Ya se va otro año. No importa. Mientras los rayos de vida cubran los ojos ajenos, todo será como una anécdota más, donde la arena del tiempo sigue fluyendo, conmigo y ajena a mí, extendiendo su mano hacia mi cuello, acariciándolo aún con ternura, y soplando sobre mi rostro.
No importa. Vehículos van y vienen, cambiando de color y marca unos, quedándose otros como antaño, y desapareciendo de mi vista los que no quisieron continuar en la misma carretera.
Y tú te quedas en el camino, entrelazando tus pasos con los míos, igual que una carga liviana, desconozco cuánto rato estarán hundidas tus huellas en mis pies, ni si pisarás fuerte, o solo lo suficiente como para hacerte notar.
No importa. Son bienvenidos aunque entren sin llamar. Solo si las fauces de la discordia arañan el mobiliario serán expulsados a tierras baldías y marchitas.
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