Serviré para ti en el
olvido; extiende
la mano y
enciende el fuego
del pasado,
arderán así mis
días de gloria.
Ya vienen a buscarme.
Asiste a tu obra,
pues perderé el
aliento, rendido,
tirando alegrías,
inspirando sueños
ajenos y anejos.
Miro el reloj, ya
es tarde para salvarme.
Incluso en estos
nuevos tiempos
una maldición
negra se agita, allí
donde quise dar todo
a quien no pidió
nada de mis manos.
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