Desde que somos pequeños nos vemos bombardeados por todos lados con un elemento muy natural, y que, sin embargo, se vuelve horriblemente artificial: el sexo.
(Me refiero a las personas cercanas a mi generación, con una edad alrededor de los veinte para abajo; obviamente la gente más mayor no vivió esto de la misma forma, ya fuera por mentalidad, falta de medios o censura)
Y es que es normal, a todos nos gusta ver a una mujer de órdago, con un buen par de tetas y ligerita de ropa; o, en la otra vertiente, a un hombre sin camiseta, músculos desarrollados, tableta de chocolate; anunciando una colonia o un perfume.
Pero hay un problema con esto, y es que, dejando de lado la aburrida y somnolienta estereotipación, se vende mucho y mal esto del sexo. El ejemplo firme y machacante lo vemos en las películas. Imaginen: Un par de actores se gustan en la trama, y comienzan a desnudarse. Se quitan la ropa a lo bestia, con prisas, como deseando terminar. Besos veloces, agitados, sin pausa. A lo sumo, y siendo generosos, la escena dura lo que un eyaculador precoz. Todo se reduce a algo muy funcional, sin chispa. Y sí, claro que existe ese tipo de acto sexual, como que es el que nos ponen en los morros una y otra vez. Pero la gente olvida que existe otro, muy distinto.
Volvamos a la misma escena. Y, ahora, en vez de acelerar los movimientos, los haremos pausados, relajados. Los protagonistas empiezan a besarse, lentamente. Se acarician bajo la ropa, escuchan el latido del corazón, se funden, se sienten. Se palpan los labios, los ojos, el pelo, todo, como si de una misión de reconocimiento se tratase. Y, posteriormente, se quitan la ropa el uno al otro, ahora un poco más rápidos, sonriendo, y sin cesar de jugar. Se tocan los pechos, se los rozan con la lengua, y, si se tercia, succionan como un bebé hambriento o con pocas ganas de comer, ya según vean.
El coito se realiza primero lentamente, con penetraciones que tantean a la pareja, y, después, combinándose con la temperatura de la habitación, comienzan a aumentar la velocidad, gradualmente, como el caudal del río en días de lluvia.
Y, me podéis decir que para esto, mejor ponemos una porno, pero es que, ya que se ponen escenas de sexo explícito, estas se pueden hacer de otra manera. Y, por otra parte, la industria del porno se reduce a a una función muy concreta, y nunca se ven las películas enteras (exceptuando, tal vez, maravillas que se salen de la superficialidad absoluta, como Instinto Básico o Eyes Wide Shut) por lo que, sin entrar en mayores discusiones, quedan excluídas del análisis que concierne al cine del ámbito general.
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