He llegado a ver
una estrella
en el cielo,
bajo la luna,
bajo la lluvia.
Ella aparece y
alumbra las calles,
y yo quiero cogerla,
y yo quiero cuidarla.
Pero esa estrella
vive muy lejos,
fuera de mi alcance,
fuera de mis manos.
¿Qué puede hacer
un simple idiota
como yo, sino
mirarla en la distancia?
Si me acerco,
me quema la piel,
si desvío la mirada,
es el frío quien observa.
Y eso hago, intentar
comprenderla en
medio del caos,
aún sabiendo que
ese brillo no fue hecho
para mis ojos mortales.
Oh, sí, quiero a esa
bola de gas luminosa,
pero desconozco si
hago bien en querer
lo imposible.
Oh, sí, amo a ese
astro que se niega
a sentir mis vibraciones,
a sentir mis emociones.
Y me siento allí,
en el estanque,
y acaricio el agua
pensando que
su reflejo está arriba.
Y me siento allí,
yo, un nadie, un paria,
e intento alcanzar
la gloria del mundo.
Y la gente al pasar,
y los animales,
y todos los seres,
dicen en todo momento:
Ya está el necio
queriendo conseguir
lo que nunca
fue suyo.
Y me siento allí,
en el estanque,
y riego las gotas
que fluyen,
y respiro el aire
que siempre falta.
Algún día me gustaría
decirle a esa estrella
que lo que me gustaba
no era su forma,
ni siquiera su luz,
sino el tiempo que conmigo
compartía.
Algún día me gustaría
decirle que yo, sin ser
nada, puedo serlo todo.
Que ella, siéndolo todo,
no entiende nada.
Y aparece el amanecer,
y sigo pensando,
ya sin su presencia,
que hay cuerpos astrales
creados para nunca
ser tocados.
Y yo, una mota de polvo,
podría lograrlo
con suerte en la mano,
con amor en la boca.
Y tú, una estrella,
podrías lograrlo,
si no fuera porque
sólo soy lo que ves.
Amor y desorden.
https://youtu.be/fAgPPoPBXQg
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