- Ayer vine aquí... Y no estabas. Creía que venías a diario, o al menos eso me dijiste. Ya no son tantas las ganas cuando sabes que es imposible un desenlace mejor, ¿verdad? - Inquirió, algo triste.
Pausa.
- Sí estaba. No donde siempre, es cierto, pero estaba. De hecho te vi.
- ¿Me viste? ¿Y no quisiste decir nada?
- Sí. Sí quise, pero...
- Pero, ¿qué?
- Supongo que tenía miedo. Me quedé viéndote tras un árbol. Indeciso.
- ¿A estas alturas te surge eso?
- Verás, esto no estará así siempre. Habrá un punto en que yo tendré que irme, ya sea por mí mismo o porque el bosque me impida la entrada. Esto que hacemos es muy extraño. Quizá sea lo más puro que haré jamás, pero no quita su dosis de rareza.
- ¿Y la perspectiva de que hay un final corta tus acciones? Si hiciésemos todos lo mismo, nada avanzaría.
- No es lo único... El bosque habla. Y tú cuando vienes aquí no lo haces porque esté yo, ya convenimos en eso. Lo que haces es proyectar los recuerdos pasados en todo lo que hay alrededor. Y eso me afecta. No por mí, puesto que yo dejé de lado toda esperanza, sino por ti. Esa espiral de dolor destroza las raíces de todo lo que ves aquí. Y, créeme, me gusta demasiado este sitio como para permanecer indiferente si se convierte en un desierto.
- Pero, ¿y por qué no te has marchado si temes eso?
- Porque yo mismo he terminado formando parte de este lugar.
- ¿Y por qué no me ayudas?
- Porque el bosque me cierra todos los caminos, excepto este. Y, aquí, en las afueras, lo único que puedo hacer es esto. Hasta que el tiempo se agote.
https://youtu.be/QQNcCFh8R28
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