Si puedes, escúchala mientras lees: https://youtu.be/UVDWMn7sfDY
Caen las primeras gotas de lluvia. Pasan los coches, mientras ella empieza a alejarse. La llamo, primero normal, luego cada vez más fuerte. Es inútil. Pareciera que nunca salió una palabra de mis labios.
Llueve cada vez más rápido, así como su figura se desvanece con increíble celeridad. La calma se rompe, y mi alrededor es caótico, frenético. Luces que parpadean, las prisas de la ciudad. Acabo corriendo detrás de ella, evitando a los peatones y los coches.
Nunca fuí un buen deportista, y los pulmones trabajan mucho más de lo que deberían. No la veo. Miro a mi alrededor, desesperado. El cuerpo tiembla, ¿acaso buscaba una sombra?
Pitidos de coches en la persecución, nunca he corrido tanto. Parece mentira que sean seis años los que he pasado en el camino. Me desespero, me desespero, miro en cada calle, en cada esquina, y su rostro no asoma. ¿Voy acaso detrás de alguien que no está?
Me detengo. Necesito un respiro mientras todo gira a mi alrededor. Pero entonces me doy cuenta de que, aunque yo estoy con los pies inactivos, mi corazón sigue latiendo con más fuerza.
En mi cabeza, mis pies siguen cruzando los pasos de cebra. En mi cabeza, no puedo dejar de buscarla.
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