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domingo, 13 de diciembre de 2015

Sigue brillando

No caigas ni desfallezcas,
aunque tu cruz esté
toda pintada de rojo,
aunque tus ojos vean
alfileres formando suelo.

No dejes que el fantasma
de las páginas pasadas
imprima su rostro en el tuyo.

Que el aguijón del pesar
se quiebre contra tu piel,
no cambies de forma, no,
sigue siendo diamante.

¿Cómo puedes pensar
siquiera en apagarte,
si eres la luz que mueve
la pluma del indeciso?

Toma, cógela si quieres,
una mano que no está,
una sonrisa que no se ve,
el rayo que no cesa.

Ya lo sé, lo malo de soplar
sobre las cenizas es
que recuerdas el olor,
que recuerdas el fuego.

Pero no te entregues al agujero
negro del vacío, quiere devorarte
pero no es el único, seguro,
hay más piezas en el tablero.

No sueltes el escudo aunque
se quiebre tu espada,
a veces los procesos no pueden
ir todo lo rápido que debieran.

Toma, cógelo si quieres,
un abrazo que no toca,
una mirada que no atraviesa,
el beso que nunca te di. 

Pero no te quedes atrapada,
los cementerios de barcos
ya tienen muchos efectivos,
y tú eres el mar en calma.

Y tú no lo sabes, pero vendrá
el día en que alces la vista
al cielo y descubras que
ya estaba despejado.

Hasta entonces, te digo,
aunque la sal cubra el espejo,
aunque el tiempo cercene,
dispara tu risa y haz al dolor
que se ahogue y truene.

Para la M que me refugia en Bukowski

jueves, 3 de diciembre de 2015

Tornados de Tinta

Recientemente he participado en una convocatoria, con unos pocos escritores aficionados, como yo, y el libro se distribuirá gratuitamente. Os dejaré un poema con el que he participado, (lo dividiré en tres entradas para no hacerlo pesado), y el enlace para quien quiera descargar la antología completa, que consta también de microrrelatos. Espero que os guste.



Dos mujeres

I

Quise acercarme a los
campos de espinas,
y por ello dejé atrás
una sana estabilidad.

Una bala atravesando
mi cabeza sería mejor,
dejé las flores para
sentir adentro los pinchazos.

Ahora pago el precio,
un año de deudas,
otro de castigo,
sólo cicatrices en las manos.

Ya lo sé, ya lo sé, lo que grita
la cabeza lo ahoga siempre
el corazón,
siempre cantos de sirenas.

Jamás tuve tripulación,
sólo un impulso ciego,
en busca del zahir,
en busca del pasado.

Apuñalé al presente,
dejé sus entrañas sobre
el suelo donde disfrutaba,
y quemé todas sus sábanas.

Llamé a gritos al dolor,
las vendas son geniales
cuando no puedes verlas,
cuando no sabes nada.

Lo siento, lo siento,
los cristales del error
ya rasgaron mi garganta,
se clavaron en el centro.

¿Donde estás ahora?
Busqué fantasmas y
me encontré helado,
esto es el principio.



La antología: http://ul.to/l41sk9wi

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Una visita inesperada

- No te esperaba hoy. Ha sido una sorpresa. Aunque estés distinta.

- ¿Distinta?

- Oh, no hace falta que me lo digas. Ya te dije que aquí todo cambia cuando vienes. Y algunos árboles se han muerto. Claro que, puede ser la llegada del invierno. Aún así, lo descarto. Ven. Hoy te quedarás más rato, aunque yo no pueda hacer nada para ayudar.

Ella se acerca y se sienta a su lado, sobre un gran tronco tirado en el suelo. Es por la tarde, y el día está en calma.

- Bueno, así que el pasado se te queda pegado igual que una mancha de aceite en la ropa, ¿eh? Veo esa lucha aquí, en la naturaleza. Desconozco los detalles, es cierto, pero aún así veo cosas. Un barquito varado en el río, que intenta seguir su camino y le resulta muy complicado. ¿Te resulta familiar?

Silencio. Una brisa que acaricia el rostro. Se escuchan algunas ramas, agitadas.

- El caso es, que no se te puede reprochar nada por eso, quiero decir... Sigo viniendo, ¿no es así? Aunque es cierto que los dos casos son diferentes. Tú arrastras un dolor que retumba en el bosque. El mío, en cambio, es sólo el eco del rechazo. No se mezcla con las raíces, no contamina el aire. Deja al bosque tranquilo.

- Yo no decido eso.

- Claro que no. ¿Acaso yo sí? Pero tú, tú puedes hacer que aquí nazcan maravillas. Tienes ese poder. Aunque claro, si adormeces el aire con la pena, ¿cómo va una ráfaga a mover el barquito?

- Yo... No sé qué decir. Tú lo ves todo muy claro. Yo no. Algo entra en mi cabeza y hace que de vueltas y vueltas. De un punto a otro. Y otra vez a empezar.

- Ya. Acaso eso sea inevitable. Míranos a nosotros. Siempre tan cerca, intentando escudriñar la mente del otro, y a la vez tan lejos. Nunca un roce, ni un abrazo que calme las tempestades. Y pensar que un beso podría incendiar el bosque... Qué le vamos a hacer. Aquello que no empieza no puede terminar nunca. Tal vez llegue a conocerte cuando los fantasmas sean guillotinados y las gloxinias me devoren la vista. No lo sé. Solo que seguiré viniendo.

- Tal vez hoy sí haya un abrazo.

Pausa.

- ¿Por qué gloxinias?

https://youtu.be/3GqTzn7Hi3U

domingo, 17 de mayo de 2015

Monstruos


 Él esperaba sentado a que alguien fuese a llevárselo. Lo que no sabía era que nadie haría eso. Nunca se había parado a sembrar nada, tan descuidado como era, y, aunque la soledad vivía haciéndole compañía, se las apañaba y se consolaba pensando que algún día llegaría una persona que lo salvaría.

No le gustaba su entorno. Había crecido aprendiendo a recluirse de aquello que no le gustaba. El día a día. La ignorancia que rezumaba de las demás personas. Las burlas, los dedos acusadores sobre el fantasma extraño que representaba. Un golpe invisible tras otro, junto a algunos de verdad, habían hecho de él la persona que era. Quizá no era especial, es cierto, pero aprendió a valorar los pequeños gestos, las palabras amables y las sonrisas sinceras. Aprendió a valorar aquello que escaseaba entre los laberintos de la calle.

Encontró las manos amigas entre hojas de papel manchadas de tinta, los ojos que no apuñalan, y la burla que no destroza, se quedaron entre las esquinas de la mente.

¿Cómo puede quejarse la voz colectiva de su reclusión entre las plácidas cárceles del conocimiento, cuando fueron los hijos bastardos del odio y el rencor los que apedrearon su frágil escudo?

¿Cómo puede quejarse si aquello que resulta diferente es presionado hasta la destrucción? Quizá con la salvedad de que si vuelve al redil se le protegerá de las dentelladas de las ovejas blancas.

Y ahora, cada vez que intenta crear una relación productiva, le tiemblan las manos al sujetar la regadera. Porque la realidad duele. La realidad asusta. Porque los monstruos de verdad no son ficticios.

Te saludan por la calle.

domingo, 29 de marzo de 2015

Nuevos horizontes

Los viejos fantasmas nunca se fueron, permanecieron ahí, emitiendo una débil musiquilla, inútil pero constante, hasta el día en que yo volviera la vista atrás y decidiera echar una mirada de reojo.

Caras conocidas, solo una gota de conocimiento resbala por sus rostros, y, aún así, se giran y me observan, con la curiosidad del que abre una caja envuelta en papel de regalo. Porque es que soy una incógnita en el horizonte, donde solo los rumores y las especulaciones pueden escribir mi vida y mis aventuras.

No cambiarán muchas cosas. Yo seguiré siendo el mismo, tan voluble, y tan aferrado a permanecer a la vez. Una breve sombra de lo que alguna vez fuí, fuertes las raíces sobre mis pies. Estar, y no estar.

El murmullo que emiten las olas. Insignificante, tranquilo, y persistente. Persiguiendo a un público dormido. 


miércoles, 18 de marzo de 2015

El hombre extraño

La fuente de las almas ya no funciona, alguien la ha cortado. Entre las tuberías del infierno debe haber una avería, y todas salen por el mismo lado, sin poder acudir a su cita con la eternidad del dolor. Pero, ¿quién ha podido hacer eso? Veamos...

Hay un hombre riéndose al fondo, con un parche en el ojo, y un semblante que da miedo. Si le preguntas te dirá que no sabe nada, que solo es uno más entre miles, cuando en realidad guarda en su bolsillo algo que es más fuerte que nuestro poder sobre el inframundo.

Nadie puede detenerlo, a pesar de las múltiples órdenes de captura que hay contra él, tanto por parte del cielo, como del infierno. Es una persona peligrosa, y un gran enemigo. Camina y trabaja solo, y quiere subvertir el mundo irracional que hemos creado para los humanos.

Unos dicen que es un monstruo, otros que es un fantasma anterior a todo cuanto existe. Pero solo yo sé qué es. Simplemente es un humano, que, cuando alguien quiere atraparlo, saca una libreta de su bolsillo, y comienza a escribir. Entonces suceden muchas cosas. Aquí, en el inframundo, nosotros carecemos de imaginación, porque nos está prohibida desde nuestro nacimiento, por orden de los entes que dominan nuestras vidas. Aunque no para él. 
Así pues, empiezan a salir objetos de la nada, animales, personas hermosas, o, simplemente una profunda niebla que te impide perseguirlo. Puede obtener cualquier cosa de ahí, y eso nos molesta, y mucho. Porque nosotros también queremos y no podemos.

Nos hace dudar de la supremacía de las matemáticas y de la armonía de lo existente. No hay tal cosa. El que no podamos cogerle nos muestra de una forma irritante que el caos impera junto con el orden, inseparables. Y empiezo a creer que realmente va a transformar todo, porque, ¿quién no quiere hacer aparecer lo que sueña?

Solo hay un problema, que es el que me contó antes de irse, y es que, los muros de la realidad hacen que aquello que nos muestra ante nuestros ojos, solo es posible leyendo la hoja de la libreta que deja caer, del mismo modo en que esta voz no resonaría en tu cabeza si no estuvieras leyendo esto.

Aquel hombre, sin nosotros, no sería nada. Nosotros, con aquel hombre, lo somos todo.

Para María.

Palabras clave: Imaginación, irracional, matemáticas.

domingo, 15 de marzo de 2015

En la bodega

Un barco se acerca. Lleva las bodegas cargadas de un virus antiguo y poderoso, pero desconozco el efecto que tendrá en mí. Ignoro sus efectos, y posiblemente sean letales, pero el contenido que va adentro lleva mi nombre.

El efecto puede ser devastador, y no sé siquiera por qué me arriesgo, pudiendo huir y dejar atrás a los fantasmas. Otra costa, manos seguras, y la certeza de que el mar me devolverá las sonrisas, y no incertidumbre. Ninguna tormenta, ningún naufragio, y la única sombra, la de las palmeras sobre mi cabeza. No sé por qué me empeño en hacer flores con la arena, en abrir cajas que no deben revelarse. Quiero hacer de este erial un lugar lleno de mariposas, y llenar la tierra muerta con ilusiones que puedan brotar.

Pero yo no puedo hacerlo solo, no puedo. Así que cuidado con lo que viene en ese barco, porque si es la bruma de otro tiempo pasado, donde ya no tiene cabida el presente, entonces, puedes ahogarme ya en esas aguas putrefactas que cubren la orilla de la psique.

Si no es así, entonces, podré decir, que valió la pena. Podré decir, que has salvado el día.

https://www.youtube.com/watch?v=ZoK63Bk7pgw

lunes, 9 de marzo de 2015

Acidez

No hay peor idea que la de quedarse viendo el ritmo de la vida pasar. Hay gente que se queda metida en una caverna. Las cosas evolucionan a su alrededor, y, sin embargo, se aferran a un pasado muerto, a unas respuestas que permanecen iguales cuando las preguntas ya no son las mismas.

He probado muchas cosas, incluso los dulces placeres prohibidos por un pulmón enfermo y ennegrecido que respira por nosotros. He tenido un fantasma rondando por mi cabeza desde hace años, y nunca se marcha. Silencioso, nunca dice nada, pero su presencia se escucha desde lo más profundo del Cocito. Las ramas con las que puedo cubrirte están enfermas y devoradas por la verticilosis que habita en lo más recóndito de mis emociones.

Puede que todo sea igual que un limón partido por la mitad. Que las cosas te hagan cerrar los ojos, que te salten lágrimas por la acidez de lo que te devora, y que, sin embargo, te guste el sabor, aunque se te queden los labios arrugados y la cara desencajada. Pero, oye, si no lo pruebas, no podrás disfrutar lo demás.

Si me preguntas a mí, prefiero mezclar la acidez del limón, con el dulzor de tus labios. Aunque, quizá sea todo al contrario.

Para Martina.


Palabras clave: Dulce, limón e idea.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Fantasmas

Vamos a cerrar los ojos, y a imaginar que no tengo pies de gigante. Que las flechas no cercenaron ninguna zona de mi cuerpo. Nunca caí, y todas mis empresas tuvieron éxito. Y jamás, jamás se apagó el brillo en mis ojos, porque en ningún momento el cuchillo del dolor fue dirigido hacia mí. Tampoco me arrepentí nunca de nada, porque todas mis decisiones eran correctas; ningún error, ningún error.

Siempre lo olvidé todo, nada que recordar, solo hojas muertas tras de mí, veneno en mis huesos, cenizas en mi boca, y un cigarrillo sin apagar en la mano.

Vamos a cerrar los ojos, y a imaginar que los fantasmas no existen.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Saltar

Es cierto eso de que la mejor máscara es la que te hace creer que es una cara de verdad. Y hacer un juego de malabares parece ser mi estilo, pero tú también tienes magia negra en tus manos, y también sabes esconderte detrás de un halo de aparente. Y si me vuelvo un fantasma, que sea aquel que recita cuentos al oído, junto a tu lado de la cama. Vamos a saltar a la piscina, y en el aire sentiremos el hormigueo de la vida fluyendo por nuestros cuerpos. Y las flores de los jardines se abrirán para nosotros, será primavera en los corazones, aunque ya haya llegado el frío invierno. Y si las tinieblas te atrapan, no te duermas con ellas, no te quedes sentada en la silla de los horrores, haz que brille la habitación con tu sonrisa. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Invierno

¡El virgen, el vivaz y bello día de hoy
de un aletazo ebrio va a desgarrarnos este
lago duro olvidado que persigue debajo de la escarcha
el glaciar transparente de los vuelos no huidos!

Un cisne de otro tiempo se acuerda de que él es
quien, aún sin esperanza, magnífico se libra
por no haber cantado la región de vivir
cuando ha esplendido el tedio del estéril invierno.

Sacudirá su cuello entero esta blanca agonía
por el espacio impuesto al ave que lo niega,
mas no el horror del suelo que aprisiona al plumaje.

Fantasma que su puro destello a este lugar asigna,
se aquieta en el ensueño helado del desprecio 
que entre su exilio inútil viste el Cisne.

Stéphan Mallarmé

domingo, 1 de diciembre de 2013

Quedarse

Me siento delante de un caballete con lienzo, y comienzo a trazar líneas, cogiendo diferentes colores con la paleta. Con el verde dibujo un sendero de árboles perennes, en un bosque profundo. El marrón sirve para formar los troncos, con madera fuerte en unos árboles, y carcomida en otros. El suelo, húmedo de la lluvia, cubierto con hojas secas, marca las condiciones de la atmósfera. Aparece también el cabello de alguien, flotando, igual que un tímido fantasma que solo muestra ese rasgo de sí mismo. Y voy usando los demás colores, rojo, para descubrir sus labios y el área de sus mejillas. Con un dedo voy formando lo que será el tono de su piel en lo que se perfila como su rostro, dejando mi impronta en aquel cuadro. Con polvo de estrellas delimito sus ojos, que comienzan a brillar como si de brumas de esperanza se tratasen.

Arranco trozos de mi camisa y los coloco formándole a ella una propia. La suya la perdió al liberarse del frío. Entonces me detengo.

- ¿No le dibujas las piernas?- Inquirió un muchacho, que había estado observando la pintura.

Yo negué con la cabeza, y él me preguntó el por qué.

- Porque no le gustará estar ahí, y entonces se marcharía.- Respondí.
- Eso es una tontería.- Dijo- Si realmente quiere quedarse, no se irá.

martes, 19 de noviembre de 2013

Frozen and burning

Me dijeron que el amor termina muriendo de frío en medio de una noche nevada en el punto más alto del Everest. Que, como una gran hoguera que ilumina el cielo, va apagándose, con el paso de los días.
Frío. Frío. Congelación.

Me contaron que las olas del mar devoran su destartalado barco de madera en las noches de tormenta. Que, al igual que la luz del faro que vigila el mar, va perdiendo su brillo hasta apagarse si nadie le auxilia.
Desgaste. Desgaste. Oscuridad.

Me aseguraron que el amor era un hombre amable que acababa por volverse un fantasma. Que, lo mismo que un moribundo, va dejando cada vez menos su huella entre nosotros, hasta dejar solo restos.
Debilitamiento. Debilitamiento. Muerte.

Lo que nadie me dijo es que se puede quedar en un punto medio, en el que cuando ella lanza chispas, el fuego comienza a arder de nuevo, el faro se ilumina, y el moribundo recupera el color de sus mejillas. Y todo ello sin que realmente se alcance la máxima potencia. Porque la verdad es, que no se ha consumado.










domingo, 10 de noviembre de 2013

Que siga el espectáculo

¿Qué es esto? ¿Quién soy yo? Si ni siquiera las palabras se ponen de acuerdo en mi interior. Necesidad. Sí. De contar. Ustedes son solo fantasmas que vienen a espiar este circo de disfraces dirigido por una sombra. Yo lo sé, y por eso nunca sabrán realmente lo que quiere decir el espectáculo. A veces quiero romper cosas contra el suelo. Otras, me gustaría devorar cariñosamente a alguien. También puedo no sentir nada. O sentir tantas cosas como para hacer una estupidez. Pero no destrozo nada. No devoro a nadie. Vengo aquí, y lo pongo. O tal vez me lo guardo para mí. Esto ni tan siquiera es una pantalla de mi vida. Es una caricatura. Solo que no es grotesca. Piensen en un cuadro realizado para ensalzar a una persona. Idealismo. Puede que todo este mundo sea una cosa así. Pero no se engañen. Ni ustedes ven a través de mí, ni yo a través de ustedes. Solo nos conecta una cosa. Una sola. Y es la admiración por las palabras. Para todo los demás, solo caben interpretaciones.

sábado, 9 de noviembre de 2013

El desconocido

La noche nace en espejos de luto.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.

La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.

Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.

Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.

Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.

Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.

Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.


Octavio Paz.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Difuminarse

Trazaré un línea tan difusa que no sabrás en ningún momento si estoy dentro o fuera de los límites. A veces formaré parte del paisaje, en una acción más de camuflaje. Otras me quedaré pegado a tu piel, sentirás mi tacto, y pensarás que se trata del viento o de la lluvia. No sabrás si me encuentro alrededor o no, solo podrás hacer conjeturas, pensar en cualquiera de las dos opciones sin saberlo con certeza.

Podría haber salido de una habitación acolchada, con señores de bata blanca que dan drogas a los pacientes de allá adentro, pero lo curioso es que no se sabe cuales son los que están tocados del ala; todo se diluye entre las paredes; cordura y locura, cielo e infierno, alegría y tristeza; ¿qué más da? Si me vuelvo un fantasma que se inventa cuentos para que puedas dormir rodeada de legiones de palabras. Aunque es cierto que no lo hago en tu cama, sino en la oscuridad de una gélida habitación que devora el aire que respiro...


"El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?"-Umberto Eco.

viernes, 4 de octubre de 2013

La pianista

Un fantasma comienza a tocar las teclas de un piano. El fantasma llora, y el instrumento desafina cuando cae una lágrima sobre la cubierta. Lejos de sonar mal, desgarra el alma ver la escalofriante escena.
Fuera, en la calle, hace un espléndido sol, las risas de los niños jugando se propagan por todos sitios, las cigarras dan su recital, monótono, pero agradable. Hasta el viento se las ingenia para ser suave y fresco, en consonancia con los demás elementos.

Pero allí dentro el ambiente era oscuro, nublado. Los muñecos de peluche que se encontraban en la cama comenzaron a moverse al sentir la voz de aquella dama conjuntarse con las notas del piano. Trepaban sobre sus hombros y secaban las gotas de agua que resbalaban sobre las mejillas de la mujer.

Entonces la melodía cambió, y el piano dejó de desentonar. Lentamente, parsimoniosamente, la atmósfera se vuelve menos lúgubre, y el timbre triste que emanaba de su garganta comienza a animarse. No cesa de llorar, es cierto, pero ahora es de felicidad. Mientras que fuera las nubes lo van llenando todo de oscuridad, dentro de la habitación va luciendo el sol.

Y es que, las palabras que aquella alma destrozada dibujaba en el aire, terminaron por transformar a los muñecos en una persona de carne y hueso, de modo que, cuando volvieron a secarle las lágrimas, no sintió el contacto blando del peluche, sino la calidez de unas manos que parecían decirle, mientras la abrazaban por detrás: Si vas a llevar una máscara, ponte la misma que yo, para que nuestros ojos sean los mismos al mirarnos, cristales transparentes donde para el resto solo hay interpretaciones opacas.

http://youtu.be/WxsRjv5EU9o

jueves, 19 de septiembre de 2013

La doble M

Yo soy la doble
línea de la vida,
que separa la
abrumadora multitud,
una careta por rostro,
un silencio por respuesta.

No hables aquí,
tus palabras mueren,
ser extraño,
mientras dibujo
mi sonrisa de cristal.

Un fantasma inservible,
no veo otra cosa,
la frialdad avanza,
y desfigura mis muecas.

Sácame del foso y
llévame a casa,
por oscuras autopistas,
montados en un
océano sin techo.

No habrá desierto,
pero arderán mis
cálidos luceros,
al son de una
perdida melodía.

Y tal vez entonces,
se construya
un puente rojizo,
en el que se caiga
mi entrañable Bauta.

http://youtu.be/xM4Rldp9QWA

domingo, 15 de septiembre de 2013

Rutina.

El fantasma de la rutina es un ser silencioso, traicionero, que te abraza por detrás cuando piensas que ya se ha marchado. Este cuerpo etéreo hace que los minutos de nuestra vida se arrastren por el suelo, con las manos, como si les hubieran cortado los pies. Y es que el eterno retorno es, en verdad, una pesadilla, por placentero que sea este. Una y otra vez los mismos pasos, las mismas acciones, como si un poderoso brujo nos hubiera condenado a dar vueltas sin parar, en forma de trompo o de peonza. Y nos preguntamos, ¿por qué no nos libramos de ese abrazo maldito?

La razón es simple, y es que ese apretón en el cuerpo nos da calor; tal vez se vuelva insoportable, y no termine de gustar hacer siempre el mismo recorrido, pero es que desconocemos lo que pasará si cogemos otra vía, ¿será un abrazo mejor o peor que este? Y esa cuestión martillea la cabeza, posiblemente sea obra del fantasma, pero realmente es el miedo, que nos ata de pies y manos con una cuerda atenazante, poderosa, lo que impide deshacernos del desagradable abrazo.

http://youtu.be/W8LsXCU0hv4