La angustia sacude el cuerpo, y las olas engullen los restos. Una coraza vacía, trazos rojos en el horizonte. Intento escribir su nombre, pero lo he olvidado. Sus ojos me taladran, y su sonrisa me relaja, aunque no sé quién es. Perdí su rastro hace siglos, como un perro que deja de oler en una batida de caza.
Como casi todo lo que es grandioso, tropecé con ella por casualidad. Una explosión que te rehace. Te sacude hasta los cimientos. Sin embargo, la vida tira unos dados mientras nosotros esperamos otros resultados.
Pasan los años, y mentía el que dijo que el tiempo se llevaba consigo las huellas de la arena. Bucearé en otras aguas y beberé en distintas copas. Y ninguna será como la primera.
Se pierde el atardecer en el horizonte, tal y como ella se perdió entre las sombras de los días. Ha llovido mucho desde la primera vez que la vi, han cambiado las mareas y los vientos, aunque otras cosas permanecen igual. A pesar de todo.
Al final, sobre la hoja alcanzo a dibujar una M.
https://youtu.be/WT0MUdY9yFM
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