Me ronda un águila
cuando cierro los ojos,
si los abro, un planetario
que nunca vi, amanece.
Siento a veces unas
manos que no son mías
acariciando mi piel,
y el corazón salta,
y el techo se nubla.
Siento que a veces
no pertenezco a este lugar,
y un cuerpo que no es el mío
recorre bosques milenarios,
recorre hielo y espina.
Siento que soy una canción
que nadie ha cantado,
que nadie ha entendido,
y eso me asusta y emociona
al final del día.
Me ronda un águila,
es cierto, ahí seguirá.
Se apagarán estrellas
que nunca vi,
mil flores cuyo olor
desconozco se marchitarán,
y voces que nunca escuché
me hablarán tal como hacen hoy.
Yo seguiré siendo agua en Hattin.
Para Iria.
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