Un lince se asomó
a la ventana
de la sierra.
Aplastaba las
malas hierbas
con sus garras.
Al fondo, el sonido
de los motores
giran sobre dos
veloces ruedas.
Nada le asusta,
solo la visión
del garrote blandido
por la mediocridad.
Fija la vista en
el horizonte, lejos,
en los lugares
donde quiere estar.
Es cierto que parecen
ojos inofensivos,
error grave olvidar
que son de un cazador.
Así es el lince:
hermoso, tranquilo,
inteligente, fiero, y,
también, un amigo.
Para Ana Belén. ¡¡Muchas felicidades!! :))
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