Hoy me ha dado ganas de ir a ver a Caperucita Roja. He quedado con ella en el bosque, y el lobo ha aparecido también. Nos hemos comido lo que llevaba en la cesta para su abuelita. Total, no creo que se lo vaya a comer tal y como está. También se ha presentado el leñador con unas cervezas, y el lobo parece ser que no aguanta el alcohol, y se ha quedado frito. Cosas que pasan. Creo que no le gusto a la abuela de Caperucita; cada vez que me ve, dice que me tiene bien enfilado. No sé qué querrá decir, pero nada bueno, seguro.
Después de haber rebajado la comilona, me fuí con Caperucita al cine. Han abierto uno al lado de su casa, que se están cargando el bosque, dice, algo sobre especulación urbanística. Y que le quieren comprar la casa. No sabe qué hacer, la pobre. Me cuenta que han desahuciado a la familia Gretel, y que la Cenicienta lidera un movimiento llamado la PAH. Y yo pienso: Lo que han cambiado las cosas.
PD: Disculpadme si me he cargado vuestra infancia.
Bienvenido a un mundo tan abstracto como lo que pasa por mi cabeza. Literatura rompecabezas que significa cualquier cosa menos la que es. O puede que veas la realidad.

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sábado, 21 de febrero de 2015
Hermanos Grimm
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sábado, 7 de diciembre de 2013
La calle M
Una orquesta de tambores camina por las calles de la materia gris cerebral. Los soldados disparan al aire con sus rifles, y se sincronizan con los golpes de la percusión. Pom. Pom. Pom. Y el corazón de un muchacho con un globo funciona al mismo ritmo que la estridente música que se escucha.
Caras largas, automatismo. Hoy la alegría se quedó en la cama con resaca. Ya llevaba muchos días de fiesta, y un exceso de alcohol sobrecargó los límites de la comisura de su boca. El ambiente se vuelve frío, protocolario, y el agua comienza a fluir por carreteras humanas, llena de sal y torpeza.
Y el niño que lleva el globo sabe que no puede detener lo que se mueve a su alrededor, y se pregunta cómo hacer que todo aquello desaparezca. Entonces echa a correr, el globo se escapa de sus manos, y se esconde en una casa de la calle M, esperando a que su propietaria vuelva, y, con un abrazo, aislar todo el ruido que llega de afuera.
Caras largas, automatismo. Hoy la alegría se quedó en la cama con resaca. Ya llevaba muchos días de fiesta, y un exceso de alcohol sobrecargó los límites de la comisura de su boca. El ambiente se vuelve frío, protocolario, y el agua comienza a fluir por carreteras humanas, llena de sal y torpeza.
Y el niño que lleva el globo sabe que no puede detener lo que se mueve a su alrededor, y se pregunta cómo hacer que todo aquello desaparezca. Entonces echa a correr, el globo se escapa de sus manos, y se esconde en una casa de la calle M, esperando a que su propietaria vuelva, y, con un abrazo, aislar todo el ruido que llega de afuera.
lunes, 2 de diciembre de 2013
El pasajero
Era un pasajero extraño
en un tren ocasional,
no volverá, dijiste,
se perderá al alba.
Se lo llevarán a casa
los primeros rayos,
y solo sabré de él
su verdadero nombre.
Y al final construyó
sobre ti castillos,
fortalezas de tinta
con sus manos.
En la gran biblioteca
se quedó dormido,
escribiendo una carta
con tu propio sello.
No sabes lo que es unir
el caos entre tus manos,
pero las señales
te serán de ayuda.
Y tus párpados caerán
pesadamente como losas,
y tu cabeza estará
junto a la suya.
Y las líneas de tu cuerpo
confundirán las suyas,
como un bello cuadro
dibujado por Da Vinci.
en un tren ocasional,
no volverá, dijiste,
se perderá al alba.
Se lo llevarán a casa
los primeros rayos,
y solo sabré de él
su verdadero nombre.
Y al final construyó
sobre ti castillos,
fortalezas de tinta
con sus manos.
En la gran biblioteca
se quedó dormido,
escribiendo una carta
con tu propio sello.
No sabes lo que es unir
el caos entre tus manos,
pero las señales
te serán de ayuda.
Y tus párpados caerán
pesadamente como losas,
y tu cabeza estará
junto a la suya.
Y las líneas de tu cuerpo
confundirán las suyas,
como un bello cuadro
dibujado por Da Vinci.
miércoles, 2 de octubre de 2013
La historia
Cuando era pequeña, tenía un amigo que me contaba historias. Y una de ellas me impactó por lo que os relataré ahora después, cuando cuente la historia:
Érase una vez un mundo habitado solo por números y letras, donde todos ellos, al igual que los humanos, hablaban, caminaban, tenían manos, ojos, y pies. Un día, la S llegó pronto a casa, y vio cómo a la letra L le estaba golpeando el número 3. No cesaba de golpear a la letra, implacable, con furia. La letra S salió corriendo de su casa, llorando, hasta que no pudo más con su aliento.
Desde aquel momento supe que siempre odiaría los números. Me encerré en los libros, en las palabras que, como la letra S, se sentían golpeadas y maltratadas. El abismo que se abrió entre los números y yo fue tal, que incluso me molestaba verlos.
Más tarde supe que en realidad aquella historia que me contaba, era lo que él vivía en su casa todas las semanas, y la letra S era Susana, su madre. El número 3 era su padre, y le puso ese número porque cuando iba bebido, creía que la mujer le ponía los cuernos. El tres representaba a la tercera persona, ficticia, que su padre inventaba.
Érase una vez un mundo habitado solo por números y letras, donde todos ellos, al igual que los humanos, hablaban, caminaban, tenían manos, ojos, y pies. Un día, la S llegó pronto a casa, y vio cómo a la letra L le estaba golpeando el número 3. No cesaba de golpear a la letra, implacable, con furia. La letra S salió corriendo de su casa, llorando, hasta que no pudo más con su aliento.
Desde aquel momento supe que siempre odiaría los números. Me encerré en los libros, en las palabras que, como la letra S, se sentían golpeadas y maltratadas. El abismo que se abrió entre los números y yo fue tal, que incluso me molestaba verlos.
Más tarde supe que en realidad aquella historia que me contaba, era lo que él vivía en su casa todas las semanas, y la letra S era Susana, su madre. El número 3 era su padre, y le puso ese número porque cuando iba bebido, creía que la mujer le ponía los cuernos. El tres representaba a la tercera persona, ficticia, que su padre inventaba.
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