Las finas ramas amarillas de un olivo se deslizan por mi garganta. En la lejanía, suenan las campanas del olvido, mientras un muchacho intenta recomponer las piezas de un extenso puzzle humano. Danza gris en el cielo, ante la humedad que vuela llevándose la abrasadora presencia de la sequía.
Sobre el cuadrilátero del mundo, un montón de obstaculos que cubren de negro el azul del mar, suave con las olas, creando curvas. Las murallas de papel se alzan, sobre llanuras inmensas, áridas, igual que lo que tratan de proteger:
Una mente en blanco.
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