- ¡Hola! ¿qué me traes hoy?
- Hoy solo tengo una canción. Tal vez dos.
- ¿La cantarás para mí?
- Claro que no.
- Dime al menos de qué trata.
- Sobre una rueda. Una rueda que gira.
- ¿Una rueda?
- Sí.
- ¿Y qué ocurre entonces?
- Se detiene. Tú la detienes.
- ¿Yo?
- Sí.
Pausa.
- Caminas hacia mí. Y yo hacia ti. Sin tocarnos. Entonces no avanza. A veces, y solo a veces, nos da por correr. Y sucede que la otra persona se asusta y hace lo mismo.
- ¿Por qué sucede eso?
- Porque en realidad no vamos juntos en la rueda. Sólo tú tienes el espejismo de verme tratando de alcanzarte. Pero la verdad es que caminas solo. Y todas las líneas que se dirigen a tu centro están vacías. Y sí, de vez en cuando me gustaría cogerte de la mano y sacarte de ahí; entonces el gigante del miedo y la duda aparece y me obliga a coger la vereda segura. Quizá tampoco sea segura, pero sí más placentera. No vengo al bosque porque estés esperando. Vengo porque siempre me ha gustado venir.
Silencio.
- ¿Por qué me cuentas eso?
- Es lo que dice la canción.
- Ya veo. Qué canción más fea, ¿no crees? Y, aún así, ya la había escuchado antes.
Rompe a llover. Fuerte.
- Seguirás viniendo, ¿no es así?
- Sí. Aunque la canción que traigo conmigo es distinta.
https://www.youtube.com/watch?v=gnhXHvRoUd0
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