Podría decir que he caído preso en una laguna, donde la oscuridad no es completa, y el agua me llega a las rodillas. Sería extraño ver a una sirena con plumas siguiendo el caudal del agua, pero lo cierto es que no me extrañaría. Su voz atrae a todo ser viviente, y sé que tiene plumas porque la corriente las lleva hasta mi invisible hogar. Sé que son suyas, pues aparecen brillando, luces de luciérnagas en el color negro de las plumas, igual que bombillas oscuras iluminando la presencia de la noche. Y se ve la arena del fondo, las pequeñas piedras que pueblan los cristales líquidos, y algún que otro insecto acuático dentro de mi cárcel de sonido.
Quizá, lo único que espero en este lugar es poder verla, pero entonces las barreras que me detienen se harían añicos, y marcharía directo a envolverme entre sus hilos.
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