior pude sentir el crujido de las ataduras desligarse. Ya la muñeca no era tal, sino un vendaval que, furioso, rompía con la estrechez a la que se había sometido. Un paso tenso, un movimiento de transición, y una nueva interpretación de la canción.

Ella volaba y creo que a veces yo también. Todos los ojos vieron la misma belleza de principio a fin, y los míos supieron diferenciar momentos. Si un grito silencioso era lanzado, mi voz ausente se sumaba. Si era un suspiro de alivio, mi cuerpo se destensaba al mismo tiempo. Las mismas cuerdas que la ahogaban me quitaban el aliento, y la misma sensación de alivio que sintió al liberarse recorrió mi cuerpo.

Si sus manos tocaban el aire, yo me volvía uno con el aire. Si su cuerpo rozaba el suelo, era yo quien notaba los crujidos. Todo alrededor se había congelado y las emociones flotaban. El espectáculo se rompió como si un cristal hubiese sido destrozado en miles de partículas. Saludó con los trozos de cáñamo aún en su cuerpo, y supe que algo había cambiado. Mientras intentaba entenderlo, una lágrima me acarició la mejilla.

Quizá había cambiado yo.

lunes, 15 de enero de 2018

Soledad compartida

A veces los ejércitos
vienen vestidos
de palabras
y de números.

A veces la moneda 
se detiene en
el lado que no
hemos dibujado.

Sé que vendrán
las horas y los días,
vestidos de rojo
y cubiertos de gris.

Sé que nosotros
mismos somos 
la guillotina, el veneno,
una barrera maleable.

Sé que, como yo,
caerás más veces
y querrás huir,
y querrás luchar.

Sé que nunca sabré
quién eres,
pero sin ser Palas
puedes con el centauro.

Sé que la música
no te aliviará hoy,
tal vez ni siquiera estas
estrofas lo harán.

Sin embargo, aquí te lo dejo,
una parte de mí,
una canción ajena
y la fuerza que ya tienes.

https://youtu.be/Gx-OTFOq0-Y

Para Da Lua.

domingo, 14 de enero de 2018

Breve balance

Aguardo por palabras que seguramente no serán dichas. Espero señales que igual nunca existirán. Desconozco si se recoge lo que sembramos, o si nos limitamos a cosechar lo que la tierra nos deja después de 365 plagas.

Tal vez se cierre el telón y una nueva función empiece. La del puñal y la daga, o puede que sea un hálito que permite respirar aún. Y sé muy bien que soy experto en luchar por causas que parecen perdidas, y que mi aliento apenas alcanza para cubrir unos cristales que no me conocen.

Has sido un círculo y una línea paralela a partes iguales, puente de frágil cuerda y la mano que sostiene el machete. Un fantasma que sonríe y se desvanece en la niebla. Y es posible que nunca sepas quién eres, aunque haya resumido tus hazañas y proezas de musa involuntaria.

Si tuviese un piano actuaría igual que ocurre hoy en mi vida. Tocaría sin saber qué hace cada nota, pondría mis dedos sobre la incertidumbre y me dejaría llevar. Y, aún así, podría tocar una tecla que sonase bien pero no encajase con ninguna melodía. Tal vez yo haya sido esa tecla.

Quisiera cruzarme contigo y bailar al compás de lo que queda por decir. Quisiera ver lo que otros ya ven, y mirar más allá de lo que nadie sabrá. Quiero tanto, y a la vez tan poco, que me pierdo en la inmensidad de los años.

Pero sé que, al igual que estas palabras no serán leídas, tampoco se entrelazará tu sombra con la mía.

Que demuestre el destino que me equivoco.

https://youtu.be/2YGZ-_aD888

sábado, 6 de enero de 2018

Hoy

Hoy llueve, es cierto. Otras veces cayó agua donde nadie podía mirar, y en ocasiones las gotas volvían a su lugar de origen.

Hoy nieva, es cierto. Otras veces se congelaron proyectos y puentes que creíamos inquebrantables, y en ocasiones nosotros mismos vimos que no se podía ya avanzar.

Hoy también, en otros sitios, el cielo está despejado. Otras veces pensamos que la vida sería tan limpia y clara como el horizonte, y en ocasiones no imaginamos siquiera que existían las tormentas.

Intento dibujar un camino pero las líneas se salen de los bordes, y no hallo más que negaciones y vacío, imposibles y soledad. No podré decir que no lo intenté. El espino tiene muescas de óxido por mi sangre, y no abandoné en ningún momento aquello en lo que creí.

Sin embargo, no soy más que un peón, y mis manos no deciden nada, y mis esfuerzos no marcan pauta alguna. A veces me siento a esperar, y lo único que ocurre es que todo gira y se mueve menos yo.

Ya he dado mi último aliento, ya he quemado mi última bala, y, sea un círculo o una paralela lo que dibuje el horizonte, algo tengo por seguro. Necesito moverme.

Aunque no es lo mismo hacerlo solo, que contigo.

https://youtu.be/Trc_5pOz6Gs