La aguja no se detiene,
el corazón bombea
y el agua fluye,
por diques que solían
permanecer secos.
Tengo nuevas cicatrices
y más de un mar en calma,
tormentas que no terminan
y banderas que cayeron.
Me acerqué a un lucero
y terminé ardiendo,
de las cenizas no nació
la muerte, ni la nada,
sino un camino
que lleva a la utopía.
He fracasado, es cierto,
pero existen sonrisas
que llevan mi nombre,
palabras aderezadas
con mil momentos.
Me pidieron deseos
y sólo alcancé pedir
no perder a los míos,
pues la vela que apagas
es otro año que muere.
Aún no sé quién soy
aunque lo tenga más claro,
aunque haya tenido
que perderme en laberintos
y espejos, y guillotinas.
Aún tengo amor,
y las ganas de vivir
hacen chispas en las manos,
que Caronte aguarde
otro año más.
Yo me quedo.
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