Aquel día, en el que las puertas del cerebro se abrieron, cerré los ojos. Me encontré con un rombo azul, alargado, en lo alto de la oscuridad. Diversas figuras se configuraron, círculos de madera adornados giraban, todo fluía sin esfuerzo.
Vi a dos cisnes blancos idénticos, mirándose, acercándose y alejándose, como si de un flash contínuo se tratase. Entonces cambió el sonido de la música, y apareció el simple ruido del agua estrellándose contra el suelo. La lluvia.
Fue entonces cuando cambiaron las imágenes, y se tornaron vívidas, reales. Apareció ella, aún cuando ni siquiera la pensaba. Sonreía, caminaba hacia mí y deshacía los pasos.
A partir de entonces ha cambiado la forma en que percibo las cosas. Tal vez hay una conexión más profunda entre todo lo que existe, algo similar al panteísmo de Spinoza. Esa visión me hizo querer moverme, usar los pocos medios que tengo para que esa figura no se marche.
No es que considere que hay energías negativas y positivas, ni nada por el estilo, pero sí me he encontrado conmigo mismo en ese momento. Es una sensación inexplicable, que sólo pueden entender quienes la hayan vivido.
Open your mind.
https://youtu.be/xV-V_wtv2lY
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