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martes, 6 de septiembre de 2016

La entrada

- El bosque devorará tu alma, y lo sabes. ¿Por qué quieres adentrarte? Fuiste tú el que se marchó, el que le prendió fuego. ¿Por qué te extraña que las viejas raíces no te dejen pasar?

- No... No me sorprende. Pero tengo que pasar. Me gustaría al menos repoblarlo. No podré irme de aquí hasta que haya hecho eso. ¿No podrías tú hablar con los árboles?

- Por desgracia yo sólo soy un eco que se te proyecta. Después de lo que has hecho, el bosque te recompensa con esto. Conmigo. Una voz cuando no hay voces. Un cuerpo cuando no hay cuerpos. Por eso te digo, que no esperes una bienvenida.

- Tiene que haber alguna forma en la que la naturaleza vuelva a confiar en mí.

- Ningún ser se arriesgaría a ser quemado de nuevo. Eso que pides es muy complicado. Y no estoy segura de que puedas lograrlo. Aunque tus palabras sean sinceras, y tus acciones se hagan desde el corazón, no hay forma de que ahí adentro sepan que eso es así.

- ¿Sabes?, el otro día, cuando fuí al río y observé mi cara, vi tus ojos en lugar de los míos. Cuando me marché a dormir, soñé contigo, y no con monstruos sanguinarios. Y cuando puse atención para escuchar el canto de los pájaros, era el eco de tu voz el que resonaba.

- Vaya, no debe haber sido un buen día para ti.- Contestó con sorna.

- ¿Y si te dijera que eso me ocurre día tras día? Todos los meses, en cada paso de las estaciones. Bajo el sol, con lluvia, nieve o niebla. Con las hojas verdes, marrones, o marchitas en el suelo. Vivo sin ser, y las quemaduras de mis propias antorchas todavía siguen marcadas. Ojalá hubiese sido perfecto, porque hay errores que no caducan, al igual que hay sentimientos que no perecen aunque pasen los años. ¿Entiendes ahora que quiera entrar ahí? Aunque la respuesta sea la muerte, debo hacerlo.

- Adelante, pues. No digas que no te lo avisé.

https://youtu.be/peg9vC_kcIU


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