Vamos a contar hacia atrás, y cuando el reloj llegue a cero, tú serás la arena que fluya entre mis manos. Acabará una era y empezará un tratado de no agresión que durará unas semanas, lo justo para prepararse contra lo que vendrá después. Cara a cara nos encontraremos un día de esos en los que levantar las armas está penado con la muerte. Y no podré evitar dispararte a los ojos con algo de aquí adentro. Incluso, después, podría atravesar tus entrañas con bombas de colores y tanques de tinta.
No te quedarás temblando en la puerta, las olas de calor entre ambos cuerpos llenarán océanos alrededor de las sombras. Y como la luz del faro te encenderás, involuntaria, sobre la ciudad. Y mis manos arderán cuando trate de tocar tu piel, pues será ya el tercer aviso permitido por la tregua, y cisnes celestes me llevarán a la prisión de los sueños.
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