¿Se
puede alguien enamorar de alguien sin conocer a la persona realmente?
Habrá quien piense que no, que es una locura. Sin embargo, eso fue
lo que le pasó a Fígaro.
Un día,
en su taquilla, encontró una libreta. Se percató de que no era
suya, pero no encontró a nadie que la reclamase, así que se la
llevó a casa. Al leerla, se dio cuenta de que era una especie de
diario, aunque simplificado. Frases, anotaciones, letras de
canciones, emociones personales... Y, a pesar de su simpleza, aquello
lo atrajo con una poderosa fuerza. Le dieron ganas de investigar
sobre lo que leía, y, también, descubrir de quién era aquel
diario.
Lo dejó
de nuevo en su taquilla al día siguiente, y, al terminar la jornada,
no pudo contener la emoción al ver que el diario había sido escrito
de nuevo. Que tenía más cosas. Aquello pudo con él. Deseaba con
todas sus fuerzas conocer a esa persona. No obstante, no había nadie
que le diese ninguna pista.
Entonces,
él empezó a escribir también en el diario. Y el diario se volvió
una conversación. Una conversación entre extraños.
Microrrelato escogido 2º finalista en III Concurso de Narrativa "Amores", de Letras con Arte.
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