Hay gente a la que le gustaría tener una vida diferente, el cuerpo de una persona distinta, tal vez. A mí a veces me gustaría ser un muñeco. Trasladarme en un aura azul a varios kilómetros de aquí y meterme en un oso. Habitaría en una cama, y sentiría el aliento de alguien posarse sobre mí. Quizá también algunos abrazos. La voluntad estática del cuerpo impediría que me moviese, y, aún así, habría un intercambio de la materia más básica. Electrones saltando de un sitio al otro. Entonces volvería a cambiar de lugar, y sería el electrón. Recorrería su cuerpo detalle a detalle, como un doctor que busca el origen a una enfermedad extraña.
Y, sin embargo, la electricidad que se forma al entrar en contacto mi verdadero cuerpo con el suyo, es algo que no podría dejar al azar de los recipientes menores de la materia.
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