Queremos controlarlo todo. Por eso inventamos los relojes, los calendarios, las escuelas y las prisiones. Pero al final, ese control es ilusorio. Compartimentamos la vida, y esperamos que las agendas se cumplan, y, sin embargo, miles de variables pueden dar al traste con lo que tenemos en mente.
Es por eso que no hay que postergar hasta lo indecible aquello que queremos hacer. Actuar, bañarse en la vida. Las mejores cosas que nos ocurren no se planean. Suceden. Lo que ya esperamos no rompe cristales, ni transforma situaciones. La sorpresa, eso es lo que puede sacudirnos. Puede cambiar los caminos que teníamos trazados. Los planes.
Porque, dime, ¿acaso hay algo más aburrido que una vida que cumple con tus planificaciones? Así jamás crecerías, serías un simple misil dirigido. Un principio, y un final, una línea recta.
Y son los círculos los que gobiernan el mundo.
https://youtu.be/i1bSGpR5bac
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