Hemos caminado por puentes separados, quizá echando un vistazo al otro lado para ver si se veía el rostro de la otra persona. De vez en cuando, un grito, una llamada de atención efímera. Nada más.
La senda que hay entre los dos es retorcida y curva, donde lo que piensas que fue dado en realidad se perdió entre las ramificaciones que se extienden desde un punto a otro.
Y, aún así, ahí estás. Intermitente, lejana, pero ahí. Es posible que ya no se alcen los campos en flor, quemados por el calor del verano; no obstante, los puentes siguen en pie. Olvidé que a veces (y solo a veces) era más bajito que tú, aunque ahora lo sea siempre. Tal vez los apagones y los truenos de la risa hayan unido más que la calma. No lo sé.
Lo que sí sé es que, aunque yo me alejo de lo que me rodea, de vez en cuando lanzas ese grito y me haces andar de nuevo sobre un jardín botánico dormido, en la noche donde el chirrido de las puertas se escuchaban más que las palabras. Y no se me ocurría otra cosa para darte las gracias que esto.
Feliz cumpleaños Concha :)
https://www.youtube.com/watch?v=IXdNnw99-Ic
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