El silencio hizo
una brecha
en el muro.
Al irse, ruidoso,
llenó el aire
de viejas palabras.
Huecas por dentro,
vistosas por fuera,
la risa burlona
en la sala central.
Ya no más, dije,
las cometas
se enredan en los
alambres oxidados.
Ya no más, dije,
la guerra es tuya,
tuya la miseria,
tuya la victoria.
Me quedaré con
la gris apatía
del soldado.
Me quedaré con
las emociones
que nunca existieron.
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