Tú, que ya has conocido
el paraíso perdido,
sabrás que existen
senderos sin rumbo,
incógnitas extrañas.
Sé que nadie te dijo
que guardabas un cuchillo,
que derramarías sangre, y
que después serías
señalado con el dedo.
No te preocupes,
hacemos cosas a ciegas,
tachamos frases invisibles
y perdemos la alegría
en el fondo del río.
Tú, que ya has conocido
el sabor imposible,
sabrás que la amargura
también agita el cuerpo,
la incertidumbre del inútil.
Sé que miro un círculo,
en algún momento volveré,
y tú también, rabia absurda,
que muerde y suspira,
que cercena y confunde.
No te preocupes,
la eternidad es mentira,
el bienestar y el asco
se dan la mano con gusto,
y perfecto es sólo una palabra.
Tú, que ya has conocido
aquello de lo que hablo,
sabrás que somos ignorancia,
una flecha que apunta,
una coraza que esquiva.
Sé que otros no sabrán nada
de mis palabras, y vagarán
errantes por el filo que asoma,
que se esconde lejano,
que enseña sin mostrar.
No te preocupes,
los cristales se arrancan
y las sonrisas se cosen,
haz otra puerta y
olvida el mal día.
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