La aurora no aparece,
me acostumbré
a la noche del destructor,
unas manos que rompen
todo lo que construyen.
No conservo el eco,
nada susurra ya,
habré olvidado la dicha
en el tercer barranco;
allí donde arrojo
lo que nunca hago.
No quiero ser ni
permanecer, diluir
todas las huellas,
pues mi impronta
es señal de ruina.
Aquellos que no ven
las barreras, ¡cuidado!,
entrar es la muerte;
salir, la memoria.
Si buscas, encontrarás
imperios de pesadilla,
sueños de cartón
y la furia del solitario.
No todos ven la puerta,
inocentes que observan
la ventana de sus vidas;
esto no es un juego,
aunque se acabe la partida.
Si sobrevives al horror,
haré para ti un residuo,
hecho de tiempo y gloria,
forjado con sangre y calor.
Y si los cristales rajan
la piel que hay en tu cara,
dejaré que te lo lleves,
pues nada hay que perdure más.
No es el fuego, no, ni el agua;
ni el temblor de las piernas,
ni los gritos del placer, no,
lo que te llevarás es el recuerdo.
https://youtu.be/YjkyalaqrSo
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