Lanzo aviones de papel sobre las murallas, y todos ellos llevan una palabra escrita. No sé quién los cogerá, ni siquiera sé si llegarán a alguna parte. Uno de ellos lleva dibujada una sonrisa, con la petición de que sea devuelta.
Es extraño que las sombras quieran hacer sonreir a alguien. Normalmente viven apartadas, hurañas, inconexas con el mundo que les rodea, andando en puzzles que no se forman nunca, y, sin embargo, formando parte de él, aunque nadie las note.
Todas viven adentro de cada uno de nosotros, unas más largas que otras. Hay algunas que casi no se manifiestan, que casi han preferido desaparecer, para darnos el control; hay otras que se hacen más y más grandes, fagocitándolo todo, y son a esas a las que hay que temer. Ustedes desconocen el poder que hay en ellas, lo sé, pero ellas no desconocen el vuestro, y harán todo lo posible por volver a lo que un día fueron.
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