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sábado, 3 de octubre de 2015

El río

- Hoy has llegado antes que yo. Es extraño. Suelo verte cuando ya no se distinguen las piedras del camino.

- Puede ser que tuviese más tiempo hoy.

- Bien. Me parece bien. Eso nos deja un rato más extenso, espero.

- Tal vez. ¿Sabes? Hoy he visto que el bosque estaba distinto. Como que... No, seguro que son figuraciones mías. Vamos, siéntate. Siempre me lo dices y hoy te quedas de pie.

Me siento a su lado, y decido no preguntarle a qué se refiere. Porque yo también lo he notado. El cambio.

- He estado reflexionando, ¿sabes? Y es posible que sea cierto lo que me dijiste. Que el pasado se me queda pegado como una mancha. Un rastro oscuro que tapa toda la luz que puedas ver. Y, quizá por eso, me extraña y me aterra el que sigas viniendo. Vi una película en la que decían que el pasado sólo son historias que nos contamos a nosotros mismos. Y podría decir que coincido. Pero tú, de alguna manera, rompes con esa máxima.

- ¿Por qué?

- Porque sigues aquí.

- Pero entonces no soy el pasado. Ni tú tampoco. ¿Quieres saber lo que es el pasado? Acompáñame.

Le extendí la mano, y, cogiéndola tras un momento de duda, me siguió a través del bosque. Llegamos a un lugar donde había dispuesto un montón de hojarasca con ramitas secas, al lado de un río de aguas tranquilas.

- Espera un momento.

Me acerqué al montón de leña y le prendí fuego. Unas llamas vivaces devoraron las hojas marrones y las ramitas. Me volví hacia ella.

- ¿Ves ese fuego? Eso es el pasado. Y todo aquello que produce el pasado, que deja rastro de él, son las cenizas que dejarán las hojas. Este fuego se apagará. Y, dime, ¿qué esperas rescatar de lo que quede? Tal vez un comportamiento razonable. Nada más. No se puede más.

- Pero, ¿y el amor?, ¿qué hay del amor? ¿Acaso no está?

- Claro que sí. Pero no ahí. Lo has tenido justo al lado.

- ¿Te refieres al río?

- Exacto. El amor no arde. Porque no tiene un único curso. No puede pertenecer al pasado porque el pasado sólo tiene una razón de ser. El amor, en cambio, es voluble. Puede secarse el río, es cierto. Y también puede llegar a un punto en el que no cese de ir por el mismo trayecto. Pero eso no es obligatorio, ni tampoco se da necesariamente.

- ¿Y cómo puede de profundo ser el amor?

- ¿Te gustaría comprobarlo?

- Sí.

- Yo no te lo aconsejo.

- ¿Por qué?

- Verás, dijiste al llegar que habías notado cambios, ¿no es así? La razón es, que hoy el bosque me percibe a mí. Todo lo que ves tiene un reflejo en mi interior.

- Comprendo... Pero, ¿qué tiene que ver eso?

- Es muy sencillo. Si entras en el río para comprobar cómo de profundo puede ser el amor, entonces...

Silencio.

- ¿Entonces, qué?

- Morirías ahogada.

https://youtu.be/lD0IlFhSI7Y


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