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domingo, 16 de agosto de 2015

La tristeza en sus ojos

- ¿Por qué no te gusta la playa? - Preguntó, extrañada.

Se quedó en silencio un rato, y, al fin, contestó.

- Llevo mucho tiempo viendo el mar. Unas torres de agua gigantescas que me buscan y me ahogan siempre. Y por la noche es peor, mucho peor. Miro al horizonte y, aunque hay un faro luminoso, todos los barcos se hunden ante mi mirada. Escucho las voces, los gritos, y no puedo hacer nada. Es todo precioso, lo sé. Esa vista. El sonido de las olas chocando en la orilla. Pero yo, me desespero.

- ¿Pero qué dices? ¿Cuando has ido tú al mar?

- No hace falta que vaya a ningún sitio. Lo veo en tus ojos. 

Microrrelato seleccionado en el concurso "Tema Libre II", de Letras con Arte.

sábado, 21 de marzo de 2015

Luchas internas

Las horas pasan lentas, aletargadas, bajo estas tristes paredes, donde la vida se escapa. ¿Qué hacer cuando el problema está en tu propia cabeza? Un estado bipolar físicamente irritante, que viene cuando piensas que se ha ido.

Y no, no me gustan sus visitas, porque me recuerdan lo poco que dura la ilusión. Una vela bajo un vaso de cristal, ¿cómo quieren que no me apague? Si cuando me da el aire, vuelven a ahogarme. Algún día voy a tirar todo por la ventana, y me darán igual los destrozos. Una rabia dormida, que quema el pecho, y empuja cualquier otra cosa. Es gracioso que sea contra algo que vive conmigo, ¿verdad?

Hay cosas con las que no quieres estar, pero que forman parte de ti. Piezas defectuosas que desearíamos arreglar, que entorpecen el rumbo normal del barco en el que vamos. Ojalá existiera eso. Algo que nos permitiese cambiar lo que no queremos, ¿verdad? Quitar esas espinas que rodean tu cuello, esas alambradas que la gente le pone a tu alegría.

No nos engañemos, las taras, y lo que nos pone la tómbola injusta de la sociedad, debemos soportalo nosotros. Aprender a ver al enemigo en el espejo, y evitar que gane, nuestra carga. Porque, en el momento en que la sonrisa sea la que él quiere, habremos perdido.

Para Noelia. Ánimo, y no lo dejes.


domingo, 15 de marzo de 2015

En la bodega

Un barco se acerca. Lleva las bodegas cargadas de un virus antiguo y poderoso, pero desconozco el efecto que tendrá en mí. Ignoro sus efectos, y posiblemente sean letales, pero el contenido que va adentro lleva mi nombre.

El efecto puede ser devastador, y no sé siquiera por qué me arriesgo, pudiendo huir y dejar atrás a los fantasmas. Otra costa, manos seguras, y la certeza de que el mar me devolverá las sonrisas, y no incertidumbre. Ninguna tormenta, ningún naufragio, y la única sombra, la de las palmeras sobre mi cabeza. No sé por qué me empeño en hacer flores con la arena, en abrir cajas que no deben revelarse. Quiero hacer de este erial un lugar lleno de mariposas, y llenar la tierra muerta con ilusiones que puedan brotar.

Pero yo no puedo hacerlo solo, no puedo. Así que cuidado con lo que viene en ese barco, porque si es la bruma de otro tiempo pasado, donde ya no tiene cabida el presente, entonces, puedes ahogarme ya en esas aguas putrefactas que cubren la orilla de la psique.

Si no es así, entonces, podré decir, que valió la pena. Podré decir, que has salvado el día.

https://www.youtube.com/watch?v=ZoK63Bk7pgw

miércoles, 25 de febrero de 2015

Present tense

Un barco se detiene en el muelle, todo desierto alrededor. Lanza el ancla, y una escalerilla asoma, haciendo de puente entre la cubierta y los desvencijados tablones que sirven de nexo entre el mar y la tierra. No bajan marineros, no baja nadie. Solo se escucha el romper de las olas sobre la orilla, meciendo ligeramente el barco. No recuerdo cómo llegué aquí, donde ya no hay bullicio, donde solo queda quietud y ruinas.
Atravieso el crisol de mis ojos, y avanzo hacia el barco. Conforme voy andando, los crujidos de las tablas hacen brecha y van cayendo. Todo lo que queda atrás se cae al agua. Madera podrida, polvo. Subo las escaleras, y, una vez en el barco, veo a alguien en proa. Va vestido con una túnica que le cubre la cabeza y el cuerpo. Está mirando el mar, pero sabe que estoy ahí.

- Llegas a tiempo.- Me saluda.
- ¿Me esperabas?.- Pregunto, sorprendido.
- No. Debo decir que no.
- Entonces, ¿qué haces aquí? ¿Cómo es que me dices eso?
- Eso deberías decírmelo tú, que me has llamado.
- ¿Yo?
- Sí, tú. Llevaba meses sin montar en barco, y tú me has pedido que venga a por ti.
- Pero... Pero, ¿quién eres? ¿Adónde quieres ir?
- Sabes quién soy. Y, adonde vamos, puedo decírtelo. Nos vamos de aquí. Porque, para eso te has montado en mi barco, ¿no?

Entonces, se dió la vuelta y el tiempo se hizo añicos.

http://youtu.be/5wFdkH1Dmqc

sábado, 23 de noviembre de 2013

Grandes esperanzas

"¡No acordarme! Eres parte de mi existencia, de mí mismo. Has estado presente en cada una de las líneas que he leído, desde que vine aquí, un vulgar y tosco pobrecillo cuyo corazón heriste ya entonces. Has estado presente en cada proyecto desde aquel día, en el río, en las velas de los barcos, en los marjales, en las nubes, en la luz, la oscuridad, el viento, los bosques, el mar, las calles. Has encarnado cada fantasía con la que mi mente ha tropezado. No son más reales las piedras de las que están hechos los más recios edificios de Londres, ni tendrías mayor dificultad en desplazarlos con la mano de lo que han sido y seguirán siendo para mí tu presencia y tu influencia, allí y en todo lugar. Estella, hasta el último instante de mi vida no podrás sino ser parte de mi carácter, parte de lo poco que de bueno hay en mí, parte de lo que de malo llevo."



martes, 19 de noviembre de 2013

Frozen and burning

Me dijeron que el amor termina muriendo de frío en medio de una noche nevada en el punto más alto del Everest. Que, como una gran hoguera que ilumina el cielo, va apagándose, con el paso de los días.
Frío. Frío. Congelación.

Me contaron que las olas del mar devoran su destartalado barco de madera en las noches de tormenta. Que, al igual que la luz del faro que vigila el mar, va perdiendo su brillo hasta apagarse si nadie le auxilia.
Desgaste. Desgaste. Oscuridad.

Me aseguraron que el amor era un hombre amable que acababa por volverse un fantasma. Que, lo mismo que un moribundo, va dejando cada vez menos su huella entre nosotros, hasta dejar solo restos.
Debilitamiento. Debilitamiento. Muerte.

Lo que nadie me dijo es que se puede quedar en un punto medio, en el que cuando ella lanza chispas, el fuego comienza a arder de nuevo, el faro se ilumina, y el moribundo recupera el color de sus mejillas. Y todo ello sin que realmente se alcance la máxima potencia. Porque la verdad es, que no se ha consumado.










jueves, 31 de octubre de 2013

Deeper

Caminamos sobre las líneas del tiempo, cuerdas que se entrelazaban sobre el espacio que separa una casa de otra. Éramos trapecistas que se encontraban en el medio, y no sabíamos donde ir, solo avanzábamos. Abajo solo vacío. ¿Qué ocurre? Viene un huracán y absorbe las ganas de avanzar, aletarga los sentidos, y el sueño domina los músculos, y, aún así, el descanso es efímero.
Los rasgos se marcan bajo sus ojos, y solo la risa rompe con el hielo que se ha formado abajo.

Se forma nieve, la cuerda cede, y caemos al frío suelo. De nada sirve nuestra ropa. Las dagas del viento se clavan desde todas direcciones, sin piedad, una y otra vez, atravesando incluso la cabeza. Nos levantamos, y juntamos nuestros cuerpos, quizá la forma más primitiva de obtener calor.

¿Qué son las palabras? Si aparecen barcos que se abordan el uno al otro, pero ninguno de los dos consigue conquistar el barco contrario. ¿Qué son las miradas? Si los cañones disparan y la madera de cada vehículo se vuelve inmune al plomo. ¿Qué es el roce? Si ambos están escorados y mantienen el rumbo intacto.

El tiempo volvió a cambiar de bando, como una balanza que nunca permanece estable, sino que oscila a ambos lados, insegura. Y quizá sea que todo se vuelve lo suficientemente inalcanzable como para expresarlo con palabras, pero lo que es cierto es que me ahogué en el oscuro océano de tus ojos.

http://youtu.be/06H_6oI4EK4

lunes, 14 de octubre de 2013

A light in the dark?

Cada vez que creí haber visto señales, estas eran erróneas, o, si las había, nunca supe interpretarlas. Imaginen a un reo en manos de los corsarios, en un barco situado en alta mar, con una venda alrededor de sus ojos, sobre una tabla que da al agua. Detrás, a sus espaldas, la espada afilada de un pirata le conmina a avanzar, pero el prisionero sabe que si sigue avanzando, morirá ahogado,o, peor aún, será alimento de los tiburones del Pacífico. Entonces el condenado no sabe hacia donde ir, porque da igual el camino que decida tomar: En ambos casos le espera la muerte.

Pues en parte, muchas situaciones de mi vida se asemejan a esto, donde yo soy un planeta que circula a toda velocidad, tanto, que se sale de órbita y se estrella contra el Sol.

http://youtu.be/2r3ChchO-fA

lunes, 16 de septiembre de 2013

¿Es mi barco mi tesoro?

Soy el capitán de un barco que no responde al timón que maneja sus movimientos; viajo siempre a la deriva, y nunca veo tierra a lo lejos. El único paisaje que avisto es monótono y aburrido cuando llevas tanto tiempo mirando el agua del mar, y su oleaje. Aunque también es cierto que no tengo ninguna queja complementaria, pues de vez en cuando encuentro cementerios de barcos encallados, y el mío los evita con sospechosa maestría. También se zafa de las tormentas, que, en mitad de la noche, me sorprenden. Es algo asombrosamente rápido: el oleaje ruge, se alza, tan peligroso como majestuoso, ávido de destrucción; nada que ver con la relativa calma de la que se goza minutos antes a la transformación.  El cielo se viste de luto, y no deja siquiera ver a la estrella Polar, solamente deja que veas la rapidez del rayo, el rugido del trueno, y la frialdad de la lluvia, que, por cierto, es incapaz de inundar el barco aunque me cale hasta los huesos.

Tal vez, lo que no me guste de esta situación, no es sino el hecho de tener que navegar siempre solo. Es posible que así evite los peligros del mar, pues mi barco siempre ha navegado sorteando todos y cada uno de ellos; pero entonces estaría perdiéndome unas experiencias que, si bien pueden no resultar placenteras, resulta odioso tener que prescindir de ellas. 

http://youtu.be/T8pGjg73h9k

sábado, 14 de septiembre de 2013

Tic, toc, y la fábula del tiempo.

El segundero del reloj viaja hacia atrás, pero se consume hacia delante, lenta y pesadamente. Cuatro paredes de hormigón se alzan, formando una jaula que simula la libertad, una cárcel de oro espaciosa para el reo, que camina y no palpa los barrotes, que aspira y no siente el aire viciado. Puede ser que se haya acostumbrado a su alrededor, ignorante de lo que ocurre o de dónde se encuentra. Una venda que tapa sus ojos y una duda que lo ciega. No sabe si en su cabeza se acumulan las dudas o las certezas, pues solo alberga esperanzas que, al igual que una bombilla desgastada, titila, se enciende, y se apaga. Y lo único que sabe es, que si estuviera montado en un barco, dejaría que le arrastrase la corriente.