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sábado, 19 de octubre de 2013

Escape

- Sé que vendrás a salvarme montada en un caballo blanco, y que me llevarás a cualquier lugar en el que estar tranquilos.
- Eso no es posible. Ni siquiera tengo un caballo.- Contestó ella.
- Cierra los ojos.

Los cerró, y, el hombre, con una pluma en la mano, la desvistió hasta dejarla en ropa interior. Entonces comenzó a colocar palabras por todo su cuerpo, frases de tinta que eran absorbidas hacia el interior, y que iban construyendo escenarios en la aparente oscuridad que habitaba tras sus ojos.

Primero fue un cielo lleno de nubes, que amenazaba con llover; y un verde campo cubierto de niebla, que se extendía hasta el horizonte. Él estaba metido en una caja de cristal, mirando hacia ninguna parte, y ella en una habitación que formaba una agradable cárcel para sus sueños. Entonces apareció. Un caballo blanco que se movía entre la niebla y se paraba bajo la ventana de su cuarto. Ya no había nada que la retuviera allí. Montaría en aquel animal. De un salto se posó en sus lomos, y, acariciándole la cara, dejó que le marcase el camino. Empezó a llover. La humedad se impregnaba en su ropa, de forma que, al ser de color blanco, se veía su piel a través de ella, y se confundía con la niebla. Esta sensación de unión se incrementó cuando Manolo, el caballo (así lo llamaba su antiguo dueño), aumentó la velocidad. Ella sentía al viento golpear fuertemente su rostro, jugar con su empapado pelo, y mostrar una senda vedada para otras muchas personas. Llegaron bajo el árbol del Sueño, y allí la mujer desmontó del caballo y tocó la caja de cristal. Al instante, se convirtió en un montón de pedacitos, que pendieron del aire unas milésimas de segundo antes de caer al suelo, atraídas por la fuerza de la gravedad.

El hombre reaccionó, y, al darse la vuelta, murmuró, asombrado.
- He... Helena... ¿Qué haces aquí?
- He venido a buscarte. Nos iremos con Nerthus y dejaremos atrás ese árbol.

Su fundieron en un abrazo, y ambos montaron sobre el caballo, que tenía un nuevo nombre.

- Te lo agradezco, pero, ese árbol no es el único que existe. No puedo escapar de ellos, tienen vida propia, se mueven, y por la noche vienen a atraparme. Aunque es cierto que, mientras estoy contigo, no se atreven a acercarse. 

"La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido."- Jorge Luis Borges.

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