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jueves, 3 de diciembre de 2015

Dos mujeres (III)


III

Una barrera, una barrera
que desinfle este deshonor,
ya basta de besar el suelo,
el polvo no sabe nada bien.

Equivoqué el camino, lo sé,
siguen pasando
la factura a diario, ya
pagaré esa acción.

Prender fuego al tiempo,
allí donde las manos
me quitan el frío mortal,
allí donde nunca fui.

Me pierdo entre los cuerpos,
confunden los aromas,
un lobo solitario no
vuelve bien a la manada.

He coloreado mis horas
con las pinturas del ayer,
dudo entre el gris y el rojo,
tal vez negro, como mi cabeza.

No hay lugar aquí, demasiado
ruido, mucho movimiento,
la mujer que busco es la brisa,
una gota que ondea el agua.

Sólo quería una explosión
dentro de mi cuerpo, no
la secuela de una bomba,
quizá apreté el detonador.

Abandoné la realidad
para buscar un deseo,
y lo único que es verdad
es que me contaba mentiras.

Formaré otros lazos, quizá,
con alguien que no teme el
filo que forman mis manos,
una flecha que atraviesa.

Entonces segaré los árboles,
prenderé fuego a las hojas,
pero jamás olvidaré las
raíces que me llevaron hasta aquí.

sábado, 11 de abril de 2015

Una tarde más

Las finas ramas amarillas de un olivo se deslizan por mi garganta. En la lejanía, suenan las campanas del olvido, mientras un muchacho intenta recomponer las piezas de un extenso puzzle humano. Danza gris en el cielo, ante la humedad que vuela llevándose la abrasadora presencia de la sequía.

Sobre el cuadrilátero del mundo, un montón de obstaculos que cubren de negro el azul del mar, suave con las olas, creando curvas. Las murallas de papel se alzan, sobre llanuras inmensas, áridas, igual que lo que tratan de proteger:

Una mente en blanco.

viernes, 20 de marzo de 2015

El tren de ida

Ya tenía las maletas listas. El papel de la invitación sobre la mesa, con un billete de ida hacia un destino desconocido. La calle, nevada, me hacía temblar de frío, a pesar de llevar puesto un abrigo, guantes, gorro, y una bufanda tejida a mano que me envió ella junto con la carta. Fue una agradable sorpresa, porque las únicas misivas que recibo son de propaganda electoral, un arte denostado esto de la correspondencia por correo.

Mi único problema lo encontré en la estación, pues, justo cuando iba a subir al tren, alguien se chocó conmigo y las cosas volaron. Muy peliculero todo, sí, pero os aseguro que a mí no me apetecía nada esa escena. Iba muy justo de tiempo, y el tren se marchó mientras recogía las cosas. Ni cinco minutos se esperó. No supe si enfadarme o resignarme.

- ¿Estás bien? - Una tímida voz femenina, envuelta en el vaho caluroso de su aliento, me preguntaba.
- Sí, sí, no te preocupes. ¿Y tú? - Respondí, amagando una sonrisa.

Ella asintió. Llevaba la cara envuelta en un pasamontañas, y solo se le veía el pelo negro, largo, que caía sobre sus hombros. Ojos color azabache que cortaban la respiración.

Una vez recuperadas las cosas, fuí a ver al revisor. No me percaté de que aquella mujer se había quedado en el mismo sitio, mirándo mis movimientos desde atrás. 

- Disculpe, ¿podría cambiar este billete? He perdido el tren.
- Umm, a ver... ¡Oh!, lo siento, pero este tren... Solo salía hoy. No podré cambiartelo.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que ya no volverá. No podrá montarse ahí, amigo mío. Lo lamento.
- Pero... - Balbuceé.

Entonces la chica me cogió de la mano y me sacó de allí.

- Ese tren que has perdido... ¿Era muy importante para ti?
- Bueno, sí, se podría decir que sí.
- Entonces, quiero pedirte disculpas, te daré este cuaderno como compensación. Es importante para mí.

Dicho esto, me besó en la mejilla y se marchó corriendo. Desconcertado por el giro de los acontecimientos, decidí abrir lo que me había dado. Y, en la primera página rezaba:

"Has perdido algo que no volverá, pero al chocarte conmigo, en el futuro recordarás que los trenes realmente importantes siempre vuelven, y que los raíles del momento te llevarán de vuelta a mí, aunque no sepamos siquiera quiénes somos".

Para Irene.

Palabras clave: Tren, cuaderno y bufanda.

sábado, 7 de marzo de 2015

La mariposa

La mariposa que
venció al verano
nunca regresó.

Alzó sus alas,
y se despidió
de mis manos.

Y me tumbo aquí,
abrazado fuerte
contra el miedo.

Y me tumbo aquí,
mirando pasar
pétalos de amor.

Todo cambia menos
mi cabeza mirando
el lugar por donde
se marchó volando.

Y sostengo entre
mis temblorosas manos
las flores que hay en mí.

Se deshacen, qué le vamos
a hacer,
las consumió el fuego
del azar.

Negro es el color y la actitud,
complicidad contigo,
complicidad sin mí.

¿Donde me fuí?,
¿donde estarás?,
palabras que no sé
ya contestar.

No pude volar contigo,
ya lo ves, no pude
alcanzar el sol.

No pude volar contigo,
ya lo ves, no pude
escapar de mí.


Para Tere.

Palabras clave en poesía: Complicidad, miedo, mariposa.

lunes, 2 de marzo de 2015

Sonrisas

Un pájaro carpintero ha hecho un nido sobre hilos negros, buscando comida y picoteando a un solo gusano. El zepelín se estrella, no puede más. El oxígeno prendió la llama. Un salto, luego otro. No sé adonde caigo, pero no hay nada más aquí. La tierra no se puede comer, pero no está mal una vez te acostumbras a probarla. Ya lo ves, el silencio puede destrozar los tímpanos y la energía. Todo alrededor tiembla, y recibe tus balas sin decir nada, sin rechistar. Se comprende. O quizá no, y entonces se vuelve un bucle en el que la bicicleta gira pero no avanza. Nada claro en el brillo de las espadas. Solo impotencia, la de ser un gigante con pies de barro, donde los ecos del vacío se expanden más poderosos que nunca.

Perdí la mitad de mi cara en la guerra de las cenizas, y la máscara, la mascara es lo que dibuja una sonrisa completa libre del horror.

En Versión Original

Me quedo mirando el cielo desde el porche, mientras el último cigarrillo de la tarde me consume. Todo pasa igual que una película muda en blanco y negro. No hay sonido, no hay gritos, ni ruido. Solo los gestos torpes de quien pretende manejar universos que no le corresponden. Un vulgar intruso en el territorio de sombras ya desvanecidas por el miedo y el espacio. No se escuchan los golpes, ni los gemidos, solo un sordo rumor que el viento se lleva. De fondo, la voz de Joan Baez no cesa de repetir una y otra vez una frase, igual que si un disco rallado se hubiese apropiado de mi cabeza: "And there you stayed, temporarily lost at sea".

Miles de mariposas frente a mi puerta, exigiendo paz, pidiendo flores, ¿qué puedo daros yo, si soy la marioneta de esta nueva era? ¿Qué castigo podéis exigirme si aplasté la vida entre las palmas de mis manos? Fuera, fuera de aquí. Los palos venenosos de mis pulmones romperán vuestras alas. Fuera, fuera de aquí. Los monstruos no mostramos nuestro verdadero rostro.

https://www.youtube.com/watch?v=1ST9TZBb9v8

Para María

Palabras clave: Folk, años 60, cine clásico.

jueves, 12 de febrero de 2015

Mr. White

El señor blanco llega a una casa desvencijada. El verde de las hiedras, las enredaderas, y los líquenes cubren la madera. No parece haber nadie. Aún así, llama. Un golpe, y otro, y otro.

- ¿A quién busca, señor blanco? - Pregunta alguien a sus espaldas.
- Oh. Solo quería hablar con la persona que vive aquí.
- Ya veo. Pero creo que no está.
- ¿Y eso? ¿Qué ha ocurrido?
- ¿Cuanto tiempo hace que no viene señor blanco? ¿Se molestó acaso en asomar su nariz antes de que la madera fuese pasto de la naturaleza?
- Bueno... Es cierto que no vengo desde hace más de un año... Pero no me imaginaba que esto estuviese así.
- ¿Y por qué viene ahora?
- Bueno, no creo tener derecho a venir aquí, pero... Me sentía solo. Y entonces me acordé de todo. Me paré a pensar fríamente, más que en otras ocasiones.
- ¿Te sentías solo? ¿No es eso un poco egoísta? ¿Y que hay de la persona de esa casa?
- Es cierto que lo es, pero si únicamente estuviese aquí por esa razón. Fue un error.
- Ciertamente, señor blanco. ¿Y, qué deseabas entonces?
-¿Por qué tendría que contarselo a usted? Quiero vivir con el habitante de esta casa.
- Estás hablando con él. No has cambiado nada.
- ¿Eres tú? Te ruego que me disculpes. Has cambiado. Y, por cierto, no soy el señor blanco. Soy el señor negro.




domingo, 5 de enero de 2014

Slowly

Vamos a quedarnos despiertos, mirándonos el uno al otro. No se cerrarán los ojos, la marea negra del sueño no puede alcanzarnos cuando estamos volando sobre las nubes. Nos tumbaremos sobre una cama de agua y comeremos flan, chocolate o mermelada, sintiendo la piel del otro dentro de las fauces del sabor. No importa si somos parte de la degustación, el corazón se acelera como sucesivos rayos en una hilera de cielo, y los mordiscos se suceden, parsimoniosos, sobre temblores de éxtasis.


Se unirán dos meteoros de fuego en mitad del universo estrellado, y recorrerán terremotos de punta a punta, mientras las flores de los cerezos se abren kilómetros más abajo. Pasaron huracanes y se llevaron las malas hierbas, trayendo consigo un verano helado de nubes que tiñen las alturas, escondiendo al sol del ojo humano.


Pasaremos la mano sobre campos de flores en la arena de la playa, caminando junto a las conchas que nacen en los rompeolas, al tiempo que la noche cae sobre nuestras cabezas. Se mojarán nuestros pies junto a dos serpientes rojas que jugarán hasta que tengan que separar sus cabezas para ver el amanecer junto con el rocío que desprenderán las flores con los primeros rayos de sol.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Camina bella, como la noche

Camina bella, como la noche
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan
Y hablan de días vividos con felicidad.
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón con inocente amor!

Lord Byron 

jueves, 5 de diciembre de 2013

Salta

Sé que las manecillas del reloj son puntiagudas, tal vez porque desgarran el tiempo a cada paso que dan, incesantes, y cuando intentas detenerlas con la mano, éstas te cortan. Una fina herida que de lado a lado de la mano muestra un hilo de sangre que se escurre sobre la impermeabilidad de la piel. Gota a gota, el color rojo va golpeando en el suelo, y las hendiduras de la baldosa se van rellenando poco a poco, como un río espeso y lento que avanza sobre tierra y rocas.

No puedes detener nada, es cierto, la marea ya te arrastra y no puedes volver atrás. Las palabras que no se dicen se apagan en el fondo del mar, como bombillas que estallan en mitad de la noche. Pero, espera, si el ruido es constante, se dañarían tus oídos. Tal vez no escuches mi voz en mitad de la eterna tormenta, y el atolón sobre el que te encuentras solo llama a que saltes al vacío. Un fondo negro sobre el que solo se ven tus propios miedos. Y no es que yo no envíe ondas sonoras hacia tu cabeza, sino que los ríos de color púrpura amordazan mi boca y atan mis manos.

Aún así, podría decir que saltes. Salta. Que aunque la duda muerda, las cuerdas atenacen, el frío paralice, y la oscuridad ponga vendas a los ojos, yo estaré allí abajo para recogerte.

http://youtu.be/TXndFmaZkwQ

sábado, 30 de noviembre de 2013

Prisión

Podría decir que he caído preso en una laguna, donde la oscuridad no es completa, y el agua me llega a las rodillas. Sería extraño ver a una sirena con plumas siguiendo el caudal del agua, pero lo cierto es que no me extrañaría. Su voz atrae a todo ser viviente, y sé que tiene plumas porque la corriente las lleva hasta mi invisible hogar. Sé que son suyas, pues aparecen brillando, luces de luciérnagas en el color negro de las plumas, igual que bombillas oscuras iluminando la presencia de la noche. Y se ve la arena del fondo, las pequeñas piedras que pueblan los cristales líquidos, y algún que otro insecto acuático dentro de mi cárcel de sonido.

Quizá, lo único que espero en este lugar es poder verla, pero entonces las barreras que me detienen se harían añicos, y marcharía directo a envolverme entre sus hilos.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Death

La muerte no es un esqueleto con túnica y capucha de color negro, portando una guadaña. Es la sorpresa y la certidumbre. La sonrisa extraña de una persona llena de vida a la que se le cortan los hilos que le sujetaban al resto de títeres. Es un día que se antoja normal y de repente se trastoca, como 'clic' en un interruptor. Un caos en las oficinas de la rutina. Una flor que se marchita en las salas de la sonrisa.

Aumentan los caudales de agua salada en los ríos, se desbordan, como un ejército de personas desconocidas entre sí que van a saludarse, y se dirigen al mismo lugar. Cenizas y sombras. Te arrancan de tu alrededor ramas del árbol al que estás acostumbrado ver, y el paisaje se trastoca. Es algo natural: Sabes que pasa. Que debe pasar. Pero, aún así, nunca piensas que te vaya a tocar a ti. Que la muerte es un mensajero que pulula por tu alrededor, y que tú no recibes sus cartas.

lunes, 28 de octubre de 2013

Manchas

Soy una mancha que camina por la ciudad. Las farolas encendidas flanquean el camino. El suelo está mojado. Llovió no hace mucho. Árboles peleándose por arrebatarle el lugar a las farolas. No hay coches, no hay motos. Nada en la carretera. Casas monótonas en el otro lado. El cielo es una mezcla heterogénea de colores azulados. Soy una mancha. Me expando por todos sitios, formo figuras, pero no se engañe, soy lo que soy. Voy al lado de una mujer llamada Helena, con una mascota que no recuerdo haber tenido. Un perro negro. Solo cabe ir hacia delante, bajo la luz de las farolas, aunque solo me fije en la que irradian sus ojos. ¿Dónde está? ¿Sigue ahí? Porque me muevo un poco y desaparece de mi vista. Y otra vez me difumino entre colores fríos y cálidos. Me muevo en los charcos. Me aferro a ella con fuerza: No quiero perderla. Pero solo soy una mancha... ¿Qué puede hacer una mancha sino expandirse y cambiarlo todo? ¿Qué puedo hacer sino dibujar con palabras lo que no puedo retratar en un lienzo?


viernes, 13 de septiembre de 2013

La tuya es una máscara que muta cuando más lo espero, y también al contrario. Solo los ojos de un bufón aparecen en los tuyos, y ríes, y ríes, pero las barreras se alzan, incluso cuando yo creo haberlas superado.

Y es que la función acaba de empezar, en este extravagante circo, donde la princesa juega de maravilla al fútbol, y el payaso se desvive por la lectura. Y no hay dragones ni príncipes, los devoró el agujero negro de la traición, en un viejo tiovivo abandonado. Y la princesa ríe, pero haciendo una mueca; y el payaso juega, sabiendo que su apuesta es a todo o nada, con unas cartas malas en su mano, y el horror deslizándose tras la sonrisa del dealer. Y yo ya no sé si cambiar de mano o tirar los dados. Y yo ya no sé si quererte a voces o en silencio...

http://youtu.be/PaUI6Tvd1sA

"Car san rire c'est plus facile de rëver à ce qu'on ne pourra, jamais plus toucher"
Hasta el día más monótono, hasta la rutina más acusada originan cambios. En la personalidad, en la percepción de las cosas o de una persona. Lo que antes era blanco se vuelve negro, o gris. Y alguien a quien conociste como fruto del azar, se vuelve más importante sin apenas notarlo, hasta que empiezas a pensar, y miras a corto plazo la evolución; porque si lo haces a largo plazo, es posible que ya sea tarde...