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viernes, 15 de mayo de 2015

Carta del rey blanco

Hola María, ¿qué tal estás? Espero que bien.

Ya sé que no hablamos nunca, a pesar de que estamos siempre mirándonos en la distancia. Te escribo desde la otra punta del mundo, y, aún así, alcanzo a verte entre todas esas figuras que buscan entorpecer la visión de la belleza en mis ojos.

Es una pena que tengamos que vivir así, en la retaguardia de dos bandos enfrentados por siempre, con colores opuestos, y que cada vez que pueden se enzarzan en una sangrienta guerra donde tú eres la figura que destaca, brillante, sobre todas las demás. Eres mortífera y silenciosa a la par, y te encanta dejar a tu paso ríos de sangre, enardeciendo tu figura. ¡Si pudiera tan solo besarte antes de que el filo de tu espada pose sus labios sobre mí! Cuán feliz sería, de poder acariciar tu faz oscura, mientras los soldados se quedan blancos de rabia.

Y no, no me importa la gloria, me da igual cazar a tu esposo, mientras tú estés en mis dominios. Que se rompa el equilibrio, ¿qué más da? Si tú y yo podemos voltear el juego durante siglos. Sé que es difícil escapar a la mano que lo domina todo, pero, ¿no vale la pena intentarlo? No quiero creer que estamos condenados a querernos mientras nos quitamos la vida entre nosotros.

Seis cuadrados nos separan, y a mí me cuesta avanzar, pues el universo es inmenso, y está lleno de peligros, pero, ¡es tan fácil para ti alcanzarme! Me tienes al alcance de tu mano, y, aún así, se siente tan lejano...

Lo único que me mantiene en pie son las ganas de estar contigo. No puedo imaginarme cuándo será ese día, de cualquier modo ya me has arrebatado este corazón de madera que late con fuerza bajo mi coraza. Parece fuerte, pero se astilla al menor golpe, sobre todo si son tus palabras las que asestan el sablazo. De todas maneras, me niego a rendirme en esta lucha que mantenemos los dos contra el destino. Me niego a que seas una estrella en el horizonte, imposible de alcanzarse.

Y cuando las hostilidades comiencen, y te tenga aquí a mi lado, podrás decir, sin levantar ningún arma, y con razón: Jaque mate

Porque ese día, ese día seré completamente tuyo, y mi reino entero cambiará de color.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Jaque

Eres un yo-yó fuera de control, lo mismo te tengo cerca de mi mano que te alejas y no respondes a las vibraciones de la cuerda. No es culpa tuya, lo sé, es que la cuerda se rompe muchas veces y nadie se molesta en repararla. E igual que hoy piso una baldosa de color oscuro, mañana puede ser de color blanco, en este extraño ajedrez donde solo participan dos peones, y las reglas solo permiten que se devoren ambos. Nadie pierde. Pero si el juego queda en tablas vagaremos por el tablero hasta caer fuera de él. No es un terreno de juego estándar, sino que adquiere dimensiones que son desconocidas para mí, quizá por eso resulta sorprendente que la distancia entre ambos sea corta. Aunque a veces se estire como un chicle. Lo curioso es que, de una forma u otra, no te pierdes en la enormidad de los días, sino que siempre regresas al lugar de donde nacen los sueños.

lunes, 21 de octubre de 2013

Conexiones

Imaginen un punto que se une a otro. Seguramente saldrá una línea recta haciendo de nexo entre ambos, ¿verdad? Ahora, aumenten mucho más la distancia. Pongan una barrera en un lugar cercano al punto inferior. Ya no están unidos, así que, en el sitio de corte, saquen otra línea que permita conectarlos. Vuelvan a poner otro obstáculo y hagan la misma operación, el espacio es infinito. Otra vez. Y una más. Así hasta que parezca que el trecho de línea está al lado del punto B. ¿Qué eran las líneas?, me preguntará. Pues son conexiones, y desplazamientos, físicos o mentales, en los que el punto A termina al lado del B a pesar de las barreras. Tanto es así, que deben estar juntos para poder evitarlas . Aunque, como habrá visto, queda todavía un espacio entre ambos, y ahí solo cabe la muralla que se pongan entre los dos.