He crecido con los libros. Ya desde pequeño me gustaban, y aún recuerdo historias de "El barco de vapor", una colección de libros rojos que podías conseguir con El círculo de lectores. Si bien es cierto que yo, exceptuando esta etapa de mi vida, nunca he tenido muchos libros. La mayoría los he descubierto en la biblioteca municipal, y, también, en la del colegio.
Puedo decir que una de las actividades a la que más tiempo le he dedicado ha sido a leer, aunque es verdad que no he tenido mucho interés en los llamados "clásicos", más que nada porque no tuve ninguna orientación en ese ámbito, y estos suelen ser de portadas sobrias (al menos allí, en la biblioteca), cosa que, como entenderán, a un adolescente o a un niño, no les atraerá demasiado.
La razón por la que escribo esto no es otra que la de darle las gracias a aquel niño pequeño, que, al igual que hoy, tenía esa pasión por la lectura, aún cuando todo lo que le rodeaba ejercía otra misión en el mundo, y no compartía ese hobby. Numerosas fueron las veces en las que me encontraba solo, viviendo en el libro, y ajeno al balón, que, a pesar de practicar deporte, no tenía el mismo interés por él que el resto.
Cierto es que eso me ha valido en muchas ocasiones de ser tildado como una persona extraña, recluida, pero nunca me he sentido solo. Ese vacío que existía (y aún existe en parte) en la sociedad que nunca supo aceptar lo diferente con respeto, lo llenaron los libros, y lo que en ellos había.
Me he perdido muchas cosas, estoy seguro, porque mirando con perspectiva, mi vida en su conjunto no ha sido, ni es, en gran medida, como la de los demás. Y no importa. Porque sé que ellos también se han perdido algo.
Las vidas que se quedaron encerradas en el papel y la tinta.
https://youtu.be/NqWcpEZ3GY0
No hay comentarios:
Publicar un comentario