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domingo, 9 de agosto de 2015

Una extraña despedida

- Yo nunca quise hacer daño. Es solo que todo es tan... Extraño. Sí, quizá sea esa la palabra. No comprendo cómo puede haber una tormenta si las nubes ni siquiera se han tocado. Parece demasiado irreal, aunque intentes mostrar lo contrario. Y asusta. Asusta mucho pensarlo.- Dijo, agachando la cabeza.

- Lo sé. Quizá no sea culpa de nadie. Que hay cosas que se nos escapan. En el fondo me esperaba todo esto, aunque me resistía hasta el final. No es admirable, lo sé. Parece enfermizo incluso. Y, aún así, se ha creado tanto... Cosas hermosas, ¿sabes? En otro momento diría que no tanto como tú, pero ya lo ves... No importa siquiera si ha sido todo una ilusión. Todo lo que salía de ella era verdadero. Al menos se sentía así. Y todo eso es difícil de olvidar. Dudo que lo haga. A pesar de todo.

- Siento que acabe así. Sin siquiera haber empezado. Tal vez si fuese otro tiempo, y otras circunstancias... Si no fuese tan grande que diese miedo mirarlo. Quizá ahí, hubiese sucedido algo. Y entonces mi silencio no sabría tan amargo. Ni las murallas serían tan altas. Ni mis ojos se abnegarían en lágrimas. ¿Quién sabe? No se nos concede siempre lo que queremos, aunque luchemos por ello. Y eso, aunque no guste, hace que haya otras cosas que parecen mejores.

- Podría ser. Otro lugar, otro mundo. Como ha sido siempre. Allí donde el eco no te devuelve la voz. También yo lo lamento. Podrían haber sido tantas cosas... En realidad tú no te irás nunca. No solo porque no te has llegado a quedar, sino porque en las mismas letras moras. Puede ser triste, es cierto, pero a la vez es hermoso. Me has abierto caminos que nadie había dicho que existían.

- Tampoco creo poder huir de todo esto. De alguna manera estamos conectados. El problema es, que aunque todo sea bonito, también es aterrador. ¿Es que no lo ves? Todo lo que haces está en tu cabeza. Y, tal vez sea como dices, pero hay muchas sombras entre toda esa luz. No puedo avanzar así. Todo explotaría como una pompa de jabon gigante. Todo se derrumbaría. Y tú también. Y no haré eso. Pones en mis manos un poder peligroso.

- Sí. Lo veo. Y lo entiendo. Por eso nada cambiará. Tú a un lado del cristal y yo al otro. Te tocaré con las palabras, y tú, tal vez, me acariciarás con las canciones. Te miraré en el rincón de mi mente, y mi silueta cruzará, quizá, de vez en cuando tus pensamientos. Y cada rayo de sol que aparezca ante mis ojos me recordará a ti. Porque siempre fuiste luz. Una luz en mi oscura cabeza.

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