La nieve quema
y seca,
en habitaciones
desnudas,
en recuerdos
que vuelan.
Algo murió ahí
dentro,
lo sentí
marcharse
hoy, después
de tanto
y tantos años.
Tapo las
ventanas
y enciendo
tenues
bombillas
imaginarias.
Con mis manos
hago
dos humanos,
dos personas en
la pared,
así no me
siento solo.
Pero tarde o
temprano
una mano se
cansa
y desaparece de
la escena.
Y nos miramos
ambos,
tan distintos,
tan vulnerables,
una sombra que
también
se irá y se
hartará.
¿Se verá ella
reflejada en mí?
La calma, la
calma llenando
otro Sobibor en
mi mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario