Me deslizo entre las hojas que pueblan los astros de la avenida 16, no me muevo yo, me mueve el viento. Choco contra las tinieblas de tu cuerpo, un visitante más, un litro de sangre menos; se quedó pegado a ti, cuando cerraste las compuertas de los faros. Me muevo entre la arena de tus tapices, y es cuando me voy quedando pegado a tu pintura: Ya avanzo poco. Es entonces que una enfermera me inyecta el 0 negativo, y vuelvo a correr entre la eterna llanura que baja al inframundo por un único camino.
Pero no creo poder bajar, cuando el parapeto me lleva a cárceles de porcelana, y, ahí, me lanzo al vacío para ser arrastrado de nuevo. Los dulces y yo no encajamos, qué le vamos a hacer. Qué le vamos a hacer si, aunque el momento sea alegre, soy salada como el mar.
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