Muros de cristal
sobre líneas de
veloces electrones.
Dos caras lejanas
que entrechocan
cálidas miradas.
Un devorador de
sueños sonríe,
junto al papel
seco lleno de agua.
El bambú se difumina
entre días del mes,
y los pandas juegan
a ser estatuas de sal.
Debajo, un prado
repleto del aroma
de miles de flores,
legiones de olores.
Al lado, colores
pintados al azar,
con tinta negra
y emociones.
Un cisne que habla
en varios idiomas,
hechiza la vista
y destroza armas.
Jung con entramos
en su hábil terreno,
y sin voz hablando
el alma nos miramos.
Se difuminaba sola,
dominando el poder,
temida oscuridad
o ansiada claridad.
Y sin poderla tocar
la desnudaba,
y sin poderme tocar
sin ropa quedaba.
Y cuando ya las
gotas de arena
se agolpaban
en el recipiente,
todo se desvaneció,
quedando unidos
por el hilo fino
de un rico vestido.
Y fue entonces
que solo dibujó
entre rayos de luz
una dulce historia:
"Da igual el trazado,
no importa el paisaje,
ni el infinito viaje,
si lo vivo a tu lado."
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