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lunes, 21 de octubre de 2013

Fear

El miedo es un señor con sombrero de copa que comienza a lanzar dardos de curare hacia el cuerpo y la mente. Hoy vino a visitarme. Llamó a la puerta, me saludó quitándose el sombrero, y estuvo conmigo todo el día. Me escondo en el bosque de mi mente, en los lugares más recónditos, donde el sol no puede observarme, donde cristalinos lagos brillan con la luz de sus ojos. Todo a mi alrededor es vegetación. Nada de malas hierbas, ni arbustos de espino, nada agresivo. Pero ni siquiera ahí estoy a salvo. Él me huele, con un olfato que eclipsa al canino más desarrollado. Avanza lento, sin prisas, como un confiado cazador que sabe que su presa nunca escapará. Y lo trastoca todo. Las flores mueren; el agua, se estanca y se enturbia; el aire, se vicia, tornándose una atmósfera casi irrespirable; aparecen zarzas y se transforma todo en una pesadilla. Él sonríe y extiende la mano a modo de saludo. Entonces echo a correr, no importa donde, mientras no lo vea a él. En mi huida, noto su mirada clavada en mi nuca, fría, calculadora, y observo que todo el paisaje ha cambiado. Nieve bajo mis pies, el aliento expira vapor debido al gélido ambiente, y todo se vuelve complejo. Un estado mental que nunca había visitado. Tal era el poder de aquel hombre.

Al poco tiempo me pudo el cansancio, y caí rendido al suelo. Cerré los ojos, y, cuando volví a abrirlos, mi captor se encontraba tumbado junto a mí, observándome. Se levantó y me extendió la mano. Esta vez la acepté, muy a mi pesar. Una vez en pie, le pregunté.

- ¿Por qué has vuelto?
- ¿Volver? Nunca quisiste que me fuera.

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