Me perdí buscando una aguja de centeno entre hojas eternas de la biblioteca que nunca será leída por completo. A veces veía luces entre los faros de los coches al pasar junto a las ventanas, y volar por el cielo parecía una más de mis preocupaciones.
Tú estabas escondida entre los estantes, y por más que buscaba lo único que conseguía eran sonidos de guerra entre los libros de Historia. Guarda tu bayoneta o dispara de una vez, porque no vine para verte caer, y las vocales pueden ser afiladas como la mejor de las armas blancas, o bálsamos reparadores que devuelven a la vida.
Llegamos aquí sin montar en barco, tren o avión, y todo está a nuestros pies, similar al movimiento de insectos en el suelo campestre. No he llegado para pelear, la bandera blanca ondea en el horizonte, y las únicas armas que poseo se perdieron entre mares de tinta. Solo puedo esperar que te devoren, que se tatúen en tu piel, y que recuerdes que cuando no parezcas importante, en realidad lo eres. No todo el mundo vive dentro de mi imperio de papel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario